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viernes, 25 de febrero de 2011

LA MUJER DE JORGE MITHOS

Es viernes y sus pasos recobran cierta elegancia. Se pone el reloj mirando de soslayo hacia la puerta semiabierta que encuadra a su mujer sentada al centro de la cama. ¿Te vas?, eschacha decirle. No le explica. Obviamente lo que en ese instante ocurre en sus pensamientos son de absoluta confianza de ella. El cuarto arroja cierto aire schwarkopf. Huele a plástico arrugado, reciente, a Saga fallabela.
Si, su cabeza está negra, pero entusiasta. Debe salir. Necesita desesperadamente aconsejar. No. Necesita estar dialéctico, políogamo, multigrado, disimular su sudor y nerviosismo, Mejor fingir el nerviosismo en el sauna.
Su mujer sabe que es viernes. Prefiere no saber quien es. Jorge Mithos o Hécate.
Puede ser que esté conversando con Atila, se habrá puesto su túnica bengalí en Efesios para ver a Pablo o tal vez necesita convencer a todo un pueblo de que es bendito. necesita fundar una religión. Una sexoreligión tal vez.
Poder.
Quizás esté intrigando en la trastienda o simplemente arrimándose a su secretaria en el piso 17 de Panamá Repiblick donde gerencia la unternhemen.
Es Jorge Mithos. 62 años, noventa kilos, cabellos y cejas negras, teñidas, sin verguenzas, muy oscuras. Tendrá la misma cara cuando muera.
Está en Turquìa esta vez con la toalla en la cintura. Conversa del futuro mostrando los testículos. Pasa la felina.
Vamos a la cámara seca, sugiero.
Adelante.
Sospecho que es invertido pero no se lo digo. Le gusta conversar en seco.
Noto que no suda. No resisto más, las gotas de sudor forman un charco en mis pies. Jorge Mithos no suda.
Exclama, no soportas demasiado en la cámara seca, me dice.
Y d epronto me da un sentimiento fáustico
Pienso en la mecánica del miedo, en la mecánica de los tranvías y barcos, todo tiene su lado oscuro y mecánico. La mecánica es fría y el amor, que es el amor, finalmente un asunto de presión y temperatura. Tal vez solo somos eso y nuestro amor es más grande que nosotros por que nuestra imaginación es divina.
Jorge Mithos habla con Apolo y Tirisíade. El sabe lo que ella siente.
Colchón le dice, "están dadas las condiciones para una segunda llegada de Jesucristo y será ac´pa en Perú".
Jorge Mithos bebe otro vaso. Cristo no está en mi lista de grandes, nos impidió ser.
Entonces le pido que me preste a su mujer. ha dicho que tiene unas piernas fabulosas.
Con todo gusto, dice, mostrando su consecuencia de pensar.
Jorge Mithos, experto en sistemas, conoce el sistema bancario. No podrìa decir que es un buen hombre, no lo creo, pero es el tipo de personas que prefieren ser necesarias.
El muchacho se acerca.
Es suyo un carro plomo pregunta a Jorge. No.
Nissan, insiste. No.
Una señora pregunta por usted. está en ese carro, dice que es su esposa.
Dile que no estoy. No, mejor dile que si estoy. Que espere si quiere.
Pasan dos horas. Sigue en lo suyo. Hablando.
Tal vez ese dìa sació su incontinencia verbal, Tal vez su mujer sabe que está buscando algun chiquillo olímpico o quizás tan solo espera con sus pantis negras y vestido gris, segura de que su esposo le llevará otra vierbes a otro chico olímpico, dotado y bien bañado.

