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martes, 4 de enero de 2011

MOMBRAY VISITA CUSCO

“Tu juegas a quererme, yo juego a que te creas que te quiero,. Buscando una coartada me das una pasión que yo no espero, y no me importa nada, tu juegas a engañarme, yo juego a que te creas que te creo”… (Un tema de Luz Casal que me lo hizo escuchar la mujer menos aconsejable del mundo pero que viene al atributo de esta noche cusqueña y extraña)

La suerte juega a su favor. Los jugadores tienen el arte de manejar las impresiones. Capturar el código mínimo para hacer o mejor dicho inventar un oasis el desierto, presentarlo según sea el postor y convertir en única oportunidad la inexistente. Está claro que hablo de la manipulación.
Pero así como en la vida siempre hay el momento de enfrentar la verdad dual cual sea, en el juego pasa lo mismo. Es la cita entre los manipuladores por instinto, desinterés o cobardía, que especulan hasta el falso escozor de la nariz.
Algunos en la traicionadora corazonada pagan por ver, otros no esperan, y simplemente muestran sus cartas a la mitad de la esmerada especulación del contrario, evitando así la posibilidad de que este termine de edificar un juego brillante que inapelablemente sea su destrucción. Destruir el juego brillante y hacer menos catastrófica la caída, no obstante pierda, es una de las formas más raras de ralentizar el destino, ganar tiempo.. cuando ya no hay, poner freno a la racha. Pocos lo logran. ¿En que momento el couprier decide el destino de alguien? En realidad nunca.
Es que las cosas son rojo y negro, punto y banca, seint oder nicht sein.
El de Rojo me dijo que el 24 de diciembre lo vio al griego pasando por la puerta de su casa recuperado. Un año atrás estaba a la deriva, por la cuesta del no retorno. Su nariz sangraba sangre cristalizada, brillo de cocaína. Sus dedos negreaban kerosene, pasta básica. El de Rojo que también lo saqueó, en cierto modo comprándole sus enseres sustraídos furtivamente de su casa para la dosis del minuto, dijo que verlo así le llevó a serle infidente. Dijo que fue y tocó la puerta de la casa del griego y que a su anciano y rico padre le dijo, "este tipo no da más". Y la familia, que ya le había bajado el dedo, lo llevó a recuperarse a un lugar de esos. Para El de Rojo le salvó la vida, lo que fue dejar en aprietos al couprier del destino al decirle, "he hecho esto para que me toleres llevar esto bajo la manga".
El de Rojo me mintió algunos detalles sobre el asunto de la recuperación de el griego en un sanatorio para drogadictos. Imposible pensar en tanta pureza, más aún en quien desgobierna cada tres horas en búsqueda de más coca. Pero esos detalles al final no importan. Siempre importa mas bien la semántica de las cosas. Y si es un buen argumento pasa... o no me importa.

Sin embargo, este fue el as que El de Rojo nunca planteó en su viaje a Cusco con ….. Y, desde luego, hizo trampa, y lo jugó en todo o nada, lo apostó, y a ... hasta lo convirtió en peldaño, en oportunidad, en correa de transmisión de su salvación
Es posible que El de Rojo pase la noche en la lluvia, que jamás alcance a la Madre Selva, y que termine en Procuradores como salame, fileteado por los buitres.
Eso quizás alegre a … Pero lo que no hay duda es que … va a la deriva. Tal vez sean las primeras horas autenticas de soledad las que enfrente.

En la soledad uno deja se ser envoltura y profundidad. Es una sensación de vacío, insatisfacción perfecta, casi momento de escuchar un ritmo del grupo Karicia o algo de Miles Davis. Nada es diferente. Excepto... la indiferencia en la que uno ha caído del mundo.
En la ruleta hay rojo y negro. Y la bola solo se detendrá en uno de los espacios. ¿Rojo? ¿Negro? ¿Quién juega a rojo? ¿Quién a negro? ¿Quién dejó de jugar a negro? ¿Quién dejó de jugar a rojo?
Ha parado de llover, me han dicho que practique lo que escribo. No hacer lo que escribo sería ser cobarde. Tal vez cualquier cosa en la vida puedo ser menos cobarde.
Y paso por eso a Ricardo II de Shakespeare, la historia de un tipo, Bolimbroke, acusado de cobarde y calumniado por el mendaz Mombray. Bolimbroke es mi héroe, aunque más Juan de Gante, el viejo que reflexiona con dolor.
Esto es Ricardo II a la crítica:

“Ricardo II es la obra de teatro más poética de Shakespeare. También alcanza la más audaz representación de bajas pasiones humanas: la traición, la hipocresía, la mendacidad, la soberbia, la falsía y el más repugnante servilismo. Estos vicios de carácter se constatan en muchos personajes masculinos, mientras las mujeres de la obra revelan valor, amor, y sabiduría para sus seres queridos, salvo desprecio por sirvientes y criados”.

