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domingo, 28 de agosto de 2011

CARLITOS, ANODO, NO CATODO, AMIGO, BUEY. NOS PARTISTE EL CORAZON CON TU MUERTE

Es un mail borroso, tan impreciso como lo eran sus horarios. No de Miami, donde Carlos vivía, sino de Barcelona, donde se le estimaba.
Es un rótulo en la ventana hotmail diciendo simplemente ¡Carlitos!
Nuestro amigo eterno de la U, Superman, me anuncia su muerte. Lo demás es una mierda, como diría Szyzlo, ¡un escándalo!
Al parecer fue un derrame cerebral, injusto final para alguien que más era piel e instinto que pensamiento especulativo. Y pues, si había pensamiento no importaba nunca. Como sí su instinto, bondad, humanidad.
Y porqué esta apología al instinto. Porque de él nace la gracia, el humor, la amistad, el amor, y no de los cartesianismos asustadizos, tan de moda, legitimados en nombre de un mañana hipócritamente descrito, adosado de una interminable clasificación de riesgos.
No. Para Carlitos no habían riesgos ni imposibles. El podía conquistar el mundo desde su espacio mínimo. Se que ya había viajado a marte dos veces, pero no pensé en esta empresa de pasar la vía láctea. El no tenía fronteras. Sus metas se replanteaban a diario. Trabajaba de ballet parking solo para idear nuevas proezas. Si me dicen que era irreal. Pues sí. !Y qué! !Tu may!
Con algo de infinito e inmortal, la sensación que tengo es de que nadie contaba con su muerte. No era candidato a irse temprano. Siempre fue impuntual.
No sabíamos de su urgencia para adelantarse a la muerte. es que todos llevamos vidas paralelas con nosotros mismos. Y tu Simmel no sé qué hiciste para que no nos diéramos cuenta.
Ahora que lo pienso, Carlitos, que me regaló hace poco un libro de la Conspiración Bilder, vivía o malvivía en un océano, me figuro, cargado de indiferencias. Separado, con una hija que veía poco, tal vez se encontraba muchas veces de noche en la cocina comiendo algo acompañado por una mosca revoloteando. Y nadie más. No lo sé.
Era inmortal. Como los dos policías que jodían todo el tiempo en The Long Good bye de Raymond Chandler, quienes al final de la obra, después de morir casi todos los personajes, seguían mirando traseros en las esquinas.
Porque Carlitos divertía, su andar tranquilo, sin ambiciones, su facilidad para mentir, sus maravillosos autogolpes a sus iniciativas más férreas, como cuando decidió ser buen alumno en la universidad, propósito que le duró no más de una hora, interrumpido por mi idea de aventurarnos en un viaje por la selva en los días que mataban gente a cada rato. lo recuerdo, a nosotros, un cúmulo de imbéciles chapoteando en las aguas del río Perené, ignorantes de que el MRTA nos apuntaba entre los matorrales con sus AKM.
Era un SÍ extremo y constante, que seguro, con el decurso de la vida y sus inflexibles reglas se supervivencia, socialidad, sufriría el ser mutilado por los horarios, el rostro hostil de la vida, los sentimientos que te obligan a ser derecho, es decir, quebrándote por amor. Desde luego no lo soportó un día más y por eso se atragantaba de lo que sea. Pero aun así, en sus visitas a Perú, cada vez más frecuentes, era evidente que quería volver. Por qué él era ánodo, y no cátodo, mezcla y no pureza, imperfecto, o mucho menos, e inquietaba saber de él, pues como cómic o drama, siempre estaba entrando o saliendo de algún lío nuevo. Y vaya lío en el que te metiste.
Y ahora que lo veo, pienso francamente que me encanta esa gente que entra y sale de líos, esos que no pueden explicar lo que hacen, por que en verdad nada se puede explicar como pretenden algunos, ya que incluso la más perfecta argumentación posee inflexiones que muchas veces son consideradas ataques subalternos del que las descubre, siendo, en fin, todo lo contrario.
Cada quien con sus castillos de naipes. Carlitos no los buscaba. El era el mago y no el naipe, el absurdo y no el equivocado. El mayor, no los galones, el que desestimó a la codicia que te convierte en otro, para ser simple, amable e inocultable ciudadano que se gana el pan en un resort de Miami, el que daba el paso a los autos cargados de amancebados.
Por eso fue risible cuando supimos que fue "hombre al agua" de un yate, ya que solo imaginar su caída libre –previa al despido- era un accidente tan absurdo como su eficiencia, demostrada cuando fue a Marcahuasi, hace poco, partió con los amigos, dizque con más experiencia en estos trajines, pero cuando estaba a mitad de camino -horas- se le escapó el burro con los víveres y la carpa. Y pensó morir ese día.
O cuando en otra noche fría, en la serranía de Canta, sin maderos con que calentarnos, recuedo que nos congelábamos, y Carlitos desapareció en la oscuridad regresando a los cinco minutos con la solución en sus brazos. Varios troncos, lo que festejamos con rones y bailes alrededor de una soberbia fogata, hasta que una visita de los del otro campamento nos aclaró que carlitos los había robado, generándonos un problema que lo debimos resolver a nuestro estilo, con matonería pleistocena, espantando a los que se esforzaron todo el día cortando leños. es que éramos los tipos, un puñado de gamberros con mucho desenfado, a lo mejor hasta peligrosos que queríamos pasar una gran noche.
Carlitos, el mismo que fue detenido y obligado a hacer ranas por los soldados porque se olvidó que había toque de queda cuando Lima era bombardeada por Sendero Luminoso, era también el chismoso irreprimible, el de las gafas de falso nerd, el de camisa de franela rojo y azul a cuadros, el que dijo que nunca abandonaría el país después de ser rechazado diez veces de Estados Unidos, y que se fue a la primera vez que pudo.
Estudiante eterno, mujeriego fracasado, amó a muchas, a otras y a cualquiera. Es que era el un cualquiera, pero nunca un estreñido de sentimientos.
Anoche los amigos le recordamos con cierta alegría. A cada canción que chillábamos, algunos ocultando lágrimas, surgía su memoria. Como en Lucky Man de Emerson Like and Palmer, incluso tocamos sus tontos gustos pop de los setenta. Le deseamos un viaje tranquilo por la vía láctea. Y hasta le recomendamos seguir amando a sus mujeres imposibles. George, Iván, Coquito y el que intenta escribir, recordamos en ese consultorio maltrecho su emblema: tener buen corazón.
Quién -¡carajo!- en estos días tiene buen corazón. Pocos. Bebimos un Absolut, y comimos varias manzanas. Muchas (petición mía). Y cantamos, desde Alan O Day hasta muchos temas Beatles, como “In my life”, ¡un himno para ese encuentro!

