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lunes, 23 de mayo de 2011

AN TES QUE LA MAÑANA OSCUREZCA

La plaza de armas de Cusco estaba llena. Roxano Grupios, Alberto Mesmer, Jorge Mithos, Johan Fífiri, Pepe Cross y Jorge del Castillo iban a la vanguardia. Unas seis mil personas caminaban lentamente. Todos estaban ataviados con una tenida grisácesa que al divisar con mayor proximidad quedaba claro que se trataban de camisas de fuerza.
Era una manifestación muy extraña y colorida, pese a la ausencia de color. Estaban ellos con camisas de fuerza gritando algo inentendible. Era como una letanía.
Entonces la pileta comenzó a vomitar chorros de agua cristalina que fuía gélidamente. Rebasó del centro de la misma fuente lo que se fue haciendo un charco celeste, maravilloso, luminoso, que iluminó los pies de los protestantes. Todos esos hombres en camisa de fuerza comenzaron a caminar sobre lo que a las mdos horas ya era la mar que inundaba la sucia plaza. Los turistas nadaban y las malas conciencias, impedidas de alguna manera de flotar, murían ahogados. Casi todos los que fallecían tenían un DNI que decía. Lugar de nacimiento Cusco. Yo traté de salvar a algunos, pero era imposible. Estaban pegados a la piedra de la caslzada, entonces ya convertida en el fondo del mar. Ellos movían las manos hacia arriba, desesperados. Pero no pude hacer mucho.
Mi camisa de fuerza era marca versagge, mientras que las de otros eran de más pretencion: la última línea de Ermenegildo Zegna. Las habían Calvin Klein y Gucci.
Me acerqué a Roxano gropius y le pregunté porqué la camisa de fuerza. Porqué todos amamos al Perú, me dijo, y es necesario protegerlo con una camisa de fuerza.
Era evidente que esta fue la primera manifestación antidemocrática por la libertad de los peruanos que escuché. Entonces me enteré de que todo el país estaba en camisas de fuerzas y me explicaron por que la democracia y la igualdad hacía daño.
la gente se agachaba para comer en platos flotantes, era fificil cachar el plato con cau cau, pero comimos así uno, dos, tres años.
Medio lustro más tarde, las camisas de fuerza cambiaron la perspectica, convirtieron a los hombres en más altivos y para subir las escaleras lo hacían con mayor aplomo y seguridad. Algunos jugaban lingo para experimentar el valor de los tobillos. Los dedos meniques de los pies dejaron por vez primera en dos mil años de ser olvidados, y nunca más hubo una boda al no hacer anillos que ponerse por la sencilla razón de que todos tenían las manos ocultas en las camisas de fuerza.
Me he sacado la camisa de fuerza y pienso. La democracia no es el sistema perfecto. El perfecto es la anarquía de vivir como a uno le da la puta gana. Pero ir a la velocidad excesiva, te hace sentir el viento con tal fuerza, que a veces se convierte en tornado.
Roxano Gropius ahora está a 18 minutos del sol tratando de detener el viento, sin saber que para eso, hace falta una camisa de fuerza, que irá a comprar en Topi Top, antes que la mañana oscurezca.

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