Vistas de página en total

miércoles, 28 de diciembre de 2011

MIRAR AL SOL

-¿Me tienes miedo?- Pregunto
Deja su plastilina y me mira extrañada
-¿De qué?-

Raisa Calderón a su papá José

Ya me apuran los momentos, es diciembre, verano, juego a mago, a prestidigitador y me doy ... a ser, pues, payaso o mago o administrador. El circo es mi área, mi esquima el point de mis contertúleos y desapasionados observadores de la fría realidad que no cabe en los cálculos de los niños.
Mi garganta está semitapada, y no es por que grito, solo está así hace tiempo y me carraspea. Ojalá esto pase pronto. Pero debo mas tarde juntarme con los chicos de la universidad. Me estiman, lo se, pero ellos pueden estar en ese momento. Si es que sucede pronto.
Mi reconstrucción ha demorado mucho tiempo, pero algo ha fallado y me he convertido en una especie de amenaza, unibomber, un petardo suelto que debe ser puesto bajo techo.
Pero si aún me sobrevive algo de ternira, esta va a los que no saben todavía lo que se viene, dias con prisa, tarde de angustia y noches de insomnio por cosas que al final, como lo saben bien los niños, no vale la pena.
No me va bien, menos a tios como yo, la nostalgia de la inocencia, sino me va mas irme acostumbrándome al cianuro de las opiniones de quienes por nada te pueden escupir y pisar encima, razón por la cual cada cierto tiempo de estar uno molido por la realidad debe desastillarse y pulir, aunque no queden tan bien los huesos.
la pena me toca los pies y me estalla la alegría con solo ver el sol y no con ser ese gigante que destruye pueblos por que no le dejan entrar.

martes, 27 de diciembre de 2011

DONDE HAY UN SUSPIRO A LA LIMEÑA

Gasto en hoteles, pasajes de avión y tierra, alimentación y café, del mejor, jabón, champú, lavandería, arreglar mi cámara, zapatillas para el hijo, las caras, skutter para la hija, el caro, estudios, los caros, en mandar a la casa, en Navidad, es decir, chancho, panetón, fruta fresca y en lata, nueces, aceitunas verdes y guindones, crema de coco y un bacardi para la piña colada, me compré un conchón para mí, para dormir mejor y, para no tener más a esos mugrosos jardineros, también una podadora y una grabadora para mis entrevistas. También invierto en divertirme, en una caipirovka o cerveza si hace calor o triunfo, en leer lo que me venga, ahora a Withman, y en cremas antihongos a fin de prevenir que me suban por los pies, igual gasto en una cena con alguna muchacha bonita y estúpida que me permita imaginar que aun hay encanto, en un a mochila fina, fuerte, linda, en mi lap top para robar señal en los cafés, y en una ropa de baño linda para el crio, y en aretes más lindos aún para la bebe qye llega a los 11, en un perfume que no le gustó -Yve Saint Laurent- a la señora mamá de ellos, y por si fuera poco, en el gimnasio donde voy, sea donde esté.
Pero una tarde tenía dinero y te quise invitar un suspiro a la limeña, y no había en el elegante restaurante. Me impresionó que no haya ese suspiro, pero más aún que no creas mas en los sueños, pero ya era tarde para que me partas el corazón.

LARGARSE ES LARGARSE

"Cuando la pena cae sobre mi, el mundo deja ya de existir, miro hacia atrás y busco entre mis recuerdos" Canción Entre mis recuerdos de Luz Casal.

