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miércoles, 30 de septiembre de 2009

Fatiga

Fatiga. Como estás. ¿No te aburres de andar con la misma todo el tiempo? Ya me tienes embarazado tanto tiempo que casi el burdel es tu socio. Podría llamarte banco, pero no tiene luz roja, aunque si brillo, como las tarjetas cuyo hilo dental es metálico. Fatiga, me tienes enfermo y no me aburro, pues sino por que escribo, ¿o es medicina y no literatura el hacerlo. Tomemos ya las pistolas y llenemos de plomo la fábrica, y huyamos sin Bonny por la Panamericana sin norte, y frescos nos detengamos en la chicharronería, para calmar la sed con unas cervezas, y no desintoxicar la mente, por que de tóxica que la tenemos hemos hecho todo esto de solo ganas de equipararla.
Fatiga, ¿cuantos años tienes? Curiosa coincidencia. ¿Un cigarrillo? Después de todo tienes tu lado amable. Averiguaré un día que quieres, que se te ofrece, y hasta a lo mejor, digo, podríamos llegar a un acuerdo menos caro que tu dictadura, aunque no se, eres tan correcta que no cedes, sino un momento, como ahora, para seguir dejándome en tinieblas.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

ONANISTAS

Tuve la ocurrencia de revisar el fenómeno de la masturbación en su origen y cúspide como realidad virtual y sexual que se encarama hoy en día en nuestro modo de ser al vivir en una placentera y extrañamente liberadora cárcel de fotones.
Entramos a los días de la plenitud masturbatoria, y considero adecuado reflexionar acerca del confort facilitado por la mediática, sea mediante una laptop con wifi o cd, acceso garantizado al ejemplar femenino, a decir de Charly García que toca esta noche en Lima, “a la medida de sus obsesiones”.
Lejos de los cines de la avenida Alfonso Ugarte o de Colmena, o el famoso Rivoli de los años 70, donde los chicos en solitario o grupo acudían para contemplar en tamaño gigante a las rubias suecas u holandesa inimaginables en una Lima sin extranjeros, hoy día una portátil accede a nuestra intimidad, y en la pantalla nos miran las rameras dominicanas hasta portugusas, brasileras o francesas, profesionales o amateurs, hasta musulmanas en danzas de velos e hindúes poco remilgadas con sexo con sabor a curry y, por allí, unas cuantas escenas de swingers.
Mis expediciones por este cosmos han sido abundantes, y pienso que han tenido réplicas similares por muchos de mis congéneres, pues obviamente el barrio era crisol de muchos onanistas, que seguro lo siguen siendo, y seguramente m´s desarrolados, lo que no excluye a las muchachas, que de seguro ya deben acariciar la posibilidad de un dildo de silicona o cosas por el estilo que, según escuché, empiezan a ser sustituto peligroso de falagracioso que duerme a su lado.
Me declaro culpable de haberme masturbado, se seguir haciéndolo, pero también quiero pensar en que los mayores exponentes del acto onanista en el barrio de Cartagena eran Malhecho y Augustito del Valle, pues la lentitud de sus pasos originaba la idea de cierto cansancio ísico o mental, o en el meor de los casos un relajamiento, o aburrimiento, como obviamente hay después de tomar a la belleza insospechada paseando en baby doll entre el hemisferio derecho e izquierdo de la mente. Luego de esto ¡qué mas puede valer la pena en la vida!

De hecho, hacerlo con la mujer que te gusta, supone libertad compulsiva, pues no hay límites, sea mujer libre, casada, divorciada, cuarentona, treintona o jovencita para someterla a nuestras courrencias.
Pienso que el señor Tello, mas bien es metódico en estas cosas, y de Miguelón no dudo que se masturbaba donde sea, como comer una pizza hut de pasada y sin pensar.
Del padre Lucho no quisiera pensar demasiado, por que me cae bien, y en cuando a muchachas onanistas, la principal candidata para mi, Wendy, que tenía cierta impronta amazonica, como si su hábitat no fueras esas calles que recorría tan desavisadamente, sino mas bien una choza con techo de kapizo y listones d emadera cmo suelo, con una serpiente jergota mirándola desde lo alto, sin comprender sus amancebamientos.

