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sábado, 30 de julio de 2011

Pisando tierra con las manos

La fealdad de apoderó completamente de mí. El puré estaba aguado, verde, pegajoso. El arroz sin sal. La noche fue un concierto de gatos excitados que me robaron por quinta vez el sueño. La comprensión entró en quiebra y una vez más luché contra el perno robado como si no quisiera aceptar que la tuerca nunca más engranará por que la vena ya fue borrada por la torpeza con la que a veces tomamos ciertas decisiones en la vida.
Mi pie está hinchado. Me lo doblé el otro día. Me masturbé para dormir y no pude conseguir el sueño. No me he lavado la cara y me huele el cuerpo a vencido. Bajo estas condiciones no hay otra alternativa que una. Escuchar Hung Up de Madonna.
Otra vez esta canción absurda que ha cobrado sin imaginarme vigencia absoluta en mi vida. Es que es tan dirty, como mi vida, cloacal en términos de amor y compañía, absurda por carecer de fronteras definidas, absurda por ser en otro idioma que el de mis malestares.
Sólo, que da la noche. Otra noche. Espero acoderar en un hotel, y volver a masturbarme, y beber otra copa o fumar alguna cosa que de risa.
O tal vez no haga nada de eso y solamente sacuda mi odio en el gimnasio,.
Necesito una radio y tomar las calles, experimentar una experiencia feliz, y no mirar las pequeñas cosas que me mortifican. Por eso te necesito Madonna, te necesito, te amo y contemplo desde la ventana del ordenador.
Sé que no me recibirías en este estado en tu casa, pero se me ocurre que debe haber algo común entre nosotros. Quizás necesites que yo imagine tus orgasmos. O nenecitas que nosotros seamos todos menos tú pero contigo y obviamente sin mí. Por que nos e donde me he ido y solo queda este fondo amarillento como pus que repta por mi condición en la medida que más conciencia tengo del instante desarmado que me bubonico.
Pero me atraviesa una vez más la sorpresa y el video clip de Jump asoma de la maravilla otra tordecura a la realidad que da el poderoso sueño en escena.
Unos hombres máquina engranan sus movimientos en el plexo sobre el cual Madonna, de negro, enclava su ser como una luz negra que asombra a sus reconvertidos súbditos. El engranaje de carne se repite en formas mil veces variadas e insospechadas y el populorum se olvidó de que tiene a su mujer al costado. Eres tan putana.
Y el hombre mono se apoya con un brazo en el piso, toca tierra con la mano, y sus pies sobre el tubo vertical. Un tubo de acero que destella todo menos el negro traje de mi diva.
Ahora que he escrito esto, no te das cuenta que estoy solo y vulnerable como un ciempiés a punto de ser tortilla, es decir, aplastad por mi zapato.