martes, 22 de febrero de 2011

PERUSALEN

La vergüenza ha pasado a segundo plano y pienso, más bien, en un pollo a la brasa, jugoso, rebosante, nacionalista, en un cebiche soberano, inquietante, previo. Obstaculizo mi mente, hago un esfuerzo mayor, se extrapola, me desintoxico de ideas, y mientras Wagner y sus Valquirias, Chopin, Shakespeare y Vargas Llosa, finalmente, han sido pulverizados en mi lucha diaria, aparece pleno, gordo, como una mosca verde que constela sobre una caca, el torrente ideológico encarnado en Peluchín y Mónica Cabrejos, diciéndome en mi terrible pesadilla: “Somos libres, seámoslo siempre”, mientras que más allá está Jaime Bayly corriéndose la paja, esta vez de verdad y de rabia, al ver a Vargas Llosa recibiendo el Nóbel. Es cuando el periodista recibe una llamada de Alan para visitar su departamento. Vaya premio consuelo. Bayly sabe que con Alan no se pueden hablar realmente de grandes cosas. La razón es una. Está demasiado tropicalizado y tiene fama, eso si entre los grandes, de choro.
La peruanidad no se ha agudizado, por el contrario, se ha hecho roma, de jebe, es más gelatinosa y líquida que la mirada de una puta, y puede caber en cualquier molde de repostería.
Yo haría un molde de respostería en forma de Perú y pondría gelatina. Luego ese tendría un ganchito atrás y pondría a los niños cantando no another blick in the Wall sino bombardeando a Machu Picchu con los de Green Peace encima.
Es que no exagero. En este país todo es explicable, todo tiene un porque, no se hizo algo por las siguientes razones. Y vamos esperando 450 años por la represa de Majes Sihuas, todos los políticos piden de mentira la pena de muerte, y Alejandro Toledo que debe haber sudado mucho al no reconocer a Zaraí, pese a eso, en un desprecio o ignorancia absoluta a los peruanos que el detesta, pues como dice Bryce, es el peruano de mierda que todos llevamos dentro” se atrevió a postular a la presidencia de la república no una, sino dos veces, con el aval de Estados Unidos que, evidentemente, ya lo perdió.
La señora Clintonm, seguramente al ver tantos casos que derriten por completo a la diplomacia norteamericana diría, OK, estamos jodidos, que se enmierde todo y punto. Y salieron los coliformes, siendo Fernando Rospiglioso la mejor expresión de una excresencia latinoamericana, bien formada por Moscú, y alimentada por oenegés capitalistas.
Camisas sueltas, mostachos espesos, expresiones urgentes, perfil revolucionario, algo de Malbhoro Men, o habanero fusilero de los 50. Quería ser otra cosa, un héroe entre ráfagas de metralleta, un coronado por la historia. Hace unos días fue desenmascarado como un topo informante de Estados Unidos, onegeta sin cabildos internos, en fin, un maldito travesti, envidioso de Ollanta Humala, el cachaco que quiere hacer el sueño imposible de una historia que no más defiende.
El enemigo de la policía, esclavo marxista y moscovita, intelectual vestido de periodista, revolucionario de escritorio e intriga, finalmente fue a la entrega de Humala a Estados Unidos, más creo que por una envidia secreta, al no poder el, con su intriga permanente, llegar al enfrentamiento frontal con el sistema.
No solamente le doblegó la historia, sino que en su reciomposición moral tras la caída del Muro de Berlín y la Perestroyca, sino que un soldadito mesianizado por su loco padre, pudo más que sus reuniones sindicales en ambientes fluorescentes de rostros brillosos siempre en actitud de sabotaje.
Lo que algunos llaman maduración, ver las cosas claramente, ser pacientes y alturados es mas bien cobardía, la misma cobardía de los economistas de lustrosos carteles y poca identidad para vaticinar la caída absoluta del dólar, hecho que estaba tantas veces escrito de manera razonable, soldadicia de los bancos de inversión que no por ellos, sino gracias a esa especie de acobardados economistas, engañaron a lo Carlos Manrique a todo el mundo sin nadie que tenga el atrevimiento de soltar que eso pasaba.
Eso no solamente es el mundo, especialmente de eso se trata el Perú, cuna de luminarias mundiales, extrañamente asociadas a esta política tan brillante que no ha dejado nunca una oportunidad al mayores inversiones, por limites de endeudamiento del FMI, a la educación.
Si, claro, comprendo que esto es un poco acaloradio para ser tomado en serio, pero me pregunto si en realidad se agotarion todos los esfuerzos por ser más competitivos.
Me pregunto si con tantos miedos Alan García pueda dos veces decir no a quienes el desprecia y, lo peor de todo, sonríe amenamente, disimulando, pues inteligente es, el desprecio de la mirada fría de sus , disque, socios norteamericanos.
Viva Estados Unidos, revelador con los Wikileads, de lo que somos realmente, de la inefable cobardía y lascitud permisiva con la que se mueven estos chicos de banana republic ideales para poner de jueces de cortes imaginarias de poderes vinculantes para antojadizamente manejar a naciones que se dicen soberanas.
Yo sostengo que ser derecho si da plata y poder, no es una creencia, es una convicción en arreglo a una ley de mercado. A menos oferta, mayor precio. Y acá la oferta de tipos derechos ha hecho crac.
Pudiendo robar en grande, estos riban el pollo, nunca a la pollería.
La antisocialidad es cada vez inocultable en mí. Puedo de una vez vomitar. Necesito un periódico ya. No, una universidad. No, solo necesito pararme en la esquina y ver a una anciana inmisericordemente robada por una pareja de jóvenes, sin que muchos de los testigos que la rodean hagan nada. Eso es el Perú.