Cuando Bolingbroke es acusado por Mombray esto esta es la forma como el primero resguarda su verdad:
“Que infiel eres y traidor, Tan supremo en ello, que vivir no debes, pues eres corruptor, cual del cielo azul, negra nube; por eso que decírtelo yo tuve, Y embutirlo en tu garganta, Pues tu mísera traición es tanta, que si el rey lo quiere permitir, mi espada este voto hará cumplir”.
Envenenar al envenenamiento es lo más cruel que he podido ver en estos días. Y vi cómo el envenenado y semimuerto El de Rojo, fue cuasi envenenado por ... Le cortó -casi- la única opción de vivir. No quería ser el peor. Por eso fue a dar pan al que hace años ha muerto sobre sus botas de gato.

Genial Shakespeare cuando describe estos casos de maldad.
“ El vano amor de los perversos, muy pronto, en miedo se transforma, miedo en odio, veloz, se torna, el odio, en amenaza y muerte”.
A veces los hombres creen ver tan alto que necesitan altímetro. Pero !bah! finalmente me quedo con esta cita del justo Bolingbroke
¡San Jorge y mi inocencia triunfen!

Que sea lo que ha de ser y Dios les bendiga a los que tengan en su camino vivir.

lunes, 3 de enero de 2011

EL ALTIMETRO DE COLCHON



Colchón va por las calles de Cusco con un altímetro. Choby repta en la historia con el criterio de un átomo atareado en cosas más importantes. El Helvético se peleó con la muchacha inteligente. Para colmo... hoy el pueblo cagó sus nuevas autoridades. Algo más, se apagó un foco que miraba a Colchón al final de una calle cuyo nombre tenía forma de foco. La calle Pera. deconstruyamos este día y comencemos por el pensmiento final.

Este es el que manda. Es verde y se ensortija... como un corazón. Por eso sube tanto el ego y baja tanto la conciencia. Me recuerdan sus colores a los de Humareda, verdes relampagueando sobre mesas podridas de viejos derrames de cerveza. Mesas testigos de negociaciones putibularias en la Parada donde antes de entrar a la habitación te regalaban un antibiótico inservible. Pero que importa, el es! Y está preocupado.

Sin duda hoy fue el día del corazón. Corazón podrido, corazón inservible, corazón abierto y lleno de frío. Los corazondes son verdes, al menos hoy lo fueron.