miércoles, 27 de julio de 2011

PODRIDA DE SU VIDA

Después de veinte años volvía ver a Telma, la muchacha que se desvaneció un día, para hacer su vida en Holanda.
Claro que fue un amor, digamos bonito aunque asimétrico, de esos que te sacuden hasta el desequilibrio y te desarman hasta la paralizante desnudez. Y digo esto porque todo decía que yo era para ella un amor de segunda, un tapa hueco u reemplazo momentáneo del agujero que le dejaba otro, a quien sí amaba y la había dejado por una tonta.
Pero aun así, con el tiempo decidí quedarme y hacer piruetas, contorsiones y acrobacias para conquistarla, ser un payaso para llamar su atención, cosa que hice exitosamente, y solo así ella me empezó a ver “lindo”, lo que consideré un insulto. Un héroe como yo no es lindo, soy emperador y los emperadores no son felices o tristes, son.
Pero al saber que regresaba, un personaje del mundo de los fantasmas empezó a penar en mi vida, y regresé a pocos a la adolescencia, paseando regresivamente entre pajonales verdeantes y floridos, como si ya nada más importara, es decir, volví al estado catatónico, enamorado, como si ayer fuese hoy.
Era claro que para mí sería un desafío volver a verla. Pensaba en los acaudalados momentos de concupiscencia, cuando nos enjugamos en ráfagas de besos, caricias y manoseos que, en términos militares, eran la leva de los vencedores que abrían todas las puertas y cajones, los álbunes de fotos, y cocinan en las cacerolas de los vencidos.
Con la moral en alto, este cazador no amado ya había cumplido su misión con ella, disfrutar de ella, de la vida, y lo propio era continuar el camino. No contaba con que tuviera más tarde síndrome de Estocolmo. Ella no contaba con que veinte años más tarde me seguiría extrañando.
Recuerdo que era una inofensiva estudiante de filosofía. La dejé, como dije, al no sentirme amado por ella. La dejé en sus extrañas constelaciones. Fue una despedida, honesta y dolorosa, pero digna y necesaria, pues no estando en su corazón, a ese paso iba terminar perdiendo la cabeza aún más, y hasta probablemente asumiendo pesos de los que más tarde me arrepentiría.
Aún recuerdo esa tarde cuando decidido a recuperar mi soberanía le propuse alejarnos renunciando a ese riquísimo postre frutado para chuparse los dedos que era ella. La ninfeta, que también disfrutaba hasta el pínice, a decir de Cortazar, del buen sexo conmigo, no me sorprendió al mostrar que ella esperaba que le diga adiós.
Y por eso, cuando se lo propuse, me respondió un muy confortable y cariñoso chau deseándome grandes vivencias y una vida feliz.
Me sentí doblemente mal, uno por quererla, y porque me dijo adiós como a un simple amigo, cosa que no era, pues nunca fui su amigo. Era su cachero, con respeto al público. Y no le perdoné nunca esto.
Dos años después la vi pasar nuevamente en Miraflores. Me encontraba feliz en una mesa con amigos. Telma pasaba y al verme me saludó a lo lejos con su manito.
Me acerqué. Al paso preguntó de mi vida. Me aconsejó cuidarme de mis juntas –o sea me seguía estimando o intentaba mostrarme algo de cariño.
Me informó que se iba a Holanda, pues se casaba nada menos que en dos semanas. Tal vez pensaba que le iba a decir no lo hagas, me muero por ti. De hecho no me gustó mucho la noticia. Pero más allá de lo que me impresionó verla, fingí que no me importaba ni un poquito.
La verdad es que estaba aún molesto de que no me haya amado como pensaba, pero pese a ello, ella pareció no percatarse y me dio su dirección. Quedamos en vernos. Todo decía que yo tendría el honor de darle su despedida de soltera secreta. Me pidió que le ayude a cargar cosas. Fue la excusa.
Me invitó a su habitación y no había mucho que cargar. Como si me tratara de un muchacho inofensivo que iba a sentarse en el cojín a hablar de la vida, no sé cómo superaba el riesgo de que no iba a desaprovechar aquella coyuntura, ella y yo solos en un cuarto.
Pero ya no era la misma. Auscultando el entorno de su cuarto, noté que no era el mismo cuarto donde yo le robaba sus besos. No había calidez en sus paredes. En este había mucha improvisación, poco calor de hogar, y algo de sexo. La sentí puta. Pero más me afectó ver cosas inesperadas y que me atemorizaban. Pomadas, medicinas de todo tipo, y claro, el colchón en el piso. Holanda, Sida, recorrimientos (palabra inventada), pensé. Mi corazón dijo NO, y mi mente dijo, retroceder, nunca, rendirse, jamás. Pero retrocedí. ¿Cómo teniendo un bocadillo que me encantaba no lo tomaba? No le dije que ya pensaba en otra a quien si le iba a dar mi vida.
Sé que a ella no le gustó del todo mi salida, pero igual sin importarle mucho se despidió de mi vida con una comprensiva sonrisa. Esta vez ya no le tuve rencor. Supuse que quedamos a mano.
Pero me equivoqué. Ella se quedó, en realidad, con la herida de verme desaparecer, como si nuevamente yo fuese quien cerraba la cremallera de su vida, así sea ella quien viraba a otro mundo: su destino, Europa.
Pero pasaron los años, me harté de todo tipo de mujeres, -incluyendo mi bendita y maldita esposa-, y Telma apareció una noche en la red con un “hola” más que coqueto, aunque diga que no es ni nunca fue coqueta.
Era una invitación a hablar. La loca terminal era ahora psicóloga de verdad. Educada en Holanda, hablaba y pensaba en holandés. Vivía en un pueblo cercano a una gran ciudad. Me dijo que tenía su marido y dos hijos. Lógicamente nunca me habló mucho de él. No sé pero tuve la sensación de que estaba atrapada.
Las conversaciones fueron cada vez más frecuentes y una noche, dulcecita e inocente, me dijo. “Voy al Perú”.
Aunque al principio fue una sorpresa de poco impacto, la inquietud de su llegada fue creciendo con cierta moderación. Pero su reaparición virtual atacó mis profundidades ocultas y fue reverdeciéndose el mundo olvidado que habíamos hecho juntos, un mundo hermoso que se había desvanecido. Chopin, Pat Metheny, los verdes prados y las lianas amazónicas se enredaban en mi mente. Qué está pasando dije.
Ya estaba alucinando coincidencias y que era muy raro este asunto de vernos, pero la mujer que era profesional en psicología me advirtió. “Soy cartesiana”.
¿Cartesiana? Es decir calculadora, que no piensa jamás en la magia de la vida, mucho menos en las coincidencias, en el amor eterno y en los impulsos del alma. Maldita, callé. Me sentí un poco estúpido.
O estaba a la defensiva o se estaba vengando de algo, quise imaginar. No lo decifraba. O a lo mejor me veía como un simple amigo. Me rayó.
Pero si ella estaba allí, frente a mí, reflexioné, fue por un impulso del alma y no había por qué estar preparada para verme. Pero necesitaba vomitar. Sin embargo me buscó por algo. Por qué.
Pronto fueron apareciendo los datos. Mi marido es un celoso en extremo pero “estamos fusionados”, o sea, pegados como dos mocos.
- ¿Y que hace tu marido? Pregunté.
- Trufas.
- ¿Es trufero?- ¿Es decir cultiva hongos en las raíces de los árboles y huevea casi todo el año?
- Cuatro meses al año está en la casa, el resto en la tierra- ¿O sea, es un amo de casa que no se baña?, imaginé.
- Es un poema- Se franqueó, Hablaba como si se tratara de un pequines de dos metros.
¡Dios mío!. Me suicidaría si una mujer se refiere a mí como un poema. Prefiero que me diga carne sanguinolenta o maldito.
Pero ella fue adelante.
-Es muy pero muy celoso y él puede saber que hago si yo estoy en otro lado, puede saber lo que pienso. Estoy podrida de él.-
¿Podrida? ¿Y qué quiere decir eso? ¿Por qué no buscas un psiquiatra, y más bien se lo dices a un ex amor que te hizo ver las estrellas en el tálamo? Significaba mucho, incluso un posible flirt. Pensando en eso, me mantuve en estado catatónico por unos momentos.
Ataqué diciéndole que yo era un ladrón y que técnicamente lo que hacía al verme era engañarle a su marido. Y como si fuese el, comenzaron los gritos de su hijo que había despertado. Se fue a darle cuidados. Pronto abandoné el lugar.
La vi dos días más tarde. Debí salir de la ciudad por trabajo. Si no la veía esa noche ella estaría en el interior con sus padres. Ella insistía con los mensajes que la visite. Yo también lo deseaba, y le pregunté si podía llegar aún después de la media noche. Ven, me insistió.
La vi. Estaba atarantado por su presencia. No hablamos demasiado. Estaba cansada y con el hijo en los brazos.
La muy psicóloga lo tenía todo calculado, cómo reaccionaría al verme, que gestos hacer, cómo evitar mi paso, cómo entusiasmarme, cómo no mentirme, y lo peor, cómo darse delante de mí el derecho de guardar silencio de sus sentimientos porque “soy egoísta”. Estaba cansada para luchar por algo de libertad.
Pero pudo la muy cretina recordarme todo, especialmente esas cosas que yo había olvidado.
Luego nos despedimos. Dijo que viajaba al interior a ver a sus padres. Nos dijimos nos vemos luego. Ella pensaba que iría a verla. Ahora dudaba.
La extrañé mucho unos días, pero de pronto la realidad me vino de golpe y de primera. Dije, no, no puedes estar en estos transes.
Pero la cartesiana apareció nuevamente en la red -ya estoy harto de sus coqueteos- y le dije cosas que obviamente reflejaban mi interés intacto en ella. Y me respondió otra vez la psicóloga: “es la memoria sensorial”.
La maldita tenía respuestas científicas para todo lo que sentía. Había hecho una prognosis de todo lo que podía pasar entre mí y en ella.
Y en efecto, en psicología memoria sensorial es sentir algo sin que exista el estímulo, y ella era un recuerdo. Ella pensaba que ya no me iba a gustar. O a lo mejor se le ocurrió que yo estaba enamorado del recuerdo.
Pero si todo tiene un estímulo, en qué medida mi recuerdo era un estímulo para verme. Qué le estimulaba a ver a quien no amaba. ¿O porqué necesitaba recordar en Lima a un amor mediocre y secreto? Y allí estaba la clave. Necesitaba que sea secreto.
La primera noche que nos vimos le vi las piernas, el rostro y los senos más que apetecibles.
Entonces pregunté. Por qué secreto Y e respondí ¿Quién puede sentirse seguro al lado de un trufero que puede controlas debajo de los árboles el crecimiento de ciertos hongos rarísimos? Ella no amaba a su poema, pues estaba minado de celos, un instinto posesivo muy fuerte, producto del encierro en el que vivía, lejos de el mundo académico de la pobre Telma, que acaso a casusa suya no significaba un despunte total en su carrera, pues en pocos lugares de la red había su nombre. Pensé por que debía llevar el apellido de su marido siempre si le tenía podrida.
Y vino otra revelación, y sin salirse de su cartesianismo me confesó.
-Me conoces más que nadie, más que mi marido.
Concluí en que andaba en busca de amor, adrenalina, salvajismo, lejos de Holanda, que su marido estaba loco con sus trufas, baldes, con su nariz, que lo olía todo, y quien para competir con ella leía apasionadamente a Gyde y mentaba las frases más complicadas que podía encontrar.
Ella temía que su marido me huela, y qué mejor cosa que hacerlo con el único tipo a quien no se traicionaría del todo. Coartada perfecta.
Pero se equivocó en algo. En que yo escribiría la historia, por que quien la iba a liberar no era yo a ella, sino ella a mí. Solo que esta vez estaba destinado a un triunfo total, como los rayos del sol que despuntan y hacen astillas en el nuevo amanecer