A veces digo por que escribo estas cosas, y recién caigo en cuenta que las palabras provienen de un sueño que tuve: Vargas Llosa en un burdel con una ramera hermosa.
Era una alegoría verlo en mi sueño amando, en la pose perfecta, estudiada yo diría, a una mujer blanca, algo rolliza pero muy bella.
Si se van a masturbar, piensen en las palabras de Charly “hay un modelo para cada moral”.

viernes, 18 de septiembre de 2009

SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO


Escribe: José Calderón


Anoche tuve un sueño verdaderamente raro, y como todos los sueños, mutilado por partes. Estuvo asociado a las conversaciones recientes, y a cosas seguramente muy profundas. Los hechos soñados fueron, un campo medieval con el hijo mayor portando un saxo que amenazaba convertirse con un sable samuray. No se sabe si usó a ambos. Uno representaba la belleza de la vida, el otro, la belleza de la muerte.
Era una mañana, seguramente, y el cielo mate era de un nublado agradable, al parecer no frío. Los árboles no eran de la selva sudamericana, sino más bien europea. El hijo menor, igualmente aparecía, pero asombrosamente gordo, de la misma edad, eso si.
Pensando, ya no soñando, en los saltos cuánticos a los que Albert se refería, una cosa sorprendente he leído sobre la esquizofrenia. Que a diferencia de otras enfermedades, carece casi por completo de historia. Esto me dejó muy sorprendido por que la había de la gripe, la difteria, el tétano, por decir algunas, pero no de esta.
La respuesta al enigma fue aun mas sorprendente, pues según los investigadors de la enfermedad la encontraban muy encajable en la idea de salto evolutivo de la sociedad, por lo cual se producían ciertas deformaciones genéticas en el cerebro, que significaban riesgos inmediatos de contraerlas para algunos infortunados y sus descendencias y/o hermanos que eran cabalos de troya de las primeras piedras deectuosas del futuro.
Pero más insólita me pareció la figura de que en el mundo existían muchos más esquizofrénicos que nunca, lo que significaría un salto evolutivo global que se asoma en este horizonte, y de allí la contradicción bipolar y la brillantez momentánea de los que padecen esta enfermedad.
Todo un rollo para extender en una mesa de interrogantes cuyas claves podrían ser la entrada a experiencias telekinésicas, solución de problemas de matemáticas aún no inventadas, o bien exposiciones sincrónicas mucho más detalladas de los abismos del hombre, que sin lugar a duda será el principio de nuevas conquistas, conquistas dicho sea de paso, para lo cual los credos habrán de reacomodar sus parábolas pues de ahí en adelante, todo pasara de nuevo a ser objeto e duda.
Increíble este hecho que me dejó pensando, pensando, pensando.
Igualmente me vino a la mente un escrito de hace años en el que un chico conoce a una mujer el 24 de diciembre. Es la avenida del Ejército, una linea de asfalto separada por el puericultorio Pérez Aranibar que se asoma en sus cerca de 1000metros de largo los acantilados de Lima. Al frente está una obra de similar enormidad que es el manicomio, larco Herrera. Comprenderán que la calle es larga, interminable y extraña. En un lado viven los niños abandonados, y a frente los locos.
La historia es nocturna. Ese 24 de diciembre el disconforme caminaba indeciso de ir a casa. Al parecer no era muy agradable lo que tenia como hogar, o al menos muy recogido para su gusto exterior. Caminaba con esa tristeza permanente de los hombres complejos, aunque el personaje era aún muy jóven, soñador y brillante. Conoce al pas, y raramente, a una chica abrigada, demasiado para ser verano. El blanca y tiene cabellos lacios. No la conoce en realidad y entablan conversación desconocida.
Caminan un poco más y después de muchos pasajes de aún mayor intriga para el que escribe, ríen, disrutan de un momento fabulosamente bello en clima tan tétrico como ese.
Para dar más detalles, la arquitectura del manicomio y el horfelitano, es clásica, derroche de espacio, jardines, edificios de no más de dos pisos entre los grandes verdes donde pasean los inimputables de la ciudad.
El arquitecto de estos lugares debio tener una gran sensibilidad para crear udos escenarios de de atmósfera tan pacíficas, como para que en ellas puedan sedimentar las amarguras de los enfermos y abandonados, claro está, al ritmo calmo de las monjas que sirven a dios en ambos espacios.
Lo misterioso es que los dos desconocidos trenzan miradas y cuerpos en una felicidad sin par. Cuando van de la mano y se prometen amor eterno, ella le mira con una cristalina expresión casi sobre iluminado, y no por las luces de la noche, sino por algo más que brota de su interior. El siente que es la mujer de su vida.
N pasan más de tres minutos antes de las 11, cuando para una ambulancia a su costado. La toman y ella no se resiste. Ella le mira con cariño. El no lo llega a entender.
El la amó, ella salió a meterse su polvito.

