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lunes, 13 de junio de 2011

CONFESIONES DE ALBERTO MESMER

Todo indica que el hombre desaparecerá un día atacado por una mujer científica, que en estado de locura absoluta, construirá la forma más segura para eliminarnos a todos.
Es que el odio de la mujer hacia el hombre va creciendo día a día haciéndose más puro, cristalino y letal. Su odio solo puede ser comparado al amor que puede tener por su hijo, el cual podría ser, y que paradoja, uno de los absurdos motivos del odio al padre.
El hombre que viene de la guerra es atacado por la mujer con su plato preferido: exactamente el que odia. Le cambia de tema cuando este le cuenta aquellas cosas que precisamente le da más valor. Parece que ella lo que en realidad quiere es un presente. No, ni esperar solidaridad. Es capaz de ayudar al enemigo, que es muy diferente que acostarse. Se puede acostar más bien con el mejor amigo, o con quien su marido admira.
Lamentablemente, algunas mujeres, con toda razón dan la espalda y humillan a los hombres déviles, atrapados en el alcohol, en sus traumas, en sus tristezas y sed de poder inconclusas. A los talentosos desperdiciados.
Hay otras mujeres que aman el poder, y que a la vez aman tener un marido, y no importa si es que se lo quitan a otra. Lo seducen con sus artes sexuales, le escuchan, le amansan, le dan cojines para que su cabeza descanse, y poco a poco reclaman derechos al extremo de llamar a su esposa el día de la madre para reclamarle que suelte al hombre de su muelle hogar. Estas son peligrosas y sin duda alguien termina eliminándolas. Este tipo de mujeres, generalmente prostitutas ene ejercicio, aunque estén disimulándolo en trabajos honestos, obviamente ganados a mamadas de pingas, me recuerdan a Támora, la reina goda de William Shakespeare, política, viuda, madre, manipuladora en grado terminal, quien solo así consume una venganza tremenda y sangrienta contra Tito Andrónico. La muy puta, que llega como trofeo de guerra a Roma, seduce al celoso Saturnino, nuevo emperador, encuentra sus puntos débiles, su secreta envidia a Tito, y le manipula hasta dar muerte a sus hijos, especialmente a su hija Lavinia, a quien manda a los lobos de sus hijos a violar, a dejarla sin vista, y con las manos y lengua cercenadas. Tito se vuelve loco, pero también pierde a petición de Támora la mano que le dieron victorias con la espada. Pero Tito consume venganza y a los hijos de Támora asesina, moliendo su carne, y sirviéndolos en una gran cena al rey Saturnino y a su esposa Támora, quien solo al final se entera que se ha comido a sus propios hijos.
El odio de la mujer se basaría en los miles o millones de años que tuvo que vivir esclavizada a llevar en el vientre a unos hijos que la mayor parte del tiempo son una molestia adorable, quienes le impiden el desempeño de otras facetas recientemente descubiertas por el movimiento homosexual de mujeres.
Su odio es tal, que está cuidadosamente afinado, pequeños tormentos que van desde la agresión física – ha habido casos de mutilaciones de penes- hasta el asesinato. Una de sus principales armas es el asesinato moral.
Desde luego que hombre de inferioridad probada han descartado millones de veces su enanismo con sus mujeres, quienes merecen comprensión, y porque no, su eliminación inmediata, pero que hay de aquellos hombres con alguna inteligencia que ven desparramarse su personalidad a cada cuchillazo de odio, envidia.
Una vez hubo una mujer que habiendo visto imágenes amorosas de su marido “incapaz” le dijo con el odio embargándole este insulto. “Cómo quisiera que se te reviente la próstata en el momento mismo que te la estés cachando”.
Hace años leí una novela de Gunter Grass, “El Rodaballo”, donde un pez es juzgado por las feministas alemanas por haber restado la inocencia en el hombre, justamente cuando un pez que habla le enseña una vez que es sacado del mar que le deje vivir a cambio de contarle que hay más de diez números, pues hasta entonces el espécimen varón creía que los nímeros terminaban en nueve y por eso era un ser manso, poco atrabiliario y sin ninguna ambición.
Son muy raros los casos en los que la mujer se trata de una aliada importante, y menos, fundamental para emprendimientos enormes. En estos tiempos, las mejores aliadas son aquellas que no piensan mucho y que simplemente, a ojos cerrados, apoyan al marido. Generalmente estas hacen este “sacrificio” para tener una vida más o menos cómoda, alimentos, status, tiempo para ver televisión, chismear con los vecinos y cobrar algo en sexo a sus esposos.
