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miércoles, 30 de septiembre de 2009

Fatiga

Fatiga. Como estás. ¿No te aburres de andar con la misma todo el tiempo? Ya me tienes embarazado tanto tiempo que casi el burdel es tu socio. Podría llamarte banco, pero no tiene luz roja, aunque si brillo, como las tarjetas cuyo hilo dental es metálico. Fatiga, me tienes enfermo y no me aburro, pues sino por que escribo, ¿o es medicina y no literatura el hacerlo. Tomemos ya las pistolas y llenemos de plomo la fábrica, y huyamos sin Bonny por la Panamericana sin norte, y frescos nos detengamos en la chicharronería, para calmar la sed con unas cervezas, y no desintoxicar la mente, por que de tóxica que la tenemos hemos hecho todo esto de solo ganas de equipararla.
Fatiga, ¿cuantos años tienes? Curiosa coincidencia. ¿Un cigarrillo? Después de todo tienes tu lado amable. Averiguaré un día que quieres, que se te ofrece, y hasta a lo mejor, digo, podríamos llegar a un acuerdo menos caro que tu dictadura, aunque no se, eres tan correcta que no cedes, sino un momento, como ahora, para seguir dejándome en tinieblas.

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