sábado, 19 de febrero de 2011

UNO MENOS

Se trataba de salir a hacer calle con un mito. Yo aparcaba en esos tiempos en El Nacional. Oscar Vargas "chapana" dirigia el dominical. El "chino" Domìnguez nunca me trató como "niño" inexperto. Para él siempre había una posibilidad de encontrar a alguien detrás de la apariencia. Ese era su secreto.
Fuimos a entrevistar a un médico medio loco que operó al velocista cubano Juantorena, una celebridad en Cuba. El tipo era siniestro. Su clínica abundaba en telarañas y paredes mohosas. su quirófano mal trecho y con aire de baño, daba esperanza no obstante a los obreros sin seguro, que perdían accidentalmente dedos, orejas, narices. Dl dr. "Dedos" pegaba uno a uno los capilares con espíritu orfebre.
Los pobres volvían al trabajo.
El chino se divertía de la historia, obviamente llena de color. El médico sacó un Habana Club debajo del escritorio, luego prendió un puro Cohimba a al "chino" . Descansa amigo.

viernes, 18 de febrero de 2011

VALKIRIA

Las Valkirias trataban de salvar su tierra. Estaban allí, entre los muertos, recogiendo a los héroese exánimes en la tempestad inacabable. Tempestad inacabable.
Para los enamorados un teléfono apagado es un huracán en la nocturnidad. Para el poderoso la rempestad inacabable es dejar de eyacular sin ser más el más buscado por todos.
Los he visto en su soledad. Tratan de disimular el vacío. Quieres ser poderosos pero no pueden. Seguramente volverán... pero cada vez más heridos.
Para el imbécil la tempestad es darse cuenta de que, al final de su vida, fue un imbécil pensándose astuto.
Pero hay tempestades reales e imaginarias. A veces se tratan simplemente de un químico. A veces de mucho más.

No se de que se trata la que he visto hoy en mis sueños de media tarde.
Había una mujer pobre llevada a un cuarto de adobe. Ella fue conducida con engaños a un corto pero seguro encierro. La mujer, aún joven, con una túnica negra o tal vez marrón parecía acostumbrada.
Luego le echaron fuego. Brazas de fuego y fue encerrada.
Cuando el celador tuvo arrepentimiento de lo que estaba haciendo, abrió la puerta con la máxima de las compasiones. Ella estaba aún vestida, pero humeaba su ropa por todos lados. Sn duda llevaba muchas partes quemadas.
Luego entra, sin saber bien como ni de donde, un perro mediano, blanco y chusco, lanzándose sobre el tobillo de la mujer. La muerde.
La mujer llora del tremendo dolor que le ocasiona la mordedura, y ahora presumo, sobre la piel quemada.
Luego le pregunta el portero.
- Quieres salir? Salvate!
La mujer hace una negativa con el rostro. No no desea salir.
Cierra la puerta y se supone que la mujer muere calcinada.
Se iba con ella una maldición. Se iba la causa mayor de sus problemas.
Mañana será otro día y volverá a sonreír. Tal vez se trate de su verdadero nacimiento.

IMPORTANDO UNA REFLEXION IMPOPULAR DE CUSCO

Magnífica reflexión impopular de mi broderario Pablito del Valle, que desde su vagar interminable en su trabajo de Cusco, dispara la más cruel y realista mirada de esa bazofia contrita del Corpus Christi. El Pablo dice que le encanta lo popular, y yo creo que si, pero mas bien la estética de esta fealdad, pues claro, a quien le gusta el olor a axila y pezuña de estos colififormes que comen, duermen, defecan y DEFIENDEN A DIOS Y A LA CULTURA. !Que triller!

"En fin, en Cuzco es Corpus Christi y yo siento un poco insoportable los grupos de borrachos en las calles a plena luz del sol, toda esa ficción de comunicación entre risotadas y comidas típicas que coloridas, son infalibles para inundar las calles, y no es que lo popular no me ilusione, me gusta, es sensacional pasear por el mercado Casccaparo al amanecer y ver todas esas lechugas brincando al suelo y que las pongan en montones en sacos sobre la espalda, pero esos señores de terno azul que recrean hoy día la vida institucional cuzqueña con sus jerarquías y prestigio social de esa manera vocinglera, me sumergen en el más profundo de los distanciamientos, y siento que son unos desgraciados amantes de la repetición, tan malos como cualquier otra cosa mala que quepa en el mundo estos funcionarios que comen chiri uchu, al pobre cuycito en el hermoso sol de la mañana del Corpus Christi cuzqueño. Y siento que al terminar del día debía generarles a todos un vacío interior del carajo, pero sucede que no, que están dispuestos a hacer conversaciones idénticas cada Corpus, cada noche en que el alcoholismo se ceba en todos nosotros".