La mujer moderna detesta seguir al marido en cualquier empresa. Quiere triunfar en nombre de las mujeres de la historia que se sacrificaron bajo la férula masculina. Desean éxito en el amor –con un machorro- en el trabajo –una posición de donde hay 100 hombres aplastados- y dinero –a ver si se consiguen un amante a tiempo-.
Curiosamente, esta mujer moderna que busca un machorro que escasea mucho ante la proclividad inequívioca del hombre a ser un pendejo, si tiene claro utilizar a este como semental para hacer hijos, y en el colmo de la audacia, hacer con él un hogar, donde el pobre deba someterse a compartir cosas que detesta, desde el silencio absoluto, horarios absurdos, una monogamia igual de inentendible, (que ella también detesta) hasta ciertos gustos solamente de ellas.
Cuando no encuentran el espécimen que desea para compartir su vida, y a quien extraerle el semen con el cual cumplir su anhelo de ser madre, activan el plan “B” . Lo importante es que tenga semen. Lo demás es accesorio. Lo buscan con desesperación, dejando al azar la probabilidad de tenerlo, así sea un muchacho sin futuro, como prejuzgan.
Lo más probable es que esta mujer, una vez que le hizo el hijo, piense en seguir su carrera, tener el hombre como respaldo policial, siempre esperará un detalle, y nunca dudará de que el que tiene al costado es un don nadie, inclusive para gustar a otras mujeres.
Ante esta idea, el pobre hombre no solamente sentirá que su “mujer” confía en él, sino más bien no contará con que ella confía en su estupidez. Y es cuando aparecerá el verdadero que comenzará a arrasar a cuanta vagina encuentre en el camino. Dependerá de él desprenderse de mujeres maravillosas pero igualmente mujeres que buscan solo algo. Atraparlo a uno.
Cuando el hombre sea descubierto metiendo el asico en otras calenturas, la mujer reclamará como si no fue la responsable en parte de este distanciamiento. Olvidará ella los ninguneos, faltas de atenciones en sueños varoniles que fueron dejados al costado, ideas que quedaron enterradas porque el no tuvo la forma de llevarlas adelantes, y que fueron consideradas por la mujer ideas banales, infantiles, juegos.
Mas bien, la mujer le atacará, hostigará, amenazará, humillará hasta no poder debido a que este le encgañó, no con otra mujer, le engañó haciéndola creer de que era un estúpido. No, no le engañó, nunca ella se dio cuenta de quién era el hombre.
Igual. Ante en engaño le retendrá como un insecto moribundo con el chantaje de los hijos, y lo botará de vez en cuando. Pero siempre querrá tenerlo a su disposición porque si se va con otra, o con ninguna, siempre será el objeto de su odio.
Conozco un caso curioso. La chica es culta, bonita, de mundo. Su marido también. Un gran tipo. Una vez salimos y me dijo. No te he dicho que vamos de bar en bar porque no me gusta donde estábamos. Te digo la verdad, estaba siguiendo a un hombre que me gusta. Estaba dispuesta a serle infiel al machorro que creía tener en casa. El machorro, en efecto, era en parte mejor que yo, pues le llevaba el desayuno a la cama y esas cosas. Para ella no era un tipo ambicioso y todo se lo debía a ella, una famosa diseñadora de modas. El machorro ahora tiene otra mujer, igual de estúpida, con menos dinero, pero le soporta más.
La mujer al fracasar en su proyecto de hombre-machorro se sentirá frustrada, y en la medida que incremente su potenciaol de conocimientos y disponga de más poder, un día intentará eliminarlo de alguna forma. Habrán superhéroes masculinos, cancerosos, transparentes, sin defensas, que conspirarán contra ellas. Contra el banco de semen que guardarán con rigor. Tal vez lo logren. al vez no.
Por eso, si usted se encuentra en este caso, de ser un prospecto de machorro, le recomiendo huir lo antes posible, y lo más lejos posible de este tipo de mujeres, quienes no podrán entender jamás que cada uno se labra su destino, y que si se siente frustrada por que no tienen lo que ambicionaban en dinero, posición y marido, evite que le den duro, ya que usted, sin cerebro, ni futuro, un simple semental, solo puede tener apetencias de un simple semental.

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