Cuando uno se larga no es necesario decir adiós. Es como un viaje que se va planificando o formándose inconscientemente de a pocos. Largarse es algo totalmente ajeno a una decisión formulada por la mente, es el inicio de un proceso que prospera mientras al menos alguien, sea uno u otro, haga algo por evitarlo.
Largarse es como dar rienda suelta a esa pesadilla de los diletantes que no resuelven algo, pero que en este caso, es porque lo no resuelto se ovilla como si no buscara a sí mismo el desenlace. Largarse no es una decisión, tampoco una intención, largarse es largarse sin estímulos, sin que te atraiga un país, una meta, un hombre, una mujer, dinero o gloria. Largarse es largarse, seguir el camino de uno, hacer rueda para encima hacer rodar al destino. Y soy rueda sin palanca, como el aire que no rueda pero va más a prisa que rodando.
Han pasado estas fiestas en la desolación más absurda, sin mala intención ni malicia, con banderas blancas por todos lados, pero con poca sinceridad de alma. He comprado algo bonito para mi nena, y me han reprochado hacerlo pro que es muy caro. Me va si es muy caro o no, porque una cuenta de teléfono o hipoteca puede esperar, ella no. Ella es algo superior a una deuda. Ella es una semilla de mañana. Si los imbéciles del mundo supieran lo importante de darle esa seguridad de ser amada a una niña, tal vez entenderían porque hay tantos que no tienen compasión al asaltar un banco o a todos los que a diario nos esquilman. Pagué por el más caro y le hice feliz. Pero yo aún estoy vacío y sin ganas de que otras nena me de cariño. En verdad ninguna. Disfruto escribiendo, como arrastrando los ánimos a lo que puedan producir, materia prima para este silencio de tardes de café sin camas donde estirar los brazos, coagulando el desprecio como una herida que se va cerrando para nunca más estar.
No es necesario morir para morir. Por si acaso una foto, un recuerdo, un rescate de lo que valga la pena recordar y mirar de allá lo que ahora puede ser inalcanzable. No hay mucho que hacer sobre el particular. No se va más y punto.

UN PEDAZO DE MUGRE QUE MAULLA

Lo compro con la plata del pueblo, habría dicho al leer la última columna en su contra del antipático Aldo Mariátegui.
El tipo, Roncagliolo, era y es un canalla oenegeta. Llegó a canciller, sólo sabe Dios por qué. Tal vez por haber apoyado a Humala con su red de ONG, o por tener las rodillas tan duras como ligeras sus convicciones.
2,011. Todo iba bien en el puesto de canciller, obedecía (tiene relación amor odio a los militares). Pero un día no pudo más, y sintiéndose firme en el poder decidió jugar un poco con el poder prestado y buscó poner fin a los ataques del columnista del diario Correo. Lógicamente sin que aparezca su diplomática manita ergonómica a los shots.
Pero no seamos tan acres. Roncagliolo es el perfecto canciller. Tiene el camuflaje perfecto para no pronunciarse por nada. Es tan políticamente correcto como no se podría permitir un periodista de los que él sabe que deportaron para ponerlo en su puesto. Lo es que sí se trata de un buen empleado. Trabaja para quien le pague bien, sea comunistas o capitalistas, hombre, mujer, intermedio o alienígena, siempre y cuando no le duela.
Así es que no hay porque dudar de las razones por las que el comandante aún lo tenga en Torre Tagle, pero me parece que Valdez, el premier, le ha puesto una papa caliente en sus manos porque sabe que uno de los enemigos de los Chavín de Huantar es él y sus amigos. ¿A ver qué dice de esta decisión de decir no a la CIDH?

Pero a el canciller le encantan las minucias, es el tipo que se acerca a oler el piso sin que nadie se de cuenta. Y estaba herido de los ataques de la prensa. Se le nota, por eso le dió palmas a todo enemigo de la prensa, como el mandatario de Ecuador, rafael Correa.
Para vengarse del columnista que le atacaba, contrató como "asesor" a su gran amigo, también periodista, quien dicho sea de paso le debía haberle sacado del anomimato cuando pateaba latas, permitiéndole escribir en este diario.

