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lunes, 29 de octubre de 2007

El agente me decía 'perucho' de mierda mientras me pegaba"

ESTA NOTICIA SE PUBLICA EN EL DIARIO EL PAIS DE ESPAÑA EN LA FECHA INDICADA MAS ABAJO. LA INTOLERANCIA Y EL RACISMO CRECE EN EL MUNDO, O SIMPLEMENTE AHORA SE TRATA DE UNA NOTICIA DE MODA. PROXIMAMENTE PUBLICAREMOS LA NOTA "MATRIMONIOS INTERRACIALES", PUES NO TODOS SON RACISTAS. EL RACISMO SE PUEDE VENCER VIENDO EL LADO POSITIVO DEL OTRO. EL RACISMO ES UNA MINUSVALIA DE TODOS LOS TIEMPOS A LA QUE SOLO QUEDA COMBATIR CON DECISION, ASI COMO HACER TODOS LOS ESFUERZOS POSIBLES PARA HACER REALIDAD LA INTERCULTURABILIDAD.

La Fiscalía de Madrid abre diligencias por el caso de un menor de 14 años, que denuncia racismo, brutalidad policial y detención sin motivo en una comisaría de Vallecas
VICTORIA TORRES - Madrid - 29/10/2007


"Me soltó todo tipo de insultos mientras me pegaba: perucho de mierda, sudaca, te voy a dar la paliza de tu vida". Y así durante el cuarto de hora que duró una manta de palos en la que, según ha dicho una testigo a este diario, parecía que aquel agente le iba a matar. "Yo no opuse resistencia ni le contesté, no podía", relata Jorge, de 14 años, nacido en España y de padres peruanos. Tras la paliza, el menor fue detenido y conducido a comisaría donde, según su testimonio, prosiguieron los golpes y los insultos. Durmió en dependencias policiales y salió en libertad casi 24 horas después. Su delito: conducir un ciclomotor sin casco y por una acera y huir de la policía. La Fiscalía de Menores ha enviado este caso de posible agresión policial a los juzgados de Plaza Castilla. La Jefatura Superior de Policía achaca las lesiones del menor a una caída de la moto.
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Ocurrió el pasado lunes por la tarde en una calle corta y estrecha del distrito de Vallecas, Benavargosa, junto a la M-40 y al parque Lineal de Palomeras. Eran las seis y Jorge iba con su amigo, también llamado Jorge, también de 14 años y también español, montados en el ciclomotor que le acababan de regalar justo ese mismo día. La moto tiene, según su padre, Miguel Rojas, un empresario de la construcción que lleva 18 años afincado en España con su familia, "todos los papeles en regla". Permiso de circulación, seguro... todo, menos la licencia de conducir ciclomotores, que su hijo "no tiene todavía". "Le he regañado por su error, cogió la moto sin mi permiso, cometió una falta de conducir sin carné y no lo va hacer más, pero no por eso merece esa paliza", asegura Rojas.
Una patada en la boca del estómago
Jorge, que está en 3º de ESO y es un "buen estudiante, tranquilo y nada violento" según su padre, conducía la moto sin casco porque, como sólo tenía uno, se lo dio a su amigo, que sí lo llevaba puesto. Él iba a entrenar y su amigo a recoger unos libros cuando, a menos de una calle del polideportivo, el chico se subió a la acerca para acortar. "Era un tramo muy corto, no iba ni a 20 por hora", subraya Jorge. "No lo tenía que haber hecho pero lo hizo. Unos agentes de la Policía Nacional en moto a los que mi hijo no había visto contemplaron su mala maniobra". Y salieron a por ellos, "a toda leche". "En una curva, uno de los agentes se choca con un bolardo y cae al suelo". Mi hijo escucha el ruido, se vuelve, se pone nervioso, tira la moto al suelo, tienen miedo, salen corriendo...". "Pero a su amigo lo cogen los agentes, y él se vuelve a ayudarle y a entregarse". Entonces, "sin mediar palabra", el policía tuvo el accidente "le propina una paliza" al grito de "perucho de mierda, sudaca, delicuente, hijo de puta extranjero que vienes aquí a joder, cabrón". La somanta de palos comienza, según Jorge, con una patada en estómago que le tira al suelo y le deja casi noqueado, sin aliento.
