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lunes, 31 de octubre de 2011

LA CARTA EQUIVOCADA

Por equivocación llegó este mail a mi bandeja de entrada. estaba harto del feriado y empecé a leer. Considero justa su publicación.

Jane
En esta batalla no hay banderas blancas. Los trapecistas hacen sus mortales sin malla, los cascos de papel no están para resistir esas balas. ¿Misrata es tu casa?
Pero te ríes como si el amor te hiciera inmaterial e invisible. ¿Es que te volviste loca? Los perros de Gadafi están abrazando niños y tú les disparas. La fe en el amor te ha atrofiado, una fe para mi extraña. Tú la tienes, no te caen balas.
Más allá de tus cálculos precisos, de tu ajedrez en el que ya lo tienes todo resuelto, ahora te das cuenta que esto necesitas. Cualquiera te diría estás loca, te pasaste de obstusa y fresca. Agáchate carajo.
Pero no solo hay que ver eso. Tu cruzas ahora los semáforos en rojo. Antes no. ¡Que te pasa! Te gusta estar en Misrata. Yo vengo de Yemen. No somos sirios, tampoco albaneses. ¿Quién eres?
La estupidez lo ha rodeado todo. Las calles están deformes, no es escuchado ningún tema en todo el día, me haces sentir diferente. Dame una. Si quieres que sea así, exactamente como tú quieres. Me da la gana de ser, pues. Y no me haz convencido de nada. Ríes. No, no lo haz hecho.
No se cuál es tu propósito ni cómo así tu corazón pudo posarse sobre este sujeto de aventuras en quien jamás yo apostaría para amar. Nueva York es tan frío.
Me haz dicho la verdad y me haz sobrepasado en todo. Te haz atrevido a decirme perro sin dueño, sin collar, me diste lo que más apreciabas y te fuiste hasta el fondo del infierno por quererme. Pones en peligro tus planes, tu familia, tu religión, y me abrazas como si este hombre tuviese algo de la fuerza de Dios. Me aburre imaginar qué será. No lo sé. ¿O es que alguna vez debí escuchar al otro?
Se que es raro esto, no se cómo valorarlo. No me explico casi ni quien soy. Cada acto tuyo se dirige a borrar todo lo que yo pienso y no pienso del amor. Estás destruyendo todo lo que he hecho al respecto, y me quieres capturar como si la vida fuera una fotografía. Juegas y me atraviesa tu irresponsable amor. Sabes que soy irresponsable conmigo mismo y te aprovechas. Me descubriste y te metiste para picar mi imperturbable forma de ser. Y soy imperturbable, es cierto, pero carajo, es feriado y pienso en tus cabellos cortos, en tu piel morena, en tus engaños y en que te vas a casar con ese chico que tiene la mitad de tu edad. Estás loca. Se que deseas que el joven sea tu gerente, pero yo te acuchillo a cada momento y de digo las inconveniencias de encerrarlo, si es solo un muchacho con ganas de fumar su troncho y vivir lo que no vivió.
Jane. Me aseguraste que no sabía donde iba, y tienes razón, no tengo la menor idea. Soy consciente de que normalmente la vida no es así. Hay cargas y AMORES que cargar, gozar, apreciar. Entonces se que no debo preocuparme por los estatus que he de tener en tu vida. SI mas arriba o abajo que el otro.
Me encanta cuando calculas, cuando sigues la estrategia, y cuando te pones tu casco azul, como si no debiéramos permitir que esa franja entre Siria e Israel la atraviese ni la más mínima mirada. He visto tu cinismo y cómo has luchado por que no te quemen las aguas. Me has dejado asombrado cuando tu, misión de paz, disparaste a ambos lados al menos peligro de invasión. Uno no ataca todos los días con un Patriot a un avión de esa armada. Lo has hecho comandita, y ahora me dices que es por amor.
Se que no quieres dañar a nadie, que es mejor la diplomacia, pero de Matahari que va a ambos lados no se, como que no te cae, sobre todo con tus incomprensiones a lo que muchas veces te digo. A lo mejor ni entiendes una palabra de esto. Pero mejor, se por que te pongo esto en la cabeza, singular ardilla.
Lo cierto es que me diste tus piernas, como dice la canción, y las llevaste a la deriva. Y me permitiste darte el mi más profundo, y lo abrazaste con codicia, propiedad y ternura. Eso no lo puedo olvidar.
Te preparé la trampa que esperabas que haga. Y fuiste a perder tu moral, a cambio de que, no lo puedo creer, de que fuera esto más indisoluble.
Me dices una verdad terrible, como si supieses que mi seguridad es más fuerte que todo. Y eso me hace sentir de alguna manera más hombre. Y me obligas a hacer lo mismo con mayor urgencia.
¿Qué mundo de fantasía estamos haciendo real? ¿Por qué hacemos realidad lo que parece una burla de la realidad? ¿Por qué todo esto?
Eres una romántica pegajosa, una snicker bajo el sol, una canción que detesto, eres simple y constante, devota y dulce. No estuve jamás preparado para ti.
Dudo mucho, todo el tiempo, pienso, especulo, calculo y determino lo mismo. Que nada cuadra y que si empiezo a unir las aristas no llegaré tampoco a nada.
Pero lo extraño es que avanzamos, más y más, seguros, y para que dure ponemos el pie en el freno aunque nos astille los talones. Y vemos que hacemos una profusa matemática de la atracción, le ponemos logística, entrenamos nuestras apetencias más inseguras para no marcar el teléfono en el momento roto, cuando estás en otra existencia.
Se que esto pasa en un momento particularmente raro, cuando unos tipos en Ginebra han hecho pedazos la idea de que la mayor velocidad era la luz. No, no había sido cierto. Hay unas sus partículas más rápidas. Es decir, todo lo que se calculó a la medida de la velocidad de los fotones ya no sirve, no es definitivo, todo habrá que reformularlo. La información será más rápida y otros láseres saldrán. Igualmente nuevas ideas aparecerán sobre la desmaterialización y el viaje hacia lugares distantes. Aparecer y desaparecer estaba probado que no era posible. Ahora nuevamente lo imposible es posible. Como tu, ardilla erótica de constantes decisiones, secuestradora de mi dureza, mujer de canciones tontas –me encanta cuando dices con tus actos a mi que me importa y sigues- y mirada limpia.

Pet
London

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