Roncagliolo le puso el ojo y aplicó un plan siniestro. Lo compró, sí, al amigo. ¿Y cómo? Con una oferta irrenunciable: un puesto de asesor en la Cancillería, -¿asesor en qué?-. En verdad ponía en práctica su plan de división de los periodistas que, yo estoy seguro, apenas ha empezado.
En 1970, en plena dictadura militar, se dio la misma figura. Unos periodistas demasiado bocones fueron deportados, otros salvados, otros maltratados. La misma táctica con distinto efemérides. El divisionista Roncagliolo estaba en medio de la intriga.
El era un don nadie en los círculos periodísticos de los 60, no sabía improvisar chistes, le faltaban reflejos, no era de los intitados al club Agustín lara de Villarán.
Pero cuando la botas sacaron a los periodistas, él se sentó como jefe de editorial del diario Expreso. Desde allí, sin importar la verdad, y menos el destino de los periodistas que se fueron, alabó caninamente -no a lo Ddoberman sino a lo peluche- al gobierno criminal de Velasco Alvarado y desfiguró el norte del periodismo nacional.
La gente puede cambiar, es cierto, pero Roncagliolo no. Su táctica sigue vigente. No ha evolucionado. Ayer con Velasco, hoy con Humala. El cumple con dividir a los periodistas, lógicamente extrayendo la sangre del lado más débil como la del talentoso y víctima de sus virtudes, Vásques K, un conocido admirador del Duque de Winsord, famoso por haber traicionado al reino de Inglaterra -por una muchacha loca- para iniciar, aparentemente instigado por ella, unos acercamientos más que escandalosos al entonces enemigo del Reino Unido: Adolf Hitler.
Desde luego que esto no debe afectar al poco simpático, Aldo Mariátegui, director y amigo de Vásquez, pero sin duda, y aquí está la mala jugada del amigo traicionero, pues en vez de generar el disgusto de Mariátegui, ha llevado a la ira a los periodistas que no tenemos ada que ver con él, y que aunque éramos unos niños en la era de Velasco, no permitimos que a nuestros padres, víctimas de la estulticia y crapulería velasquista, se les llame olvidados viejos resentidos.
Es que a veces pienso que para cometer este tipo de travestismo periodístico, saltar de llamar "cívicos" a los inútiles como Roncagliolo a pasarle el plumero, y no solo eso, atacar a sus enemigos, en verdad, muestra no solo una inconsistencia de las convicciones, sino que muestra cuanto pesa llevar cogote la insoportabilidad de ser un bastardo maricón, o bien un desangelado hijo de puta de tristes navidades.

AQUI NO HAY ESTIMA

¡Qué bello levantarme en esta mañana de verano sin sonrisas!
Aquí no hay estima. Es indispensable saberlo. Tampoco nada hay que hacer. Solo un rayo de luz del creador permitiría cambiar el rencor por la compasión y el perdón. Sobre todo a uno mismo. Aquí no hay estima. Sino paredes grisáceas y flores marchitas. Pese a que hay dinero, agua, luz y un vendedor de petunias y claveles a dos metros, no es posible abrir la ventana y comprar algunas. Aquí no hay estima, tampoco pétalos. Los floreros están llenos de piedras.
Escucho otra vez a Spinetta y resulta que el maldito durazno tenía alma. Qué bella idea, qué bella suposición, qué bello levantarme en esta mañana de verano sin sonrisas, solamente seriedad de todos, de todos, digo, y aunque me contagia mucho de esto, mi esperanza está en la montaña, en la verdura amazónica, en donde si florece estupendamente la vida.
No me juzguen porque sigo la luz, lo he intentado todo, traté de partir esta monotonía cromática, incluso pedir perdón de cosas que no hice. Pero parece imposible. También soy humano y me atasco.
Me viene la idea de hacer una colección de cosas, links de música que adoro en el youtube, escribir de mis sensaciones ante el beso del pintor Gustav Klimb, o mencionar cómo me emocioné esa noche en la nevada Freiburg cuando escribí sobre la nieve que había recuperado la mirada perdida.
No sé cuándo se perdió todo el mundo, ni cuándo intenté verlo de nuevo, tal vez la muerte nos enseñe algo, aunque sea ... demasiado tarde.
En todo caso, no me daré cuenta si me visitan o me envían flores.

