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martes, 11 de septiembre de 2012

LA VERDAD VERDADERA

El vigoroso espíritu de la mal nacida Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) apenas es hoy un mortecino aliento, tras el tardío reconocimiento, a guisa de vómito negro, del ex comisionado Enrique Bernales, de que esta se equivocó, convirtiendo en víctimas a asesinos, como el tal Willians, el mismo que fue liberado para seguir asesinando a militares, todavía mujeres. Me pregunto de si algo de esto que ver tendría el antecedente de que los miembros de esta esperpéntica comisión, no solo estaban emparentados biográficamente con el marxismo maoísta, sino hasta sanguíneamente con Sendero Luminoso, al tener como comisionado a uno de los primos de Osmán Morote, quien le hablaba a la oreja de Abimael Guzmán. Ahora entendemos por qué cayó enfermo el comisionado Javier Ciurlizza cuando Plinio Esquinarila le descubrió en amigables charlas con Abimael Guzmán. Es que este hombre sabía lo que estaba haciendo. En aquellos audios Ciurlizza, con el pretexto de investigarlo, conoció a Guzmán en prisión demostrándole una “simpatía emocional”, la misma de esos periodistas políticamente correctos, que fueron cómplices de la rehabilitación del “honor” abimaelita aconchabándose con la comisión y las ONG, dando puente de plata a la libertad de los Willians que siguen matando. Para algunos esa “simpatía emocional” no es peligrosa. Para nosotros sí, pues es el lado amigable por donde la secta asesina se cuela en la sociedad, buscando siempre el driblen por los intersticios de la cautela de los más inocentes, como los cafetaleros de Vilcabamba, que involuntariamente son los hospederos del tal Gabriel. El Sendero Luminoso que mató a tantos fue derrotado por la presión del Estado, pero sus cómplices han obtenido la contrapartida de la rehabilitación política por adelantado, cortesía de Alejandro Toledo, y la cosecha la practica el mal nacido Momadeff, conformado por los rehabilitados de la comisión. Escribir hoy en día estas cosas es fácil, pero no lo era hace unos años, cuando un pequeño grupo de periodistas éramos acusados de todo al sacar las mentiras de esta comisión al descubrir que aumentaba el número de muertos con dudosos antropólogos forenses, para acusar de todo a las Fuerzas Armadas. Tal vez Velasco fue el que extirpó al periodismo de su pureza, y por eso nos inundaron sus viejos amanuenses que expropiaron a Correo. Para nosotros, desde luego, no era posible mentir ante fraudes que denunciamos como el falso heroísmo de la ex agente, Leonor La Rosa, cuando fuimos esa mañana a recoger vidrio por vidrio, en aquella playa de Lurín, las evidencias de que la beata estaba de parranda con amigos, hasta estrellar el coche, tras cobrar 100 mil dólares por meter a la cárcel a militares que nunca la torturaron. Cómo no dudar de la CVR, si cuando fui a ver qué médico certificaba que su parálisis era producto de torturas –y no de neurosis conversiva- , nos encontramos con el doctor Cruz, el mismo loco a quien conocí años atrás en una excéntrica comisión con el fotógrafo “Chino” Domínguez, cuya clínica cucarachezca, sin un solo paciente, un íncubo de pestilencia, era un templo donde se idolatraba a Fidel Castro y, se dice que era donde se curaban a heridos de combate. Ese “fidelísimo” -¿por Fidel?- testigo de la comisión era gracioso, y se pintó de cuerpo entero cuando en esa entrevista sacó en su consultorio una botella de Habanna Club, y tres puros Cohimba, convirtiendo el sanatorio en cantina. Recuerdo que después de certificar el origen de la parálisis de La Rosa, el tal Cruz llamaba inútilmente por teléfono a Heriberto Benítez para que le pague su “saldo” por haber internado a La Rosa en su pocilga. Estos hechos nos daban potencial argumentativo para soportar cualquier ataque, y nuestra verdad sobrevivió al tiempo, como esa roca polaca de la cual hablaba Winston Churchill en sus Memorias de Guerra, la cual puede ser cubierta por la turbulencia oceánica (Hitler), pero siempre se mantendría firme para reaparecer cuando baje la marea. Nuestra verdad, pura, redonda y sin fisuras, ha salido a superficie, lo cual es una satisfacción enorme, y confirma dos cosas, que Bernales no pudo callar más, y que los irresponsables trepadores buscadores de ascensos en la burocracia internacional, llegaron a la cima como el gusano de la fábula de Esopo, arrastrándose y traicionaron a los peruanos para este fin. Ahora ellos experimentarán el genuino repudio de la historia, pues haber vendido el país a su peor enemigo, la secta maoísta, no es para decir perdónalos porque no sabían lo que hacían. Sin duda el tal Garcia Sayán, que llegó a donde quería, la Corte Interamericana de Derechos Humanos para condenar a militares sí sabía lo que hacía con su ONG Comisión Andina de Juristas. Igual el Instituto de Defensa Legal y APRODEH, que se han vuelto mudos, y merecen nuestro señalamiento. Ahora que las aguas vuelven a su nivel, hay que indicar que nuestro país necesita recuperar sus símbolos básicos. Símbolos de gran utilidad cívica, social, humana, que nos fueron robados por el engendro velasquista, comunista y abimaelita. Uno de ellos, la verdad, en cuyo nombre ya se mintió mucho. Tras este acontecimiento podemos decir, descansa en paz CVR, no vuelvas nunca más, y bienvenida nuevamente la “verdad verdadera”. Ahora sí: Viva el Perú.