lunes, 14 de septiembre de 2009

NOS OLVIDAMOS DEL CUMPLEAÑOS DE TOÑO


Soñe que un cura daba la primera comunión a todos y cuando ya la tenía bajo la lengua me dijo:
!Bota la ostia carajo!
Lejos de hacerlo, se la mostré pegada a mi lengua y guiñándole el ojo al cura me la tragué, luego me di media vuelta y caminé mirando al suelo, pero riéndome por dentro entre la feligresía portando inciensos y flores. !De donde este pensar eclesiástico! Rebobino y llego a la noche before del sabado cuando los chicos llegaron a casa.

La noche eructaba goce al sin sing, como llamaré, el movimiento de las velas, ronroneando hacia las pupilas de... bueno, comenzaré dada su mácula mostrada (de immaculada, es decir, llena de mácula) de Tello, lentes, camisa medio abiertas, gel y permisibilidad absolutamente acristiana.
Sendas copas de martini iba llenando con desparpajo juvenil, como festejando la disposición permanente, ¿de qué? de la noche, del día, de la luz... o de Mr Treneman.
La noche era, y estábamos. Conjugó el ser y estar, sein o be, que importa, donde la apuesta por el buen rato mostró nuestra incapacidad de renovar momentos ya vividos, sino de darle estreno una vez más, cuando se trata de ver las cosas en su inmensidad y simpleza. Crujimos risas varias veces y mi hijo al dia siguiente en el desayuno se cagaba de risa en la noche aspirando a saber de que se reían a lo lejos.
Los amigos de la cuadra una vez más en la casa de este servidor que dio a las velas la oportunidad esperada por sus defensores ante la llegada de la bombilla, allá en el siglo pasado. ¿Que es broma? Miguel de Unamuno, filósofo existencialista español fue un detractor sin cuartel de la bombilla, seguro él de su artificial verdad. Me gustaría saber que diría si iba al concierto de Roger Waters en Lima
.


Pero en fin, dimos a las velas ese clima, un tanto de hueco de Cusco, que recogió muy precisamente el encanto de vernos nuevamente, a Coyo, siempre con su mismìsima tranquilidad de jean, a pesar de los padecimientos que todos ya debemos haber blandido, o Pepe Cruzate, que estaba en la primera como si fuese una manía o incorregible virtud. Lo bueno, que cada quien encajaba a la perfección en ese ser que nos llamó a juntanos en parques y joder.