EL JARDIN SOÑADO Y LOS FLUORESCENTES ANTI ESTRELLAS

Adoro los jardines verdes y floridos. No solo ello. Todo lo verde. El culantro, el perejil y la lechuga, de los que una vez poeticé pensándolos en una mesa de madera “en el jardín”. Ahora que me doy cuenta, nunca tuve un jardín, pero siempre amaba caminar por los parques. Hoy ya no existen tantos parques. Lo que hay son otras cosas, algo más funcional, que tiene muy debajo lo estético. Vivo para lo estético, es lo que me gusta, y por eso cuánta dicha m ha dado leer en Mailer su tratado, si podemos llamar así a sus línes de pura subjetividad, sonre el fluorescente blanco. Su opacidad no se cómo puede gustar a tantos. Lo usan en las oficinas, especialmente, en esos mausoleos donde el silencio reina no por paz sino por minimalidad. De hecho a los chinos menos acostumbrados a la libertad o a la dicha les va y viene existir bajo su mortecina luz. A mi, sin embargo, los fluorescentes blancos y las paredes mostacinas, como muchos cuadros deprimentes de Van Gogh me caen como patada al hígado. Y no se que actitud tomar pues la única opción es el rechazo.
Cada vez que regreso trato de arreglar ese terral que dejo como jardín. Siempre está abandonado, mal querido, opuesto. Y para mi es vida, ilusión, sujeción. Tal vez deba de comprar un jardín de plástico y extenderlo en cada hábitat que encuentre. Pero sería inútil, por que más que el verde amo la vida en su multiplicidad cromática y biológica. Por eso odio el gas de la discordia. Me aturde, me hace improductivo, como mustio árbol ante la ausencia de sol y lluvia. No. Sin duda no deseo eso. Tal vez me hubiese equivocado, igualmente, con quien sea y solamente sea un loco solitario extrañando el jardín que nunca existió ni existirá, ante la contingencia de una vida episódica, remota, casi, casi, inmaterial… como mi jardín soñado.