Cuando en Contrapunto Huxley clasificaba a sus enemigos, “por su inteligencia”, a sus conocidos, por lo que tienen, y a sus amigos, por su aspecto, esta última es la medida justa a los mil porqués de elegir a Carlitos “Perro en Celo” como gran amigo.

Extraño es un decir que nadie, nadie en su familia nos consideró a nosotros, sus amigos de ultramar, los de siempre, a ninguno, como si se olvidaran de que este Carlitos “perro en celo” tuviese gente que le quería y amaba como era, y tal vez porque nunca le dieron la oportunidad de ser el mismo, porque a lo mejor no le dieron importancia a su vida, quizás porque le veían de broma, sin saber que la broma es prácticamente lo único que debemos tomar en serio en este absurdo que es la vida. Salud Carlitos, si puedes allá en el cielo te coges una belleza de pies dorados. Y si no lo haces, sabemos que nos dirás que fue toda una hazaña cogértela. Chao amigo, gracias por triunfar en ti y en quienes te queremos.

jueves, 25 de agosto de 2011

DONT STOP CARAJO

Ne me puedo imaginar las oceánicas de su mente. Deben surtir efecto allí los molinos de viento de Quijote, la logística del perno, tuerca, microcircuito hasta el alma mismo de silicio, ironía del microcircuito, que, dicen, ya puede pensar. Silicio o no, el hombre parece que vino dle mar, y qué es la arena sino silicio. Alguna ventana del cosmos se nos abre a algunos, esquizofrénicos, bipolares, anormales. Jobs es uno de esos. Sabemos que el fin es inminente, pero el aún está despierto y charlando, dicen. No es como Henmiway que hablaba de eso de convivir con la muerte. No. El muere dejandop mil años por delante. Cambió, como dicen, cioco veces el mundo, y lo úktimo fue el I Pad.
Eso me deja un mensaje. Que la presión no debe bajar mientras estemos vivos. Forcemos los termostatos, presionemos la ropa hasta que ceda la última gota. Jobs
a dejado un imperio en el camino.
Ni un cáncer al páncreas lo detuvo, pero el garrote le ha tumbado. Una vez más. Aple ha dejado al genio en su destino. Pero su ilimitada intención me deja la pregunta de porqué voy tan lento. Si no se puede parar. Si, Pepe Cross, acelera, empuja, rompe tu propia marca y no te detengas. Don´t Stop Carajo, Don´t Stop carajo.

miércoles, 24 de agosto de 2011

INJUSTICIA RADICAL: LA AMISTAD SOLO EXISTE ENTRE HOMBRES

Hoy conversaba con mi amigo Miguel. Le dije que fui un maldito hace poco. Me intentaron tomar el pelo y en respuesta fui verdaderamente duro. Los puse como pejerreyes en aceite hirviendo. Luego las cosas se enderezaron y salieron bien para mí. Pero me enfadé, me hinché y me harté.
No me gusta ser un carnicero, pero a estas alturas debo de reconocer que tengo talento con el cuchillo. Cada vez hago mejores cortes. Es más, hasta soy maestro en la acupuntura. Directo al nervio. Eso hacía antes, y aunque no lo crean, en nombre de la verdad. No permití decepcionarme ni de ellos ni de mí. Solo me aburrí y mandé al estercolero el poder y sus ventajas. Ahora ando un poco más tranquilo, puedo silbar por una calle mientras pasa el camión de la basura y considerar bonita la noche llena de luna. Pierdo el tiempo pensando y así ahorro tiempo porque mis dcisiones son más reflexivas. Pero los principios reflexivos desde el punto de vista utilitarista no funcionan con mis amigos. Mis amigos son mis amigos y mientras más sirvan para “nada” son mejores amigos. Por eso entre mis amigos están unos cuantos pobres, unos cuantos millonarios, unos cuantos inteligentes y otro tanto divertidos y sin mucha cabeza. Todos se parecen en algo, en que me caen bien y en que no tienen que ver con eso que yo conozco como cobardía. Desde el pun to de vusta nacionalista, aunque algunos no nacieron en el Perú, son más peruanos que esa mierda que llaman Chiriuchu o el cebiche. Por mis amigos hago causa y creo que son una magnífica causa.
Son muy diferentes a “los otros”. A esos de miradas resbalosas y de yo no fui, como diría Blades. No, mis amigos son gente respetable,por más equivocados que puedan estar. Por que así equivocados decidí que sean mis amigos y todos los demás si no les parece pueden irse directo a la mierda.
Claro que hay los otros a quien no queda más que tratar con las puntas, sea de la barbilla o de los zapatos. Por qué no miran con claridad. Porqué son siempre turbios, indecisos, cobardes.
No me gusta estar rodeado de cobardes, pero veo que este país hierve en estos. La radicalidad no existe, menos el principio ni la tolerancia. En verdad mientras más defectuosos mis amigos mejores. Me encanta de mis amigos vagar, tomar café, hablar del mundo, del arte, perder el tiempo ganando mundo. Creo que la amistad es el mejor invento. Y la amistad se gana en ma medida que uno se siente más en confianza para ser un crápula y gran puta. Y amistades grabdes como las de Truman y Costello, si que son grandes.
Lo cobardes, y eso es lamentable, tienen un poder absoluto. Son capaces de desmontar lo bueno para el país, para las familias, para los niños. Y reproducen el miedo en los siguientes. En los niños.
Pienso que esto es la democracia. Una democracia donde la mayoría de cobardes ganan. En amistad la democracia no existe. Y eso es lo bueno.
La cobardía y la envidia. Por si fuera poco tienen sus anexos: la insensibilidad al otro. No esa sensiblería ególatra de mostrarse como el más bueno. Meterse en verdad en un lío por otro, o mejor dicho, defender el principio así no estén otros de acuerdo con uno.
Veo a Ollanta. Lo observo. Llama a su amigo de locura y lo pone a la cabeza del Servicio de Inteligencia. Es seguro que con este experto antisubversivo elucubrará su noche de los cuchillos largos para poder gobernar. No le queda otra. Ojalá se quede con los mejores.
Pero sobre todo veo una amistad fuerte. Esa que no existe entre las mujeres. No. La amistad en verdad es de los hombres. Y por eso celebro esas noches juveniles cuando en mancha íbamos al billar a perder el tiempo por horas, jugando en pareja a la naranja, a la 9, si esa misma, con la fé en que ganaríamos, y ganábamos… siempre.
Si, la amistad no la podrán quitar las mujeres. Es la fortaleza, lo único que nos permitirá conquistar el espacio y el cosmos de la interioridad. Y tanta huevada… !al burdel!!!

