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lunes, 8 de diciembre de 2008

CUSCO DE NUEVO

Procuradores, donde te procuran todo lo que necesites para ir a Marte sin moverte de tu sitio está violento. Los drogadictos de siempre desafinan su compañerismo en la hora del reparto de lo vendido. Algunos engañando a los incautos vendieron hojas de tomate. Cayó un cargamento de marihuana hace poco, no hay chistosa. Se elevan procacidades al viento, el paqueteo fue bajo ese día, y pensar que a menos de cien metros, horas antes las campanas de la María Angola tañían en respeto a la Immaculada Concepción.
Ando en el internet dando de tumbos, tratando de darle tiempo a mis temas personales, y pese a la violencia allá afuera, pese a la incertidumbre benigna que me produce todo, aún así la música de la vida prosigue inalterable.
Trinn. Suena el fono. La vida otra vez. Es Fano, tiene un hotel, está igual que yo unos días -más- en Cusco, cuzquito, y me cuenta que la chica que le robó 100 dólares de su billetera la noche que se la llevó al cuarto está embarazada, sabe Dios de quien. No te preocupes. Imaginate, tenía un culazo espectacular le consuelo. El me corrige, era una pera. Si, su culo era una pera y ella una perra. O sea, el polvo fue bien pagado, añado. Claro, añade. Era, es, una ramera. Recuerdo que la llevé una vez a cenar una de esas noches que no tenía nada que hacer. Me di cuenta que la pobre solo estaba para llevarla a la cama, nada más. Pero no fue ese el caso. Quería verla nada más en su estado natural. Tan indefensa, malvada y hermosa. la dejé esperando que le proponga algo que no le propuse. Odio ser igual. (Ulises, yo tampoco aprendí la lección).
La bruja me abrió el mail, sabe que estoy en Cusco, no le contesto. No me interesa mucho verla en el messenger. Creo que no. Se que mi llegada es un acontecimiento para algunos, pero me hago el tonto. Se que estará por allí. Yo estoy con la cabeza en las estrellas, no atiendo realmente a provincias, solo veo el mañana espectacular con esta nueva ocurrencia mía de elevar la valla. Será que he trabajado hace poco con unos israelitas. Vaya que si tienen la vaya alta. Para ellos nada es imposible.
Otra vez en Internet. Veo que el Chicago Tribune, el diario norteamericano que vende medio millón de ejemplares acaba de quebrar. En realidad el grupo editorial que tiene a los Angeles Times. El Comercio de Lima es una papita frita al lado de este coloso del periodismo mundial. Estados Unidos de cae a pedazos y la gente que se dedica al negocio del turismo en Cusco observa tranquilamente que ha bajado el caudal de turistas. Ya mejorará se lee en sus expresiones. Me hacen recordar a los campesinos de Pripia, o algo así, como se llamaba el pueblito junto a Chernobyl, donde los pastores miraban que bonitos juegos artificiales una octava de segundo antes de que dejaran de existir. No, el caudal de turistas no mejorará. Ahora no estarán los norteamericanos y los chinos comienzan a perder la brújula. En China ya se consume 7 por ciento menos de electricidad que el año pasado. Los europeos están empezando a no dormir y en diarios como El país la encuesta de hoy es ¿Ha bajado alas compras de la cersta familiar?
Bueno. Es hora de algo para la garganta. Me encontré con Pablo, el del Valle de las ideas. Me comentó que su blog era maravilloso, aunque mas bien creo que es el cariño que le tiene. Me gustó la historia de un marihuanero en el Cenepa, fumando huiros en plena guerra. Excelente. Sobrevivió en el blog de Pablo.
Una botella acaba de reventar en el empedrado de Procuradores, a solo media cuadra de la Plaza de Armas. Venden de todo, marihuana, cocaína, mientras uno ladea por negocitos. Pizzerías, mini agencias de viajes, diminutos locales con kebats alemanes o turcos, ya no se sabe. Vi a Nick, el inglés del restaurante Sumac Misky, estaba más flaco y relajado. Solo a un ingl´ñes se le ocurre hacer spaguettis con ají de gallina. Es inglés, claro. Sabe que no le creo nada de lo que dice, y eso no nos importa. No se trata de ser astuto, sino de vivir flotando, nada más. El está OK. En Inglaterra las cosas están muy mal. Claro que lo están, y la reina Isabel, a sus 82 años acaba de decir muy cínica que se debe aplicar una nueva ética del crédito, y anunció multas al banco que no preste a las pequeñas empresas.
Claro, las grandes deben demasiado, digamos que esto es como decir, construyamos de nuevo al país.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