CUANDO GANO PERU

El desafío era enorme pues no es que ella, precisamente, estuviese loca por mí, sino todo lo contrario y era obligación mía mantener el control.
Pero si pasé su retaguardia fue solamente por circunstancias que aproveché y es necesario señalarlas, calificarlas y valorarlas como genialidad masculina. La primera, porque era mi cumpleaños y aunque nadie lo sabía me lo debía. Segundo, porque actué como un vulgar ladrón aprovechando su tristeza. Sufría por otro y estando confundida, sola y a la deriva lo pertinente era seducirla y terminó pasando lo que esperaba y sus palabras “no debió esto pasar nunca”. Satisfecho de aquello, volví a casa con un adiós definitivo de ella, y un hambre espantosa. Pronto me olvidé de ella pero no de sus maravillas intimidades.
Pero, y eh aquí porque les digo a estas evas tentadoras, una tarde Telma reapareció frente a mi casa, donde esperaba a una de sus amigas más horribles. Estaba con su cara triste y su sonrisa amistosa. Obviamente me acerqué y me dijo al poco tiempo, al que no quería ver nunca más, que a lo mejor estaba embarazada. Hice mis cálculos y jugué a los dados, es decir me contradije y fui un doble idiota. Le dije que no la desampararía, aunque a decir verdad, y cómo de idiotas son los jóvenes, no le dije lo que pensaba, si a lo mejor, estaba embarazada del otro.
Pero igualmente pensé que podía aprovechar su “embarazo” para nuevos goces. Fui un irresponsable, realmente y en mi galantería comencé de nuevo a acercarme.
Estos nuevos goces, que en efecto se dieron, al prolongarse se convirtieron en un problema, pues me estaba templando, y la chica, completamente loca, como me fui dando cuenta, ni se asomaba al menor signo de enamoramiento.
Vivía en una habitación en una casa grande en Maranga, y casi todo en ella estaba en un estado hippie. Sus libros en el suelo.
Sus amigas eran insoportables, chismosas, curiosas, alcahuetes, sus primas también, y no deseaba conocer a ninguna, Su intelectualismo, si bien es cierto era maravilloso -porque me gustaba eso de ir divagando en las estelas- no era lo único que me animaba a verla, sino las endorfinas y la adrenalina de cualquier soldado erecto del amor.
Ciertamente hice algunas cosas muy idiotas como protegerla y acompañarla a algunas fiestas con nuevas amigas donde ella me presentaba como otro amigo. Y así mi perseguida Telma contemporizaba en ese clima de artistas que bailaban reagge declamando a Withman mientras yo, a la deriva, sin saber con quién hablar observaba el tono de las paredes.
La anfitriona, Alenka, una intelectual más loca que ella, no dejaba de llamarla todo el tiempo, a abrazó con que bueno que viniste, y como si estuviese enamorada de ella no la dejaba respirar, pues al parecer hablaban remas básicos para la humanidad. Alenka pensaba en bolitas, si, bolitas en el aire, era espumante, alucinaba un mundo mejor, y de hecho la atmósfera marihuaneada ya nos daba un mundo momentáneamente mejor, no lo neguemos, pero a lo mejor resultó tan prolongado que hasta la pobre Alenka se aburrió de todo tan bonito y terminó en un sanatorio para cocainómanos con su cerebro hecho un pupiletras del diario Ojo.
Cansado de estar a un costado, rebelde a ser el amigo que acompañaba a mi amada Telma, tuve un arranque de dignidad acompañada de esa maldad e intolerancia propia de los craks y verdugos que no dejan moribundo en el campo, y me arrimé a esa flaquita que estaba en un mundo mejor recitando a Withman, y me sometí como hombre libre y soberano a sus besos. Fueron tantos y tan calientes que caímos al suelo del recinto bailaban y conversaban de un planeta superior.
Revolcándonos en el piso, la gente se hacía a un costado para bailar. Es un hecho que empezaba a entonar en la fiesta, cosa que por supuesto no inquietó a nadie… excepto a mi amada.
Disimulando con poco éxito su asombro, dejó de cuajo a la interesantísima a Alenka, y pasó a “ayudar” a su pobre amiga de las garras de ese tiburón. Había que llevarla a casa.
Yo estaba muerto de risa porque obligué a mi amante furtiva a mostrarse en su verdadero estado de celos, de enamorada estreñida, si estaba loca por mí y no lo sabía, y por cuanto no había nada oficial entre ambos, como yo era un amigo que recogió en el camino, decidí cortar rabo, oreja y saludar al público. Deep Purpel regresó a mi. Y Hayway star era la consigna.
El goce era, inequívocamente, el de un matador. Solo quedaba proseguir ante el auditorio de mi mismo, el más importante de todos. Estando en el medio de ellas en el asiento trasero del taxi, las empecé a besar a ambas. Estaba diabólico, femeninamente liberado, y la velocidad aumentaba y hasta ya pensaba en su amiga como prospecto. Pero mi alocada amiga obviando lo que hacía, segura de que ya no me importaba nada, ni siquiera seguir viéndola, me detuvo diciéndome por qué lo hice, porque tuve que besarla. Era una esposa celosa. ¡Que tal progreso! ¡Que humillación para ella!
Solamente con estas palabras, el cazador dejó escapar la presa, y cayó rendido ante la evidencia de que la muchacha que me ocultaba, pues estaba, celosa. El letrero en lo alto del edificio de Javier Prado ya no decía Coca Cola sino ¡celosa! El control de la velocidad ya no marcaba la velocidad, decía ¡celosa! La placa del auto, igualmente decía ¡Celosa! Estaba la gran puta más celosa de lo que yo jamás habría estado.
Si pensaba que alguien le iba a creer que no lo estaba y que nos separó sutilmente para ayudar a la pobre amiga que estaba ebria, pues nadie se lo creyó. Estaba seguro de haber ganado esa batalla. Era momento de decir baby, los hombres podemos ser genialmente estúpidos.
Ganó Perú la gente me saludaba y yo devolvía el saludo, y me encantaba sentirme rico en todo sentido.

lunes, 25 de julio de 2011

...EN MI

No pienses en mí, suéñame, búscame, súfreme, confúndete, implora, acúsate, discrepa, tropieza. Miente, sobre todo a mí... y a ti, arruina tus planes, prende la tv, ve al cine y olvida de regar la planta, no descanses, no leas mis palabras, mándame uns foto donde estés fea, desinstálame y mírame comprensivamente, actúa, abúrrete y discutiendo contigo misma, ante mi silencio de nunca más, considera endeble mi promesa, y posible lo que quieres, aunque nunca lo hagas.
Piensa en mí y sueña que existo, que como y visto, que soy de ese mismo de azufre y sal que chispea sobre el fuego de la hoguera que calienta, sobre todo cuando vives harta.
Odiame por existir, por ser el centro de tus dudas, por tener tu secreto, y cuando me caiga la roca encima que me lanzaste, y así terminen tus miedos, rompe tu determinación y avísame, sálvame, sacrifícate.
Vive, no me recuerdes jamás, pero que esto sea como un tirante elástico que llega a varias constelaciones distantes, y al parpadeo del destino vuelva con potencia para atravesarte como hielo en el centro mismo de tus deseos.
Mátame, y llora al dejarme.
Toma el pedazo y mastícalo, y luego como el primer día digas que nunca pasó lo que creíste por un instante que existió, que fue solo una idea, un momento profundo y débil.
Lo que no se es cómo olvidarme del olor, no tengo la menor idea de cómo, mangos. Y tu no puedes olvidar cuando besé a tu mejor amiga y ya no pudiste más y me dijiste inhumano, bonita forma de desnudarte. Cómo te gustó cuando la hice a un lado, como una caja o un cenicero.
Tú lo sabes y te haces la chola disforzada. Ya no seas estrecha y ve al abismo, y dime de una vez al teléfono, ven que te estoy esperando.
Luego me mandas al diablo, ambos entonces regresamos al cielo y al infierno. O tal vez no. Quien sabe.

TODOS LOS VALIENTES TIENEN MIEDO

Adoro los amores cortos, fugaces, perfectos. Esos que raramente pasan en la vida y que terminan con la sensación de no haber acabado realmente. Esos que al regresar fugazmente, sea en una aparición sorprendente e inesquivable, o como recuerdo vívido, obligan a uno a encender cigarrillos para soñar, tropezar, suspirar, en una intoxicación blanca de la mente, aglutinada de luces que desbocando destellos debajo de las puertas prohibidas que pensamos para siempre cerradas.
Viendo ese desorden completo, interpreto, veo, me cuezo ante el renacimiento de bing bang que me hace, otra vez, igual que ayer, fugazmente feliz e inexperto.
Es que lo extraordinario de la vida es la alteridad, mejor aún si esta lleva a sentir lo más hermoso de lo mismísimo, siendo la música, el amor, la emoción estética, las expresiones de mayor pureza del alma.
He comprobado cómo así, por más que pasen los años, la potencia del buen sentir no solamente es duradera, sino además, infinita al florecer en el centro de los recuerdos, crisol vivo que aquilata y protege nuestra vida de las desventuras producto de la cotidianidad y el aburrimiento. Y por eso el buen sentir es siempre una novela, el protagonista verdadero de nuestras vidas, un o una protagonista intrusa, intransigente, injusta e imposible que, no obstante, se mantiene como reserva ante cualquier cosa y a la cual, a manera de potencia filosofal, o surtidor de fuerza, tarde o temprano buscamos desesperadamente, así haya que atravesar medio planeta, así tengamos el mayor de los impedimentos en nuestros brazos.
¿Injusticia para quienes apostaron por nosotros en la vida? Desde luego que no. Pues la traición a uno mismo es lo que obliga a transgredir todo aquello, a lo mejor, con ningún otro fin que volver a esa belleza aburrida que nos equilibra y nos enseña que la ambición, el poder, el conocimiento, el éxtasis, es apenas el instante editado, como lo suelen ser esos amores perfectos pero cortos.
Al final me pregunto, si su final prematuro, como el de las estrellas del cine o la música, es el sacrificio inconsciente que los hace clásicos y eternos. No lo sé realmente. Pero tal vez lo sé y no me atrevo a mentarlo por temor a que esto pueda hacer pedazos el enigma.
No vale la pena pensar mucho. Lo siguiente es la concreción, y el hacer pedazos los precioso, o pasar a vivir de cien a mil por hora, hecho mismo que desnaturalizaría el apacible remanso de ver las estrellas que no existen, allí mismo, como si aún fueran.
Se que esto no termina en estas palabras, pero a estas alturas he hecho tantas estupideces que ya parece estar siendo disparando el lo que pase, cosa en la que ya he sido errático e irresponsable, sin medir las catástrofes. Pero como reflexionaba con un amigo. Todos los hombres queremos en algún momento ir al límite. Todos buscamos la alteridad una y otra vez. Pero muchos no la buscan ni la hacen por miedo. Yo tengo miedo. Momento en el cual este amigo me dice, hey idiota, todos los valientes tienen miedo.

