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lunes, 3 de enero de 2011

EL ALTIMETRO DE COLCHON



Colchón va por las calles de Cusco con un altímetro. Choby repta en la historia con el criterio de un átomo atareado en cosas más importantes. El Helvético se peleó con la muchacha inteligente. Para colmo... hoy el pueblo cagó sus nuevas autoridades. Algo más, se apagó un foco que miraba a Colchón al final de una calle cuyo nombre tenía forma de foco. La calle Pera. deconstruyamos este día y comencemos por el pensmiento final.

Este es el que manda. Es verde y se ensortija... como un corazón. Por eso sube tanto el ego y baja tanto la conciencia. Me recuerdan sus colores a los de Humareda, verdes relampagueando sobre mesas podridas de viejos derrames de cerveza. Mesas testigos de negociaciones putibularias en la Parada donde antes de entrar a la habitación te regalaban un antibiótico inservible. Pero que importa, el es! Y está preocupado.

Sin duda hoy fue el día del corazón. Corazón podrido, corazón inservible, corazón abierto y lleno de frío. Los corazondes son verdes, al menos hoy lo fueron.

Hoy día cambiaron de autoridades políticas en Cusco Maldito y sonaron los pututus en el palacio de Koricancha, ese templo inca que como mujer se encuentra histórica y cronológicamente debajo del templo de Santo Domingo. Juramentó el presidente sobre un cache cultural que ha manado todo el resentimiento en este país minúsculo. Juramentó sonriente y en pletórica expresión encima de una violación sin vaselina y por el orto. Y los cusqueños de mierda orgullosos de su historia, especialmente si buscan trabajo de la nueva autoridad juramentada, justificaron su presencia en la ceremonia, y desde luego, su inutilidad, ofreciéndose a ir disfrazándos de payasos, con faldas, vinchas y ojotas, como si el inca presidente o el que acaso pena, no se reirían de semejante horda de imbéciles cagándose de frío en esta tarde nublada y lluviosa.
El Ejército estaba igualmente con sus uniformes de segunda de la guerra de El Golfo, pero sin misiles patriot y bastante lejos de donde los tucos roban en emboscadas los armamentos de los policías que, mire usted, ni se asomaron en la juramentación del nuevo inca presidente. La gelatina Gonzales Sayán no existía. Seguro andaba derritiéndose para amoldarse a los agujeros de la pista. A este no lo cagó el pueblo. Lo tosió como una flema.
El presidente regional que parece ser un tipo inteligente, y que ya se traerña a los rusos, dice, no obstante sucumbió al show y semitrotó por la avenida El Sol en medio de un baño de popularidad que ocultando sus curriculums de sanguijuelas profesionales, pugnaba por tocarlo.
La seguridad les cerró el paso en cadena. El presidente regional, de amplia frente y cara de fronterizo, viendo que no era tocado por nadie dijo a sus guardaespaldas “dejen que me toque la gente”. Lo escuché. Es decir, empezó a sentirse dios tras juramentar ante su papá y su mamá junto al otro hijo de Manco Capac, Ollanta Humala, que no dijo ni una palabra sobre el caso del agua de Espinar que muy bien hecho se va para Arequipa. Es que acá en Cusco se creen dinásticos.
Sin duda esto ya enrareció el ambiente cusqueño, y el taxista que tomé rumbo al banco estaba hecho una mierda al insultar sin razón a su colega, siendo este luego portador de otro escupitajo verbal proveniente del otro tico blanco.
La cagada humana corría alrededor del presidente de la región sin darse cuenta de que había un hueco de tres metros de una exclusa de la avenida El Sol donde seguramente alguien cayó. El tipo iba a inaugurar un puente que nunca hizo, ya que esta obra fue del malhadado anterior presidente regional, costumbre típica de estos menesterosos en lo cultural que pueblan esta tierra hermosa, que se creen hijos y herederos de los incas sin haber leído ni una sola palabra de los exégetas que tantos estudios dejaron en el Bartolomé de las Casas u otros centros de estudio.
No, Cusco está así, le gusta la droga el show, la payasada, le encanta el inglés, el chauvinismo, el trago, y el muy barato, y solo para joder por falta de recursos lingüísticos en el español que idolatran, atacan al foráneo en grupo y en quechua.