CURRY

El Bunker fue mi refugio. Tuve el tino de dejarlo todo. Pudo parecer un escape, pero no fue así. No había más alternativa que desaparecer. Como Matías Pascal. La ventaja de desaparecer, ahora pienso, fue que al volver no es que uno vuelva, sino aparece. Convertirme en una aparición fue lo gratificante de alejarme definitivamente.
Decir nunca más fue y es una constante en mí. No por resentimiento o aburrimiento sino porque sucede simplemente.
El Bunker era pequeño, estrecho, muy acogedor. Tenía listones de madera en el piso, una barra pequeña en forma de S, un mostrador con muchas bebidas alcohólicas en cuyo fondo había un espejo, un gato de chifa dorado que dice ven con el brazo, y una foto de mi viejo y fallecido amigo Jean Dourojeanni , quien estaba en algún lugar, con sus 80 años, gafas oscuras, saco verde, corbata rosada y turbante sunita.
La barra tenía un vidrio en el medio en cuyo fondo había estampas de diversos países que conocía, fotografías y cualquier objeto absurdo que se acomode a mis apetencias.
Las sillas, diseñadas por mí, eran de metal con respaldares de alambre de construcción que dibujaban antojadizas figuras. Los asientos eran simplemente unos tablones forrados con espuma y yute negro que quedaban bien con las paredes verdes, naranjas , amarillo ocre o azul prusiano.
La música que se escuchaba era la que me gustaba, jazz, rock clásico, y temas de belleza inequívoca.
A uno grupo de pacifistas españoles que seguramente ven con vidriosas miradas aprobatorias a Sendero Luminoso o al Sutep desistieron de entrar por el nombre que evocaba los fortines secretios de los nazis o sátrapas, en general.

La dueña de la casa era una bruja vieja que a sus 80 años usaba botas y paraguas si lloviera o no. Ella me creía un pan de Dios y que la juerga desatada dos o tres noches por semana eran cosa de mis empleados. Mentiras, era yo mismo el causante. Una noche la vieja apareció en bata en el bar mientras era todo un jogorio. Le agradecpi su llegada invitándole una coca cola que no aceptó. Su bata era blanca, me parece que de algodón. Gritó desesperada y casi deseé que le diera un infarto. Fue una anécdota muy divertida que contaba un amigo de Inglaterra.

Una noche me atreví a matizar el ambiente con un mambo de Pérez Prado.
Era un clima experimental donde algunas veces venían los enamorados en busca del privado, donde se sentaban en cómodos cojines en el piso, se fumaban en el narguile que me obsequió Roi, el israelí que tenía la agencia allá abajo en Procuradores, y que solían pedir pisco sour de maracuyá.
A veces hacía sándwiches de pollo, castaña, mayonesa y curry, otras veces ensaladas extrañas. Se comía bien, siempre a la luz de las velas.
Pero lo que más me gustaba eran las mañanas de lluvia que desde el cálido interior mostraba la calle Arco Iris en una cuesta empedrada que formaba ríos de un sonido que era lo único que podía interrumpir algún tema matinal.
Jamás escuchaba noticiarios, me olvidé de que era periodista, y hablaba solamente tonterías importantes.
Descubrí que se podía vivir sin todo aquello. Leía a Goethe, cualquier cosa menos noticias del Perú. Bebía, eso si, e iba en teoría de tumbo en tumbo.
Pero no quiero hablar de eso que es repetir lo que hacen todos los imbéciles que decantan su absurdidad en Cusco. No, yo solamente me acuerdo de esas mañanas, las 10 o 11 en tiempo de lluvias. El olor a casfé expreso, mi pan con jamón, mayonesa y curry, y los polos viejos que me vestían, cuando nkada tenía importancia, nada, absolutamente nada, excepto, vivir.

jueves, 17 de febrero de 2011

JABALINO Y OLEDOR



Chopin, chaplin, al pincho. Un universo acabo de toparme en el cromosoma mismo.
Nubla la estancia estelar con medias verdades que quieren ser derechas.
Los conceptos se agrupan en sentidos tan válidos como lo que figuramos ver en el caleidoscopio. Lima es un caleidoscopio. El rey del XIII mira como atrapado en una pintura de Giorgo de Chirico. Es de cristal. Chopin abre la vieja caja de música de mis encierros iniciales.