EL CRIMEN PERFECTO


Era muy tarde. Una o dos de la madrugada. Conversábamos en círculo en una esquina. A lo lejos apareció con ropa de quien visita a su enamorada. Es decir, limpio. Se detuvo, encendió un cigarro y contó los sucesos. No era un querer ufanarse, no. Era sólo un muchacho que contaba lo que para él era importante.
-Me la chupó en el ascensor. Lo bueno es que se trata de una mujer muy liberal. Le encanta bailar, gozar, y está en su derecho. Lo malo es que su mamá la otra vez encontró una gotita en el mueble.
Era grato escucharlo. Todo contaba seriamente. Como esa vez cuando Horacio Paredes, el productor de teatro que apareció muerto en un hotel lo quiso seducir en el mismo mueble donde estaba segundos antes con su novia que fue a la cocina por un trago.
Miguelón era uno de los chicos del barrio más originales. Tenía algo de animal. Mas bien de perro, yo diría. Era alto, muy atlético, mirada serena y risueño en una dosis muy medida. Parecía un tipo serio, aunque yo dudé de que lo era a partir del momento en que su casa se volvió el club soñado por todos nosotros, a propósito del repentino viaje de su madre a Estados Unidos.

La personalidad de este amigo era, redundemos, amigable pues tenía el don de no considerar nada secreto, nada era malo, todo iba más allá del bien y el mal. Naturalizaba cualquier hecho que iba desde contar que su papá tenía la rara afición de ir con el auto por los barrios peligrosos para que lo asalten y de esta manera dar uso a su bereta de 9 milímetros hasta practicar algún tipo de zoofilia.

Sobre lo primero, me dijo que eso de matar tipos era como ir de caza aunque sin maldad. Entre patos y delincuentes, su padre prefería los pícaros ladronzuelos, a veces muy dañinos y que moraban en las sucias calles de El Callao, La Victoria, o Villa El Salvador.

Con este espíritu tan natural, Miguelón amaba a una chica muy alta, histriónica, espectacular según su atuendo que llevase, y orgulloso hablaba de ella, mostrando los vellos públicos de ella a un auditorio de curiosos, los cuales guardaba cariñosamente en su billetera.

Eran gruesos, castaños y brillosos. Miguelón confesó, "y no es por el champú".

No podíamos dejar de pensar en esos bellos cuando hipócritamente la saludábamos en las fiestas, donde Miguelón la llevaba con mucho cariño. Una gran chica. Se ganó nuestra estima más allá de sus pendejos.

Como decía, esa vez su madre viajó a Estados Unidos y teníala misión de mantenerla limpia y con el silencio que la caracterizó siempre.

Era una casa pequeña, de un piso, muy simetrica y graciosamente adornada. Su jardín era correcto y su sala tan acogedora como ligeramente elegante. Se sentía una atmósfera muy grata.

Durante aquel viaje, Miguelón abrió las puertas a todos, y lo que era un anochecer tranquilo en el barrio, se convirtió en una madrugada interminable con entradas y salidas a toda hora de esa casa en cuyas cortinas se dibujaba el perfil de escenas cojonudas de sexo, drogas y rokcandroll.

Tenía en su jardín una planta de marihuana la cual estaba bien crecida, y que era constantemente podada por nosotros, abitúes de su casa, y planchaban los verdes moños un comité de voluntarios que bien se dividía el trabajo con esmero.

Mi amigo Jean Luc, suizo completamente loco, (dedicó los ahorros de toda su vida a hacer una película sobre un choclo), no teniendo donde vivir, pues su futura suegra lo encontró follando con su hija me dijo donnde podré dormir. Recayó en la casa de Miguelón, sumando con su experiencia helvética un club muy colorido e irresponsable.

Hasta que no cabía un alfiler y se ténían que dar turnos, pues la sala, la cocina, las habitaciones, todo estaba repleto de gente en alguna actividad poco teleológica.

Me causó gracia ver en una de las paredes la imagen de Don Bosco, y unos pensamientos de cómo llevar la vida de la secta Nueva Acrópolis.

Indudablemente la casa de Miguelón era nuestra nueva acrópolis, donde la cópula se juntó con la mácula y el desierto se hizo bosque en un milagro incondicional que no nos exigía avemarías.

Al poco tiempo la madre de Miguelón anunció su regreso de Estados Unidos. Miguelón anunció el suceso. Vi a Josep, Giorgo, Choby, Kike, etc. con sus delantales y plumeros, limpiando, encerando, hasta remendando el eproducto de su fechorías. Recuerdo cómo lanzaron el desodorante, quedando en tres días la casa flamante. La madre llegó con regalos y Miguelón fue a recogerla al aeropuerto. !Hay cómo extrañaba mi casa!, dijo su madre.