domingo, 24 de julio de 2011

INDIEN CURRY



We said good-bye before we said hello (Decíamos adios antes de decirnos hola)
Pink Floyd - Summer 68
http://www.youtube.com/watch?v=7GiOIRc-8Q0&feature=related

Eras un desastre, las mangas de tu chompa estaban muy grandes, como si con ella habrías dormido. Me abrías la puerta despeinada, tu cara indiferente, aburrida, cansada, no me impedías merodear tus entrañas, tus cosas, tu mundo. Nunca supiste mentir, ni yo, y creo que no te importaba eso, aunque te mentías en silencio esa contradicción de por que estaba allí, a tu lado. No sé porque -ni tú- permitiste que surja confianza y enigma al mismo tiempo, que alguien interprete tus trampas, y te ponga la almohada, te escuche y se vaya sin escapatoria al amor propio cuando acababa el argumento.
Pero era grandioso, escuchando Morning Glory de Pink Floyd, dueños de nuestras vidas, fumando cigarrillos, bienvenidos uno en el otro.
Caminábamos. Y pensar que lo había olvidado. Hasta el alba, me dijiste. Quiero recordarlo y aquello se ha borrado. Como arqueólogo obsesivo reconstruyo la escena con reflejos, líneas. Veo la Javier Prado sin estaciones de servicio modernas. Es una avenida elegante. Solo recuerdo un invierno azul y nocturno en un país hecho pedazos.
Acabó un día el argumento, me acuerdo. Y me fui atrapado en medio del desierto. Habían árboles y edificios en la avenida. Respiré hondo. No te seguí con la mirada. Olvidé.
Pero ahora que regreso por el mismo desierto veo un bosque de abetos … y palmeras. Abetos y palmeras. Ya parece un letrero cumbia del pueblo. De verdad que la abundancia ha reemplazado a otras cosas. Como dice Vallejo, “confianza en el destino, no en los dados”.
Soñé que todo estaba borroso pero al despertar abrí los ojos y todo estaba claro. Inauguraban un estadio lleno de gente. La noche era invernal pero el sentimiento era verano. Me he inaugurado como enigma, y lo soy oficialmente porque así me ha declarado otro enigma. Conclusión, todo había sido cierto.
Sube y baja la sensación, igual con la tentación, igual con la comprensión y la incomprensión. Me gusta la tecnología. Te beberé por siempre. Parece el nuevo estadio olímpico de Beijin. Sin beberte. No trajiste curry indien. Te tocaré por siempre. No hay muchos parques. Tocándote. Tus cabellos tapan tu cara, te ataca la luz, no es bueno que lo sepas. Tengo unos largavistas. Es inconsciente. Me das un cigarrillo de esos que huelen rico. Pero ahora que se eso. Siempre tuve estilo para decir adios. Aunque tu ganas, y siempre terminas diciendo hola, temiendo que podría no llamerte en otras vidas.

POR QUE LOS SUEÑOS SON DE NOCHE




¿Por qué los sueños son de noche? Porque reina el enigma. Y el amor es un enigma sin resolver. El amor de noche es doble enigma, como los gatos.
El verbo, primero ser, segundo, estar, ¿qué es estar sino sentir? ¿Las fuentes de sentir cuales son si se es tantas formas de sentir en uno? ¿Dónde se quedó la fuente renovadora de sentir? Si, amigo Calderón, la vida es sueño.
Harapo clavado en el tiempo, óxido de clavo sobre mástil, vela ladrona de viento, ser vertical en un mundo horizontal, oceánico: el olvido.
Clavo ferroso, sulfuroso, capa rugosa protectora del acero de tu alma, del nunca más que ondea, brioso, inhóspito, intocable. Océano.

La debilidad, tremendo embuste que nos exprime razón, como por miedo confesar una mentira... y caminas así. Razón y cobardía, casi lo mismo. Y para qué. Para qué, si una vez fuerte, vamos con la razón asustados, disfrazados. La verdad es muerte. Solo existen los sueños. Ya lo ves. Soñando todo es posible. Y no traicionas a nadie. Y los sueños existen. Se sienten. Respiran, huelen, jadean, se peinan, eyaculan y tocan. Los sueños comen, estudian, recetan, eclipsan y hasta parecen desaparecer en el día. Pero nunca del todo. Porque los sueños nunca terminan desapareciendo o existiendo. Los sueños son sueños.
Pero, qué alivio, nos traiciona -por fin- la otra verdad, también de adentro.
Imposible sernos del todo leales. Solo ser desleal para ser. Grave fusión que hace al hombre. Contingencia.
¿Y cómo irse? Imposible, ya veo.
Forjados por la fragilidad el resultado es sentir. Soberanía.
Lima. Los vecinos, la ropa sucia, los carteros.
Las fábricas no pasan, pero el mañana se despierta en la mitad de la noche. LLora. sorprendido el sueño no tiene escapatoria. Se parte en dos. La otra mitad abre la puerta de la mañana en la mitad de la noche, la otra mitad del sueño se recoge. Ella le dice a su otro sueño, mira, toma el mañana y le da de comer. Le dice aburrida y feliz, come. Mira este desastre, algunos le llaman… felicidad. Y se va... pero cuando se duerma el mañana, seguirá soñando, por que la noche es profunda y enigmática, y no es posible esquivar los sueños.

jueves, 21 de julio de 2011

UTOPICAMENTE IMPOSIBLE

Sincronización. Fue la máquina del tiempo la que hizo ese hoyo, traslado cósmico y real. Era la misma, aunque sin esquirlas, sin ataque, fumando como Golda Meier, un poco hacia atrás, cigarrillo entre los dedos, contabilizando mis gestos.
Le dije en broma que me sentía veinte centímetros menos, y hasta me expulsé de su casa por no llegar a ver tan alto como ella, camuflando de alegría a la emoción contenida, metabolizada, nivelando adrenalina.
Cuando alguien triunfa en uno acuña historia que no se agota con el tiempo. Y ella es inagotable, torrencialmente bella, aún disimulando con las gafas puestas.
Confirmó lo que sospeché, que nunca fue una derrota del amor, y que me las arreglé para que no me olvidara nunca, no solo como amor extraño y diabólico –por intenso-, sino porque aquel si fue uno perfecto.
Y me quedo con que amar perfectamente es vivir un sueño que pocos se llevan en esta vida, es llevar a Hollywood a la quiebra, ser un pez de piedra esculpido por el agua brava y que toma –cosa rara- su vida, su verdadera vida.
La pregunta es por qué falló el never more, o no hay en realidad, y por qué decidió venir a robar conmigo. Robamos tristeza a la noche nublada mientras la ciudad dormía, no sonaron las alarmas, el piano se reía, y cristalino, utópicamente imposible discurrió el agua de siempre. Olvidé que ella era la misma jueza, la que me declaró culpable, y que, cosa más rara, la que me dejó huír. Esta vez se aseguró de algo, me llamó para un pellizque, y ya lo hice, compareciendo ante mi, compartiendo lo de siempre, lo que no se acaba, eso que va más allá, sea lo que sea, tibio, bueno, sereno. Alegría sin fin en la vida, y salud por el triunfo de la perfección.