lunes, 26 de diciembre de 2011

EL PODER DE CREER Y LOS ANFOTEROS DE NAVIDAD

Estoy sentado en el avión. Se acerca la aeromoza. Al señor delante de mi asiento le dice. “Por favor, señor, levántese, este asiento no le corresponde, lo embarcaremos en el vuelo siguiente”. Tal vez no habrá ese vuelo hasta pasada la Navidad. Hay una huelga de los aeroportuarios-. Quizás este sea el último vuelo del día. Además el clima ya es pésimo por lo cual han cancelado dos vuelos, muchos hacen colas y lo cierto es que no hay muchos aviones. La cabina estaba repleta de gente apurada. Todo es un desorden.
Tal vez yo estoy sentado por que sacaropn a alguien de su sitio. Hay dos tipos de gente en el mundo. Los que son sacados de los aviones y los que son puestos sin que tengan más derecho que su poder. A ninguno de estos se le dice Feliz Navidad con sinceridad. Se les teme.
Ha sido una mañana del carajo, y tuve que quejarme con mis contactos periodísticos para lograr que se cumpla mi deseo. Gracias a eso estoy acá sentado. Hablé para la televisión, use el odio a los extranjeros de Cusco para fustigar a los que me ofendieron y se quedaron con lo mío: una empresa extranjera. Y abominé de la empresa de vuelos dándole noticias a este medio en el mejor momento, justo el día en que no hay noticias, en el sentido de que no hay Poder Judicial, ni políticos ni nadie que abra la boca. Son las horas previas a Navidad.
Pero una vez logrado mi objetivo, hice una verónica y en vez de ir corriendo por mi boleto recuperado -le ordenaron al jefe del aeropuerto que me lo de- fui a tomar un café a 5 kilómetros, en la calle Mesínd e la Estrella. Me encontré allí con mis camaradas. Levanté los brazos en señal de triunfo. Miré la calle lluviosa por la ventana. Que el avión me espere, pensé. Alamo Day festejaba la culminación de mi propósitio y rió a cada sorbo. También era su venganza. Para mi es rutina romper convenciones. Mi riesgo a veces da frutos. Otras veces no.
Poetizo:
Veo un perro amado por un incomprendido. Segundo acto, una mujer sonriente acercándose al incomprendido. Luego: unos chicos acercándose a la despedida de sus padres. Es el estreno de la ingratitud. Veo que solo quedan dos de los cuatro Beatles. A Ringo aun transpirando felicidad. Me veo a mi mismo contestando al teléfono. Sí. Estoy escribiendo horas antes de Navidad. You never give me your money. Otra vez, Beatles, Abbey Road. Por qué en Lima hacen corte alemán a los árboles. Por qué les impides la extensión que reclaman sus ramas. Por qué impedir la hojarasca en otoño que va tan bien con el viento frío. Porque en el Perú nadie protesta.
¿Por qué nadie sabe ni mierda de derecho aeronáutico? Me pregunto. Todo peruano debe saberlo. Desde niño. Imposible imaginar porque nadie sabe lo que es un anfótero. ¿Por qué?
Yo tampoco sabía de derecho aeronáutico, pero ahora si lo sé. Tuve una lección de 10 minutos. Y me di cuenta que en el tema de aviones solo importa una cosa. El motor, que despegue, y que aterrice bien. El pasajero puede irse a la mierda y por eso, para que este no se dé cuenta de esto, se le debe de tratar con voz cortés, aunque en el fondo hostil.
Por eso estoy alegre. Porque los mandé a la mierda y me devolvieron mi asiento. Estoy satisfecho, lleno, maldito. Y vamos al fondo. ¿Pero por qué tomo lentamente el café si me dijeron que corra para que me asignen un vuelo?
Cuando uno está dispuesto a perder algo por lo cual tanto luchó, quiere decir que más vale el triunfo que el objeto, y tal vez ese es el regalo que a mí mismo me hago en esta Navidad como un “canto a mí mismo” al que se refería Withman, pues estoy feliz de haber le puesto el dedo en los ojos a la poderosa línea aérea Lan, que pese a sus razones, gentilmente agresivas, como dije no me podían devolver el dinero o reponer un vuelo, logré que tuerzan toda su fraseología de derecho aeronáutico, incluido un pacto internacional de Polonia de 1955, y logré que me devuelvan lo que para mí era justo, sin que necesariamente, repito, me asista el derecho.
¿Puede haber mejor regalo que este? ¿Sacarle un pasaje enterito, con asiento, en una mañana de huelga de los “estibadores” de Corpac, (corruptos chucha su madre), mal clima (se suspendieron dos vuelos) y devolverle sus palabras expertas y memorizadas a la misma jefa de Lan de Cusco para que su superior de Lima le ordene ponerme en el avión? ¿Es que soy tan importante o bien lo menos que quiere la empresa son periodistas o locos peligrosos desenmascarándolos? Sí, eso es.
No, no hay nada mejor. Los ataqué usando mi verborrea criminal, imparable, era una hemorragia de ideas. Ametrallé a todos lados en esa oficina de culonas de labios pintados, usando sofismas, pinturas y pasteles, pinté sus paredes con pichulas, y dije verdades mezcladas con exageracions y burlas, hice piruetas y acrobacias lingüísticas, atribuyéndome espiritualmente un derecho que si bien era un asunto de justicia, era absolutamente imposible en el marco contractual del boleto que compré, porque, en efecto, en una letra pequeñita me advertía que si perdía el boleto de ida, por tardanza, etc., también lo perdía el de vuelta.
Solo que me enteré de esto un 23 de diciembre, cuando estaba con mis mochilas jadeando, rumbo al aeropuerto, con la ilusión de llegar a tiempo a casa para pasar la Navidad con mi familia.
Entonces ya dejé de ser el man-Navidad y me hice otro ser, cactus o morsa –de los Beatles- y reaparecí, no pateando cosas, sino con un trato aplomado, lógicamente con mi abrigo a cuadros, boina y aquella suavidad en mis ademanes, como la última vez que estuve o bien en Estambul junto a Kem Malatatur ordenando el fin de la obligatoriedad del uso de la burka a las chicas de velo, o bien en la inauguración en la vieja URSS de la universidad Patricio Lumumba, o en el Báltico observando la venta de un programa llamado Promiss a la extinta zona comunista, y verme, si , otra vez, completo, impiadoso, sin ninguna posibilidad de bondad, aunque sí con una frialdad que se necesita para dar ayuda a la humanidad Volví como soy y fui y seré. Roxano Gropius.
Sí, soy Roxano Gropius. Te lo diré de forma clara. No abuses de mi buen humor, no creas que soy una víctima de mis virtudes, porque no tengo virtudes con las que me masajees mi ego. Admiro a las máquinas y cada vez menos a los hombres y menos a las mujeres que te dan el culo a cambio de tu vida. Bostezo en los supermercados cuando veo a los imbéciles con esas pesadas cargas femeninas, poniendo cara d importantes al sacar sus baratuchas tarjetas de crédito que mes a mes pagan, y ojalá tuvieran esa misma capacidad de ostentación cuando haciendo el amor con una puta le piden en voz bajita que le meta el dedo en el culo.
No. No soy el que piensa bien de usted, ni el que piensa mal. Usted no me importa demasiado, aunque algunos hechos digan que sí. Roxano Gropius no está con el derecho, ni con las convenciones. Soy el que nunca se pondrá en su sitio, pero a cambio de que nunca, por su bien, se le ocurra estar en el mío.
Amo la competencia leal, pero también manejo la desleal. Solo con los grandes. Con Lan. La verdad, no la de Perogrullo, sino la que está detrás de los códigos y diccionarios es mi patria. Soy el que manda, el que le dice, “señorita, si no se de derecho aeronáutico, usted abusa diciéndome que no puede devolverme el dinero o mi asiento”. Soy el que tiene la razón… en el fondo.
Por eso, al recordar cómo le increpé a la pobrecita mosquita muerta, ella me dijo. “De acuerdo al convenio de Varsovia de 1955 no le podemos devolver su asiento de vuelta por que usted perdió el vuelo de ida y bla bla bla”, a lo cual respondí, “no sé nada de derecho aeronáutico, usted si, lo estudió seguro por años, además el contrato de venta de boleto que usted me muestra está con una tipografía de 7 puntos cuando los diarios populares están en 9 puntos, por lo cual este no es un contrato demasiado democrático, porque todos los que compran su boleto pro internet están apurados, o son ciegos, o hablan quechua y no entienden español, porque en el Perú nadie lee y estos términos son obsoletos para esa realidad, y que pasa si soy un papito de un mundo quechua que no se español, por lo que la línea es racista, y entonces así como no se nada y soy un ignorante terminal que solo sabe tomar su taxi para llegar a tiempo al aeropuerto le pregunto señorita experta en derecho aeronáutico ¿Sabe que es un anfótero?
La mujer me miró perpleja, y aproveché ese segundo para decirle. Yo creo que usted por más buena intención que tenga,. No dispone de la potestad para devolverme el pasaje. Me dijo. Bueno, señor, llamaré a otra persona a Lima para ver si se puede hacer algo. ¿Me espera unos minutos?
Ah, nos vamos entendiendo, respondí. Luego de recuperar el boleto tuve una sensación injusta. Me dije a mi mismo, para que mierda hay esos pactos internacionales si hay en todo trampa. Hicieron doble trampa conmigo, primero me quitaron mi boleto con excusas legales irrefutables y luego me lo devolvieron con excusas aún menos justificables. Una vez que recuperé el boleto, me dijeron, vaya a nuestro counter, lo embarcaremos en el siguiente vuelo. Entonces les dije. Gracias por la ayuda, me fui a tomar un buen café, que lo bebí viendo mi imagen de cómo abominaba por televisión contra la compañía. Luego volví al counter. Todos veían que yo era el que los había insultado. Me trataron mucho mejor. Obviamente nunca quería que me estimaran.

