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lunes, 27 de septiembre de 2010

NEXOS

Detesto las sonrisas de ese tipo, especialmente las comprensivas y buenas
Las encuentro, por el contrario, vengativas. Puedo detectar una mosca en la oscuridad.
Sin el menor reparo la condeno. Como el niño que juega a matarlas, figura que no es mía, sino de Shakespeare.
Lima coincide exactamente con lo que deseo, pero igualmente con lo que detesto. Ando cansado de vagabundear por los agujeros esos. A decir verdad me he jubilado. Quedé borracho la otra vez en el taxi. El sujeto se llevó mi dinero. Había ido a una fiesta donde no se por que fui invitado. Me había puesto mi saco a cuadros y parecía importante. Incluso comenté que el tema eran los intereses, que en Brasil eran menos. Y el calvo a la cabeza de la consultora asintió diciendo. "Coincidimos plenamente".
Unos días antes un amigo me llamó desesperado. Dijo que estaba enamorado... de un hombre. Le dije que era normal estar confundido. stuvo muy agradecido. Me dijo que era un hermano. Le mentí. Probablemente es homosexual. No le volví a llamar. Se que anda hace años con la moral a la deriva. Cometió muchos errores. Quizás por eso es mi amigo.
La noche de Lima estaba plena, y eso que no era tan de madrugada. Pensé en que era inútil seguir odiando, pero fue inútil, el desprecio me sube a borbotones. Y me pregunto por que todo es una fotocopia. O mejor dicho, un colage.
Evidentemente no me refiero a mi. Sino al resto. Y ese es el secreto de la humanidad. Su convencimiento de la univocidad. Entonces por que no jugar a Dios. Entonces por que no hayan esclavos.

