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viernes, 6 de agosto de 2010

Choby el de rojo

Lo bueno de Colchón es que amortigua para interpretar los hechos. La matemática de sus sentidos desglosan como colores bajo el prisma el secreto. Algunos secretos no me importan, pero Colchón aun así los apila, ordena y zoofistica.
Y en su zoofisticación taxonómica de engendros contertulios por esos días mecidos por la quietud del aquel pasaje Santander, me devuelve a la entraña el extraño caso del chico ese que una noche de harta marihuana vi golpear al inocente y descuellado (no por tenerlo roto sino por no tenerlo) Malhecho. Lo golpeó rápidamente, no se por que, tal vez por que estaba algo Kubrik esa noche, y a mi me encantaban esas noches violentas, sin saber que a mi me tocaría alguna vez una de estas, como a mi también agujerear un cráneo de un imbecil que pensó que conmigo se jugaba.
Pero no debo distraerme más en esas cargas de violencia que mal hago en celebrarlas para dar rebobinaa a quien Colchón sugirió que rebobine. Al experimentado y maculoso Choby.
Una vez le dije que conocia gente de poder con quien podía trabar un encuentro. Era verdad, como periodista me movía en esas tierras. Pero fueron solo palabras... y otros momentos. Pero Choby me rescataba un poco con su sentido de la oportunidad. Me rescataba de la indiferencia que me restaban los demás del barrio.
Pudo ser Toby de Lulú, pero era Choby, el doctrinario fiel que desgastaba pronto como astillas la poca niñez que ingía no guardar, pero siendo un niño sin infancia se la creyó por completo, ser el mismo que soñaba ser: Un hampón sin escrúpulos con una platinada de aro fumando un cigarrillo en la cama, mientras junior abandonaba su novena billabong del invierno.
Era obvio que le admiraba, fue a conciertos que 10,000 a 1 no podían, y mi amigo Eduardo, sorprendido por sus infinidades de calzados, murmuraba sin envidia que se viste como rico aun sin serlo.
Pero si algo salvaba a Choby era algo más. Su cultura. Amaba a Almodóvar, a las dos o tres que habria visto. Y coincidimos en darle 20 al ¡Atame! El también quedó hipnotizado por los colores. Rojo atuendo, azul vela, verde Humareda, putas y travestis.
Si, eran años lindos, no había futuro, el país acentuaba su pendiente al no retorno, ¿Por qué ser honesto entonces?
Su hermano, gran sujeto, el que iba con polo de smoking a los quinceañeros de las quebraditas, no tuvo tan buen final.. sobre todo por que ese final era mas bien el comienzo de una vida zigzagueante y emotiva, completamente distinta a la que soñó en ese entonces.
Puedo imaginar las noches torvas de humos quietos y engrosados por el peso petróleo del inca crucificado entre tres palos de fósforos de la Llama.
No recuerdo bien a sus padres, excepto sus rasgos de indiferencia. Me recordaban un poco al vecino de la familia Steven de Hechizada. Nada estaba mal, nata estaba bien. Cada quien en busca de lo suyo y no de lo mío.
Tiempo después le creí un abogado mafioso. No, no llego a eso como otros amigos. Dicen que está por ahí, por lo que me dicen, intacto, selecto y siempre dispuesto a ser un magnífico embustero y amante de las calles rojas atestadas de almas negras. Rojo y negro, finalmente. Punto y banca.