"Me tira al suelo, me da patadas, puñetazos, me tira contra un coche, me arrastra 15 metros hasta la acera, me pone bocaabajo, me pone las esposas y me sigue golpeando e insultando. Cuando ha terminado, me pide la documentación y me apaga el móvil", asegura Jorge, que calcula que duró 15 minutos, durante los cuales él no dice nada ni opone resistencia. "No podía", asegura el niño. Mientras, su amigo está también tirado en el suelo bocaabajo, contemplando la terrible escena. Pero a él no le pegan porque, según el padre, "le tocó el policía decente". "Más de 20 personas lo vieron, tengo dos dispuestos a testificar", asegura el padre, al que le hubiera gustado que alguien lo grabara para poder defenderse mejor. Además de los insultos y los palos, Rojas acusa a los agentes de falsedad: "A la gente que había en la calle les dijeron que mi hijo y su amigo eran delincuentes que había robado una moto, pero es mentira". Con los dos niños todavía en el suelo, "piden refuerzos y llegan tres coches de policía", les suben en uno y los llevan a la comisaría de Portazgo. Son las seis y media.
"Allí no me dejan hablar con mis padres ni con mi compañero, siguen los insultos y las amenazas y una agresión más de otro policía que no había visto antes sin venir al caso", explica Jorge. "Por vuestra culpa un compañero está en comisaría y encima tú eres un sudaca de mierda", le dijo aquel agente, que añade: "Suerte que os han tocado mis compañeros. Yo os habría matado". Mientras tanto, sus padres intentan verle desesperadamente, pero no les dejan, "está prohibido". Es más, también sufren amenazas. "Me dicen que me caye, que recuerde que soy emigrante y que me pueden quitar la residencia. Pero se equivocan porque soy español, tengo la nacionalidad, " dice Rojas, todavía con la angustia en el cuerpo. Pasadas las ocho de la tarde, ve que sacan a su hijo, "que cojea y se queja, por la puerta de atrás para llevarle al Grume (Grupo de Menores) en Canillejas". Rojas logra tras mucho suplicar que un doctor vea a su hijo, que ha estado más de dos horas en comisaría sin atención médica.
Asustado, indefenso, nervioso
Los agentes le conducen al centro de atención primaria Federico Montseny, donde le remiten al Gregorio Marañón. Tampoco allí puede ver a su hijo, porque los agentes le conducen a la puerta bajo coacciones. A las 12 de la noche, el niño sale del hospital y le llevan al Grume. "Nos cuentan que es tarde, que no hay fiscal ni juez de guardia y que está detenido y que tiene que quedarse. Mi hijo ha dormido en una celda sin saber por qué", subraya Rojas. A Jorge, al que acusan de conducción temeraria y de resistencia a la autoridad, "le sueltan a las dos de la tarde del día siguiente". "El fiscal de menores quería archivar el caso porque era una chiquillada y porque no hay antecedentes, pero ve las heridas y le pregunta a mi hijo, que le cuenta que le dieron una paliza". La Fiscalía de Menores ha enviado el caso a los juzgados de Plaza Castilla para que abran diligencias previas e investiguen este caso de posible agresión policial. El padre ha buscado un abogado y van a presentar una denuncia ante el juzgado que asignen al caso.
Como consecuencia de la tunda, el niño sufre varias lesiones como un esguince grave de muñeca, traumatismos en las rodillas y en la espalda, a la altura de las costillas. Todavía le "duelen las patadas" pero, sobre todo, tiene, miedo, mucho miedo. "Estoy asustado, me siento indefenso, me pongo muy nervioso cuando veo a una patrulla, me cuesta dormir por las noches", confiesa el niño, que desde entonces duerme con su hermano, de 16 años. Su madre le acompaña al colegio y su padre lo recoge. "Tiene pesadillas, está en tratamiento psicológico y ha estado tomando antiinflamatorios toda la semana", dice su padre, que añade: "Se ha traumatizado, es un crío, y su amigo se ha traumatizado aún más de ver cómo le pegaban". Preguntada por el caso, la Jefatura Superior de Policía ha explicado que dos menores peruanos conducían rápido por la acera y sin cascos. Una patrulla les da los luminosos y piden ayuda. Acuden dos agentes en moto y el ciclomotor hace una maniobra para que caiga la moto. Un menor huye y otro es arrestado. Así, la policía achaca, en las diligencias del caso, las heridas del niño a la la caída de la moto, al tiempo que subrayan que también hay un parte de lesiones del agente. Y de los insultos ni hablamos.