martes, 23 de agosto de 2011

LA LEVADURA DEL ALMA

La bondad no es de los buenos. Es de los malos, ahora lo entiendo. Porque para actuar con bondad hay que tener esa claridad que solo afila la desconfianza y la mirada torcida de cuando se escapa de algún lío. Hay buenos de verdad y buenos por omisión. En realidad la mayoría.
No me gustan los soldados, psicólogos o periodistas de escritorio. Los prefiero en problemas, descubriendo los abismos, entre la ética y la no ética. Prefiero la gente con barro en las manos que los que se limpian con toallas todo el tiempo. Prefiero al Opus Dey que a la Teología de la Liberación.
Prefiero a los comunistas de verdad, por más estúpidos que sean, que a los tibios arribistas que no llegaron ni a ricos ni a pobres y condenan. Los anarquistas no me simpatizan, a no ser que no sean promiscuos. Porque si hay algo que detesto de alguna gente es la promiscuidad. Porque ser democrático y promiscuo es similar a hacer arte por el arte. Kirhs si sabe lo que hace.
Llegó el momento de ayudar a alguien. Y me tuve que pelear con medio mundo por asistirla.
No es que lo hacía por la persona en aprietos. Lo hacía por un asunto de deber. Eso no me hace bueno. Me hace malo. Porque pelearme con todos por quien no sé si me devolverá el favor no me hace tan bueno. Pero no imbécil.
Generalmente la gente buena es la que más daño hace por carecer de mundo. Son buenos por omisión en vez que por acción. De probar la acción a lo mejor no serían tan buenos, ni tan malos como yo, aunque de superficie. Serían malos de verdad.
Por eso es que me alegro que se oculten en la ética, las iglesias, los partidos y en la democracia. Porque si fueran en verdad lo que son, a lo mejor serían escupidos por tipos malos como yo, que no tenemos piedad de nadie y solo sabemos ayudar.
Tú fuiste una niña tonta que no me pidió ayuda cuando lo necesitabas. Claro, no te atreviste a decirme que me amabas. Ahora es un poco tarde para eso. No te hace feliz hacerte la dura. El pan es mas pan con levadura.

viernes, 19 de agosto de 2011

LAS CHICAS QUE FUMAN Y LOS CHICOS QUE SE ALEJAN

Las chicas recorridas fuman como Golda Meir. Lanzan bocanadas y adormitan la mirada como dudando. Pero mientras miran al pequinés masculino orinan la medida exacta, botando su olor. En realidad estas dudan poco. Hacen. Hasta que se estrellan.
Las chicas poco recorridas tienen ultrasonido, es lo malo. Sobre todo cuando aman y ya tienen todo controlado. Pero estas últimas ganan por que ambicionan ser felices. Y no solo llegan a ser felices. También son famosas y todas esas cosas.
Las chicas muy seguras son ambas. Pero las recorridas tienen muchas llagas y manchan el piso donde pasan. Con sangre. Las chicas más sencillas tampoco aman la cocina. Ninguna mujer ama la cocina excepto cuando tienen ganas.
La recorrida quiere ser una madre santa, pero a veces ya es tarde. Lauren Bacal nunca fue feliz con Marlow. No, no me gustan Bergman de Casablanca, ni los Bogart demasiado vanidosos. La variedad es múltiple. Encantado de conocerme a mí mismo es suficiente.
Pero no me disgustan ninguna de estas mujeres, finalmente son mujeres. Sólo que las veo y pienso lejos, como si las guerras fueran la última justificación para no estar tan cerca de estas.
Las mujeres recorridas son infelices aun tengan una casa bonita y unos chicos, siempre quieren ser infieles. No es suficiente un idiota tranquilo y bello. Es que son relativas. Es decir, medio putas en el fondo.
Amo los sís y los nós con o sin razón. Defeco sobre los productos de la observación. Mi mejor epistemología es la mirada y la voz en modulada sinfonía. Penetra más, enfada, duele, entornilla entre el hueso y la carne. Y ese es el don del hombre, a quien se le feminiza cada vez que se acerca, más, más, y más.
Pero no hay que creer en Tirisíade. Tanto. Creer es mejor que no creer, desde luego.
La otra vez murió David Carradine. Se ahogó. Una extraña forma de masturbarse… asfixiándose con una soga atada al cuello. Se le fue la mano a Kung fu. Pero tal vez murió al conocer los más hondos secretos del onanismo.