martes, 20 de diciembre de 2011

EL PERU DE LOS MODALES DELICADOS

El Perú es un país vulgar de modales delicados, lo cual explica sus pocas ambiciones y su capacidad casi africana para perder guerras. Mi querida Norna estaba en España y me contaba como algunos empresarios del ramo agrícola estaban con pose de ricos de la revista Hello en el lobby del hotel rehusándose a almorzar las cochinadas que vayan a dar en una feria mundial de alimentos frescos.
Qué se habrán creído es tos tipuelos con este tipo de comodidades,. Al saber, según su relato, que hasta dejaron plantado al presidente de aquella feria, que ese si es un español de usos y modales muy finos (como buen enano).
Me imaginaba a tales con sus éxitos importados de Chile o nIsrael, su seguridad de que eran las nuevas estrellas, como si ya habrían alcanzado metas enormes.
Desde luego que deseo su éxito, pero cuánta razón tenía este Vallejo cuando decía hay tantas cosas por hacer. Solo que yo no pondría “hermanos” sino ¡piensen en grande holgazanes de mierda!
Es evidente que en este país cualquier pelafustán con un pequeño logro ya se atribuye una pechuga de Pompeyo, Craso o hasta César.
Ese país de modales delicados y pisco con caballo de paso árabe no es el que me gusta, pero es el de mayor valor que requiere crecer, dejar el aniñamiento de sentirse más que otros. Esos otros, los de abajo, no son muy distintos. Desconfiados, miserables, corruptos.
La única alternativa que queda es tomar las cosas por su mejor ángulo. Yendo al centro del problema. Allí mismo estoy . En el centro del problema como un hongo maligno o biotecnológico que tratará de absorber y metamorfosear la hiel que hierve en las venas peruanas, y de paso ganar dinero.

