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martes, 27 de diciembre de 2011

AQUI NO HAY ESTIMA

¡Qué bello levantarme en esta mañana de verano sin sonrisas!
Aquí no hay estima. Es indispensable saberlo. Tampoco nada hay que hacer. Solo un rayo de luz del creador permitiría cambiar el rencor por la compasión y el perdón. Sobre todo a uno mismo. Aquí no hay estima. Sino paredes grisáceas y flores marchitas. Pese a que hay dinero, agua, luz y un vendedor de petunias y claveles a dos metros, no es posible abrir la ventana y comprar algunas. Aquí no hay estima, tampoco pétalos. Los floreros están llenos de piedras.
Escucho otra vez a Spinetta y resulta que el maldito durazno tenía alma. Qué bella idea, qué bella suposición, qué bello levantarme en esta mañana de verano sin sonrisas, solamente seriedad de todos, de todos, digo, y aunque me contagia mucho de esto, mi esperanza está en la montaña, en la verdura amazónica, en donde si florece estupendamente la vida.
No me juzguen porque sigo la luz, lo he intentado todo, traté de partir esta monotonía cromática, incluso pedir perdón de cosas que no hice. Pero parece imposible. También soy humano y me atasco.
Me viene la idea de hacer una colección de cosas, links de música que adoro en el youtube, escribir de mis sensaciones ante el beso del pintor Gustav Klimb, o mencionar cómo me emocioné esa noche en la nevada Freiburg cuando escribí sobre la nieve que había recuperado la mirada perdida.
No sé cuándo se perdió todo el mundo, ni cuándo intenté verlo de nuevo, tal vez la muerte nos enseñe algo, aunque sea ... demasiado tarde.
En todo caso, no me daré cuenta si me visitan o me envían flores.

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