La chica infeliz quiere ver de nuevo sus raíces... sexuales, matinales, familiares. Fuma y fuma. Desea hablar. Pero se contiene. No puede dar una caricia a su madre. No lo desea. Siempre quiso estar fuera. No estuvo en sus planes ser una chica sencilla. Pero metió la pata. La vida te lleva a ensuciar la ropa. Maldice.
No puede ser que las cosas no sean relativas. Está en aprietos, reniega, surge su furia. Es subalterna. Ataca. Yo ya me fui lejos. Caliento agua, bebo un café y desacralizo lo que antes era sagrado, por que lo bello no es lo bello por ella, sino bello por que es bello. Hermosa mi garúa de LIma.

martes, 16 de agosto de 2011

NEXOS A LA INTEMPERIE

Hasta unas horas hace, no había tomado seriamente aquello que me decían. Pero si, en tiempos del twitter, los aceleradores de adrones, el cartesianismo de las mentes europeas, la revancha fría como la mayonesa de Asia, y la escena espantosa del reduccionismo humano, esa religión que ofrece el táctil mercado como puerta de salida, descubrí que Cusco sigue siendo, pues, tierra de brujos, que existen, que silencian y que aquellos -brujos- de verdad, desafían, aun vistiéndose de cultores de la lógica a las leyes que, y oh sorpresa, a todos los que osan verlos en las noches.
Están disfrazados, sí, de cualquier cosa que pueda imaginarse, abogados con caspa y sin caspa, profesores de matemática, funcionarios corruptos, turistas europeos o no, basureros y cambistas.
Los he descubierto sin querer, a lo mejor al someterme al vagar flotante al que se refería Borges, y lo peor, ellos se han dado cuenta de mi descubrimiento, no quedando más alternativa que enfrentar pesadillas y bajones, hinchazones de la cabeza y punzadas del corazón, como si estuviera por primera vez a punto de ser vencido, lo que obviamente me ha llevado al desgaste innecesario de defenderme y, si es posible, atacar.
Trato de arrancar violencia de mi interior, y me veo rodeado por estos seres, alados o no, pero que desde luego se la han pasado penando hace mucho tiempo, y en la medida que respondo a sus horripilantes aleteos con olor a amoniaco, esto me ha obligado a esa búsqueda de poder que desprecio, pero que me ha sido devuelto, cosa que no quería: someter a los diarios a mi antojo, un a metáfora de mi esencia que es ahora necesaria como mi mi esencia: desbaratar las capas de mentira, aún se trate de un quehacer infinito, sólo para que la verdad surja. Ahora veo que todo lo que me importa es la verdad. Debo ser un estúpido completo.
Y ahora debo hacerlo porque me siento atacado por algo, y la verdad y solo la verdad es el poder que puede contra todo tipo de conjuro, anatema, o disgusto de algún brujo o bruja enfadados.
¿Y he de describir a los brujos? Se de Martha. Ella comía muy poco y vivió cien años, la mayoría de espanto y dolor, porque fue arrojada de joven a un pueblo lejano, porque fue parida de la que fue una mujer altanera, objeto de las apetencias de un cura.
Aquella hija de altanera sufría su origen pecaminoso y no podía ser feliz. Se fue a una ciudad donde fue educada con esmero, llegando a ser una dama refinada que tocaba Chopin en los recitales y hacía presentaciones recitando versos de Espronceda. Hasta que, al igual que su madre, alguien se la tiró dejándola preñada. La vergüenza de estar embarazada y abandonada por un vendedor apuesto y avezado, la remitió lejos y a esconderse en las montañas donde dio luz a su hijo.
despreciaba a la gente que le rodeaba. Ca,pesinos decalzos que la miraban con odio y miedo. Pero ese pueblo la tomó de bruja desde que una tarde, tras ser cogida por un rayo, sobrevivió. Le pedían consejos, bendiciones, curaciones. Y lo hacía con una seriedad de ultratumba.
El pueblo tenía en sus partes altas unas lagunas extensas, hermosas y tan frías como la misma indiferencia. Le gustaba a ella visitarlas por las noches. Por sus caminatas de madrugada se levantaba tarde. En esas noches, en ese mundo de campesinos iletrados, esta dama se abría paso entre pastos crujientes, indiferente a las heladas, abrigada eso sí, contemplando el perfil de los auquénidos, acurrucados entre sí bajo la negritud del éter iluminado por una luna plata que enfriaba aún más las horas avanzadas. Martha recogía hierbas y con eso vivía. Se las tomaba en mates, las comía, pero antes las hacía secar sobre periódicos.
Una vez por error las puso sobre una imagen de Jesucristo crucificado que estaba en la vieja edición de un periódico de Semana Santa. Retiró apurada las hierbas y quemó el periódico, que al consumirse retorcían su negrura tizones rojos, de fuego, donde reaparecía estaba el mismo rostro del crucificado, el cual hacía muecas adoloridas, extinguiéndose la boca, ojos, cabellos en el fuego propiciado por esa mujer con la fe intacta, pero sin esperanzas, a quien le costaba tanto mirar con dulzura a su pequeño hijo.
Luego supe que aquella zona de pampas altoandinas, Langui, era tierra de odios, donde sus poblados incomunicados de chozas con techos de ichu, solían menudear el encono por cualquier motivo, urbes primitivas de ojos caídos donde pudo nacer Nostradamus, o donde el odio más que el heroísmo brotó a José Gabriel Condorcanqui, Túpac Amaru, el cacique altivo y rebelde, pudo ser descuartizado por cuatro caballos, hecho casí olvidado en este horizonte de ganaderos de alpacas y vicuñas atacados por abigeos a caballo, encapuchados que a veces eran primos o hermanos, quienes cultivaban el odio, a tal rigor y consecuencia, que aún en las horas finales, después de una vida de maldiciones recíprocas, aún así, moribundos, se deseaban venganza “hasta la vida siguiente”, con expresiones “nos encontraremos en el infierno”.
