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viernes, 11 de noviembre de 2011

UN DIA HERMOSO... SIN NADIE

Debo insistir en que es un día hermoso y soleado. Todo ha sido pacífico y comprensivo, como si el espíritu calmo y armónico de los manantiales se haya adaptado al trayecto natural de la vida de las personas, lo cual equivale a pensar en la ausencia de resistencias en las vidas, salvo aquellas que son necesarias para poder bajar la velocidad a donde te conducen ciertas emociones. Entonces el destino es claro y simple.
El tipo se sacó el sombrero para saludar a la vecina, se olvidó de su edad avanzada, y pese a que van dos cafés, ningún asomo de nervio acontece.
La inquietud, pues, ese nervio, molestia, o acorralamiento, o !carajo! !angustia! a la que se refería desde Goethe a Kirkegaard, parece haberse enraizado en una estancia rara, estática, quieta, propiciando el equilibrio y algo que no es felicidad. Afortunadamente esta falta de inquietud ha facilitado una ausencia de esa necesidad de tener un alter-ego con quien dialogar, o bien a alguien a quien clavar los cuchillos que uno tiene deseos de lanzar para exorcizar los demonios de la existencia.
Suena un tango en la cafetería y no hay Sinatra aunque si el New York New York instrumental. Ahora entiendo por qué no cantaba Chopin, pero más aún, ahora entiendo la sordera infinita de Bethooven. Quería estar solo.
Hace tiempo estudio a esa bacteria evolucionada llamada humanidad. Una de ellas es el taxista que de mala gana se detiene para robar el dinero a dos ancianos que a duras penas bajan por la calle Ataud de Cusco.
No le toman y me ve con mi mochila. saco la filmadora en secreto. Le apunto. Yo le doy tres soles por adelantado y le digo que me espere. Se que no lo hará. Se va, en efecto, como pensaba. Lamento no haberle dado tres soles más, pues era un experimento social sobre cómo funciona la mente en estos tipos despreciables que abundan en esta ciudad de peros. veo que nadie tiene responsabilidad en esta ciudad. Nadie.
La imprecisión, menos mal pienso, sigue vigente. No hay que apurarse para nada. Todo es demora. Días, meses, años. Eso propicia que el ritmo natural de la vida se de.
Es decir, suena la campana y todos fuera.
La actitud de NO SE PUEDE es generalizada. Y qué hacer cuando tipos como yo son mas bien proactivos y generan mundos, asi estos sean vistos como imposibles.
Tal vez debí estar ahora en Europa, pienso. Aunque allá hay otros problemas, desde luego.
Pero la imprecisión peruana no me molesta. Esa imprecisión hace a todos pobres y me propician una oportunidad.
Pero ahora hace paz, hace mucho silencio. La belleza se ha apoderado de todo, y aunque no hayan flores en el camino, hay un leve viento que adormece a la pendular espiga de la mañana.
Toda esta paz se debe, irónicamente, a que hace diez minutos estalló una bomba extraña y desapareció Machupicchu. En la ciudad de Cusco no quedó nadie fuera de casa.
Todos debieron abandonar la ciudad y meterse en esos refugios nucleares que hicieron hace tiempo los incas, confirmándose con esto que eran extraterrestres.
Y como temerosos del destino, estos ciudadanos, como indica sus DNI, ahora se abrazan, el director de un diario llama a su amante y besa a su mujer, el juez mira el dinero que robó sin saber que hacer, el presidente no se preocupa de los puntos que lleva por su tercera liposucción, el marido mira a su mujer y nunca sabrá que le hizo los cuernos mil veces y, en esos aciagos momentos, piensa en el chico que realmente ama y no puede llamar delante de el. No, ella se rebela y delante de él le llama a su amor. Sabe que son los instantes finales. !Quiero verte!, le dice. El marido, seguro de su mujer se da cuenta que nunca la tuvo en sus manos. Que nunca le amó, o dejó de amarlo hace tiempo. Mira a su mujer extrañado. ¡A quien llamas! es demasiado tarde.
En otra casa, en la del sacerdote, este llama a su hijo no reconocido. En el burdel las putas salen a tropel y el rinmel se les corre. Salen a la luz dle día. Llega la noche, el fin está cerca. Todos duermen en colchones puestos en el piso. No hay esa noche música ni otros ruidos, todos armónicamente hablan, susurran, musitan. Los amantes se besan infinitamente, el y ella cierran los ojos, se fusionan como queriendo asegurarse de que el espíritu mutuo es la base de todo. Luego todo acaba.
No pensé que la segunda llegada de El Salvador sea de este modo.

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