LLamaron al diplo a su casa en Washington, y nadie al cumpleañero de la boda fantástica esa, ¿que pasó? y el diplo o no contestó o tiró el fono a otro lado, ya que la media noche hacía rato de su paso.
Y mojaron los labios sin contestar preguntas ya que nunca lo hemos hecho. Por ahí recordamos a Miguelón mostrando los pendejos de su hembra simpótica, como el Ciudadano Kane antes de morir dice las palabras que llamaba a los genitales de su amante, o a Malhecho que se fue con Ethel (No Eden) al reino de lo desconocido, para seguir con sus medias en constante lucha contra la gravedad, pro finalmente devorada por la inercia de sus talones atmosféricos en el fondo de sus zapatos húmedos de tanto tocar puertas de ladrillo, y si hablamos de Malhecho, que era incluso eso antes que le conozcamos, por eso mismo supe, imagínense a que alturas, gracias a una exégesis brindada por Kike que antes de conocernos el era quien daba la hora en el barrio de Cartagena y de ahí su postura inexplicable entre Bogart y la rana René al chupar experimentadamente el cigarro, Premier, claro, por que él era un todo terreno a punto de nacer, casi casi, una canción de Bruce Springten, pero que por ahí se quedó en la puerta, ni del horno, sino en el sobre mismo donde iba la harina, y no logró fraguar con las otras leyendas barriales, las yemas , la mantequilla y apresurar lo que había que apresurar.
Tremendo drama jamesdeaniano el del Malhecho, inconcebible ni por mi ni por nadie, al comprender la dimensión de tal repliegue para vivir con la que nos abría la puerta. En fin bendiciones y "puta carhagajo" para el sueco de Cartagena.
El bartender, como llameré a Rodolfo estaba inquieto, últimamente está brotando con más soltura, me imagino que se debe a que hay menos iones en su hábitat, y casi, casi hiolizaba al poner los hielos en cada copa, que por cierto era previamente saboreada cual mejor gaznate de Maranga.
Y restandole fama llamamos a Pardo, que estaba no se en dondo, y cantamos un buen rato las de siempre con misión emparentadora de conceguir uno más, como cuando Kike cogía las monedas necesarias para ir por un cambiña, cediendo a unmacerado de coco o, ya que mierda, "esa huevada que te deja ciego" .
al parecer no nos quedamos ciegos, y mas bien muy memoriosos, al extremo que solo por esta vez recordamos que no era ya más propicio el momento para otra anécdota de Papi, cuando fumamos debajo de la ventana de su sala el tremendo troncho de 50 gramos de marihuaba, servicio de Pelussa Diller, apestando un radio de 300 metros.
Bueno, quien iba a sospechar, menos de martincito o rodolfito. Eran los chicos de la parroquia, los mismos que atendían a las ninfetas al pedir con sus vocecitas indefensas "toca Seminaré".

domingo, 6 de septiembre de 2009

GUILLERMO THORNDIKE


Por José Calderón
Necesariamente defectuoso, si, así me parece que es la forma de ser de muchos buenos periodistas, me comentaba Kelly Hearm, ganador de la beca Pulitzer en un alto en el bar de Chete, donde perro, pericote y gato de aquel pueblo de la selva tropezaban las miradas.
Festejábamos nuestra defectuosidad, los arrebatos, sufrimientos y casualidades en la tratienda de cada despacho, en su caso, de Georgia, Beijing, Argentina, esta vez de Perú, con motivo de la masacre de Bagua, o en mi caso, ¿que decir?, desde inaugurar un estúpido parque o Europa, huzmear por el Congreso, los mercado, o las divertidas selvas peruanas, por que no, del VRAE.
Pensé en mis desatinos periodísticos, no de fondo, pero si de forma, como si
algo maligno y políticamente correcto haya emancipado al periodismo de la belleza.
Y en medio del periodismo crepuscular de hoy, trabajar con Thorndike era una de las pocas salidas. Por cierto, un escape ambivalente: por una parte era cuestionable: era un gran puta que comulgaba con el hampa. Pero por otra, escribía igualmente de puta madre, deliraba y estallaba. A su lado se garantizaba el regreso a la acción, al rigor estético, abismarme a Mailer, Capote, Santana y Aerosmiht, juntos al cerro San Cosme.
Lo conoci años atrás en un diario pulguiento -los hay tantos- que dirigía un enano venerado por las putas de baja monta de Colmena, y que tuvo el atrevimiento de burlarse del talento de un gringo en caída. Si, decían que el enano le dejaba paquitos de coca en la mesa. Hasta le tomo al gringo una foto dormido. Curiosidades de la vida. estar allí era un problema para mi. Pero el gringo, a pesar de vivir un mal momento, atraía gente entrañable, el uruguayo Sengo, Manuel Cadenas, en fin.
Salí pronto de ese diario y ui de tumbo en tumbo, un poco por aqui un poco por allá.
Pero después de años, nuevamente el destino trajo el nombre Thorndike a mi vida.
!Oh no!, exclamé después de la llamada. La banda de malvivientes se reunía en una nueva fórmula seductora.
Era algo tan seductor a tal extremo a medio editar abandoné la revista de economía donde agonizaba solamente para reunirme con el equipo que Thorndike estaba formando. desde lugo que Manuel Cadenas me recomendó.
Este y Milagros Rumiche, el “Flaco” Eduardo Deza, el “Chato I” Aquije, Eric Dañino y el "Chato II"Farje, Miriam Valenzuela, Itala Uribe el "Paiche" Elmer Olótegui, el siniestro Plinio Esquinarila, el "loco" Polar y el que firma, fuimos arrancados del quehacer crematístico de mediana o baja intensidad donde nos disecábamos para ir al importantísimo papel de defender con cuchillo, dientes y botella rota en mesa de cantina de Manzanilla , cada página de un periódico dudoso y con olor a baño de estadio, con un atractivo titular y una crónica “sabrosa” como ordenaba el "gringo", no obstante la destartalada locomotora que contábamos, propiedad de unos judíos apestdos por la comunidad, por pillar su fortuna con doctrinas no contempladas en la Torah.
Pesea todo e trataba de un diario como otros, dadaista, nada ingenuo, donde más allá del bien y el mal, empezamos a burilar un día a día fascinante con periodismo duro, sudoroso, con olor a axila, y no el que se acomoda al cliché de "periodismo de verdad" cuando solo se trata de una mermelada televisiva.