Escribo esto al darme cuenta de lo que no percibía. De que Cusco es tierra de brujos. Olvídense de Huasao o los mercachifles que te dicen lo que temes. Brujos de verdad.
Detrás de esas montañas de Langui, entre Puno y Cusco, la precipitación del camino es brutal, primero subiendo a los picos más altos de nieves perpetuas donde pastan los auquénidos, a los más calurosos y misteriosos caos amazónicos, senderos plagados de orquídeas, serpientes venenosas, mariposas centelleantes de azules alas, e insectos tan minúsculos pero a la vez enormes, comparados a las esporas esparcidas por hongos inteligentes y malignos que matan de a pocos a toda criatura viva.
Así un día soñé en este camino, y lo recorrí muchas veces. A veces solo, otras veces con amigos. Pero no sabía por qué esa noche soñé -o no sé si viví algo aparte- en esas tierras, o mpor que esas tierras me trajeron a la mente lo que habían detrás, allí abajo, en el decurso de los ríos amazónicos: el infortunio de Pigalla. Recuerdo que me agarró con su mano cayosa, negra, y de uñas sucias, implorándome con sus ojos reventados algo que no supe entender, al menos hasta ahora.
Pigalla era una bruja que pudo ser de niña una víctima del misterio, algo peor que la misma esquizofrenia. Era una nativa piso-mashco, de allá tras las montañas sagradas de los incas, el Ausangate. Ella comenzó a apartarse de su tribou, como entrando en la depresión.
Con su cusma azafranada, casi arrastrando sus pies entre el herbario zurcado por hormigas incoscientes, cukis, sobre todo, se escondió entre los árboles ya secuestrados por las nubes del Brasil que lamían los Andes como constructoras de torres de iglesias belgas. Y Pigalla, despeinada, desgreñada, rasguñada, joven, infeliz, y violada mil veces por la sed de sus coterráneos, rumiaba su venganza, o tal vez vivía la maldición de haber llegado al mundo sin contar con las capas de amor, acero y titanio que forjan los seres humanos amados por sus padres y nunca su sonrisa fue completa, aunque si el brillo enigmático de sus ojos. Un brillo que destellaba goce en los raros pero recurrentes momentos que la felicidad se le topaba en su paso.
Tenía las manos rotas, su piel, digo, pero las viejas laceraciones de arrancar la chonta de cuajo, para no morirse de hambre, ya eran callos humedecidos por su sudor sucio y pesante.
Casi una autista, su alejamiento del planeta no tenía ada que ver son lo que le sucedió en vidas siguientes, cuando sentada en ese set neoyorkino descartaba el ahondamiento de la crisis de los subprames y al día siguiente era leída en el New York Times. Tampoco ella podía dejar a Pigalla por que ella misma era aquella, cuando el elefante saltó estando una docena de turistas en safari. Cayó, rió, intacta eso sí, y en su riosa apenas podía dejar de entender como estúpidas a sus colegas de safari. Ella hizo safari, se zafó, del colectivo rumiante hacía mucho tiempo, y ese era su secreto, un secreto que no obstante detestaba.
Necesitaba que algo o alguien le arranque eso, pero ya había perdido las esperanzas. Todas las esperanzas y solo le quedó refugiarse en arroparse de armas para destruir a las muchas pigallas que encontró en Londres, Beirut y Perú.
Y solo le quedaba para eso ver en panorama, razón por la cual amaba las montañas, donde la contemplación era mucho más intensa para ella, pues la inmensidad del horizonte algo podía empequeñecer la enormidad de su desgracia.
No fue suficiente para destruirla, que con una macana, los maschos que comerciaban oro con los rastreros polacos que llegaban a la selva de Inambari, le agujerearan la cabeza, pensando que en ella estaba, y por qué no, el origen de las enfermedades y catástrofes qyue enfrentaban. Por que Pigalla, en efecto, al ser tomada para su ejecución, era descubierta con pelos, trozos de tela, plumas, hasta dientes de quienes se creía sus víctimas de encuentros de ultratumba con poderes ocultos y malignos a quienes apelaba para consumar su venganza.. o qué se yo.
Pensaban que haciendo un orificio en su cráneo sus pensamientos de odio flotarían y con ella morirían sus maldiciones. Pero no. Pigalla no podía morir. Y fue por eso es que tuvo éxito siempre, incluso en que las gestiones de Madonna para que el grupo Abba le preste una parte de Give Me para el gran éxito de la diva super rica norteamericana, Hung up.
Tal vez esta historia no sea para nada cartesiana. Tal vz parezca que le he hecho en estos tiempos otro orificio en el cráneo para que vuelen sus maldiciones y secretos. Pero no ha sido así. Lo raro es que, en efecto, pude conocer el secreto de Pigalla, que era un cuarto oscuro donde habían viejas muletas, varios dibujos de sus padres, y el deseo de ser madre, amar y moriraun en vida, esta vez de verdad.
Telma se ha contradicho. Y que hará. Lo mismo de siempre. Atacar al que cree que le puso la macana en la cabeza. Solo que no podrá, definitivamente no podrá. Por que es la última posibilidad de fé que le queda. Una fé que no pensaba, ni lo hace, que existe. Ahora ha vuelto a la montaña y le pregunta al viento que ha pasado, pues. La respuesta solo está en amar la vida… de verdad… hasta perder la razón. No. La lechuza no dice nada. La paz ha llegado en medio de esta ciudad destruida. Caminando entre los muertos de Pigalla, Buchemwald, Trieste, Sierra Pelada de los garimpeiros, Perú conquistado por lso españoles, no hay nada que temer Pigalla. El amor también es para ti.