miércoles, 20 de julio de 2011

PULVERIZANDO MALDICIONES

Son los minutos finales. Uruguay se defiende, está asustado, $ 11 millones de dólares, es decir, el portero Mulera no tiembla de frío sino de susto. Va a finales el partido, diez minutos, no más. No me he cambiado el pijama y son las 7 de la noche. He estado algo tendido en mis inapetencias. Me doy cuenta de la elipse, esa curva hacia arriba, la veo, luchan los nuestros, y no estamos jugando contra Uruguay, pulverizamos una maldición. Estos chicos suben la elipse, y son valientes, no temen, son laberintosos, hijos de puta, pura pólvora, hambre más que cansancio.
Patean césped. Le arrancan de cuajo, como si fuesen orejas. Está mojado. La pelota rueda lenta, resbalaba. Problemas. El loco Vargas muy molesto, hace bien en indignarse, y lanza un codazo al uruguayo. Le saca la mugre, sangre, lo baja. Yo lo vi. Estaba el celeste algo atrevido.
Creo que eso es lo que debemos hacer cada vez que alguien te escupe. Escupir. ¡Igualmente! Si, dar un buen pollo y espeso. Te pegan, rompes piernas, atacas tranquilo, en silencio, al alma. Llevas a que al otro le afloren sus miedos ocultos.
No te sientes menos. Tampoco más. Eso es lo grande. Veo el partido con fruición. Igualmente sufro. Estoy nervioso. Asesino mis torpezas. He dejado todo al costado. Sé que es bueno defender, pero es mejor atacar y acomodar el puñete en la cara, lealmente, sin que el otro se dé cuenta. Con decisión. La peor arma es la paciencia, lo sé. Es un arma de guerra. La adrenalina ayuda y empeora. Pero hay que respirar hondo, varias veces, metabolizarse uno. Ataque en el infortunio. Que nadie sepa ni tu mismo lo que sientes, la sensación de derrota, la de triunfo. Esta muy bien desbocarse a veces, emborracharse, tomar el camino equivocado. Me gusta el apellido Chiroque, suena a chicote, a chico, a pichulita.
Advíncula, cristiano, mazamorrero, corre y los sahumerios se instalan en su botín bendecido por su negritud. Cruzaso simplemente está cruzado, es Arévalo, algo de alce, algo de frialdad . Hightway Star

SUEÑOS DE RETORNO

Era una mañana o tarde nublada en Salaverry. Tal vez cerca de la primavera. Estabas, según decías, recompuesta de esa calamidad profunda y oceánica en la que naufragabas, y me dijiste que ya podías ir sola en lo que iba de tu vida. En verdad siempre decías eso, y esa vez yo te propuse no vernos más. Es que no era justo para mi. Sonreíste amablemente. Estabas en paz contigo misma.
Creo que no sabías que yo era así, que aún amando puedo decir “nunca más”. Traté de comprender que no había porque detestar a la chica que no te ama. Shakespeare me acompañaba, me iba a proteger, el sufrimiento de sus sonetos eran exactos a los míos.
Pero la verdad es que hice trampa. Pensé que precisamente yéndome, de verdad, yo, tipo mágico, irrepetible, forajido, me extrañarías. No quería que me olvidaras nunca. Y así fue. Asombroso.
Sabía que extrañarías la timbrada del teléfono, mis llamadas de las diez, y mis canciones en esos casettes trajinados, y que ni sabías cuáles eran, y todo lo de mi. Dejé las huellas en todo tu cuarto. Como un ladrón, ladrón de tus besos y caricias. Quise que en tu corte me declares culpable de robarte. Pero te dije que ese amor era una obra de arte en proceso al infinito: Nuestra, te atreviste a decirlo después de tanto tiempo. Entonces tú también la robaste, recién me enteré. Secreta, íntima, torrencial e infinita.
Si, el ladrón entraba y subía sin zapatos las escaleras. Recuerdo cuando bajabas el colchón al piso para no hacer ruido y no escuche tu prima al ladrón que te desvalijaba. Extrañabas el secreto de tenerte, la violencia con la que acariciaba, al pendejo que entraba como buena gente, al que no pagó el chifa y te hizo correr, al que besó a tu amiga por lo que te pusiste celosa sin explicártelo.
Pero por más seguro o segura que fuese mi convicción, nunca me detuve a pensar en lo que significaba esa canción que escuchábamos en la cama. Dream of the return de Pat Metheny. Sueños de retorno. Cómo haber ignorado que el futuro en algo estaba escrito en eslla. La canción hablaba de un poema lanzado al mar
“…con mis preguntas y mi voz.
Como un lento barco se perdió en la espuma.
Le pedí no diera la vuelta sin haber visto el alta mar en sus sueños
y hablar conmigo lo que vio.
Aun si no volviera, yo sabría si llegó.
Viajar la vida entera por la calma azul, en tormentas zozobrar.
Poco importa el modo si algún puerto espera.
Aguardé tanto tiempo el mensaje que olvide volver al mar y así yo perdí aquel poema. Grite a los cielos todo mi rencor. Lo hallé por fin pero escribo en la arena como una oración. El mar golpeó en mis venas. Y libro mi corazón…”
Atraviesas el océano, esta vez de vuelta. Tardaste un siglo. Discúlpame si seguí de frente, si no se me ocurrió volverte a ver cuando te ibas en el achatarrado ómnibos de la 11, tú me mirabas en ese marco de lata oxidada. Es que yo sabía que nunca más era never more. Y sé que sentiste mi distancia. No sé si traes un poema o extrañas escucharme simplemente. Solo sé que nunca me olvidaste. Solo te diré que mil veces amé, pero solo una vez pude volver la vista atrás. Solo para recoger el poema, nuestro poema, infinito, distante, imposible y real.

lunes, 18 de julio de 2011

QUO VADIS

Cómo odio el silencio, la ausencia de motivos, el aire empozado. Estoy lleno de odio, frustración y cansancio. No duermo bien, en realidad, no duermo, o si duermo lo hago en las horas del día. No me siento en la máxima de mis oportunidades, falté a propósito a una cita, la olvidé. Pero debo estar atento, porque si no hago algo de inmediato, se me cae encima la montaña.
Es por eso que no puedo tener humor ni de levantar el teléfono, o de obrar con paciencia, porque un alto de cosas se me han atorado en la modesta iniciativa que me nace, drogado por completo por la masturbación y la computadora.
Llueve en Lima, es así casi todos los días, y tus llamadas me incomodan porque suelo ser, como tú dices, quien cuida su paz ante nada. Me ataca el tiempo, me ataca el silencio, me ataca la voz, me ataco a mi mismo. Mi alma es un campo de entrenamiento militar. Y lo peor.. no es tan grave. ¿O si?
Es que no hay tregua, ya no pienso en nada positivo de este bienestar que resta, no pienso siquiera en tener un instante libre, cómo ansío ver a una vaca comiendo pasto, o estar en un concierto de los Rolling Stones. Ya no me apetece Europa. Y no tiene que por con que esté pobre. Solo espero que entiendas que me cuezo por dentro en esta maravilla de estar por una parte bien, claro, bendiciones a la vida por ello, pero en otra, un desastre.
Siento olores a orines, el paso de esos aviones nocturnos, potentes, rumbo a Brasil, a Europa, Nueva York, y necesito gritar, pero me entumezco.
Fui a intentar levantar algo de pesas, pero el desánimo era intenso y comencé a hablar de etanol, combustión, intereses, es que estoy oscuro, dark, profundamente entumecido, con ojeras en los ojos y la cara algo hinchada.
No ha sido un buen día, o mejor dicho, no ha sido feliz, pero, y tal vez eso es lo bueno, te escribo algo al pasar el día, en el silencio de la noche, casi en la madrugada.
Ojalá entiendas lo inentendible, sé que hay milagros, ojalá vivas, ojalá yo pueda verte.
Aprendí algo hoy día, que algunos avezados mueren como el periodista del New Of the Wold. Lo pintan como que lo botaron de The Sun por borracho y drogadicto. Claro, necesitaba atacar, hacer daño a alguien antes que destruirse. No había salida, revivió el caso que no debía tocvarse. En el perú ningún periodista es asesinado, eso solo pasa en los países civilizados. Pero es extraño que sea aquí donde se defienden, con plata de ellos, los derechos humanos.
Ni derechos humanos y humanos derechos, suelten los leones, los veremos morir a todos. Mañana serán santos, hoy beberemos vino.