El "gringo", a diferencia de otros medios, nunca subestimó al público y tocaba exactamente al nervio social abandonado por los otros periódicos... pero contradictoriamente y al mismo tiempo, donde cuecen las emociones subalternas de un país descontento en busca de venganza contra sus poderosos, en este caso el gobierno, enemigo de los Wollfenson.
Si me quedé fue por dos cosas, porque el gobierno de Alejandro Toledo era corrupto hasta el extremo, pero también por que amaba el buen periodismo. Pocas veces vi un director más apasionado que con gran olfato era capaz de poner un "pan con cáncer" en portada o bien a una caña de pescar.
Nos obligaba a pensar, a estrujar la realidad, sea del congreso, fuente que me tocaba cubrir, palacio de gobierno o de justicia, pues tenía claro que el éxito de un diario en mucho dependía de la sintonía con la calle, como diría Ortega, "el área triunfal del hombre¨".
Descubrí que esta regla era general en el mundo, no solo hablando con Robert Clark de National Geographic, sino especialmente con Kelly Hearn del Washington Times, ambos apasionados, obsesionados, absolutamente necesitados de ángulos distintos y sensacionales.
¿Qué no? Clark me explicó que estaba en el Perú por la hoja de coca. Abrió su mochila y sacó un dibujo inca de una hoja de coca. A su lado estaba un personaje con una erección que cai sobrepasa el borde del papel. ¿Cómo explicas esto? me preguntó. Buena interrogante. Millones de norteamericanos y europeos saben que la sexualidad muere con un tiro de cocaína. La respuesta estaba en que solo uno de los 14 alcaloides de la hoja era la cocaína y el resto, por el contrario era energizante.
Esto es buscar un ángulo distinto.
Thorndike conocía los valores periodísticos universales y estar a su lado implicaba consultar a diarios de otras partes del mundo como The New York Times, en otras palabras, desprovinvializaba este oficio tan maltratado, especialmente por los propietarios de los medios acostumbrados a tener esclavos y no a periodistas.
El "gringo" quería que la realidad se fragüé en la redacción misma.
Una vez que estuve en el Tage Zeitung de Berlín, el editor general nos dijo a los periodistas latinoamericanos que los visitaban que "la realidad debía entrar por todas esas ventanas".
En el fondo esa era la premisa: rendir tributo a la rara misión o manía de ser los primeros y conjugar el infinitivo ser y estar, llegar a estar en el corazón de nuestros lectores, ricos, pobres, ignorantes y cultivados.
He allí la impronta existencial que nos excitaba y que hasta ahora no lo comprenden los imbéciles que criticaban esto sin sopesar que trabajar con Thorndike era, a lo mejor, la última oportunidad en el Perú de conocer a un periodista forjado en el romanticismo de una Lima hoy degradada e insípida, donde los climas y aromas de la estética de los 50, no más existen.
! Imposible perder!, !menos arrugar o ceder! El objetivo !vender, ser y dejar de no ser! Con esa mentalidad acudíamos diariamente a nuestras fuentes. Debíamos ser los reyes en nuestras fuentes, los mariscales de los campos minados.
Pero entonces !uggg! aparece esa muletilla tan emperifollada de la ética. En nombre de la ética mucho se ha mentido. Su labor taxonómica de los hombres ha sido digna de parangonarse con la miseria intelectual que repta diariamente en las publicaciones.
Además, la ética, consustancial a la verdad periodística, puede en países como el nuestro ser la coartada perfecta para ocultar las incapacidades de no poder hacer lo que a veces lográbamos en una dialéctica de gines tonics entre amigos, por ejemplo, un sábado por la tarde con "mi pequeña redacción de fin de semana", como nos animaba el amigo Thorndike, en una rara faceta de hombre tierno, pese a su inequívoca simpatía por el mal.
Mi padre asombrado por uno de los tantos viros de gringo, a quien apreciaba, me dijo "el talento no discrimina al bien y el mal".
Yo diría que trabajar para Velasco lo dañó, y seriamente a el y al periodismo.
