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viernes, 9 de octubre de 2009

ja!

La vida continua, que fácil decirlo pero, ¿y el libreto? Que pasa cuando no hay más líneas que seguir sea por que los hijos crecen los padres mueren, el amor se ha ido, o las ilusiones ordinarias se acaban. Muchos le echarán la culpa al magnesio, otros a lo oscuro del cielo, pero yo no le echo a nada la culpa, sin o a que sucede y punto.
He estado haciendo algunas cosas interesantes e interesadas y luego de aquello veo que ya no tengo más por que seguir viviendo, al menos eso digo ahora, y pasar al siguiente momento es saltar a una incógnita porque es el reino de la contingencia al no tener ni siquiera fuerza mis dedos para empujar el suave teclado de la computadora.
He buscado algunos placeres onanistas para compensar la insatisfacción permanente y se ha replegado toda la constancia a su expresión mínima. No siento muchas ganas de escuchar la música, la verdadera religión de la vida, y los colores me da igual si sean como en su cromatismo o los del un vulgar daltónico.
Confieso, no obstante, que incluso este decir es impuro por que la esperanza aún, como una muchacha inquerida se asoma de la esquina, a lo lejos, pero sin el poder de decir que las cosas mejorarán en cuanto a lo que es la definición del objetivo siguiente.

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