sábado, 9 de julio de 2011

VERNISAGGE


http://www.youtube.com/watch?v=oFJQoa8_vOo


Aquella noche Lima no humeaba y los motores generadores de energía descansaban. Sendero Luminoso no había bombardeado ninguna torre de transmisión eléctrica, lo que quería decir luz garantizada en el centro cultural de la embajada rusa, Marc Chagall.
Vernissage. Siete de la noche. Avenida Salaverry. Las ganas de joder combustionan. A la siniestra, Maky, compañero de esta y otras aventuras. No íbamos por la cultura, sino por las chicas y la incultura de los instintos.
Era tarde y debíamos acortar. Los jardines centrales de la ancha avenida eran un obstáculo y los segundos importaban. El pasto estaba muy crecido y minado de caca y ratas bien nutridas. Cruzamos el campo minado. Nos esperaban chicos divertidos y muchachas espolvoreadas. Corríamos como el soldado Ryan esquivando las cacas. Los eucaliptos tan crecidos llamaban ver el cielo lechoso.
La casona rusa lucía como la casa Husher. Misteriosa, sovíética. Los árboles la recortaban pero sus ventanas iluminadas, mostraban personas, mozos, se presentía bullicio.
La muestra era de una muchacha loca, allí todos estaban locos. Todo olía a vino. Había rumor.
Primer prospecto. Telma. Paseaba de cuadro en cuadro. Era una artista plástica. Nos acompañamos a repasar la muestra. Me inquietaba lo bonita que era. Era media chata, pero culta y de buen poto, en cierto modo la medida perfecta. Imaginaba la fragancia de sus cabellos castaños y era relajante ver la delicadeza de sus dedos tomando el broshure informativo. Me estaba enamorando nuevamente. No. Por semanas decantaría ilusión.
Y llegó el corte. Apareció Milagros, ¡oh no!, a quien solamente tomaba para mis apetencias. Hasta entonces no sabía mi nombre. Siempre le mentía diciéndole que me llamaba Casandro.
Se me apareció con un ¡Hola Casandro! Había filo en sus ojos. No me gustaba por ser excesivamente cachetona. Esto disminuía el attraction de su poderoso cuerpo. Me habló de tal manera que parecía una esposa celosa. Telma se incomodó y, a lo mejor pensando que interrumpía algo, se apartó. Snob de mierda pensé.
Fue la primera vez que sentí lo odioso que podía ser cualquier tipo de compromiso con una mujer que no quieres y que te desea de la mano. Pensé en la avenida Tacna y los letreros de los espiritistas vendiendo “amarres”. Cómo una mierda de mujer puede pagar para un hechizo buscando que un hombre, por arte de magia, la vea a amorosa y bella, siendo mas bien odiosa, fea y con tres pelos en la teta.
Pero el vernissage, palabra francesa que significa barnizado, proseguía. Había un gran grupo de estudiantes de la Villa, mi universidad, la cual no servía mucho para estudiar, pero si para conversar y pasar creativamente el tiempo. Eran estudiantes de maestros, un compacto, unido, idealista y grupo cultural.
Aparté a la intrusa al descubrir nombre.
-Llegaste en el momento inoportuno- Dije. Estava ganadora.
Eso de no permitir que prospere la confianza de una nena es lo primero que uno debe aprender en la vida. Ella quiso celarme. Se regaló a otro. Yo ya la había olvidado.

II

Con algunas copas, la tribu de estudiantes era abeja alrededor del vino. Al salir, era aun muy temprano. La idea fue ir por unos rones. A sumar monedas. Tres botellas.
Caminamos sin hogueras por la selva de cemento. Salaverry, Santa Beatriz, hasta Arenales. Calle extraña, muy extraña, de oficinistas, putas y algunos árboles y hoteluchos para putas y travestis que a dos cuadras ofrecían encantos solo percibibles por borrachos.
Me pasaron la botella y el vaso. Éramos como una veintena. Algunas chicas de negro acompañaban. Las trataban como hermanas. Todos tenían algunos poemas. Recitaban. Cargaron al profesor. Gran borracho. Los míos no eran tan felices y decían cosas donde el mal triunfaba. No era considerado tan buen chico. Era lo que deseaba.
Yo no las veía como hermanas. El ron las fue transformando en presa, bull, objetivo, chiste, joda. Objetivo: la rompechompas. Sus tetas desafiaban las leyes de la gravedad. Claro que no era necesario pasar la voz a mi compinche. Sincronizadamente el Maky ya estaba al costado de Nelly.
Pasamos una calle y antes de perdernos en el curso dre Arenales la jalé a un costado-La rompechompas no pusob resistencias. Maky hizo lo mismo con Nelly. Corrimos en sentido contrario. Era el rapto de las sabinas… y de una de las botellas de ron. Maky y yo nos reíamos. Otra vez una aventura. No, esta vez no era pasar un billete falso, o viajar sin dinero a Huaraz, tampoco almorzar en un restaurante y hacernos pasar como degustadores de un concurso culinario. No. Esta vez nos llevábamos a dos pechugas.
Entonces solo era necesario ser un vampiro, imposible darle una oportunidad, capitalizar al máximo los instintos, y si ella cuyo nombre siempre ignoré, estaba enamorada de mí, como años más tarde me enteré, era imposible ceder a la consideración y la pena. Lo que deseaba era la presa. Y lo mejor de todo fue que se me ocurrió en un momento oportuno.
Fuimos a un parque medio descampado. Al medio había un monumento de mármol. Muy grande, ideal para apoyar la botella y sentar a ella en las piernas. Su culo era inmenso. La rompechompas bebió tres cubas libre. Ya se había zampado otros tantos. Estaba medio ebria. Nelly igual. Maky era un pulpo. Se perdió con ella cerca del grass. Pronto todos estábamos sobre el grass esquivando las cacas, cogiendo tetas. Oh no, una muy seca se pegó en mi casaca. Ahora olía a caca. No importaba. Estaba arrecho, muy arrecho y luchaba con el cierre de la rompechompas. Nadaba, estaba en medio de una tempestad. Moby Dick estaba muy difícil. Finalmente cedió. Pero en eso un alarido. Hago una plancha y veo al fondo a Maky persiguiendo como en un jardín d de los cerezos en la oscuridad a Nelly.
En eso ¡Boommm! Otra vez Sendero. La noche es más profunda. Las ratas saltan. El parque es para nosotros. Los vidrios se rompen. Gritos. No se escuchan los grupos electrógenos. Nadie quiere luz. Ya es media noche. Nosotros tampoco. Queremos oscuridad, es un momento dark, todos como REM perdemos la religión. El tema que va entrando a la moda.
He sentidos sus vellos. Mi mano se ha herido. Su pantalón es demasiado apretado. Pese al sangrado avanzo. La rompechompas delira, está muy pero muy arrecha. Otra vez estas faenas. ¿No es más fácil ir al hotel? Eso cuesta.
Otra vez Nelly aparece como un conejo que se ríe detrás de Maky. La coge. De perfil se ven besandose. Bueno, se ven sus sombras. Pasa un auto. El reflector ilumina la pupila a dos centímetros de la rompechompas. Noto que sus tetas impiden que me aproxime a ella con facilidad. Estamos en el suelo recostados, pero me da ganas de empinarme para acercarme más a ella. Es gorda, lo compruebo. Le rompo el sostén por detrás. Es un sostén chiquito. Me encanta. Levanto la chompa y aparecen las dos tetas. Cada una es un ojo, una manifestación, un porque, una revolución, una polaridad. Cada teta es una promesa incumplida, es Troya, si, es Troya. Me saco la verga y estoy dispuesto a darle duro. Hago malabares y la estoy a punto de meter. La Rompechompas estás vencida. Pero en eso escucho el grito de Nelly. ¡Ayyyyyyy!!! Maky triunfó, me figuro. Pero no. Es lo contrario. Pasos ligeros se acercan sobre el pasto. Un ruido seco, maleza, inquietud, enojo. La alcanza, la toma de nuevo. Caen al piso. Forcejeo. Adiós derechos de la mujer. Adios convenciones de Viena, adiós la identidad de género, adiós todas esas huevadas. Este es el mundo real.
La rompechompas tiene mi pinga en su mano. La teta quiera hablar. tetas, pingam ambas están duras. Ella tiene unas tetas rompechompas, y tengo una pinga lista para romperle la concha.
Pero, ¡oh desgracia!, ella retrocede. Me implora con los ojos. Está como diciéndome. No, por favor, no lo hagas. Entonces ocurre algo desagradable. Noto que me ama. No. Problemas. No necesito que me ame. No necesito alguien que piense en mi. No necesito eso. Es necesario encontrar una salida. Planeo. Se la meto y ni bien suceda lo esperado, mi eyaculación, escapo.
Pero Nelly esta vez corre y tropieza sobre nosotros. Está borracha y asustada. Maky le dice ¡Vete a la mierda puta concha de tu madre! Maky sin su objetivo alcanzado se va molesto.
Nelly está cansada de Maky, yo de la rompechompas. Nelly no me gusta tanto, pero es una hija de puta. Su risa mostró unos dientes enormes y es satánica, se achina a cada rato. Se divierte y no sufre cuando se divierte. Me gusta ella porque desde el principio dime dijo que era una mierda. Siempre me ha gustado que me digan eso. Tal vez porque no me calumnian. Y yo odio las calumnias.
Me deshago de la rompechompas diciéndole.
-Si ves doscientos metros allá está la avenida Salaverry. Ya está amaneciendo. Faltan diez minutos para que sean las seis. Tu papá te va a matar. Tal vez si comienzas a caminar llegues a tu paradero en el instante preciso en que llegue el Enatru que te lleva a casa. Si no lo haces, es posible que tengas que esperar media hora más y me de cuenta de que no eres lo que esperaba.
La rompechompas está ofendida y Nelly no para de reír. Con su desafío a la gravedad, la rompechompas arranca su camino de regreso. Virgen y derrotada, convencida de que no fue buena idea salir con un tipo que no la quiere, obediente va a su paradero. Una buena chica después de todo.
Pero la vida continúa. Nelly, polo y pantalón marrón. Eram crema. Parece pedir libreto. Tierra y caca. Es un comando. Un comando de noche de juerga. La tomo sin ambages. La beso. Un beso largo. Comparar dos chicas en una noche es agradable. Para empezar es más delgada, sus cabellos son cortos, los de la rompechompas eran largos y clásicos. Nelly es más Pat Benatar. Peinado espacial con cola de lengua de vampiro. Se siente más moderna, más tamden, más capaz de cualquier cosa.
Estamos en la Lima que se acaba. En el momento final- Fukuyama dice que se acabó la historia. Todos se van a Estados Unidos a fregar platos, a fracasar, otros a Europa, no hay turistas en Cusco, no hay futuro en el Perú. Nosotros si tenemos futuro. Joder. Continuar a donde sea. Es mañana, no hemos comido. No hay hambre. Melly necesita mear. Es de día y no se puede bajar el pantalón. Alguien la puede ver. Un mañanero abrió su cafetín en las cercanías. Vuelve más fresca y me dice. “Estoy muy cochina, que me va a decir mi padre”. No puedo ir así a casa. Tomamos el micro. La 89, esos ómnibus destartalados pintados de verde fosforescente y azul que surcan la avenida Cuba. La cosa esa está repleta de tipos que van a algún lado, todos muy limpios y bañados. Creo que varios se van al templo evangelista de Brasil. Nosotros apestamos a alcohol, a tierra, caca, a pecado. Nos reímos mucho. Era estar como dice en Eitileda “sobre una gran autopista con miles de carteles que no dicen nada”.