Retrocedió la estética en general -¿no ven el Centro Cívico?- y el periodismo bueno cayó de rodillas.
El gringo era un fórmula uno, y si uno va a tanta velocidad, casi no hay tiempo para amar otra cosa que la rapidez, por eso tantos casos de desarreglo personal en los buenos periodistas, y Thorndike, como dijo en su monólogo con Peru 21 que los de su generación vivían 24 horas por adelantado, y es por eso que en un raro ejercicio de abstracción, ponía en marcha su inconfesada máquina del tiempo, y pensaba en la portada antes de tener la noticia. Cosas de periodistas, no de "decadémicos".
Más allá de sus fechorías, nada pudo arrebatar la exquisitez periodística con la que invadía todo. Tenía magia.
Pero hay algo muy importante, y paradójicamente en contra de sus detractores, entre quienes me encontraba, se que cuando trabajé a su lado nunca mentí y, eso si, latigué con la verdad como nunca antes pude, irónicamente, sobre un gobierno hipócrita que regalaba, como ahora lo vemos, el gas a los intereses mexicanos, los cielos a los chilenos, un régimen con patente de prensa para mentir el origen de la parálisis la infeliz ex espía del SIN para ganar puntos, y que falsificaba firmas con ayuda del Dr. Medelius, raramente fugado y perdonado, para llegar al poder, y donde el presidente estaba en bata a las 0nce de la mañana y no reconocía a su hija producto de su aventura con una graciosa , pero pobre piurana .
Si, la ética claro. ¿Por qué otros callaban y nosotros no? ¿Por no favorecer a los fujimoritas? !Vamos que mentira!
Nosotros usábamos a los intereses del periódico en vez de que ellos a nosotros para poder escribir con libertad. Por eso Moisés Wollenson, antes que se de mi renuncia pública me dijo, "es la primera vez que los empleados me botan con una patada al culo".
Cómo olvidar la vez cuando el congresista de izquierda Javier Diez Canseco me retó a publicar sus declaraciones contra los judíos -Moisés Wollenson es judío- y yo desafiante le respondí que si no las publicaban renunciaba, pero eso si, antes el me debía el responder cosas como donde estaba su asesor que desapareció al descubrirse que hizo una ley para beneficiar con una millonaria jubilación a unos pocos, entre ellos a sus pares. Diez Canseco olvidó hasta donde nació Marx y tuve que corregirle. Al día siguiente estaban sus palabras antisemitas en el diario de los judíos y no me botaron. ¿Qué periódico podía darse el lujo de permitir a un periodista suyo escribir contra la fe de sus propios dueños? Ninguno. Menos los diarios más "decentes".
Finalmente, eso no importa. Fujimori sigue preso y los que erraron fueron castigados. El gringo era la respuesta al quietismo de facto del diarismo al que debíamos de conjurar un ataque, por eso, atina Lauer al llamar a Thorndike "El guerrero".
Tal vez para entender al gringo en sus grandes equivocaciones habría que leer El americano impasible de Greene, cuando el veterano periodista que gana el Pulitzer, alcoholizado y amanuense de los generales en Corea, confiesa al reportero novato que llega al paralelo 38 que su famosa crónica que le hizo merecedor de aquel premio tan distinguido fue inventada. Estaba harto eso es todo. Del mundo, de su país, de si mismo. Y claro que hay razones para estar harto en el Perú.
¿Es que alguien puede decir que el periodismo no es impuro? Tan impuro como el fair trade que alivia la conciencia de los consumidores europeos.
La verdad asociada al talento y la pérdida de respeto a los que engañaban con sus juicios éticos al pueblo para legitimizar sus hurtos era mi estímulo y el de mis ex compañeros.
Solo así nos hicimos respetar, pienso que debido a que inconscientemente teníamos claro que el diario ese era la indecencia en su más extraña contradicción. Por que como cafetera desfinanciada que era, al menos para nosotros, producía más verdad que otros, por lo que el gringo nos decía que después de muchos años había regresado a ese periodismo básico, redondo, sin fisuras, que necesita vender para existir, ya que no era La República ni una biografía escrita a sueldo y antojo de un ego. Era un diario que se jugaba su existencia.