lunes, 15 de agosto de 2011

MISERIA DE LA TECNOLOGIA

Aconseja, embrutécete, ahoga, no orines, ni mezcles, acude, desespera, no sudes y abastécete… ¡de lo que puedas! en ese mínimo histórico que no se puede pulverizar. Mil veces más atómica que ayer, mil veces más completa que ayer, mil veces más infeliz que ayer.
Ayer, ayer, ayer, más ayer, y maldita sea ayer.
Ectoplasma, grito, en la bombonera electrónica, acudiendo al aturdimiento, fenecer en el caos y llorar conscientemente de la muerte de un ser querido, ese no querer aceptar la muerte que adorna el dolor de esa belleza que penetra.
Mendicidad, listones amarillos y concertaciones implosivas, gans de destruirlo todo, éxito absoluto, pero nada, nada, nada revive eso.
Luna llena por las huevas, costra rota, mercados sin pescado ni mediodías nocturnos. Están sin embargo, embargando todo lo que fluye de bueno en mí. Amansig.
Constante y tercer día, 20 años, y 20 minutos eternos de contra, Martha Sánchez 93.
Me caigo, me pincha el pecho, me descoso de pena. Y me puse mi polo horrible para salir. Mi estómago está lleno y hace días no me he curado. Solo he bailado, comido, conversado con algo que ya no hay.
Cuánto quisiera que sucedas, y cuanto me gustaría que así fuera, aunque sea fuera, lejos, eterno.
No era solo en mi eterno, ahora es solo en mi, debo pero no debo creer. Debo, otra forma de pero, debo, pero, debo, pero, debo pero.
Obligación, excusas, obligación, intrusa, obligación. Los pasteles no volaron.
Pero sé que algún día –y para qué pedazo de caca- joderé, una vez más, cuan do llegue sobre la mesa inesperada ella, el, o cualquiera que pedirá sin que puedas saber qué es, ese suspiro, un suspiro limeño del amanecer.