Quiero verte la cara, brillando como una esclava negra, sonriendo con ganas,
Lejos, lejos de casa, no tengo nadie quien me acompañe a ver la mañana
Y que me regale sol a tiempo
Aunque de que se me pudra el corazón
Ni caliente estos huesos fríos, nena

(Eitileda de Seru Girán .Charly García, bajo de Pedro Aznar)

III

Ella no sabía cuál era el plan. El mío era una ocurrencia mayor. Como era una chica demasiado sucia como para llevar a casa pensé que, con motivo de lavar su ropa, la podía convencer para ir a un lugar y ofrecerle un caño con agua y que así lave su ropa, evitando estar sucia, entonces quedaría desnuda o máximo con una toallita y en los jugueteos sería oportuno tomarla y así concluir mi expedición carnívora que inicié con su mejor amiga, la rompechompas.
Entonces tuve un pensamiento olímpico. Pensé en lo que era el testimonio de las postas. Me vino la imagen de un estadio y el velocista corre al máximo sobre el carril y pasa, sin pérdida de tiempo, el testimonio al compañero que espera continuar la posta hacia el triunfo. Ahora Nelly debía de coger mi pinga, el testimonio, la gloria.
Pero no había dinero para un hotel, tampoco podía llevarla a mi casa, tampoco a la de ningún amigo. Todos vivían en casa de sus padres. Excepto. ¡Claro, él podía estar en su casa! Quintanilla.
Llegamos a la descuidada casa, que estaba a media cuadra de la mía. Ella aceptó ir con tal de lavar la ropa, engañar a sus padres que la pasó en casa de la rompechompas, que era tarde etc. Quintanilla vivía solo, era un tipo loco, jubilado, intelectual aficionado, voyerista, viejo, mañoso, abandonado por su mujer e hijos, y que por un plato de chifa, no andaba tan bien de plata, te prestaba alguno de sus cuartos si querías estar con alguna ninfeta.
Pensé deberle un plato de chifa. Pero al llegar a la casa nadie abría. ¡Mario!, ¡Mario!, grité. Pero nadie abría. Nelly estaba riéndose. Estaba a la expectativa de qué iba esta vez a hacer. No era posible bajar el ritmo. Me subí por el techo. Entré, le abrí la puerta del estacionamiento. Y ella entró. Eres un loco, estás completamente con el cerebro rajado, comentaba muy dispuesta a continuar el plan.
Ahora había que entrar a la casa, encontrar el agua, detergente y lavar su ropa. Pero, ¡desgracia!, como diría Ciro Alegría, las puertas interiores estaban cerradas. Solo había una opción, entrar por una más pequeña que ofrecía un espacio en la parte superior. Salté como un gato a tomar el borde. Luego subí. Todo estaba oscuro. Caí al otro lado como un saco de papas. Solo había un montón de objetos viejos. Era un depósito, una celda que no conducía a ningún lado. Abrí la puerta con algunas heridas en los brazos. Ella me fue a auxiliar.
-Me saqué la mierda- comenté. Y ella me dijo que debía ir al médico para que me vean.
El sol iba cayendo, las baldosas del patio estaban sucias, no había agua, todo era seco. No había nada blando, ni una colchoneta, nada. Sólo polvo sobre el piso que comenzaba a entibiarse por los primeros rayos del sol. Ya eran las once de la mañana.
La besé sobre el piso, ya estaba metiéndole la mano detrás del pantalón. Otra vez protagonista de una porno, supuse. Herido, maltratado, luchando, ahora ya estaba otra vez al borde de un deseo, el tema más aburrido y sin argumento. Cachar. Pero, ¡desgracia otra vez!, tocaron la puerta. Al fin, Mario, pensé.
Pero no, era una mujer muy extraña. Mirada impersonal, vacía, sin intriga, sin destino, que usaba un vestido azafranado. Preguntaba por el extraño Mario.
-Ustedes quien son- preguntó
-Sus amigos, y usted-
-Su amiga.
Estaba detenida en la puerta. No se iba. Pensaba no sé que.
Sin avisarle, le cerré la puerta.
Pero a los dos minutos volví a abrirle y seguía allí.
- Estamos ocupados- le indiqué. Pero dijo
- No se preocupen, lo esperaré.
- Pero estamos ocupados. Ella insistió.
- No se preocupen, hagan lo que tienen que hacer, yo esperaré sentada. Y la hicimos pasar al patio. Yo besaba a Nelly y la mujer sin importarle nada sacó su tejido amarillo. A Nelly le tocaba las tetas, e intentaba un coito. Y la mujer seguía tejiendo. Una y otra vez. La rompechompas no paraba de reír. Era obvio que se trataba de una situación irregular. Yo tampoco. Es que era muy extraño todo eso. Una figura que ni al más creativo hongo del surrealismo se le había podido ocurrir. Una pintura de Magritte. Nosotros en el piso besándonos, revolcándonos, riendo, y una mujer impertérrita, como en otra escena, pero sin paredes sentada frente a nosotros, a medio metro, tejiendo en una silla.
Penélope está buena, pero un poco vieja, la analicé. Sus piernas eran demasiado blancas, no inspiraba. Claro que ya pensaba en un trío. Pero en medio de la ocurrencia apareció Dios.
¡Dios mío, hijos del pecado, se van a ir al infierno!
Ese alarido aún resuena en mi cabeza. Era la vecina que desde el frente podía ver todo lo que sucedia en el patio del no muy reputado Dr. Quintanilla.
Nelly le dijo a la vieja, ¡calla concha de tu madre!
Cosa extraña. Era el medio día. Nelly dice. Me tengo que ir, Mis padres me van a matar. La tomé de nuevo, pero entonces sus ojos se voltearon, comenzó a templar, cayó al piso y comenzó a morderse la lengua. Era epiléptica. La ayudé, si, la ayudé, despertó a los pocos minutos. La tal Penélope seguía tejiendo. No existía. Y al verla bien le dije. Estás enferma.
Poco a poco Nelly despertaba. Soy epiléptica, me dijo avergonzada. Y yo le dije, y yo eléctrico.
Entonces se me ocurrió algo. Que Nelly era de mi especie. Una esperie rara en extinción, y que hacerle el amor habría sido un tipo de incesto. Es cierto que btraicionó a su mejor amiga al irse conmigo. Pero era afinidad. No amor.
Le dije.
-Te llevo en taxi a casa. Era la última idea.
-Estoy sucia.
-Ven -le ordené- Tenemos un plan.
-Habla-
-Diremos a tus padres que tuviste un ataque de epilepsia y que yo te ayudé. Que para cruzar la avenida era difícil cargarte. Caímos al piso. Por eso estabas sucia.
Así fue. La llevé en taxi a su casa. Su papá pagó la carrera. Luego me dio algo de dinero para que regrese a casa y muchas gracias. Pensé en la palabra Verniossage, barnizado. No, no estaba barnizado en arte. Estábamos barnizados en lodo y caca. Y me dio suerte. Si. La caca da suerte. Nunca pensé que sus padres me lo agradecerían. Sencillamente creo que aquella fue una noche perfecta.