LOS EXITOSOS FRACASADOS Y LOS CONSTRUCTORES DE MAÑANA

Me preguntaron si no me sentía un poco mal lavando mis ropas, es decir en términos dramáticos, al verme percudiendo mis medias, calzoncillos y demás enseres. Bueno, dije que no era tan dramático, si a eso le agregas que tomas un inmejorable café espresso de desayuno, mas tostadas con mantequilla, jugo de naranja, algunos gin tonics los fines de semana y mucho ejercicio en el gimnasio para sentirme bien.
El hecho es que, además de esta “dramática” figura, que fue acompañada de otra pregunta-consejo, “por que no te buscas una mujer”, debo agregar a mi infelicidad y carencia de alguien que me gusta que me ame, mi deleite permanente con el mejor rock, (he hecho una selección personal de oro) .
Me di cuenta de que en el aquí y ahora tenía muchos momentos de felicidad y que el estado de soledad es en gran parte ventajoso. Nadie te molesta.

Un hombre exitoso
Conversaba con el dueño del hotel, un ladronzuelo que alquila maquinaria vieja a municipios, y quien es un corruptor calificado de funcionarios de mala entraña, con ojos resbalosos y sonrisa asustada, por la cual solo a veces se le escapa (por un paseje ocular muy fino) la miasma de ser humano que es, a quien me naciò preguntar: ¿Cuál es el secreto tuyo para ser feliz, con una esposa que te cuida los pasos y te tiene tan limpio?
Y entonces repiuró hondo para iniciar una cátedra de idioteces propias de quien supongo que es. Un pérfido gusanillo amable.
Sus palabras doctas en felicidad me dieron tanto sueño, y ojo, no por su notoria falta de profundidad, sino por el convencimiento absoluto que emanaban convencimiento. Para el la vida cuadraba perfectamente con robar, extorsionar, y comprar panetón yu comerlo en familia en Navidad, según -al parecer- los mandatos de algún ser superior, es decir, Dios- convertido en sociedad- que permite que mequetrefes como este anden suelos.
Luego le di la mano con sinceridad, pues no debo negar que me hizo gracia la falta de encaje de su integración entre el bien y mal, y le manifesté un sincero “te envidio” por que solo imbéciles así pueden alcanzar la felicidad, sin tener ese prurito en el alma, a decir de Ortega, que te lleva a escribir, trascender, buscar metas amplias y celestiales en una vida breve y absurda como la que ondeamos con orgullo de pelagatos.
Lelìa a Withman, y dfescubro que este no fue famoso en su tiempo. Tampoco tuvo dinero. Es así que entonces me puse la meta de buscar la forma de acumular unos cientos de miles de dólares, eso si, trabajando creativamente, para continuar haciendo lo que me de la gana cuando ya no tenga tantas fuerzas.
¿Una mujer? Bueno, en realidad no debo descartarlo, sólo que no me dan ganas por ahora. Se acerca Navidad. Debo de ver a mis chicos. Ellos me necesitan… eso creo. Aunque con el tiempo tal vez no.
Entonces, ante esta posibilidad, deberé alistarme para emprender metas más grandes. La primera, dar lecciones de verdad a ellos, como la que me dio mi padre poco antes de morir, muy solo, en verdad. Pero habloando de metas grandes, hay algunas que me seducen. No odiar, por ejemplo. La otra !Por que no! … hacer una gran ciudad. Para eso, debo restarle dramatismo a los momentos que la sociedad quiere ofrecértelos como dramáticos sino disfrutar de la fabulosa capacidad de comprender que Dios me dio, aunque esto no permirta hacerlo finalmente conmigo mismo.