Vistas de página en total

domingo, 30 de noviembre de 2008

KANT-NIETZCHE-MELCOCHITA



“Hoy en día el noble y el villano, el pobre y el gusano bailan y se dan la mano sin importarles la facha. Juntos los encuentra el sol a la sombra de un farol, empapados de alcohol abrazando a una muchacha”


Serrat cantando La fiesta de San Juan

Solía sentarme por las tardes en las escaleras de entrada de una de esas casas de barrio medio, donde mataba el tiempo tocando mi guitarra mientras esperaba la salida del vago. Todos mis amigos eran vagos.
Este era filósofo y vivía en esa casa. Siempre llegaba sin aviso y sospecho que más de una vez fui impertinente. Esa vez no esperé, me hizo pasar a su sala, donde me di cuenta de que estaba interrumpiendo una lectura concentrada.
Bajo una lúgubre lámpara de los años del Bauhaus, augustito leía afanosamente su Quehacer, revista de comunistas perfumados, preparándose para un encuentro más adelante con otros amigos, intelectuales, poetas, pensadores de izquierda, es decir, mejores que yo.

Esta revista, deduzco, le daba luces para poder mantener una conversación actualizada y, a su modo de ver, más profunda y certera respecto al pensamiento epocal, universal, y fundamentalente asexual de la existencia.

Mientras el filósofo leía su quehacer, yo hojeaba algunos textos muy atractivos de Nietzche, y de reojo le miraba para poder comprender mejor al ex estudiante de Basel.
Cada línea que leía sobre Nietzche -referida a los abismos de la comunicación con nosotros mismos- me inspiraba a observar a mi amigo filósofo, víctima de un ataque de objetividad terminal, pues en su cuarto había cerca de cinco mil boletos de microbuses de todo tipo, incluso de los ómnibus Enatru, de papel suave, ideal para armar tronchos, que por alguna razón no podía eliminar.
Y así como ver la gesticulación de Pat Metheny ayuda a sentir su música, miraba a mi amigo augustito para comprender a Nietzche. Indudablemente, todo lo que él leía se configuraba en su mirada penetrante.
Me asombraban sus selváticas cejas, dibujadas especialmente de asombro. Era un asombrado, incluso cuando dormía.
Viéndolo en su estudio del Quehacer pensé en las chicas que se lacean el pelo, o que se huelen el calzón antes de ir a la cita. Comprendí la condición humana en este universo donde la vanidad es el plasma por donde surfean las relaciones.

A decir verdad, aquel día yo no tenía como fin visitarlo sino usalo como medio. En su casa habían unas oportunas persianas, de donde sin ser visto podía mirar a una chica que me atraía por ser extraña como bonita. Augustito se sentaba delante de las persianas, hablaba, y mientras me distraía con sus palabras yo hacía guardia a ella.
La habíaa perdido, pero al mismo tiempo estaba en mis manos. Era una relación bastante complicada. Ok, Hablemos. Me alteraban sus confusiones ante el hecho de haber aceptado mis caricias, no obstante mi mala fama. Ella era una chica que iba al coro de la parroquia.

