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sábado, 10 de septiembre de 2011

UNTERNEHMEN



No tuve el valor de decirle lo magníficamente bien que me encontraba porque desconfiaba de que si le decía la verdad acaso me pudiera atacar de alguna manera que no necesitaba. Era necesario evitar su envidia, que sus pensamientos los oriente a otro lado y no a mí. Era mejor que yo no exista, ser un don nadie, un molesto pedigüeño, alguien a lo mucho para usar de escucha, un borrachín dispuesto a acompañar cuando a alguien se le ocurra tomar y no haya nadie, pero no para tomar en serio. Definitivamente no debía ser alguien que encaje en su búsqueda de sentido de las cosas.
Era necesario desviarlo, decirle algo que lo disuada de tomarme en cuenta, que me hacía falta dinero o trabajo, que me encontraba mal, no tanto como viviendo bajo el puente, sino maluco, con poca guita, sin fuerza, mendicante, desvalorizado.
Pero este se me adelantó, y antes de poderle mostrar mi caricatura, y sin que le pregunte nada, sospechó que podía estar bien, lamiéndole el culo a algún político, y por si acaso me midió.
Me preguntó en qué estaba, una forma de preguntar qué hacía, quería comprobar que me iba bien o mal, no porque se preocupara por mí, en el mejor de los sentidos, sino para ver si lo que me iba a decir era superior a mis metas y , claro, así evitar el ridículo. Le respondí que amaba, que escribía, que me iba mas o menos, pudiendo decir lo contrario.
Entonces, al ver que no tenía poder, cargo público preponderante, ni nada de eso, fue suficiente para estar seguro y me informó que mas bien él si estaba muy bien, que formaba parte de una comisión muy importante de transferencia de no sé qué institución gobierno, es decir que estaba arriba, seguro que sí, en una oficinita pulguienta de algún ministerio donde rogaba a Dios que no me invitara.
Me pidió un mail, que ya lo tenía pues estaba en el messenger.
-Te quiero enviar una invitación a una ceremonia donde va a venir la ministra- se ufanó.
Quería que lo contemple -¡si, yo!, usarme de bulto, como bicho, con mi sonrisa estúpida aplaudiendo con una franela-vitae- y le admire en su triunfo alegórico entre tantos encumbrados, naturalmente en traje y corbata. Quería que le vea muy serio, juntando las manos sobre una mesa de mantel verde, seguramente en un ambiente triste, adornado con flores de Ecuador, e iluminado con fluorescentes.
Entonces, para asegurarme de que no insista en invitarme, probé con una táctica desarrollada hace tiempo. Le pedí un favor.
Y a la primera me mostró sus sentimientos reales, aquellos que estaban detrás de su "hola que es de tu vida". Aparecieron sus pelos de garrapata, su odio y revanchismo de saber Dios qué desplante le haya hecho hace años. Y me respondió con voz de Mozo elegante: no es posible, ya alguien hace lo mismo que me pides.
- No, en realidad no necesitamos eso- bufó sin anestesia.
Quedé feliz de que me rechazara, de que no sepa nada de mi estado, de mi modesta existencia ni proyectos. Tuve ganas de decir que mi esposa me había dejado y mi amante también, de que vivía en un hotelucho de La Victoria donde me tocaban la puerta putas gordas, que no tenía dinero para el tinte de cabellos y que pensaba montar un gran proyecto millonario, y así, pues, piense que perdí la razón.
Pero me quedé reflexionando. Porqué esa urgencia de engañar a todo el mundo. Cosa que normalmente no hago. Y me respondí: Porque la gente no es confiable. Es más fácil amar que confiar. Si la vida es contradicción, ya deberíamos pedir una enmienda al Vaticano para que el mensaje sea, ama a tu prójimo sin confiar en él. Sería mejor. O más aún, confía hermano solo cuando sea confiable la persona asi sea tu peor enemigo. Y en el Código Penal crear el delito -y aplicación de la ptrueba de verdad con químicos permitidos- de la envidia. La pena sería secreta, solo difundida al tercer caso comprobado de envidia flagrante. Entonces el himno debería cambiar y regalar Puno, mejor dicho a los puneños a Chile. Mejoraría todo.

Y a propósito recordé que ayer, conversando, le dije a un conocido millonario. ¿Por qué no dices la verdad y terminas con este asunto de que apoyarás ad honoren al gobierno si lo que quieres es ganar plata, que te exoneren esos impuestos y un puente para tu mina?
Este me dijo de forma muy agradable. Es cierto, es que en el Perú querer ganar dinero ya se ha vuelto un pecado.
No solamente ganar dinero. Ganar prestigio, fama, felicidad, todo. Muchos ya lo saben y les gusta esconderse, caminar como sombras, diabólicas, ocultarse de alcanza carritos cuando se es el CEO de la empresa, disfrazarse de taxista cuando se es hermano del presidente, o de segundo cuando en verdad se es primero, como Vladimiro Montesinos que se arruinó al salir a luz.
Por eso es que no sé lo que ocurra ahora que Carlos Rodríguez Pastor Jr., hijo del dueño de un banco bonito, quien nunca daba entrevistas y de pronto apareció en una revista mundial como uno de los multimillonarios solapas.
No me gusta la gente que busca sentido a las cosas. En Europa le dan mucha importancia al sentido. Así están bien engañados. Así se distraen siendo lógicos y diligentes. Así tienen una misión en la vida. Se nota que alguien les ha agujereado el cerebro, y bien, porque nada es así. Alguien se ha ocultado haciéndoles creer que pueden y a la primera son capaces de hacer cualquier irresponsabilidad como tomar cuatro tarjetas de crédito y gastar mil veces más de lo que tienen. Alguien urgía de distraerlos. Un gran pendejo.
Lo peor de todo es que ni siquiera lo que tiene sentido tiene alguna validez para los temas que nos competen. Ni siquiera eso. Es más. Yo creo que todo tiene sentido, pero el sentido es algo que ya no sirve, y solamente nos impide ver lo cobardes que podemos llegar a ser.
En este país el futbol ya no funciona como antes y había que hacer algo más directo, ir al estómago, meter la cultura culinaria, meter grasa al cerebro, eso, y convertir a los aspirantes a científicos, ingenieros o poetas en cocineros, grandes cocineros. No sé porque esta urgencia.
Pero hay que ser asolapados, ocultar todo lo bueno de uno. Hay que comer. A propósito de eso. Me olvidé de decir algo. Cuando estén leyendo esto, seguramente ya habré conseguido eso: Impedirlo.

1 comentario:

  1. Gente de esa estirpe encontraras siempre.Ya pasa esta horripilante semana y haber si nos vamos por el tequendama o a buscar a Jorge Mithos o tal vez meterle una pateadura a algun imbecil Cusqueño.TE la debo y yo pago esta vez...ok amigo...te la debo buen amigo.Actualmente prefiero tener el desprecio de un buen amigo que el de mis propios hermanos...que joda.
    SALUD POR MI MADRE.

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