sábado, 11 de septiembre de 2010

LIMA BILL

¿Cuán lejos nos encontramos de la creación en Lima y provincias de escuadrones de la muerte privados? Pregunto esto tras cosechar mi novena historia de venganza personal de taxistas asaltados. Aun no me referiré al odio hirviente de las familias con seres queridos secuestrados, padres de chicos seducidos y violados por seguidores de Baylys que malentienden lo que es open mind, ni tampoco por tantos que vieron sus casas desvalijadas por extraños que llenaron de acrimonia la dulce atmósfera del hogar “seguro”.
No. Solo hablaré de un caso de un taxista más, el indicador más recurrente y seguro de la flebálgia urbana.
¿Si las estética de la tortura llegó a su máximo cuando el general Tito Andrónico de Shakespeare “alimentó” de brasas ardientes a la pérfida Támora por haber desgraciado a su inocente hija Lavinia, cuánto puede hacer el encendido padre, hijo, o hermano limeño frente a un delincuente que por azar cae en su trampa de la venganza?
¿Los limeños estamos preparando una trampa de la venganza? ¿Kill Bill mora ya en los corazones de los peruanos? ¿Tarantino presidente?
Ayer regresando de Miraflores el taxista me contó porqué tres veces lo operaron de la apéndice. La circunstancia fue deshilvanando en la medida que le hacía preguntas de soslayo. No hay que olvidar del periodista que uno es.
Taxeaba recién operado de la apéndice.
La operación, cuenta, fue grave. La laceración se le había infectado. Estuvo demasiado cerca de la muerte. Pero necesitaba pagar las cuentas. Por eso desobedeció al médico que le había propinado un descanso de seis meses.
En su rutina de taxear su mente nadeaba sin percatarse que los elegantemente vestidos pasajeros eran más bien unos desalmados con un pedido de repuestos para San Jacinto.
Pasando Plaza Vea de Surquillo, a plena luz del día, le arrinconaron y golpearon duramente en la capeza. ¡Baja concha de tu madre! Ordenó él.
La mujer, a juzgar del taxista, era mucho más sanguinaria que su compañero.
Apuntó sus ojos sobre las iris contraídas del taxista. Miró luego a su compañero y le dio la siguiente instrucción. ¡Mátalo al reconcha de sumadre por que ya me ha visto! - ¿No recuerda esto a Sendero?
Con la cacha de la pistola, no sólo le abrió al taxista 10 centímetros de cráneo, sino que el aprendiz, hizo caso a la viuda negra y disparó sobre su mitra ya empastelada de sangre.
Erró en el tiro. No se sabe si queriendo o sin querer. La bala apenas le rozó la faz entomatada.
Su cuerpo fue hallado en Villa El Salvador. Agonizaba. La herida recién operada estaba abierta y con tierra.
Al María Auxiliadora. El taxista paró 10 meses de trabajar. Dos de aquellos coqueteó la muerte.
Cuando salió a la calle su estrés traumático cobraba la otra factura haciendo de él un tipo inseguro.
Le pregunté lo obvio. ¿Y no te gustaría matarlos?¡No!. Me respondió directamente. Más bien barboteó. “No puedes hacer nada si estás desarmado ante dos tipos que si lo están. La misma policía te aconseja no hacer nada".
No sé pero no le creí, como tampoco creo demasiado en la existencia de la democracia, más si en las cada vez mejores artes de la seducción de la misma raza de reyezuelos de siempre que apetecen luces, poder, presos de la vanidad .
Así somos.
El taxista se acercaba a mi destino y dijo. “No podría enfrentarme a esos, pero mi amigo si lo hizo. -¿si?- Cogió al asaltante, lo redujo y lo llevó ala playa. Con otro colega le dieron de alma y terminaron obligándolo a comer arena. La tortura duró casi toda la noche. Le dieron de beber agua de mar y más arena. Le rompieron el cráneo, le miraron a los ojos, le dieron tanto que el tipo estaba semimuerto. Cantó todo lo que sabía de todos sus compañeros. Le filmaron. Estaba tan asustado que los taxistas le advirtieron. Mírame, mírame bien, quiero que sepas quien soy, quiero que sepas que allí cerca de donde te levantamos vivimos, quiero que sepas todos nuestros pasos y que conozcas nuestras rutinas. Queremos ser un blanco fácil para tu venganza. Pero algo más. Te decimos esto porque apenas hemos empezado a sacarte la mierda. Cuando terminemos, puedes tener una pistola cargada frente a mí de espaldas y no te atreverás a disparar”.
Cuando bajé del taxi comprendí que algo se aproximaba. Algo muy oscuro, más bien plomizo y violento.
Termino de escribir esto y paseo con mi amigo Marco Torres Paz por un infierno de imprentas donde a precio mínimo te construyen ploters, almanaques, afiches.
Veo las caras de Susana, Lourdes, Lay, Bayly, Keiko, sonrientes, prometedoramente visibles, todas juntas como barajas.
Me pregunto. ¿SI hay un mundo visible con la logística de los medios de que manera se dan las cosas en ese mundo invisible?
Marco me dice. Acabo de regresar de Washington donde hice unos estudios de política. !Que diablos sabemos frente a esta realidad tan intensa e instantánea!

Es cuando entiendo por qué la literatura sigue traduciendo en un área simbólica lo que nadie dice de ese mundo oscuro y prominente. Entiendo, entonces, el silencio de Lavinia, la inocente hija de Tito Andrónico, cuya lengua y ojos fueron mutilados por la también vengativa Támora, y evoco que todo es posible, la segunda oportunidad de Tannhauser, (comparado hace poco por el diario El Mundo de Madrid con el nuevo Alan que cambió a Marx por Popper !increíble!), Bayly que sin ningún remilgo dice que quería hacer mamá a dos mujeres al mismo tiempo, y que cayó ya una, y es cuando el vómito no se como así no se me viene. Es cuando pienso que estamos en un tiempo donde no caben más hipocresías. Solo que... cuáles serán las siguientes que caigan. ¿La venganza, la naturalidad de la venganza de Tarantino?

Es así que siento la urgencia de dirigirme mas bien a ese espacio donde se cuecen las habas, como el silencio de los inocentes que parió a Hannibal Lecter.