domingo, 9 de septiembre de 2007

DESINFORMACION

La desinformación está boyante, diaria, saludable, y sin fisuras, y en todos los medios, cosa que no me molesta en particular, porque conozco que muchas veces se trata de una forma de minusvalía moral, aunque me dicen que el malestar de los periodistas es una papa caliente que ni la sospechan los propietarios o amanuenses de primer grado.
Pero en este caso comentaré la desinformación, claro que con una finalidad inútil, filistea y baladí, ya que se que en estos paisajes ultramarinos, reino de fracasados del viejo continente, carlos manriques y emperifollados de tercera, es inútil consagrar la vida a cambiar lo secularizado, ya que las habas se seguirán cociendo, y las papas seguirán quemando, y la miasma seguirá flotando. Es decir, los rojos seguirán siendo los rojos, los liberales, lo seguirán siendo, dejando la vanguardia a los homosexuales, a quienes ni deploro ni destaco.

martes, 21 de agosto de 2007

TERREMOTO: REPORTERA DICE EN CAMARA, NO ME ACERCO AL MUERTO POR QUE APESTA

La comentarista del canal nueve dijo en cámara que no se acercaba al lugar donde hallaron un nuevo cadáver por el olor. Alvaro Ugaz y Juliana Oxenfor, no se dieron cuenta del dislate, mientras la indignación me llevó casi hasta la contorsión. Me pregunto que si así como se toma examen a los futbolistas según su record de pases, atajadas o goles en el campeonato, ¿No sería correcto que a los periodistas se evalúe por sus primicias, anticipaciones o capacidad innata de brindar ángulos diferentes de la noticia? Eso sería, siempre y cuando en los medios la realidad tenga al menos la importancia de un excusado portátil en un festival de caballos de paso. La pregunta es cómo corregir el silencio. Comencemos por la metáfora.
Si una cosa aprendí es que el cirujano no debe tener miedo a la sangre, el político al olor a axila, y el periodista a los hedores de la podrida realidad, sobre todo cuando EL OLFATO, -y esto es metafórico si me lee algún ingenuo-, es su mas importante arma de trabajo.
El periodista de calle, que es el periodista investigador, debe aprender a crear al instante códigos de relación con sus informantes, y leer las dudas, mentiras, o alegrías, en el modo como dan la mano, en el temblor de sus pupilas, o en sonrisa, pues las hay de todo tipo. Y nuestros políticos distan de poseer sonrisas profesionales. Siempre están mal manejadas, con excepción de Luis Gonzales Posada, que dificilmente se ríe en cámaras, a diferencia de los líderes norteamericanos, como Bush, que son tan artificiales que uno de sus mejores presidentes fue un actor de Holiwood. Reagan.
El periodista no tiene el tiempo de un recolector sistemático de datos que se la pasa buen tiempo en el café haciendo el planteamiento de preguntas de un cuestionario, que antecede a un burocrático análisis multivariable. Esa rapidez, pienso, son los reflejos de los cuales no puede carecer ningún reportero, sea gráfico o escrito.
Alguna vez he estado en una comisión con un gráfico que por temor a que se la roben, ocultó su cámara mientras discurría una balacera en el peligroso barrio de la Victoria. Se que es injusto decirlo, pero tal vez en ese instante, por proteger a su cámara, el reportero se perdió la mejor imagen de su vida.
Paradójicamente, a mi amigo Esteban Felix, hoy fotógrafo de AP en Nicaragua, le ayudó mucho que se le arruinara la cámara en plena selva, precisamente cuando de manera clandestina estábamos agazapados tras las ramas viendo imágenes prohibidas del Ejército entregando armas a nativos asháninkas. Y digo que fue importante que se le arruinara -mas piña, cambiaba de lente cuando una piedra que levantó el helicóptero rompió el espejo- pues solamente así sintió ese ahogo de estar en el valle mas peligroso del Perú, el del río Ene, sin ningún instrumento para poder registrar las imágenes obvias en esa selva plagada de senderistas, militares y narcotraficantes. Recuerdo la cara de esteban, su aspecto osuno se replegaba en un gesto de aflicción, capaz de conmover al mismo demonio. Pero se repuso lleno de ira y con mucha suerte consiguió que un amigo del Pronaa le preste su cámara, con la que Esteban volvió a la pista a tomar fotos menos obvias. Le hablé de una historia recogida al vuelo en la noche. Un sacerdote franciscano, muy pobre y con una vida de leyenda. Decían que se la pasó cincuenta años luchando contra los secuestradores de niños asháninkas, que una vez hubo plaga de otorongos a los cuales hubo de batir a escopetazos, también dicen una noche que Sendero Luminoso le quemó su misión. Esteman me siguió hasta la entrada del río Tambo, y verlo ya era un espectáculo. Llevaba la sotana desteñida, y cosida con mas remiendos que las uniones originales- Sus manos eran una escultura de Guacometti, nudosas, recias, gastadas, con las que tomaba de los hombros a dos ashámimcas mellizos, abandonados por sus padres. Esteban perdió la foto de la entrega de armas, pero fueron estas últimas, las menos obvias, las fotos que lo llevaron a ser elegido como el mejor por World Press.
Naturalmente, en ese viaje, ni a Esteban ni a mi nos pareció tan apestoso, pues es obvio que el sitio tenía el inequívoco olor a muerte.