Una vez la muchacha me preguntó si finalmente yo estaba con Dios o con el Diablo. Sus ojos verdes me suplicaron una respuesta positiva. Y le dije que si estaba con ella era por su parecido a Luzbel. Creo que esto la confundió un poco más. Quien va a negar la belleza de lo satánico.
La verdad es que por esos días tenía las llaves a ambos reinos, pero ninguno me convencía del todo.
Yo solo quería regalarle unas flores y besarla por la noche. Finalmente me botó.
Entonces me rebajé a ser un asaltante de sus besos. Le esperaba en el paradero de noche donde le caía de sorpresa y le regalaba flores robadas, y le hurtaba besos que aceptaba inexplicablemente pese a que me decía que no quería saber nada de mi.
Sin embargo, esta indeterminación que me atribuía esta mujer de duraznos prometedores, acabó con nuestro breve pero recordado amor. Era evidente que pese a tener la misma substancia, ella fue mas incoherente que yo. Se casó con un buen hombre.
Yo esperaba el paso de ella mientras augustito leía su Quehacer. Mi amigo filósofo cerró la revista nos despedimos, yo me fui a lo mío, él a ver a sus amigos superiores.
Precisamente, uno de ellos era un estudiante de física a quien augustito no solo estimaba, sino que respetaba mucho.
Al parecer hacían cosas muy intelectuales como jugar ajedrez estilo telefunken, un juego muy violento, muy calculado, muy exigente. Es jugar ajedrez contra el reloj. Jugadas rápidas, casi instantáneas, un desafío a lis reflejos.
El filósofo era desigual, y muy zahorí en sus expediciones blibliotecológicas. Estaba completamente loco. Vamos, dejó la ingeniería para dedicarse a la filosofía.
Tenía una bonita voz. Y cantaba las tontas canciones de Sui Generis. Yo le decía, vamos al parque a hacer ejercicios, a sacar brazos. Y accedía a todo esto. Pero en el fondo el sabía que no era lo suyo este tipo de cosas.
Despreciaba a los chicos del barrio que cariñosamente le decían, augustito. El pequeño mas bien consideraba a los chicos “fascistas” por el hecho de mantener una sociedad cerrada, protectora, y exclusiva. Todos iban a la universidad y, por cierto, fumaban marihuana a escondidas, cuidando su bien ganada reputación.
A mi me daba mucha risa el repertorio de principios de por que los consideraba fascistas, pues yo no creo en ese cuento del respeto entre los humanos y esas cosas que nunca se practican.
Pero augustito sin darse cuenta se tragó el esqueleto de la moral judeocristiana de favorecer a todos los principios éticos que nunca se han cumplido, pero que se repiten en los cursos de educación cívica o ética. Mi amigo estaba en el rubro de los políticamente correctos.
Asombroso. Ni bucear en las categorían kantianas, o desplazarse por la estética de Duchamp, ni ajustar la retina para dar con la mejor foto, pudo con ese principio de pontificar lo que era el bien, y descalificar a mis amigos como fascistas.
Un día augustito se fue a visitar a su amigo físico, y una vez más jugaron ajedrez por siete horas. Los pelos rubios del físico se enervaron y sus dedos mostraron sus venas apretadas sobre una piel blanca, huesuda y mortecina.
Augustito no se atrevía a mover sus cejas por la paliza que le estaba dando a su amigo. Vivía un orgasmo hasta que vio a su amigo físico derrumbarse. El filósofo casi le pedía disculpas por la ofensa que podia determinar el fin de la amistad. Finalmente, el físico que no era estúpido aceptó la derrota, se metió en su casa, y augustito se fue con un sabor amargo, pero al mismo tiempo placentero en el alma. Acababa de asesinarlo y se sentia bien.
Pasaron los años y me entero de que mi amigo filósofo es una especie de crítico de arte, que habla suavecito junto a esos otos críticos a quienes no ocultaba su aversión. Le mandé un comentario a su blog, pero creo que nunca lo vio o no quiso responder. Me parece que sigue considerandome fascista.
Hace unos días los fascistas nos reunimos en la casa de mi hermano. Fue cuando recordé una noticia que me sobresaltó y que me hace pensar en cuan mejor es uno frente al otro. La noticia señalaba:
"Profesor de física en ataque de locura mata a su madre”.
Era el buen amigo de augustito.
No se por que todo esto hizo que me acuerde de la muchacha bonita y extraña.

sábado, 29 de noviembre de 2008

¿ME DAS A TU NOVIA POR FAVOR?


PRIMERA PARTE-

No me invitaron, y si lo hicieron fue de mala gana, hasta me hicieron prometer que no molestara a esa muchacha, a lo cual accedí seguro de no cumplir la promesa. Comí, bebí, reí, conversé y traté de ser un muchacho correcto... 10 minutos. (CONTINUARA EN EL ULTIMO PARRAFO)


Anoche llegaron a casa de mi hermano. Eran los mismos protagonistas de este blog. Estaban frescos, no sólamente correctos, sino intactos, descontando los decrementos capilares, las inflaciones lípidas y los horarios restringidos que curiosamente nos anclan a un buen mañana, es decir, a un otoño o invierno tranquilo antes de morir.

Pisco, scocht, martini, piñas coladas brindaba el bar. Serían más o menos seis los que llegaron del viejo barrio, para ser sinceros, algunos mucho más cercanos a mi hermano, de los cuales sólamente dos aparecieron con sus mujeres. Era evidente que las otras no podían ir, o más bien, no tenían el interés mínimo en ir. Muchas ya nos cambiaron por televisiones y nosotros por otro tipo de artefacto.