Hoy día cambiaron de autoridades políticas en Cusco Maldito y sonaron los pututus en el palacio de Koricancha, ese templo inca que como mujer se encuentra histórica y cronológicamente debajo del templo de Santo Domingo. Juramentó el presidente sobre un cache cultural que ha manado todo el resentimiento en este país minúsculo. Juramentó sonriente y en pletórica expresión encima de una violación sin vaselina y por el orto. Y los cusqueños de mierda orgullosos de su historia, especialmente si buscan trabajo de la nueva autoridad juramentada, justificaron su presencia en la ceremonia, y desde luego, su inutilidad, ofreciéndose a ir disfrazándos de payasos, con faldas, vinchas y ojotas, como si el inca presidente o el que acaso pena, no se reirían de semejante horda de imbéciles cagándose de frío en esta tarde nublada y lluviosa.
El Ejército estaba igualmente con sus uniformes de segunda de la guerra de El Golfo, pero sin misiles patriot y bastante lejos de donde los tucos roban en emboscadas los armamentos de los policías que, mire usted, ni se asomaron en la juramentación del nuevo inca presidente. La gelatina Gonzales Sayán no existía. Seguro andaba derritiéndose para amoldarse a los agujeros de la pista. A este no lo cagó el pueblo. Lo tosió como una flema.
El presidente regional que parece ser un tipo inteligente, y que ya se traerña a los rusos, dice, no obstante sucumbió al show y semitrotó por la avenida El Sol en medio de un baño de popularidad que ocultando sus curriculums de sanguijuelas profesionales, pugnaba por tocarlo.
La seguridad les cerró el paso en cadena. El presidente regional, de amplia frente y cara de fronterizo, viendo que no era tocado por nadie dijo a sus guardaespaldas “dejen que me toque la gente”. Lo escuché. Es decir, empezó a sentirse dios tras juramentar ante su papá y su mamá junto al otro hijo de Manco Capac, Ollanta Humala, que no dijo ni una palabra sobre el caso del agua de Espinar que muy bien hecho se va para Arequipa. Es que acá en Cusco se creen dinásticos.
Sin duda esto ya enrareció el ambiente cusqueño, y el taxista que tomé rumbo al banco estaba hecho una mierda al insultar sin razón a su colega, siendo este luego portador de otro escupitajo verbal proveniente del otro tico blanco.
La cagada humana corría alrededor del presidente de la región sin darse cuenta de que había un hueco de tres metros de una exclusa de la avenida El Sol donde seguramente alguien cayó. El tipo iba a inaugurar un puente que nunca hizo, ya que esta obra fue del malhadado anterior presidente regional, costumbre típica de estos menesterosos en lo cultural que pueblan esta tierra hermosa, que se creen hijos y herederos de los incas sin haber leído ni una sola palabra de los exégetas que tantos estudios dejaron en el Bartolomé de las Casas u otros centros de estudio.
No, Cusco está así, le gusta la droga el show, la payasada, le encanta el inglés, el chauvinismo, el trago, y el muy barato, y solo para joder por falta de recursos lingüísticos en el español que idolatran, atacan al foráneo en grupo y en quechua.
Cusco no era el único que estaba harto. Colchón ya estaba harto de El De Rojo. Pero igualmente estaba harto de mí, del helvético, de Cusco, y de todo.
Yo tomé en serio lo que el habla de su próxima desaparición y hasta le puse calendario. No creo que desaparecer signifique mucho. Prácticamente no existimos en el universo.
Luego hablamos de los fantasmas. Un error si piensa que no los hay. En Cusco solo viven fantasmas. El resto de gente no creo que exista realmente. POr que eso que veo no es existir. Es otra cosa que no podría definir.