Es un reencuentro con mi cuarto año de secundaria. El profesor de arte era muy intenso y flaquito. No se por que duró tan poco tiempo. Un día nos puso a escuchar música clásica y al fin conocí a Chopin. El disco lo tenía mi padre en uno de sus cajones y jamás lo puso a sonar en la radiola.
Había que hacer tarea en grupo. Recuerdo este comentario que formulé en un papel. "Parecía la musica ir al infinito". Mi comentario lo dejé en medio y me fui. Era auténtico, exéntrico, nunca formal, pues no iba a precisiones como fechas o número de compases.
No siendo suyo, los muchachos, a lo mejor en el fondo lo apreciaban y no se atrevían a sacar esa subjetividad de sus entrañas, o tal vez, no habían hecho nada por que se trataba de un asunto resbaloso y de arte, y lo presentaron como suyo. Ganaron por ser la mejor apreciación y nadie dijo que fue idea mia aquel comentario. Fue una magnífica lección.
El profesor que parecía que no daba una en el clavo, por el contratrio, sorprendió llevando un sábado a las olimpiadas wscolares a la que era su novia. Era una mujer alta, setentera, peliroja, embutida en unos jeans que redondeaban sus muslos con decidida intención de calentar a uno. Sus tetas eran ambiguamente cubioertas por una cafarena negra. Cais diría que tenía alma de peliroja.
El profesor, tranquilo, con las manos en los bolsillos, ajeno a lo que era su novia, miraba con goce ese espectáculo de chicos que nos disparábamos a la vida, como olímpicos griegos que ondean su vitalidad en el llano discóbolo, futbolero, jabalino.
Era una hermosa mujer. Era la novia de mi profesor. Como me hibiera gustado verla un poco más. No se, olerle su calzón.

Pero solo recuerdo de esos días a Chopin ... y a ella. Considero que esto es lo que unos llamrían... una mujer sin importancia.

miércoles, 16 de febrero de 2011

A LOS QUE VIVEN MURIENDO

Nocturnidad entrometida, bromelia, que naciste desterrada y que mendigas un espacio en la ladera, que te arañas a la cuesta y soportas la lluvia, el viento, y que no te importa o no te duele tu belleza, tu, condenada a estar colgada, y jamás a dimanar paz del florero, o a auparte en ramillete matinal para el ornamento de jardines.
Condenada, pues, a estar atrapada, desafiando a la gravedad, a la triste gravedad, a pender, ya no en la roca, sino en la fresca vida, maldita ejecución la que te toca, una noche de gala, blandir tus momentos finales sobre los senos recientes de las muchachas que terminan la escuela. Mujer que miras la lluvia por la ventana.
Orquídea enloquecida -a decir de Spinetta-, es eso la tristeza, encomendera de la nostalgia, reto preciado del nunca más.
En que momento te cazó el diablo.
Pobre, otra Proserpina en los tiempos.

Escuchad a Chopin en su incandescencia helada, verde, difusa... a la intemperie. Vamos todos a la intemperie constriñendo.
Hoy, aquí, ahora. Quizás Colchón esté en la quietud momentánea despidiéndose de sus paredes, a lo mejor esforzándose en la cocina por llegar al punto a ese cappuccino. Noche de verano, pero algo fría, poco recomendable para lanzar ese cK en la fragancia auténtica de uno.
Otros estarán viendo la televisión olvidando, pasando, mitigando la pérdida de un ser querido, y alguien puede animarse a ir a un spa romano en los extramuros de la ciudad para un reencuentro defensivo.
Imagino ir caminando por la avenida costera y que detrás de la niebla de anoche seguían trabajando las grúas puerto, la estiba, el cargar y cargar, que es el sustento de la desdicha.
Escucharé mil veces a las Nocturnas de Chopin, especialmente el Opus 9. Vaya, que culto había salido. No es así. El cau cau es rico, lo clásico es lo clásico.
Escuchad la soledad en la soledad. http://www.youtube.com/watch?v=tV5U8kVYS88&feature=related ...Chopin

Conocí un poco a Polonia, la tierra de Chopin, y hasta crucé el Oder, frente a Viadrina, atravesando el este de Alemania. Recuerdo poco antes haber estado en una montaña tapada por los abetos y la nieve. Escribí en la blanca nieve... "he recuperado la mirada perdida".
Chopin. Si, me llega al pincho el auspicio de la cultura a este desierto de paz donde veo a mi niña forrando sus cuadernos. Ella es todo mañana. En la tarde hizo unos brownis con la medida exacta y le salió algo pequeño, pero perfecto, crocante por fuera, tierno por dentro. Pura dulzura.