Pienso que en estos tiempos muy pocas mujeres están dispuestas a ir con nosotros a algún lado. Nos quieren en realidad a su lado, que es una forma un tanto roma de ir a algún lado.

(Curiosamente, las que importan, incluso ellas en su momento, siempre aparecen más distantes que las que no significan nada).
Me agradó de todos modos verlos en la cita con atisbos de aquelarre, con momentos destornillados.

Pero me llamó la atención una cosa. A diferencia de otras veces, esta vez poco se miraba atrás. No había el te acuerdas...

Esa boche encontré momentos prometedores, búsquedas de alguna trastienda, y hasta una posibilidad para el futuro. Noté que esta vez la parrilla perdió popularidad. No se trataban de los lípidos. No. Igualmente, parece que sepultamos un poco los recuerdos. Había sed de mañana. ¿Lo intuyó una de las esposas asistentes?

Hasta que sugirió T. "Por que no un fin de semana en Cieneguilla, se alquila un espacio, y ya, conversar -chupar- todo el día". Nadie dijo ya.
Era evidente que todos, todos veían un poco lejos eso, conversar y dar largas a esa posibilidad de no parar.

Sin embargo me pregunto, ¿que pasaría si hablaríamos más, mucho tiempo, mucho más tiempo? Tal vez nos daríamos con sorpresas.

Casi pregunto ¿Donde les duele? Pero no lo hice. Pero tampoco me quedé en la idea. No quise observar.

Ahora reflexiono y escucho Confortably Numb, que es un tema de Pink Floyd referido a la gente que vive plácidamente insensible hasta que encuentra que the wall, el muro que construyeron para protegerles, comienza a sacar de si mismos los peores rostos.

Hace mucho tiempo que he tratado de negar el muro, pero es muy complejo, casi diría que es una tarea de toda la vida.


(CONTINUACION DEL PRIMER PARRAFO)

Pero calma, al final el muro lo pasamos todos, cuando saltamos de la vida a la muerte.
Cuando nos metemos a la fiesta sin ser invitados, comemos, bailamos, y sin importar nada le quitamos la enamorada al dueño de la fiesta.

domingo, 23 de noviembre de 2008

ALEX VALLE: PRIMER FILOSOFO PERUANO

Si alguiente ataca decididamente te quedan dos salidas. O corres o lo eliminas. Si corres lo eliminas de algún modo pues su odio vuelve a i mismo, y de la otra forma, igual. No hay ley más cierta que quien a hierro vive a hierro muere. Y de esta reflexión comento un diálogo raro al que asistí hace unos días.
-No queda más que eliminar al contrario, puedo concebir frente a la injuria, es decir al ataque, a la trampa, a la condena a la que nos somete siempre el semejante que se nos presenta con la guadaña para empequeñecernos o remitirnos a la nada. En esta selva te buscan para matar. No lo neguemos.
El amigo que salía del baño después de esnifar un rato cocaína respondió lúcidamente.
-Aunque estas leyes parecen las atinadas en caso de ataque, y aún sin dudar de que cualquiera pudiera quedar libre de culpa si encaja un ladrillo defensivo en el encéfalo del intruso que se mete a la morada resollando decisión y muerte, pienso en las palabras de un viejo amigo que me enteró de reciente artículo de The Economis. Me comentó sobre la nueva policía en ciertos ambientes peligrosos, beligerantes de la India, tierra de siks y otras sectas que matan orando. No utilizan armas, sino son como guaquer ranger texas, son dueños de una asombrosa técnica de paralización del enemigo con un tipo de cachiporras de un material absolutamente tolerable por el atacante, no obstante lo suficientemente rígido para temerle.
-Un ejército de Jackies Changnes
-Algo así, con sabiduría en la mente para no ser abusivos-
-Como lo son nuestros pobres diablos de la policía o esa chatarra humana que son los guachimanes.
-Pienso en los chorros de agua de gran presión que en estados Unidos detienen las turbas a doscientos metros.
-Y en el profesionalismo de la respuesta que brindan autoridades mejores que las peruanas ante desbordes más complicados que los nuestros, y solamente por eso concibo lo inepto de esta masa de ultramarinos que son el gobierno, oposición y demás contertulios, que permiten el secuestro de generales de la Policía por turbas encabezadas por imbéciles sin parangón.
-Esa falta de carácter del gobierno es extraña, como la suerte de Toledo que nunca gobernó y quedo bien. Pienso en los rusos y Georgia, en los israelís y sus ataques selectivos, a los gringos que mataron en Waco a toda una secta que desafió al estado, y en el Perú lo permitimos todo, narcos, terroristas, desgraciados que matan a padres de familia, incluso que roben a una madre su bebé en el vientre.
-Solo escucho a un grupete de imbéciles defendiendo el pisco que nos quiere robar Chile cuando es una grapa.
-No, el Perú se pasó de pacífico, se pasó de imbécil. Y tu Ollanta Humala, ¿Y vendiste a Francia el petròleo? ¿Permitirás a los argelinos entrar al negocio del gas? ¿Cual es tu poder?
-Tu poder es la imbecilidad terminal de los peruanos que se toman en serio las bromas y son cultores de la primera parte del chiste de alex valle: la santa paciencia.
Acabé mi cerveza. No estaba la gente que buscaba, pero oí suficientemente. Apgué. Pregunté a mis adentros, por que estos mierdas no se meten a la política y levantan el nivel de las cosas. Lo entendí pronto. Estaban en el Perú.