Pero igual. La escena del día de hoy es casi un obligado regresar a una lectura de aquel cuento de Camilo José Cela - Café de Artistas - donde dos tipos se encuentran y el primero pregunta ¿Y crees en fantasmas? El segundo responde. No, no creo en fantasmas ¿Y usted?, replica. Yo si... y desapareció…
Menciono aquel pasaje al darme cuenta que le dijimos a Colchón que no crea absolutamente nada a El de Rojo pues en su caso el mismo recomendaría no hacerlo en momentos cuando el gusano que lleva dentro cobra vigor tal que le obliga, como aquel hongo de la selva a las hormigas, a seguir sus dictados y buscar la rica cochinada donde la procuran.
Colchón está harto de esta situación pues dice que más de un problema le ha traído la mácula de El de Rojo. La verdad, él está hace tiempo harto de un montón de cosas y lo último que ha hecho ha sido comprarse un altímetro con reloj incorporado. Pero ni eso le ha permitido ver el panorama completo de las cosas al estar en un plexo donde falta el catalizador para poder ver la tri o cuadridimensionalidad que se requiere para la actual circunstancia.
Yo le pregunté si -como lo soy yo - el era un tipo insoportable. Me dijo que, en efecto, lo era. De modo que esto le restó algo de culpa a quienes el incrimina constantemente y de quienes no vamos a hablar.
No le ha gustado demasiado las cosas que le dije, por ejemplo, aconsejarle que se divierta en esta rocambolesca situación en la que se encuentra.
Le llamé en la noche y optó por no contestar debido a que estaba, seguramente, en alguna divertida situación o a lo mejor en busca de algo que se parezca a eso, sabiendo que tras la tertulia iba a encontrar a El de Rojo con la luz encendida, no a la de la habitación, sino me refiero al otro foco rojo.
Horas antes fuimos con Colchón a comprar una casaca y se apagó la luz de la tienda. Colchón se alarmó porque los focos no se deben apagar de esa manera en momentos donde hay densidad energética. Yo le hablé de los vientos Santa Ana de California, esos que ionizan positivamente el aire y que coinciden con el enrarecimiento de la la gente y la ponen en contra de sus semejantes, cuando hay mayores reportes de crímenes en las camiserías de Los Ángeles y cuando el temor entra en uno con fuerza.
Colchón Celada implosionaba. Reflexionaba en el café de Cocla. Le dije lo de Tácito, quien dijo que el que sabe calla y el que no sabe habla. No fue muy amable de mi parte pues Colchón tiene incontinencia verbal. Pero seguimos charlando. El reparó en que su morada en Cusco corresponde a el nombre Ataud, y que está demasiado cerca a la otra calle, Purgatorio, cerca de Afligidos, sin mencionar la proximidad de Siete Diablitos.
No, no es que les haya derivado al ataúd antes de tiempo, ni al purgatorio dantesco, son causalidades meramente, que se edifican en un devenir de aplicaciones instantáneas.
Le oculté que la habitación en la que malvive con el de Rojo era el centro de una calle donde los antiguos peruanos eran obligados a arrastrar toneladas de piedras, a veces durante media vida, tan solo para construir algunos de los palacetes de los incas. No le dije que muchos murieron mirando lastimeramente a sus esclavizadores. No, no les dije eso. Tampoco les dije que ellos estaban exactamente en la misma circunstancia que sus antecesores en la misma cuesta cargando, a lo mejor, las mismas piedras .. o por que no, otras de tamaño aún más grande.