Ojalá todos los niños a quienes no quiero les vaya tan alegre como a esta pequeña que no canso de mirar en su inmensa pequeñez.

Veo las baldosas sucias, descuidadas, los balcones arrepentidos y las puertas de fierro blancas, las calles recien asfaltadas, y el morir reciente de quien muere tantas veces y no se atreve a lo que ya debería.
Pienso en las risas instantáneas, gruesas y de adentro, esas que contagian pero que en realidad están hechas de amargura y disimulo. Disimula papá, disimula.

Ayer ella disimulaba. La muchacha contaba que fue asaltada, cosa que no se si creer, y que leia en el internet las mil formas de comunicarse con los muertos. Lo buscaba en internet.
Debió querer mucho a ese tipo, ella casi lagrimea recordándolo. Le dispararon y "no era mi novio sino mi amigo", dijo la muy mentirosa.
Pienso en la televisión encendida, en esa caja medio dañada que solo da tres colores, azul, rosado y verde, donde todas las cabezas se ven verdes y los cuerpos rosados y los pies azules.
Pienso en la lluvia y la tristeza del dueño del bar Gypsi, que sonríe y pocos saben que su madre agoniza y que morirá en poco tiempo.
No, no es sencillo describir esta nada. Mas bien me pregunto si el calor de los hogares no son también un poco una ficción que nos protege de ese espasmo o angustia de nuestra verdadera área de triunfo. La calle. Tengo cráteres en el alma, como la luna, y son los que vieron los que llegaron a la luna. No, no fue un momento feliz. Justamente Norman Mailer describió los cañones y cráteres de la luna diciendo que parecían restos de "alguna angustia del cosmos".
Soy un tipo de calle, un sujeto que ha hecho muchas cosas, pero igualmente, esta noche escucho a Chopin, y brindo por los que todos los días viven muriendo, pero que están condenados a seguir existiendo. Un kisscurt a su nombre.