jueves, 5 de agosto de 2010

EL INTRUSO DE LA TELE

Me encanta el intruso por que entretiene, es verdad. Moralista incansable, enemigo de la corrupción, la indiferencia paterna, la complicidad social para burlarse de los de rosa, el intruso entra malherido a la escena, ya no como el que se sintió culpable de la nada en el colegio, esta vez como cualquier puta de la calle sin oportunidad de haber cuidado su cuerpo.
Nada de esto yo diría si fuese el muchachito reciente que fumaba sus premier cruzando la vía expresa, harto de callar en el colegio de curas donde recaló, el origen de esa necesidad de ver a otro lado, inclusive más allá. Los de New Order dicen que no llegaron a la música como otros, por que la amaban, sino por que no había otra alternativa. El maricón de la tele se hizo genial por las circunstancias que bien sabe. Pero no es un buen tipo.
Ya se le notaba adolorido y solo, había sueño en su mirada. Como diría el enano sin programa, el hombre de la tele, como le ven los niños a quien defiende, hoy solo es un poco de miasma adormecida por la ternura, un maníaco aspirando ya no cocaína, pero igual poder, para resolver sus incompatibilidades.
Pienso que ese es Jaime Bayly, con traje y corbata de tío, como le gusta circular en la ordinaria Lima, pero distraído hombre de casaca en la indiferencia europea.
Me divierte sus intentos en la simpleza de un auditorio agachado, sus disparos en soledad chocan con el bosque, no importa donde, falto de competencia para estar fuera del set mirando, enemigo del vecino con sus mismos problemas, lo que es normal, y quien por cierto con sus problemas aparte intoxican la ciudad. El vecino no va en pos de un piraña por las calles sino de un pelotero de fin de semana que hacía mohines en la norte.
No escuche a ninguno hablar de esos temas profundamente intensos, de la inestabilidad psíquica de los que no recibieron educación y aprovisionados de sentidos entienden cualquier movimiento externo como amenaza. No, no hablaron del paro nacional, de la estupidez completa, de la imbecilidad de la izquierda, de la pusilanimidad de la derecha. No, eso no dan rating. Comprensible tema comerciante. ¿Es moralmente aceptable no tocar esos temas?
Claro, como la ramera que descarta al punto misio, el gran público es la billetera gruesa, mejor no tocar esos temas. Hace falta dinero para que alguien les acepte. Hace falta dinero para ser libre. ¿Cierto? Yo me pregunto ¿Por qué?
Por que hay desprecio, profundo desprecio a un país que les hizo minoría, o tal vez a un tío, vecino o falso amigo que en los años mozos les enseñaron a sentir natural lo que des`pués entendieron como pecado.
Si, creo que mamá si les hará falta, mucha falta. Solo que este mundo cruel está hasta el abismo hecho de hombres, la mayoría toscos y claros, que no perciben como enemigo al desgraciado, pero que tampoco se detiene a verlo como minoría, pues antes abisman otras minorías verdaderamente abundantes…. Aunque tal vez no tan peligrosas. Esquizofrénicos, me refiero. Esos que al llegar a los 15 años se transforman en locos y acaban dando una paliza o muerte a sus padres u hermanos.
Es obvio que los gays de la televisión no ven el conflicto ni deben por que referirse a la caída de las emblemáticas acciones de Volcan, pues mamá heredo la plata del tío rico, y ¿con que sino financiar la campaña?
Que desprecio y cinismo criticar Barba por poner a su hijo entre candidatos a regidores cuando el puso a su mami a la cabeza del partido, ¿por amor? ¿de quien? ¿a quien?
Es como si yo ultrajara sexualmente a alguien y luego me convierta en el acusador de los ultrajadores sexuales. Hermosa forma de esconderse uno: en su misma evidencia.
Casi puedo estar seguro de que en Estados Unidos alguien sabe que la muchacha quien llevó al hotel era una menor de edad y que a cambio de silencio la hizo escritora de descarte.
No, no me la creo, y mucho menos a estos. Yo pienso exactamente lo contrario. Pienso que ya llego la hora de empezar a mostrar que lo resbalosa de una mirada es precisamente una ambigüedad ajena a lo que si importan a las otras minorías en problemas y a las mayorías a las cuales yo también desprecio muchas veces.
Comprender, tener compasión, ascender. ¡Que difícil problema! Es verdad, la sensualidad, el fashionismo atrae como los gin tonics en las noches del bar donde a veces pago… y siempre vago.
Pero veo que hay una doctrina de por medio, y esa doctrina no es canjeable, ver los verdaderos temas.
Váyanse a la mierda cabros de mierda (con el perdón de el buen amigo Jess, de la Ricardo y de la pbre y amargada Edith, una lesbiana que extraño y que nunca robó un solo centavo aunque me parecñia que robaba energías)