No me he portado tan bien, pero tampoco he matado a nadie. Oh Manhatan. Recibir las culpas del adormecimiento de la vida de alguien no es justo. ¡Cristo, no te pases!
No abuses de mi incondicional creencia.
Algo así me pasa al sentirme completamente acusado de monstruo o cosa así en una casa donde las estadísticas de la risa han bajado al déficit mínimo. Perú no ríe, se emborracha. Perú no es luminoso, es oscuro. Perú no es ilustrado, es un país lleno de soldados patriotas unidos en su lucha contra la ilustración. Oh Manhatan. Hegel decía más o menos que la ilustración era una buena mierda. Mas o menos la consideraba madre de algunos totalitarismos. Es que más racional e ilustrado te vuelves, y oh descracia, más imbéciles ves. Qué hacer. Y ya ven: Napoleón, Hitler, etc. Solo encntraban imbéciles. Dicen que Alva Edison les dio la luz. No, fue otro. Ahora se sabe. Le compió las patentes. Nadie lo recuerda. Fue su colaborador.
No es importante la forma como escribo, mucho menos si tengo la certeza de mi ser en mi convencimiento. No, si lo exteriorizo simplemente no importa, no está bien, es poca cosa, nada.
No tengo nada porque sentirme orgulloso, es lo que se busca. Nada, absolutamente nada. Ni de lo que escribo, ni de lo que pienso. Mis ideas no prosperan. Son líquido de freno, mezcla de anfótero sin mañana, ingesta a medio dar.
No condeno, pienso, cómo uno va a saber o qué culpa tiene alguien que se haya transformado en un raro ser que no te quiere sino, por el contrario, te ataca con su contraria permanente. Cómo culpar al sicario que no quiere saber si eres bueno o malo. Cómo no tener pena de tu asesino. Por eso, el perdón es el arma más poderosa. ¡Cristo no te pases!
Aparecen las muchachas solas, necesitas de alguien que te acompañe. Y es cuando uno va a por ellas sin el menor remordimiento, imbécil que olvida que en cada una de estas muchachas hay el mismo monstruo al cual solo es cuestión de tiempo verlo reaparecer.
Oh Manhatan.
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