jueves, 10 de febrero de 2011

ANHIDRIDO CARBONICO

Cuando uno piensa las veces que le han dicho no a uno podría llegarse a considerar un exceso de autoestima o falta de vergüenza no haber optado por el suicidio, el solipsismo o la bebida.
Los “NO (s)” que uno va recibiendo en el camino son proporcionales, no obstante, a esta dicha de vivir y poder, por ejemplo, una tarde aburrida en la lluvia, cojerse el pellejo y darle de tumbos a uno y otro lado de la cama hasta la eyaculación, precoz o prolongada, con la fantasía, ¡que cinema ni 3Ds! de follarse mentalmente a quien se quiera.
Sí, usted discreta, ok, no es como si fuese real este acontecimientoonanístico y de una intimidad cada vez más supuesta, ¡quien no se echa una paja!, pero tantas veces la vida nos dice no, que el si va por dentro, o es más, por oposición matemática el si va de por medio, todo los positivizamos, al extremo de quedarnos con la esperanza, aun pensemos en que así se llama, -la llamaría locura- de una vida eterna o un poco más allá.
El de Rojo ha recuperado la existencia al poner fin a sus aspiraciones panamericanas, cerrando de cuajo las escotillas de sus narices inacabables a la cocaína, increíblemente enfrentando su pequeña existencia a la de una potente y cargada naturaleza. Esta vez él le dice no a la cocaína, y me preguntyo las preguntas de postmant o “diler” que a diario le llevaba la dosis.
El de Roijo llegó, ustedes ya saben, a Cusco en avión. Traía dos maletas de fibra, una violeta, otra celesta, exactas a las que se ven en los aeropuertos arrastrando jubilados suizos, que van por semanas a una travesía tercermundista.
Las maletas les fueron confiscadas por Albert, el chamán español, a quien tanto le hablé a Colchón, quien aceptó hacverse cargo de El de Rojo. Albert ha hecho su ecoaldea en un lugar perdido de la selva, lejos de Cusco, un paraíso en una quebrada escondida de difícil acceso, pero no muy lejos de una urbe tropical donde la lluvia atiborra las exclusas en torrentes ciudadanos que nose esconden a su casa a jugar ajedrez.
En vez de maletas, el español que todo el día mastica y apesta hojas de coca, le prestó en Calca, donde su mujer alemana alquila una casa en el campo, una mochila, algo mucho más ergonómico para el caso, pues subir a Madre Selova, como se llama el hábitat silvestre de Albert, implica escalar por senderos resbalosos cubiertos de vegetación, cuando no serpientes, cukis u otro tipo de hormigas.
El de Rojo come sano hace más de un mes, a veces arroz y quinua, comuda en las antípodas de sus delirios concuspicases, o comilonas de grasa, sal y condimentos que acostumbraba de vida. Trabaja hoy llevando calaminas, martillando clavos, levantando puertas, para edificar o mantención de la casa de madera que Albert viene haciendo en su bosque de la Madre Selva.
Esto le ha llevado a bajar de peso, 10 0 12 kilos, calculo, pero no obstante, me pregunto en ese fango de ideas, trucos, atajos y mácula irreprimible, que ha sido el tropismo mental de El de Rojo, si es que va haciendo en sus entrañas una agenda de proporciones similares al de su genio y figuiraconsuetudinaria. “Es que Albert tiene un ego enorme”, me comentó en una de sus bajadas, y restó méritos a lo que venía haciendo el chamán por el, claro a 40 soles la noche.
El de Rojo concluyó que el método de sanación del español era taoísta, es decir, hacer sin hacer nada. “Finalmente yo soy el que me estoy curando de las drogas” me aseguró.
El de Rojo había roto palitos con Albert ante su inesperada negativa de brindarle 15 soles para que pase la noche en el pueblo donde bajan de cuando en vez.
Sospecho que El de Rojo ya ha visto el negocio de sanar a drogadictos llevándolos a una cárcel en la selva de la cual no se puede escapar, y me parece bien.
El español no es alguien en quien agtribuir los valores mundanos del bien y el mal, aunque me temo que más es bien, al ser una criatura arrastrada por el cosmos y burilada por su karma. No sé si son verdad los rumores de que elespañol le arrebató las tierras donde ha hecho la ecoaldea a otro chamán. Si es verdad, me atrevería a decir que El de Rojo es un extraño castigo.
Séque hubo entre ambos chamanes un intercambio de despachos negros.
No sé si Albert habrá tenido buena puntería. Me dicen que Jorge, como se llama el chamán A, murió de una cirrosis dinamitera. Si es así, llegamos a la rara experiencia de que El de Rojo lejos de estar en pleno proceso de sanación, es un instrumento divino de venganza de Jorge, el chamán que no contesta el teléfono y que raramente cobra su ventaja con el paquete t+oxico que le llevó El de Rojo, quien se purifica como el anhídrido carbónico secuestrado por las hojas del bosque en su inacabable reciclaje al oxígeno.
Creo que debemos obsequiar a Albert un millón de dólares, sinceramente. Tal vez así terminen sus penurias. ¡Y si El de Rojo le ayuda a esto! No, no seamos tan idealistas.
Lo que me temo es que con sus aspiraciones neocoloniales, el de Rojo decida en algún momento salir de caza, no como castigo de Dios, sino como revancha de la historia.
¡Ostia!

