Vistas de página en total

viernes, 18 de septiembre de 2009

SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO


Escribe: José Calderón


Anoche tuve un sueño verdaderamente raro, y como todos los sueños, mutilado por partes. Estuvo asociado a las conversaciones recientes, y a cosas seguramente muy profundas. Los hechos soñados fueron, un campo medieval con el hijo mayor portando un saxo que amenazaba convertirse con un sable samuray. No se sabe si usó a ambos. Uno representaba la belleza de la vida, el otro, la belleza de la muerte.
Era una mañana, seguramente, y el cielo mate era de un nublado agradable, al parecer no frío. Los árboles no eran de la selva sudamericana, sino más bien europea. El hijo menor, igualmente aparecía, pero asombrosamente gordo, de la misma edad, eso si.
Pensando, ya no soñando, en los saltos cuánticos a los que Albert se refería, una cosa sorprendente he leído sobre la esquizofrenia. Que a diferencia de otras enfermedades, carece casi por completo de historia. Esto me dejó muy sorprendido por que la había de la gripe, la difteria, el tétano, por decir algunas, pero no de esta.
La respuesta al enigma fue aun mas sorprendente, pues según los investigadors de la enfermedad la encontraban muy encajable en la idea de salto evolutivo de la sociedad, por lo cual se producían ciertas deformaciones genéticas en el cerebro, que significaban riesgos inmediatos de contraerlas para algunos infortunados y sus descendencias y/o hermanos que eran cabalos de troya de las primeras piedras deectuosas del futuro.
Pero más insólita me pareció la figura de que en el mundo existían muchos más esquizofrénicos que nunca, lo que significaría un salto evolutivo global que se asoma en este horizonte, y de allí la contradicción bipolar y la brillantez momentánea de los que padecen esta enfermedad.
Todo un rollo para extender en una mesa de interrogantes cuyas claves podrían ser la entrada a experiencias telekinésicas, solución de problemas de matemáticas aún no inventadas, o bien exposiciones sincrónicas mucho más detalladas de los abismos del hombre, que sin lugar a duda será el principio de nuevas conquistas, conquistas dicho sea de paso, para lo cual los credos habrán de reacomodar sus parábolas pues de ahí en adelante, todo pasara de nuevo a ser objeto e duda.
Increíble este hecho que me dejó pensando, pensando, pensando.
Igualmente me vino a la mente un escrito de hace años en el que un chico conoce a una mujer el 24 de diciembre. Es la avenida del Ejército, una linea de asfalto separada por el puericultorio Pérez Aranibar que se asoma en sus cerca de 1000metros de largo los acantilados de Lima. Al frente está una obra de similar enormidad que es el manicomio, larco Herrera. Comprenderán que la calle es larga, interminable y extraña. En un lado viven los niños abandonados, y a frente los locos.
La historia es nocturna. Ese 24 de diciembre el disconforme caminaba indeciso de ir a casa. Al parecer no era muy agradable lo que tenia como hogar, o al menos muy recogido para su gusto exterior. Caminaba con esa tristeza permanente de los hombres complejos, aunque el personaje era aún muy jóven, soñador y brillante. Conoce al pas, y raramente, a una chica abrigada, demasiado para ser verano. El blanca y tiene cabellos lacios. No la conoce en realidad y entablan conversación desconocida.
Caminan un poco más y después de muchos pasajes de aún mayor intriga para el que escribe, ríen, disrutan de un momento fabulosamente bello en clima tan tétrico como ese.
Para dar más detalles, la arquitectura del manicomio y el horfelitano, es clásica, derroche de espacio, jardines, edificios de no más de dos pisos entre los grandes verdes donde pasean los inimputables de la ciudad.
El arquitecto de estos lugares debio tener una gran sensibilidad para crear udos escenarios de de atmósfera tan pacíficas, como para que en ellas puedan sedimentar las amarguras de los enfermos y abandonados, claro está, al ritmo calmo de las monjas que sirven a dios en ambos espacios.
Lo misterioso es que los dos desconocidos trenzan miradas y cuerpos en una felicidad sin par. Cuando van de la mano y se prometen amor eterno, ella le mira con una cristalina expresión casi sobre iluminado, y no por las luces de la noche, sino por algo más que brota de su interior. El siente que es la mujer de su vida.
N pasan más de tres minutos antes de las 11, cuando para una ambulancia a su costado. La toman y ella no se resiste. Ella le mira con cariño. El no lo llega a entender.
El la amó, ella salió a meterse su polvito.

No hay comentarios:

Publicar un comentario