Cusco no era el único que estaba harto. Colchón ya estaba harto de El De Rojo. Pero igualmente estaba harto de mí, del helvético, de Cusco, y de todo.
Yo tomé en serio lo que el habla de su próxima desaparición y hasta le puse calendario. No creo que desaparecer signifique mucho. Prácticamente no existimos en el universo.
Luego hablamos de los fantasmas. Un error si piensa que no los hay. En Cusco solo viven fantasmas. El resto de gente no creo que exista realmente. POr que eso que veo no es existir. Es otra cosa que no podría definir.
Pero igual. La escena del día de hoy es casi un obligado regresar a una lectura de aquel cuento de Camilo José Cela - Café de Artistas - donde dos tipos se encuentran y el primero pregunta ¿Y crees en fantasmas? El segundo responde. No, no creo en fantasmas ¿Y usted?, replica. Yo si... y desapareció…
Menciono aquel pasaje al darme cuenta que le dijimos a Colchón que no crea absolutamente nada a El de Rojo pues en su caso el mismo recomendaría no hacerlo en momentos cuando el gusano que lleva dentro cobra vigor tal que le obliga, como aquel hongo de la selva a las hormigas, a seguir sus dictados y buscar la rica cochinada donde la procuran.
Colchón está harto de esta situación pues dice que más de un problema le ha traído la mácula de El de Rojo. La verdad, él está hace tiempo harto de un montón de cosas y lo último que ha hecho ha sido comprarse un altímetro con reloj incorporado. Pero ni eso le ha permitido ver el panorama completo de las cosas al estar en un plexo donde falta el catalizador para poder ver la tri o cuadridimensionalidad que se requiere para la actual circunstancia.
Yo le pregunté si -como lo soy yo - el era un tipo insoportable. Me dijo que, en efecto, lo era. De modo que esto le restó algo de culpa a quienes el incrimina constantemente y de quienes no vamos a hablar.
No le ha gustado demasiado las cosas que le dije, por ejemplo, aconsejarle que se divierta en esta rocambolesca situación en la que se encuentra.
Le llamé en la noche y optó por no contestar debido a que estaba, seguramente, en alguna divertida situación o a lo mejor en busca de algo que se parezca a eso, sabiendo que tras la tertulia iba a encontrar a El de Rojo con la luz encendida, no a la de la habitación, sino me refiero al otro foco rojo.
Horas antes fuimos con Colchón a comprar una casaca y se apagó la luz de la tienda. Colchón se alarmó porque los focos no se deben apagar de esa manera en momentos donde hay densidad energética. Yo le hablé de los vientos Santa Ana de California, esos que ionizan positivamente el aire y que coinciden con el enrarecimiento de la la gente y la ponen en contra de sus semejantes, cuando hay mayores reportes de crímenes en las camiserías de Los Ángeles y cuando el temor entra en uno con fuerza.
Colchón Celada implosionaba. Reflexionaba en el café de Cocla. Le dije lo de Tácito, quien dijo que el que sabe calla y el que no sabe habla. No fue muy amable de mi parte pues Colchón tiene incontinencia verbal. Pero seguimos charlando. El reparó en que su morada en Cusco corresponde a el nombre Ataud, y que está demasiado cerca a la otra calle, Purgatorio, cerca de Afligidos, sin mencionar la proximidad de Siete Diablitos.
No, no es que les haya derivado al ataúd antes de tiempo, ni al purgatorio dantesco, son causalidades meramente, que se edifican en un devenir de aplicaciones instantáneas.
Le oculté que la habitación en la que malvive con el de Rojo era el centro de una calle donde los antiguos peruanos eran obligados a arrastrar toneladas de piedras, a veces durante media vida, tan solo para construir algunos de los palacetes de los incas. No le dije que muchos murieron mirando lastimeramente a sus esclavizadores. No, no les dije eso. Tampoco les dije que ellos estaban exactamente en la misma circunstancia que sus antecesores en la misma cuesta cargando, a lo mejor, las mismas piedras .. o por que no, otras de tamaño aún más grande.

1 comentario:

  1. escribe ud realismo magico o magia que se hace realidad?

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