Proscrito de los subsidios estatales, nos regocijábamos de ver nuestro trabajo en una nube de viandantes que gastaba su dinero para comentarlo, lo que nos hizo comprender que la magia no había muerto con Raúl Villarán o la generación que se acaba con Guillermo Thorndike, mi padre Gerardo Calderón, o Alfonso Tealdo. Sucedía lo que en El poder y la gloria de Grahan Greene, una sobrevivencia de la fe y esperanza a la muerte, como si la verdad en si misma estuviese dotada de un poder.
Thonrdike y su enormidad física que tantos problemas le hacía en la presión y los pies, bailaba a la llegada de las noticias que en mi caso o el de Milagros lográbamos como jugadores de póker que fingen una buena mano solo para despistar a los contrarios.
Y recuerdo que cuando estalló el caso de las vedettes del Pronaa, zonday me ordeno al teléfono “quiero una nota sabrosa con todos los detalles posibles y con un arranque probablemente diciendo que rendidos en los pantanos de la conscuspicacia, bajo las piernas de las prostitutas más baratas aquellos funcionarios de gobierno dispendiaban el dinero de los más pobres”.
Así fue, y el diario creció en ventas y, nunca casi, fuimos impagos como si sucedía en otros medios que solo crean periodistas estatales.
Pero lo verdaderamente importante fue el regreso de la estética al periodismo en su conjunto, pues cada sílaba que ladraba el diario era memorablemente cruel, y por eso mismo, bella. Era el espejo donde los egos de mayor intocabilidad hacían agua, ¿te acuerdas Charley?, y cada portada electrizante, semiclandestina y seductora, como el Mirror de Inglaterra o el Bild de Alemania, reducía a ese logotipo “La Razón” a ser solo eso, ya que todo lo éramos nosotros, los periodistas que le dábamos poder a la cafetera vieja, oxidada, con aceite reciclado, y con su propietario en cana por choro, para desenmascarar, más que la verdad de un hecho dudoso como la política peruana, la evidencia de esa levedad del ser de los poderosos, seguros de todo, pero que al sentirse tocados en sus egos de papel, se recluían como mascotas asustadas de un petardo navideño, en su cubil de caoba y brocados, donde maldecían las sanguinolentas microcomentarios noticiosos de “carnecitas”, que les herían consuetudinariamente, lo peor, donde menos lo esperaban: en su lado morboso y sensual. “El presidente del congreso ha llegado con un traje azul esperanza de seda popelina y caminadita madrileña” me burlaba.
Una tarde Manuel me dice al nextel, “necesito datos para carnecitas”, por aquel entonces la más leída del Perú. Claro, el iba a soportar los gritos del gringo si no había algo pesante y ameno. Le dije, “no hay carnecitas, pero a ver si con este bofe te haces una buena chanfainita”. Y vaya chanfainita.
Si, con Guillermo había que ser la mosca cojonera en el Congreso, y hacerlo bien, convertirse en una amenaza, porque íbamos a las fuentes como verdaderos guerreros, sabiendo que nos acercábamos a un mundo duro donde debíamos imponernos con bríos y donde más de una vez intentaron ningunearnos sin éxito, porque el cinismo y nuestra defectuosidad tal vez, nos imposibilitaba creer en ser derrotados por nadie.
Milagros era la otra mosca cojonera de Palacio. Se fijaba en lo que otros periodistas obviaban. Criolla, humilde, atrevida, sus escotes piuranos desafiaban las leyes de la gravedad y a la torcedura de miradas masculinas que capitalizada con su mueca tranquila, no carente de malicia, propia de una mujer fresca e inteligente, no obstante con varios errores en su vida.
Porque todos siempre fuimos defectuosos, igual que Manuel, de quien no he de hablar en ese sentido, raro espécimen mezcla de evangelio y venusterio, que de comer pan con pantano en la deriva de Colmena, y mira que cosa es la vida, derivó en sommelier y profesor de un periodismo que el bien sabe que no se aprende si no se nace para serlo.