domingo, 14 de agosto de 2011

ME ROBE DE TI, CENIZAS SOBRE CENIZAS, ASHES TO ASHES

Estaba fuera de su vida hacía 34 minutos y eso era todo. El gin tonic no bajaba de nivel, porque no era idea mía beber. No tenía ganas de darle sentido a lo sucedido. Pero tampoco quería huir como la vez primera. Ella quería, en cierto modo, mi muerte. Le había robado finalmente algo que ni ella sabía que tenía: A mí de ella. Le robé la imagen de mí en su fundamento. Y cuando ya estaba fuera de su caja le dije. No puedes robar mi imagen, por eso algunos nativos matsiguengas no quieren que les fotografíen.
2 horas 55 segundos antes. La ciudad se contemplaba de lo alto de la montaña. Era luna llena. El cielo negreaba en absoluto. La urbe eran miles de puntos luminosos. Hacía frío. Yo estaba abrigado. Ella era una leñadora en el bosque. Después del paseo nos sentamos en un lugar vacío que nos permitía mirar la ciudad en panorama.
Me contaba cosas que no me interesaban. Todo lo organizaba en una fraseología lógica e impersonal huérfana de do re mís. Que es normal que lo pienses, que se trata de la memoria sensitiva, que es un tema de alter egos. Otra cosa que mostraba era ser una militante de los espacios personales.
Le hice ver que todo lo ordenaba: lo bueno, lo malo, hasta la tragedia. No le dije otra cosa que vi: que apenas podía mostrar esas cicatrices o heridas nunca borradas de su vida. Ocultar ese mundo interior suyo era su obsesión y se defendía relativizando la verdad, diciendo que cada quien veía las cosas desde su propio prisma.
Era una especialista en la mente. Le dije,
-¿Y alguien ya vio la tuya?
Respondió afirmativamente. Y me dijo que le ayudaba. Pero le pregunté de nuevo.
- ¿Y tu psicólogo ve esas partes oscuras que nadie quiere ver?
- No, solo las que me ayudan.
- ¿Y las que no te audan?- El eco de mi pregunta era largo: "Te escuché decir una vez que el trabajo que tu practicabaz iba al fondo de las cosas, reconstruir auras de vidas destruídas desde niños, y que no era como la doctrina ayudín norteamericana en la cual lospsicólogos ponían a la gente en su sitio, con calzador, no importa si era otra talla el pantalón, y tu estás en tu sitio con ayuda de un psicólogo que te hace olvidar lo podrida que estás de tu vida por esas cosas feas que guardas y que junto a ellas me haz puesto, y por eso, no vaya a ser que yo coja algo, saque afuera algo de eso que temes que lo sepan".
Luego hice una verónica.
-Soy muy astuto.
- ¿Y necesitas decírtelo para estar seguro?
- Creo que los valientes tienen miedo. Yo en verdad me fui porque no quería que me acariciaras el pelo como un perrito pequinés
- Nunca te acaricié…
- Nunca fui un perrito pequinés.
- No se si es amor o memoria sensitiva, pero hay un hecho, la comunicación.
- Eres el pasado.
De no haber estado furiosa podría haberle creído. No hice mucho esfuerzo en demostrárselo.
- Estoy de acuerdo a todas las posibilidades de interpretaciones de las cosas, pero mi mayor acuerdo es la unívoca expresión que funda verdades universales. Sigues furiosa.
- La verdad que sí.
Eso quería decir que ella estaba completamente bajo mi propiedad, porque yo ordenaba que ella sea lo que yo no pensaba pero sí percibía.
Ahora que sabía que me amó cuando pensaba que nunca lo hizo, estaba mucho más seguro de que no más podía caer en su juego de contradicciones.
- ¿Ahora estás muy seguro no?
- No estoy loco para atacarte, pero yo no tomo tan en cuenta como tu las palabras y sus interlocuciones y significantes. Yo voy de frente al fondo. Eso ya lo sabes bien.
- Ha pasado el tiempo, no soy la misma, a lo mejor era más chiquilla- Trataba de desacralizar el recuerdo.
Y decidí arrollarla poniéndola en su sitio, pero ni pensar que sea a mi costado.
-No es que para mí no seas más atractiva o interesante. Pero siempre te vi una gravedad extrema, y secretamente te ponía furiosa como ahora. Dejarte fue, sin duda, la mayor de las bromas pesadas que te hice. Pero era merecido pues no me dijiste que me amabas y por eso es que yo suponía que dejarte así, queriéndote mucho era una victoria moral. No había sido eso, fue ser un imbécil. Pero sé que fui inocente de todo. No sé si tú por que fuiste quien escondía ese amor incluso a ti misma. Pero fue tan buen recuerdo que lo conté como si nunca más te viera. Era como hablar de Nefertirti o Flora Tristán.
Ella estaba desencajada. Poco más y me dice cómo me atreví a eso, a contar algo que solo estaba en su más profunda intimidad. Esa intimidad y no contar se llama miedo y poder. El silencio es poderoso, dice Boll.
Estaba furiosa y calmada. Y no es que el vino sea malo. Y mientras ella en sus andamios organizaba las respuestas, como ordenando una casa, yo desordenaba todo, para que la vida no se acomode a las organizaciones mentales que uno suele dar a las cosas. Cobardía.
Atropellé y entonces ella me dijo muy elegantemente nunca más. Yo solamente dije ¿Y? Total me había robado a mí mismo de su corazón. No era una derrota amorosa ni una victoria moral. Era como dos planetas que se juntan su órbita cada 20 años y se van. Ayer te deseaba el bien. Hoy no te deseo nada. No te conozco, no te recuerdo, no sé a quién amo, pero definitivamente no es a lo poco que queda de ti, presa de tu mundo de gusanos y subvenciones que odias al no tener nada tuyo… excepto una cajita linda en tu corazón, donde está lo que siempre amaste y amarás, aunque tal vez ahora sea para siempre más fría -ceniza sobre ceniza, ashes to ashes como dice David Bowie- al haberme robado yo de ti. No me devolviste esta vez la libertad. Nunca quise ser libre. Ahora que harás sabiendo que tu verdad vuela en papelitos por todo el planeta. Verás que solo son fantasmas, y que soy un fórmula uno, en efecto, a quien te atreverás...

sábado, 13 de agosto de 2011

LOS TELEFONOS MALOGRADOS

Nunca me percaté de lo poco o nada que sabía de ella. Y era así como yo lo quería.
Y tal vez también ella.
Sofocaba, antes que llegara a arder, cualquier indicio de duda fácil o temor, tan recurrente entre los amantes celosos. No. No quería a eso, no quería saber nada de ella, ni su presente, ni su futuro… ni si me amaba.
Decidí, eso sí, ser su hombre, su hombre de verdad, simple, sensible, duro, sin grietas ni tristezas.
Y así pues, para qué saber algo más que su nombre ni caer es la tentativa de destornillar, por instinto, temor, falta de fe, autoestima, o porque no importaba, esa caja fuerte donde decidió esconder sus emociones profundas.
Yo no sabía que en este juego yo terminaría colándome en esa caja de seguridad junto a sus emociones profundas.
Sólo años después supe que mi recuerdo estaba atrapado en el subsuelo más personal de su extraña vida. No sabía que ella era el principio de algo sin final sin lo cual cualquier comienzo de buen decurso o no era apenas un sonido torpe, sin eco, ni timbre. Si yo me metí en su ser más suyo ella se adueñó de mi principio.
Era una situación muy rara, porque si yo formara parte de su interior, por misterio profundo, quedaba excluido de su vida objetiva, de su mundo de amigos, de sus fiestas, de su plan para el futuro.
Por eso fuimos amantes secretos, sin necesidad de serlo, y no funcionaba en restaurantes públicos, fiestas con amigos, discotecas. Solo exclusivamente en la noche, apartados de todos y de todo, sin saber el paso siguiente, haciendo el amor con descaro y entrega pese a la ausencia de te amo ni te quiero.
En verdad todos estorbaban.
Por eso es que cuando la vi de nuevo, un siglo más tarde, no solamente fue un desastre absoluto aquello que ella dijo que no era una cita sino un encuentro.
Fuimos buscando donde charlas, pero sonaba la música de los pubs ni cafés, nada resonaba, y en verdad las risas estorbaban, la luz no servía, opacaba, todo se vulgarizaba, no me inspiraba y lo peor es que yo deseaba que se vaya.
No la quería así en público. La quería en un mundo interior que solo se construía con inspiración y soledad.
Me pareció que esto se acababa. Al fin.
Pero me equivoqué. Persistió.
No sabía que no existe absoluto gobierno en la vida. Ninguno. Todo es contingente, aparente, conectado en razón de funcionamientos de los que no sabemos nada. Juguetes de circunstancia a la que se incorporamos sentidos, y hasta nos engañamos.
Por eso le dije si creía en el espíritu, siendo ella cartesiana en estas cosas.
Y me dijo que sí. Pero yo a ese instante ya no creía en nada. Estábamos atrapados en lo usado y mecánico del entorno que ensuciaba ese instinto tan profundo que se negaba a salir. Ambos a lo mejor lo protegíamos... ¿o es que ya nada existía?
Nos convertimos en dos máquinas procesando jugos extraños que vertían los silencios, absurdos, mezclas de recuerdos y presentes electrónicos.
Pero para qué. Imposible saberlo. Era un instinto, una necesidad, una debilidad que me llevó a la posibilidad de abrir esa caja fuerte.
Pero no había que intentarlo. Se la pasaba dándome pistas de por dónde ir. Y hasta me dijo que a lo mejor le estaba sacando del curso de su gran río.
Todo desapareció al sonido de su teléfono.
Esta noche sonó el mío.