EL SECRETO DE LOS INCAS

Sin duda Cusco paga algo, y se mantiene para recordarnos la maldad de Dios. El pago es cruel, ha degenerado las miradas de sus moradores, sucios, chatos y con caspa en la ssolapas. Los doctos del Poder Judicial, periodistas o paseantes, son generalmente insignificantes, mozos envejecidos, casi mascotas que pueden llevarse a cagar al parque, mientras que las arrendadoras de casas o cuartos, no hablo de Ada y familia, sino de las viejas principalmente que llevan esa palidez extrema de planta ornamental guardada, son una miasma u escupitajo de tuberculoso en su pocilga de mal morir.
Pienso en los cusqueños, en el ignorante superado, pero que nunca superó a sus antepasados incas, sino que viven condenadon a vivir de por siempre bajo la sombra de una cultura que desconoce por su malformaciòn educativa y anímica, y me viene a la mente sus miradas amarillentas, sus narices sin capilares en los aleros nasales, gente que no estornuda ni piensa que se junta como cuyes en esas pobres y cuchitrilezcas picanterìas de Nueva Alta donde declamaba un gran actor sin ser entendido.
!Que miedo uno de esos guìas de turistas, profesores, o comunistas chauvinistas que beben hasta la esquizofrenia epiléptica! Asi beben. Asi son. Lo dice el caballero. Un amigo de la DEA dijo, que maravilloso es el Cusco, lo serìa aun màs si no habrìan cusque´ños, dichos ea de paso, sanguijuelas, roba gringas, zafios, seguros de no se que, siempre y cuando estèn en grupo o en posiciòn ventajosa.
Cusco es una desgracia por que está llena de cusqueños y la maldición es que estos son diametralmente opuestos a un mínimo de también cusqueños que tienen en si el progreso y la mirada hacia adelante. Verdaderos señores, casi lo mejor del paìs, que a lo mejor como efecto antibiòtico nacieron en ese caldo de cultivada mediocridad.
Ahora entiendo por que los incas hicieron su central imperial en Cusco, por que solamente allì habìan la suficiente cantidad de imbéciles capaz de cargar entre varios las pesadas piedras de Sacsayhuamàn o Machupicchu. Se ahora que los incxas si eran de Cusco, pero se rebelaron a su estulticia inveterada.
Puedo decir que hay cusqueños con el rostro iluminado y otros que simplemente son chatarra humana.
Por eso es que veo con placer la llegada de cientos o miles de extranjeros de Lima o del mundo exterior adueñándose de sus calles, casas, mujeres y dinero, pues los cusqueños, no sabiendo administrar tan cultural urbe andina, no hay por qué desestimar el llamado de la UNESCO a declarar dicha ciudad patrimonio de la humanidad.
No siendo la mayoría de cusqueños humanos completos, pues no ejercitan su cerebro, debemos de considerar humanidad a todo aquel que si aprecia y despierta ante la magnífica mitología metamorfoseada, creo yo, en su rarísima arquitectura, obviamente lograda en una mezcla clarísima de audacia inca o pre inca, (lo mismoq ue hoy), y un larvado esclavismo que aún persiste.
A esta ciudad ha llegado ya dos veces Colchón Celada, y han sido llegadas de diversidad anímica, cosa rara, pues el tío aparece siempre cuando yo o él se va, y por eso nuestros cruces han sido decisivos, ràpidos como ràfagas d emetralletas dialècticas de inequìvoco color como esos kisscurt de night before.
Vara apariciones de Colchón. Como esa vez en la que, después de divertirse esquivando o matando al de abajo, reapareció y bebimos algunos jugos de piña y naranja en el Yajuú, frente al templo de la Merced, ¡de arquitectura tan barroca y ampulosa! Lugar de mis explicaciones de por que le dije que se divierta en el álgido momento que se encontraba.
Si se trata de una posesión, mucha de esta se ha fragmentado en esa licuadora de demonios que es la paz de la calle Ataúd, pues no hay que olvidad que la muerte también es un problema para la muerte.
Le presenté esa noche al dueño del bar Ukukus, u cusqueño maravilloso que solamente por su terca forma correcta de ser, no se declara de otro lugar. Tito Roa, el propietario del extraño bar atiborado de ángeles, duendes y artefactos, es un loco de certificada probidad, a quien una vez estando el desesperado torbellino de la depresión, al darse cuenta de que no se pesentaba tan guapo, le aconsejé destrozar su bar, y lo intentamos después de un lleno vibrante, una gran noche, arrojando muebles y sillas para todos lados.
Creo que esto le ayudó mucho. Esa madrugada, recuerdo, estando el ambiente ya vacío después de una noche de harta juerga, el Ukukus era un cementerio de borrachos, y que no obstante aquello su mente vivía a 300 por hora con pensamientos similares a las horrendas expresiones de las mascaras que adornan su antro, y que le hormigueaban en el nervio donde fluye la desesperación y locura.
Yo le dije.
-Permite escucharme de cabeza.
Y me paré de cabeza den el mueble mientras él hablaba sus penas.
-es para entender mejor tus ideas- le propuse.
Tito no dejaba de hablar mientras aquel torrente de angustia recibió la compañía de un triángulo de luz del día mostrando los listones de madera de un piso trajinado.
- No le gusto a mi mujer- bramó con el noveno apleton.
Y le aconsejé tirar las bancas sobre las paredes coloreadas.
Lo hicimos así unos 15 minutos en medio de sus gritos y los de su mujer que estaba seguro de su pérdida de la razón. Tito no pudiendo más, en una célebre partida donde al fin ganó la sinrazón, se fue corriendo de su bar, libre, molesto, soberano de sus angustias.
A los dos días lo vi y me dijo.
-Fue lo que necesitaba.
Y me invitó una copa.
Espero que se lleve bien con Colchón que amenaza con trabajar en dicho bar. Creo que la química puede ser tan perfecta como el sueño a la vigilia.