viernes, 21 de noviembre de 2008

LA CREENCIA

La performance es sencilla. Se necesita conectar nuevamente con uno mismo y seguir hacia arriba, es decir, seguir el camino de lo normal. Extrañas razones de la vida me han llevado a una anormalidad tan normal. En todo caso, no es necesario dar demasiadas explicaciones, aunque mandar en este momento este tema, es tal vez un intento de no llevar dolor a quienes importo, esto si, sin dejar de considerar una cortesía la desganada atención que les merezco en el plano creativo e innovador.
No ha sido bueno recalar en las orinadas calles del centro, cuando yo amo los colores bonitos, los perfumes Dior y las emociones bellas. Es por eso que busco el verde, la luz, la transparencia. Si supieran lo que es experimentar el olor a la madera de los árboles húmedos después de la lluvia, o el ver andar de la gente de todos lados en sus mundos, o escribir emancipado de ataduras, horas, cosas así, al sonar de la lluvia que corre por el empedrado de Cusco, sabiendo que lo que uno hace es combustible para los que amamos, si lo supieran las cosas serían diferentes.
La cuestión es hasta cuando uno va a dejar de vivir, esa es la pregunta, o es la vida una cárcel en la que el tema es la renuncia a lo que uno desea. No creo. Tal vez sea el momento de ser radical, pero esto implica al mismo tiempo tomar la vida con una seriedad mucho mas completa que la de los últimos tiempos.
Las respuestas a la injuria, por ejemplo, me vi con un amigo en la tarde y fue tan diferente la respuesta a los ataques, que entendí la ausencia completa de comprensión de tantos, cosa que solo configura una soledad más perfecta e inesquiva que pesa, tanto, pero tanto, que es casi un signo de buscar el camino nuevamente.
Escribo, entonces, por que no hay otra cosa en este momento más importante que hacer que esto. Por que para mi esto es lo importante, lo más importante, sin dejar de anotar que las bolsas de valores también lo son, así como la tinta, el papel y el sueño que cada pone en sus cosas.
Cómo dar combustible al sueño, me pregunto, ¿Es correcto este camino? Me parece que no. Lo que si agrego es acabar con los fantasmas, con las trabas, con los desánimos, es el verdadero imperativo, y abrir la ventana, y dejar entrar la luz, aunque sea con un poco de frío.
Se que todo esto es un poco críptico, pero asumo las consecuencias, esta vez no me importa que me entiendan, ni mucho menos las interpretaciones absurdas, solamente me pongo de acuerdo conmigo mismo, y doy mi verdad a todos los que quieran saberla, por que no hay menos en lo que uno hace, frente a lo que obra el que iza una bandera. Si, claro, me dirán que la vida es mucho de lo otro, y seguramente tendrán razón, pero la verdadera recompensa, más allá del dinero es la satisfacción espiritual, sin la cual no hay nada que justifique estar pisoteando todo el tiempo lo único que se tiene en la vida, la creencia.