sábado, 18 de agosto de 2007

TERREMOTO ULTIMO MINUTO. LA GENTE SE DIVIERTE

Viernes 17 de agosto, 48 horas después del sismo. Casino Atlantics en Miraflores. La fiesta de los que siempre están en la buena vida.


Estas chicas no solo estan contentas, quieren parecerlo mas. Una de ellas es una ex Miss Perú. De presentarse nuevamente al certamen ya no diría que lee a Vargas Llosa y García Marquez. Diría, suponemos, que el vino sabe mejor cuando hay ambiente de muerte.



De acá a un tiempo, con la tragedia de Ica, las cosas de último minuto se han puesto de moda. No solo me refiero a los informes noticiosos, naturalmente con pepa de último minuto, sino a al colectivo, que ya no hace un solo acto que no sea a último minuto. Comencemos estas observaciones, que no son por supuesto críticas, pues a último minuto, como dice correctamente Jorge del Castillo, no son apropiadas habiendo la flébil tarea de contar los muertos y ayudar a que no hayan mas. Pero siguiendo con esta manía mía de analizar la generalización del último minuto, la ministra de Comercio Exterior, que suele aparecer a diario a declarar con la expresión de actriz que se seca y mira al mar, esta vez anunció, a último minuto, su desaparición de las cámaras.
Me encontraba en casa haciendo lo que todos, viendo las noticias de último minuto, cuando una llamada, que siempre es de último minuto, sacudió el teléfono. Mi mujer, a quien no he incluido desde hace tiempo a mi club de fans, me llamó para decirme que era mi amigo, el fotógrafo Eric Dañino. Era un evento nocturno. Si, si, claro, etc dije sin creerme que iría.

Inmediatamente después, me di con otra llamada, que era otra invitación de último minuto. Esta última, mas que invitación, fue un recordatorio de último minuto de una anterior invitación que a lo mejor se suspendía por la circunstancia. Yo la había descartado inicialmente, pensando en que si a último minuto suspendieron las clases en las escuelas, y si a último minuto, a Alan García se le dio en Ica por hablar como español a la prensa ibérica, por que no me iban a suspender la fiesta de Coco, un amigo que es colega sociólogo. A último minuto, me enteré que la reunión de amigos no iba a ser suspendida. A ninguna de las invitaciones dije que podía ir, aunque en el fondo deseaba decir si. Pero había que esperar. Es que no podía ser que haya un solo acto programado. Mi presencia debía ser a último minuto. Y claro, incapaz de negar esa tendencia, aparecí en ambas invitaciones a último minuto.
Y a último minuto me vi en el segundo piso del casino Atlantic, en el cruce de Benavides y Larco, con una fiesta en la que había clima de tono findeañero en trasatlántico. Solamente faltaba la esposa de Hugh Grant rebelándose al marido, como al final de la película de Polanski “Luna de Hiel” y alguno que otro vomitando sobre el gorrito, aunque si vi unos chaperones que no son asunto de esta. Era una reunión de amantes del vino y la buena vida. Había un montón de amigos periodistas que como yo, a último momento, y cebados por el pisco, se olvidaron de esa nostalgia secreta que nos produce el no estar allí, en Pisco, en Ica, entre los escombros capturando trastiendas. No, no estábamos allí. Todos estábamos en otro lado, sonriendo, mirando el cuerpazo de esa chica a quien contrataron con su banda a cantar canciones en inglés. A último momento, me acordé que era periodista no de laboratorio sino de verdad, y deambulé por las lluviosas calles de Miraflores rumbo a mi segunda reunión a la que, a último momento, decidí no ir ya que, también a último momento, me di cuenta que no debía estar allí ni allá, sino que, en medio de la tragedia, lo mío era ir a la máquina y comenzar a escribir sobre ese otro terremoto que amenaza con venir. La indiferencia.