EL ATAUD Y LA MADRE SELVA

Irónicamente les recomendé que se hospeden en Ataud. Así se llamaba la calle. Una metáfora de donde mucha de su vida estaba. Solo que este debía ser el preámbulo a un viaje a la vida en lo más hondo de la verdeante amazonía. Re Zumun lo que sucedió con estos elementos en busca del cosmos a quienes su pase a mi estima se basó en su dimensión más que cósmica, cómica.
No ha sido mi intención llegar al pico de la popularidad, o a la jubilación anticipada, menos a ser la mejor alternativa de ahorro a largo plazo, pero descubro a estas alturas de mi no poco equinoccial existencia, que la amistad cobra intereses… y que los estoy pagando de cuajo en lo que ya es casi un embargo.
El segundo día de los intangibles ha demostrado esto al hacerme portador de sus más recientes experiencias, algunas menos absurdas que otras, que dada su corodida fisonomía he de confesar que espero casi con la misma expresión contrita de la decerebrada ama de casa a la espera de la telenovela de las 7.
Paul, el helvético parece gozar al verlos todo el día enconados entre si. Y claro que El de Rojo puede en cualquier momento protagonizar una fechoría como llevarse en el aeropuerto una maleta “por equivocación” o comprar dos gafas al precio de una sin que se entere el vendedor.
El de Rojo pone a prueba a cualquier creyente y por eso debo decir que tuve muchas dudas antes de llevarlos a la casa de mi buen amigo Albert, maestro y chamán español afincado en las selváticas montañas de La Convención en una apacible cabaña de madera ausente por completo de energía eléctrica y todos los fetiches que suelen moldearnos sin posibilidad de decir no.
Por fortuna Albert no se encontraba en la selva, sino en Calca, a una hora y media de viaje de Cusco, en la casa que comparte una semana al mes con su mujer alemana.
El de Rojo necesitaba ayuda porque está viviendo hace un tiempo un secuestro químico del cual nada se ha podido hacer. Si se siente libre de este secuestro químico, al menos por siete horas, la vida sería más llevadera, dijo la noche anterior en la casa del helvético. Si, vivir con el gusano de la cocaína dentro es una implosión perpetua.
Entre el caos y la inoportunidad, el de Rojo y Colchón Celada, comparten una habitación en una calle inca de nombre “Ataud”, donde la luz del día ilumina la paz infinita del empedrado solar donde en absoluto desencajan las peleas.
La paz de aquel solar puede apenas ser alterado por la línea de sonido de alguna mosca que dibuja una galaxia. Las moscas son tan rápidas que, dicen, viven apenas un solo día. Magínense las vueltas que dan en ese solo día las flyes.
Habíamos decidido ir en grupo a Calca, al encuentro de Albert. Yo tenía pensado que Albert podía ayudar a El de Rojo, pero igualmente a Colchón Celada. Naturalmente las descoordinaciones se hicieron presentes todo el tiempo y que vamos a hacer, asi pasan estas cosas, y El de Rojo y Colchón llegaron tarde al paradero de los autos. Nosotros, con el helvético y su familia adelantamos el viaje. Milagrosamente El de Rojo y Colchón llegaron a Calca sin problemas. El camino era por Pisac.
Las filudas montañas verdeaban a nuestro alrededor y estábamos listos para llegar a casa de Albert. El nos dio el encuentro en el restaurante y nos condujo a su casa. Estaba rodeada por unos crecidos pastizales y era sumamente vertical y a dos aguas, parecía una vivienda holandesa. Solo faltaba el molino y era una pintura de Van Gogh.
Entramos y fuimos abrazados por un clima caliente y acogedor donde la familia de Albert jugaba cartas o algo así y con la laptop se comunicaban con una hija en Alemania. Era una sala y comedor estrechos y llenos de muebles traídos a duras penas de Alemania.
Allí nos sentamos y comenzamos una breve e inútil presentación. El de Rojo hablaba, trataba de ser amable y Colchón estaba con la palabra inconclusa en los labios. No había nada que explicar a Albert que escuchaba, interpretaba, y no apelaba chacchando sus hojas de coca. Luego de unas horas estaba decidido. Se irían junto a él a Madre Selva, en las montañas selváticas de La Convención a una purificación diferente a la de muchos incautos buscadores del Nirvana. El de Rojo iría a salvar su Vida. Al fin y al cabo, estaba en un ataúd.
La noche anterior me preguntó si había serpientes en aquel lugar. Le dije que nunca atacaban al hombre y que eran casi invisibles. Tal vez debí decirle que, en todo caso, no había de su tipo.