viernes, 12 de agosto de 2011

ENTERADO

No se como pude enterarme de esto tan tardíamente y no sé por que putañera razón o sin razón me afecta saberlo si implica nada.
Supongo que me aproximo a un final abrupto y definitivo que esta vez si dejará una conclusión esquiva: La sensación de no haber vivido eso.
Por más importante o apasionante que habría sido la otra elección, la real, es absolutamente lacertante saber que ha´bía un camino más real aun haya sido corto o eterno. Es que no importa lo que haya pasado y sea cosa del espíritu.
Tal vez tuve miedo, pero a lo mejor no le interpreté como era. Es un día triste, muy triste, cuando la soledad clava sus hielos en la carne.
No, no vale decir mañana es otro día. Solo queda seguir. Bah. He dicho esto tantas veces y lo he hecho tantas otras veces, que ahora pienso en que no debí saberlo.
Solo que nuevamente sería cobarde no afrontarlo. Por que si no lo afronto, esta vez si diré no a este imperativo de la vida que esquivé.
Tal vez esta vez ella si tenga la palabra final. Tal vez.
A ver cómo improviso ahora.

martes, 9 de agosto de 2011

ASHES TO ASHES

Estaba controlándolo todo y yo sabía que no había cómo escapar del panóptico de su mente que como corcel controlaba sus instintos de hembra.
No se cómo percibió de mi vacío, y opté por delatarme, diciendo que estaba esa noche vacío, sabía que mostrando las cartas era la mejor estrategia contra una mujer instintiva que por cuestiones de ella me mostraba las sombras de sus arcanos. Era la mujer que no conoces y que cada noche a tu regreso por esa calle se muestra en la ventana del segundo piso desnuda por la ventana mientras su marido se lava los dientes.
La desafié, ahora lo veo, y esta vez salió la hembra qye sin piedad me lapidó diciéndome hasta lo que yo haría apenas la sintiera, dejándome en duda de si lo que vaticinaba era su deseo o solamente ese paño mortuorio de verdad que la ciencia suele poner a todas las cosas para esconder la imposibilidad de comprender la trastienda de lo sensorial.
Pero perdió aun más al decir como un político sin deudas que me vio al paso, paseando, y que le gustaba mi compañía en la noche. Creo que estuvo algo inquieta de algo. Pero no se mostró vulnerable. estaba en realidad harta de muchas cosas. Y extrañaba volver a casa por que se aburría horrores donde volvió para ver los pasos de su infancia.
Era obvio que para mí solo estaba a favor el principio del instinto, adelantarme sincrónicamente a su estática, buscar ese mínimo de espacio que me daba su mirada.
Y recién supe que temía mi mirada.
Tal vez buscaba una reivindicación, sellar esa derrota que tuvo con el default al que impuse al deseo de seguir viéndola, y me dije, ¡carajo sí que eres bueno para dejar a una mujer que te tiene loco!
Y no es que seguía la frase de Camus de que los hombres mediocres tienen éxito en el amor, y esas cosas. No. Lo que pasó era un acto de madurez extrema que poco he visto suceder, salvo en las películas.
No es que no me importaba. Pero escucho a David Bowie y comprendo que a las cenizas había que poner más cenizas, asches to asches, y yo estaba dispuesto a mantenerme en la cresta de la ola, haciendo un a exhibición completa de lo que es un fórmula uno.

lunes, 1 de agosto de 2011

PESCADOS

Debes ir a la pescadería y tomar dos pescados.
Me preguntas ¿No sería mejor ir a pescarlos?
Y te digo que no, debes comprarlos, y no seas exagerada. Es el mundo real.
Son las doce de la noche cuando te digo que vayas a la pescadería, pero ocurre que es medio día en mi corazón.
Eres un recuerdo no de un amor, sino el frío encuentro de dos dioses que viajan por el espacio.
Qué son mil años para los dioses. Nada, absolutamente nada. Y veo que rompiste la botella, que fue una forma de tener hijos, pero aun así vas al mercado. Se te escapa el idioma de tu nuevo planeta, eres una buena mujer.
No sabía que me habías amado tanto. Ni que me escribiste tantos poemas. Ni que lo sigues haciendo. Nunca la pena fue más grande que el amor.
Intacto y sin fisuras sigo sosteniéndote para que te vayas, no sé si lo haces porque algo en ti sabe que esto es para siempre. Ni se si el fuego al que te refieres es a los deseos de estar otra vez en mí.
Creo que eres una nena linda. Y que vas a la pescadería sin dinero. Con la esperanza final de ir a pescar.