jueves, 16 de agosto de 2007

TERREMOTO EN LIMA, TRAZOS

TERREMOTO EN LIMA, TRAZOS Los supermercados Metro están por toda la capital. Venden de todo, y son el área de compras de rutina de los limeños. Incluso, algunos suelen ir a estos a pasear. Eran las 6 de la tarde y pico, cuando comenzó a temblar la tierra. Las botellas de aceite se resistían a seguir la ley de la gravedad, y las coca colas cero también. El estruendo de cientos de miles de objetos rozándose entre si era infernal. Las colas eran grandes, pero de pronto se hicieron fluidas. Las cajeras abandonaron sus puestos. También el supervisor. Nadie quiso llevarse los bultos sin pagar. Y si alguien lo hizo, fue por la impotencia de no tener a quien abrazar. Fueron todos a la playa de estacionamientos en un campo abierto donde algunos oraron, caminaron en círculo, u otros se quedaron simplemente en silencio. Pero el denominador común era un signo de pánico en todos los actos...Mi madre vive a unos tres kilómetros de casa, casi nada. Ir en coche a buscarla pudo durar una hora. Los embotellamientos eran espectaculares. Estábamos muy impresionados de ver durante los dos minutos del fin del mundo esa enorme luminosidad detrás de las nubes de Lima. Nadie nos ha dicho exactamente que fue, ni de donde vino, si la luz salió del océano o cayó de pronto un meteorito. En Tingo María, céntrica calle de Lima, la gente corría. Me recordaba un poco los días de los coche bombas de Sendero. Esto era peor. Lo mismo sucedía en Miraflores, y en Surquillo. El café Haití, uno de los mas famosos de Lima, por tener sus mesas en la vía pública, y donde te enteras de todo lo que no dicen los diarios, trabajaba normalmente, aunque el comentario era exquisito. Cuentan que en el policlínico Grau, las enfermeras abandonarpon a los pacientes despavoridas por la tembladera. Debió ser espectacular el movimiento oscilatorio de las botellas de suero y, sobre ella, las miradas desesperadas de los pacientes, incapaces de moverse. Los vecinos que nunca cruzaron palabras entre lo hicieron esta vez, y se conocieron. Y el presidente Alan García, que ya caía a fondo en la impopularidad, salió en mensaje a la nación, con mangas de camisa, chaleco de lana. Estaba trabajando. Los taxistas o no te cobraban nada por llevarte, o de lo contrario ponía una millonada como precio. También hubo los que no sintieron nada al estar viajando en una nave vieja.Los ajustadores de seguros partían a hacer un recuento de daños en Ica, la Almería peruana, Meca de los agroexportadores, la que le quita el sueño a Chile, donde termina el gaseoducto de las reservas de gas a California. También allí está la planta de acero mas importante del Perú, y es el departamento mas próspero del Perú -desempleo cero-.Seis horas mas tarde del seismo, un amigo suizo ,e llamó algo desesperado. El vive en Cusco. Me dijo que no podía hablar con su familia en Ica. Los teléfonos estaban colapsados. Volvimos a la edad de piedra y hasta se me ocurrió lo útil que podían ser las señales de humo.Al día siguiente en el mercado, el tomate subió al doble. Claro, las carreteras estaban colapsadas.Mis hijos vieron todo como en una película, y estaban asustados. Mi hija se encontró con su amiga de colegio en el mercado quien le confesó que lloró. Ella le dijo. "Nosotros nos fuimos al parque".