-Mamá, esta casa sin ti no es lo mismo- respondió el hijo amoroso.

Fue cuando comprendí que si era posible el crimen perfecto.

Live and Let Die (la mujer cuántica)


Existen edificios silenciosos, con plantas ornamentales en sus fríos pasillos, y con olor a cigarrillo. En esos edificios, silenciosos y con cierto toque de elegancia, no es extraño encontrarse, a lo mejor de madrugada, con algún político mal encorbatado, con tufo a whisky, buscando en sus bolsillos el anillo de casado para reponerlo en un dedo concuspicás, lanzando en el proceso una mirada temerosa y malvada.
En uno de esos edificios vivía la flaca Paty, personaje extraño, a quien calificaré como la mujer cuántica.
La recuerdo entre ráfagas, pues casi ni me acuerdo de su rostro. A lo lejos veo una mujer blanca, pálida, con algo de Anabelle de Edgard Allan Poe, pero sin duda caminando en bata blanca entre borrascas, peñones azulados, y rayos que golpean su furia sobre el mar de la punta o Punta Hermosa, claro está en una noche de invierno.
No estaba mal, digamos. Iba para un agarre, pero no era ese el tema con ella.
Sino otro.
Siempre fue candidata al suicidio, al menos en el imaginario colectivo, y me escriben diciendo que alguna vez analizó si colgarse de la ducha podía limpiar su existencia.
Con la confianza de que otros pensaban lo mismo, confieso que siempre me pareció extraña, incapaz de sentir nada, ni siquiera amistad, dolor o pasión. La veía como un alma herida penando por el cosmos, y quizás esta fue la única razón por la cual se dio el fenómeno de que una sanisidrina recale en un barrio menos statutario que el suyo, como Pueblo Libre.
Iba a las fiestas, preparaba los bocaditos, tenía enamorados de la zona, invitaba a todo el mundo al departamento de sus padres, y su conversación siempre se inclinaba a lo normal, pero yo sabía que en el fondo era metafísica.
Era amiga de una estrella del rock en ciernes, Pedro Suarez, quien ponía sus zapatos sucios sobre la mesa de centro, y que su madre adoraba, dejando las caquitas de perro del Olivar, donde se fumaba sus tronchos.
Recuerdo que el futuro cantante decía mil palabras por minuto, siendo todas puta madres. Y era amigo de la flaca. A el le gustaba la rareza de la flaca, pero temía a su amiga de Pueblo Libre, la veía diabólica.
Ciertamente tuve un pequeño romance con esta amiga, en efecto, con una impronta zatánica, pero el romance fue fugaz, pero creo que romance fue decisivo para comprobar la extraña naturaleza de la flaca Paty, quien al parecer vivía muy molesta de que enamorara a la única amiga, (que era otro caso para ser francos).
Una vez intenté averiguar que sucedía en los arcanos de la flaca, y me arrepentí.
Estando en mis ociosas investigaciones de las transferencias de Jung, decidí experimentarlas con Paty, con resultados aterradores.
Cada vez que la llamaba por teléfono se activaba su antipatía hacia mi, la cual se materializaba estallando un foco de su casa.
Quiero pedir disculpas a mi amiga de estos daños, ya que nunca calculé que con solo oía mi voz ella emitiera sus energías cósmicas hacia las bombillas Philips de 50 bujías.
Una vez dejé de verla, y creo que fue para siempre. Si como algunos dicen, carecía de pulso, de que valía despedirse. Fue un nunca más definitivo, hasta que uno de los amigos del barrio viejo me escribe la siguiente nota:
“No se ni como ni cuando pero en algún momento la Flaca me empezó a
parecer un personaje de película de cine terror. Recuerdo una vez en uno de sus
cumpleaños, en su jato de Miraflores en un edificio, estábamos con Miki y Yoyo y
tocábamos la puerta harto rato, y empezaba a alucinar acerca de que se
había colgado en su ducha..... y amenazaba a alucinar en que llegaría la
delegación de investigadores y demás cosas”.
La verdad es que no se suicidó, vivió muchos años más, estudió psicología, hasta donde yo se, pero creo que no era necesario su suicidio. Al menos para mi nunca existió del todo. Juraría que se escapó de un cartel, o acaso ya se apoderó de otro cuerpo y la que creímos que era es una mujer normal, con un tremendo agujero en el alma, por los años desesperados de su propia ausencia.No obstante, aquel alma que vagaba por las calles donde estará, no lo sabemos, debe estar en algún lugar oscuro, o tal vez en el chofer del próximo taxi que decida tomar