martes, 5 de julio de 2011

Cielo azul estrellas de mango

Quiero ser un policía de tránsito, mover los brazos y permitir virar hacia arriba, volar o subir los edificios, superarlos y perderse entre las nubes. También pueden las ánimas atravesar las paredes y no hacer caso la luz verde, siempre que sean lo suficientemente invisibles para no confundir al contrario. Martes que venciste al lunes, esta vez me convenciste.
Los charcos de Lima me hacen tan propicia la palabra casa. Cosmopolita e inmensa, me entrampé en la Javier Prado antes de hora punta. Los árboles y los edificios, los kioscos y los diarios decantaban el tiempo fino y con rutina. Entiendo a la arena del reloj cayendo. Armonía. Sin apuro y con el mundo recién conquistado, era tarde lluviosa y metafísica.
Llamé a mi buena amiga. Esta vez no hablamos de política ni de su recién nacida hija. Cine francés, menú del día. !Katy!, me recordó hace unos días, era ese martes su aniversario de recién nacida. Una llamada fallida. Una segunda y tercera. Contesta mierda. Y que vas a hacer en tu día. Esa noche iba de gira. Una cena en la embajada egipcia. Una noche sin Nefertiti.
Caminé rumbo a casa soñando. Los parques que tenía a la vista eran mi sueño. Soñaba lo que veía. Pensé en las gotas colgando de las hojas, y lancé una de Pat Metheny. Me hablaban cosas que no me importaban, escribía. Un gato perdedor caminaba cobre el parquet.
Y la recordé, a la otra, cuando en esos años escapamos corriendo del chifa. Ella usaba su abrigo rojo. Le gustaba poner las manos en sus bolsillos. Yo le daba risa. El país a la deriva, una noche me dijo que no me quería. Ya lo sabía. Me enteré al esconderme bajo su cama. Sus primas llegaron de sorpresa y estaba follando con ella en su cuarto. Leí sus amorosas cartas a su amor. No era yo a quien se dirigía. Me rompió el corazón debajo de su cama, entre las medias sucias y las zapatillas. Leíamos a Shakespeare. Y escuchábamos every summer night. Y ahora recuerdo, era invierno. Como hoy, invierno fallido.
Me escribió la otra vez. Estaba en Paris. Tenía dos hijos. Si lo que tuvimos fue secreto, sé que me empezó a amar cuando la dejé ese día. Y nunca más volví la vista atrás. Dije never more, como Gaugin. Pero ella se fue a Paris. Y yo me quedé en Tahití. Y nos olvidamos. Hasta que reaparecimos en el face, y no sé qué más pasó. Oh si, que no tenía sueño. Le sugerí dormir oliendo a mangos. Creo que estaba un poco Gaugin ese día. Y me preguntó de los mangos. Y el azul de la noche se llenó nuevamente de mangos fosforecentes.
Las cosas discurren como el día. Las calles están cubiertas de vida. El loco se ha puesto traje y corbata. Le molesto diciendo. Que te crees , ministro de economía? Lejos, más bien en el este, un tipo se cambió de nombre. Es Alamo Day está su otro día. ¿Es que son ocho días por semana?
Llegará uno de estos días. Sé que nada está perdido sino todo ganado. Amar la vida no es un misterio. Es crear como un verano o un invierno.
Si los lunes pesaba el asfalto los martes mucho menos, es más, ese día se fundó la vida. I got a feeling.

lunes, 4 de julio de 2011

A LA INTEMPERIE

Los lunes son días para estar vencidos. Imposible una fórmula que nos propicie un buen lunes. Porque los lunes son resignación e indiferencia, rebeldía y materialización. Solo queda, entonces, someterse al callejón oscuro de la fatiga, flojera y al aburrimiento absoluto.
Pero lo peor de todo es que los lunes todos estamos a la intemperie, condición única para conseguir, estar desnudos pero firmes. Nada justifica detenerse. Nada imposibilita los torpes pasos de la naciente tortuga marina acosada por las sombras mortales de las aves a su cruda espera. Pero ellas, entre la espuma, la corriente, ciegas ante la inmensidad, solo saben ir adelante, ignotas de que solo algunas podrán llegar a eso que se llama vida.
Lunes. Cuando es sincero el silencio, sin pitos ni vivas, ni escenarios. Eres tú contra la vida o la vida contra ti.
Uno sale y que queda. La caspa, las ojeras, los derechos humanos. la calle es el triunfo pleno de uno, la calle es el lugar preferido para los asesinatos, la calle es donde levantas una puta o donde te haces el valiente. Es donde no puedes llorar, aunque lo anheles. la calle es de los hombres, y donde los maricas vestidos de mujeres aprenden lo que es ser hombre, aunque les metan tantas veces la pinga.
Lunes es el hogar que se cierra al cerrar el último la puerta. El aire empozado de la casa vacía determina la muerte de los artefactos, el agotamiento de los cepillos y la risa formal de los parquets en desuso.
Lunes diáfano. (Solo para limeños) Hoy llovió en Lima, pero el aire puro no purifica, sino propicia densas indecisiones, la música perdió el valor equivalente al run run de la refrigeradora.
Y lo peor: ante la imperturbable tranquilidad, el gato maullaba por salir.
Lunes de viandantes. San isidro. Ladeando, interponiendo, apurando. Autos, vendedores de sándwiches y de diarios. Unos luchando por la supervivencia, optimistas, claros. Otros cejijuntos y con calzoncillos impecables.
Pero todos ansían no la prosperidad, la grandeza, estar en la historia. Todos quieren que llegue la hora del refrigerio, o bien estar en la cocina, en el restaurante, en sitios protegidos. Por eso es que el Perú se va volviendo un país de cocineros. Qué ironías del destino.
Es el primer oasis de la semana. Los burócratas hacen descansar sus culos después de cuatro horas en la silla. Hasta hay pintores que pintaban con ragúes o aliños.
No hay forma de esquivar los lunes. En todo el mundo es lo mismo. Solo queda empezar de nuevo, trotar, correr, motorizar, volar, alunizar y pulverizarse en ese plasma que somos.
Lo que nadie sabe, no obstante, es que lunes es precisamente lunes por que a algún genio se le ocurrió ponerle a esta maldita fecha ese duro comenzar a sobrevivir, cuando los obstáculos nos llevan contranatura al filo de las definiciones, donde nos vemos obligados a reagrupar nuestras partículas en uno mismo, como si uno fuera solo eso. Una unidad. No, yo soy todo lo que veo, algo de Beatle, boxeador y truán. El que da una moneda y cobra dos. El que perdió la cabeza y la recuperó con creces. Soy el que escribe, el que habla.
Educado por esta moledora llamada Lima, no se por que el dolor no me duele. No se por que los de la ciuydad somos y seremos siempre los chicos malos, el forastero odiado en la ciudad extraña, el que dijo que eso no dijo. Imbéciles, como si algo de esto nos doliera.