sábado, 1 de enero de 2011

LOS INTANGIBLES

La llegada de Colchón Celada y Choby El de Rojo descuentan páginas inéditas. Seamos claros: La sublevación del absurdo está acá en Cusco desde siempre arrebantando algunas líneas de arrogancia a los doctos tratados de quienes dan poca fe a lo imposible. Desde luego que para mi es un hecho positivo y poco académico. Detesto lo académico.
Hace bastante tiempo que el determinismo filosófico, ese que tanto daño hizo a la humanidad al llevar al plano de absoluto la planificación marxista o extremamente liberal, murió. Alto. Mi mente ha erectado. Pongo "Se Verá" de Luz Casal. http://www.youtube.com/watch?v=0NiVpcvdsa8
Hoy en día la planificación toma en cuenta eso que llaman “los intangibles”. (Valores ocultos) Corolario: La cualidad ha ganado en estos días grandes batallas frente a la cantidad.
He venido de las entrañas amazónicas a Cusco para darme encuentro con estos dos que, en actitud gamberra, pulverizaron hace unos días los obstáculos que impedían la aproximación a este cosmos, Cusco, donde tanto tiempo he malvivido, si es que se puede llamar así a lo mucho que me he divertido.
Alquile en Cusco una habitación para reestrenarme como adolescente en segundo debut. Fue donde derivé después de asegurarme con aquella conferencia de prensa en Lima mi ruptura con la clase política y periodística de la más hedionda estulticia.
Lejos del saco y corbata, mis zapatos trasmutaron en botines caterpiller. Solo conservé el placer de las colonias Armani.
Por mi forma de ser extrovertida, pronto mi habitación que mas bien parecía una celda, pues basta decir que para entrar al baño, uno solo podía sentarse en el water abriendo las piernas o juntándolas d costado, pues sino uno se chocaba con la pared, era un lugar humoso en la cual, y eso es lo más rescatable, constelaban las ideas menos romas, pero también cualquier forma ilícita de ser.
Yo no era el único en aquella vecindad. En la siguiente habitación había otra donde vivía mi amiga suiza, Kathy que una noche llevó a un negro timbalero a su cuarto sin imaginarse que se estaba cargando encima a su nergro e inhalante porvenir. !Cómo le gustaban los tiros!
Más allá, en la puerta 18, estaba la otra amante del negro, una gorda quimbosa y dicharachera. En el flanco derecho, estaban las bricheras que a diario llevaban a sus gringos con cara de enamorados a quienes les succionaban todo lo que podían, sobre todo su plata. En la subsiguiente se amontonaban de la misma manera que los pollos en las cajas de madera, muchachas con aspecto de universitarias que siempre encontraban en el cuarto del guitarrista Pepe -no yo por si acaso- una cama donde dormir. Una vez vi a nueve muchachas en un mismo colchón.
Recuerdo aquella era una casa de quincha de altos techos en el crucero de la calle Huaynapata y herrajes, si no me equivoco. Era una calle tranquila. La casa debía ser muy antigua contando con piedra tallada en su inmenso solar.
El casero era un tipo estupendo. No parecía molesto de lo escándalos diarios que hacíamos.
Paul, el periodista suizo que conocí poco antes, venía de Ica para visitar a Kathy. Al parecer estaba algo destruido.
Todos estábamos algo destruidos. Sin posibilidad de que nadie me contrate por que acaso parecría un infidente, un tipo que escupe a los dueños de los periódicos, que les mete una patada en el culo, tampoco era bien vito en el Parlamento donde hasta hacía poco fui un cronista estrella. Me temían.
Tuve un golpe de suerte y recibí unos 30 mil dólares que opté por ir a gastarlos a Cusco en lo que dure esto.
Compré un equipo de sonido que hacía estallar el mejor rock y jazz cada noche hasta la madrugada. Nadie moletaba. Cada habitación era una fiesta. A veces uníamos las fiestas. Kathy veía pel´´iculas y fumaba todo lo verde que llegara a sus manos.
POr mi parte leía las obras completas de Goethe en público y fumaba lo que me venga a la mano. Todos parecían abiertos a la cultura y a los excesos. Bebía cada noche con gusto y perdí bastante peso por que dejé de almorzar. Diariamente me levantaba a las 5 de la tarde de donde la cena reem`plazaba al almuerzo. Era el preámbulo para conversar nuevas idioteces y genialidades en diversos grupos recalante del Ukukus Bar, que e trataba de algo asó un lugar de un decorado y música que clasifiqué como “sueños de ayahuasca bajo la licuadora del rock”.
Probé todo lo que podía probar de la interminable colección de bebidas del Ukukus, desde maltas a 140 soles el par de onzas, hasta tekilas sunrise o kisskurt nórdicos de vodka y menta.
Infelizmente la casa de la tolerancia donde vivíamos iba a ser refaccionada para convertirla en hotel. Debíamos irnos.
Cuando lo hicimos las cosas no cambiaron. Alquilamos un departamento que llamaría Casa d Tolerancia II a donde ya se asimiló a vivir con Kathy "el negro porvenir", que con gran sentido integracionista –así son los negros- remolcó hacia este recinto de la licencia a otra docena de morenos, todos músicos, divertidos, maculosos y amantes fieles y sumisos de la cocaína.
Sería inútil contar en tan breve descripción lo que pasó en esos años. No fui tan buen chico, claro está, pero un día paré en seco dejando a ese desacuerdo con el mundo en su lugar. Paré pero para virar a otras nuevas aventuras que me dieron la increíble posibilidad de volver al periodismo. Un periodismo que me trajo contactos con Roberto Clark de National Geographic o a Kelly H del The Washhington Times.
Siempre caigo por Cusco y creo que lo haré por siempre. Me gusta mucho. Por eso para mi es una satisfacción enorme la presencia de mis dos amigos extraviados en el extravío y los espejos multiplicantes, en acaso una de las más cosmopolitas y raras ciudades del mundo que para mi amigo Paul, el helvético, es isomórfica a Beirut o Fiorence por su agitada vida nosturna.
Estoy algo sucio pero muy activo. Creo que también llevo algo de dinero. Es posible que sucedan cosas divertidas. Tengo algo de artefacto.
A lo mejor nunca terminaré de entender ciertos porqués, aunque si puedo conseguir planear , ya, en la incertidumbre.
Bajo esta tónica llegué a Ginebra, crucé las lineas del tren en Freiburg, y pasé el Oder de la misma manera que los alemanes en la invasión a Polonia. Solo que encontré allí un ovni de madera que era la casa ecológica de la universidad de Viadrina.
A propósito, entre lo dionisíaco y apolíneo, mi balance cuantitativo será mi orientación dionisíaca, aunque en cierto momento de alto, suelo ser muy apolíneo.
Amigos, bienvenidos al cosmos. Lima ya no los quiere.