Así es que al séptimo coca sour con Kelly este se ríe a mi relato de Guillermo, ¡si, si, somos defectuosos, igual que en el The Washington Times como acá, es lo mismo!
Porque Kelly es defectuoso, viaja con su camarógrafo de Los Angeles, completamente opuesto, que no toma, y si lo hace, con gotero, ni se droga, no tiene mujer en cada lado, pero eso si, es muy bueno, reconoce “por que la otra vez que se me perdió la antena para el envío satelital dije, estoy perdido, pero Dunkan –así se llama- lejos de alarmarse sacó de un estuche además de sus 200 pastillas contra todo, pues íbamos al Perú, una de las tres antenas que llevaba de repuesto”.
¿Quién era Guillermo? El que hacía eso, pues y que abusaba de su autoridad con semejantes pedorretas “capaces de abrazar” como le decía a Manuel.
Nunca supe las razones de su ser, pero si fui testigo de muchos de sus desatinos. Total ¡qué importa! Si lo importante era la palabra y el éxito en la rara misión de invitar al sueño a un colectivo desahuciado, y por qué no, llevar a primera un “pan con cáncer” vendedor o un “buenas noches Zaraí, buenos días corrupción”.
El gringo me dijo una tarde sabatina de vodka y swepes, cuando el sol entraba y formaba un triángulo en el parquet sin lustre de su minimalista oficina de Magdalena, “mira cómo en Europa es portada la muerte de un poeta”.
Su crueldad lo llevó a ser odiado por muchos, lo mismo pasó con Raúl Villarán. Es que ambos no toleraban a los imbéciles que pedían chepa y cedían a la envidia academicista, como ese que se la pasa haciendo el psicoanálisis del periodismo de los últimos años para ocultar su incapacidad de recordar con cariño una buena puteada de Villarán. Seguro no soportó ser un incapaz. Es que periodismo es dureza, mucho instinto, transpiración, obsesión y algo de suerte.
Si pues, el gringo podía ser maravillosamente cruel con los malos periodistas, pues como diría Heine, ¿No tiene Apolo derecho de desollar a Marsías?, pero era mucho mas tirano con los buenos, por lo que me remitió a tropezarme con mis testes, cuando logré la hazaña de entrar en la fiesta secreta del gobierno engañando al guachimán de que los papeles en blanco que llevaba en la mano eran el discurso del presidente, y que después me aparecí en la redacción con solo cien fotos maravillosas, de exclusiva del poder emborrachándose y tragando “!cuando pedazo de imbécil pudiste haber traído mil fotos para un año de exclusivas!”.
El gringo nos acostumbró a la exigencia, como Sofocleto ¿te acuerdas Manuel de esa loca redacción? … o mi padre, Gerardo.
Todos nos aclararon que nosotros poseíamos la urgencia del sobreviviente que se ve obligado a hacer de lo que sea, un tallo, un pedazo de carne de rata, insecto o papel, el sagrado alimento. No, me corrijo, mostraron que era posible que el periodista también puede ser una personalidad que se expresa libremente
Por eso, en esta sequía de belleza, es de lamentación incontenible la muerte del gringo, que a decir de Sarita, su última secretaria, deliraba con el baile de las tijeras, seguramente porque con ellas hacía jirones la realidad planeada y nos llevaba a Marte donde pintaba portadas a consejos de Humareda, y por ahí, solo de aburrido, hasta le ligaba fabricar un presidente, como tú que no dijiste nada de su muerte y que hoy estás sentado en la misma butaca del borrachín de Cabana, a quien una vez le gritamos en portada ¡oye reconoce a tu hija! Y, cosa verdaderamente rara… nos obedeció. ¿Que decir del gringo? Que era abundante, sobrante, exuberante. Pero igual de importante, nos confirmo la animalidad del ser periodista, ese raro instinto o don que nos comunica con las masa, infelizmente sustituido por esperpentismo gay que vemos a diario.
Por eso he tardado en escribir este reconocimiento, cuando sedimentaron las partículas de bronca y las aguas ya son claras. Descansa en paz gringo, y por ahí si vez al creador no le digas por favor cual será la portada de mañana, porque creemos que con toda su logística, no sería raro que haga algo para cambiar el futuro y nos arruinaría las ventas, y lo que queremos hacer es algo sencillamente sensacional.