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viernes, 27 de enero de 2012

EL ENCANTO DE LA MALA EDUCACION

Ya casi es una falta de educación esta de morir sin despedirse. Y ese enfado me atiborra llevándome a la descortesía de ir por el verano llevando en la mano el hígado de tanto malhumorar ante una nueva réplica de la finitud de la vida. Ya me veo un cobarde llorando ante la proximidad de mi muerte, rogando a Dios y maldiciendo al destino mi infortunio. Me figuro tomando crucifijos y mirando sin sexualidad la tierra, para probar, y esa sí que es timba, que el más allá me espera con los brazos abiertos. Reflexiono ante la ingrata noticia de la muerte de Roberto, más que mi amigo, mi estatua de grasa que aprecié al tener en mi haber aquellas noches cuando aún trabajaba en el Expreso, cuando nos sentábamos por horas en el café Hatí a conversar de todo, pero sobre todo, de nada importante. Eran horas infinitas que cursaban suavemente como meandros hasta que los mozos nos echaban, eso sí, gentilmente porque “el gordo” sí que sabía dar propinas. Este “gordo” era desproporcionado y poseía el pragmatismo de la moneda, el amor de la humanidad pura, y el desprecio del buen hombre que no da oportunidad a que alguien le sintiera envidia. Negociante una vez me dijo que apuntaba a tener un millón de dólares, que seguramente es lo que vale su casa dejada a su esposa y cuatro hijos, uno de ellos de su ex mujer. Tenía una cámara fotográfica y zoom de largo alcance para tomar fotos a chicas en las playas, y cuando pasaban por las mesas del Haití, solía poner puntaje en las servilletas, y con ambas manos levantaba a vista de todos. Era uno de esos tipos a quienes le presenté algunos amigos relacionados a la política, y el, presto a conocer nuevas personas, estaba encantado de hacer amistad con ellos tan solo para pasarla bien. No importaba la condición económica y moral, sino que le caiga bien una persona, a quien podía presentar a su madre, llevar a casa, invitar a cenar y a revolver a las personas en su todo simple y abultado. Le relajaba la política. También le importaba. Pero como dije, era un pragmático que tenía las cosas bien claras. Amar a su familia con ardor y lealtad. Una vez se comproó un auto de líneas bajas para desplazarse en Lima, pero en verdad para llevar adelante sus incursiones nocturnas por los más tolerantes agujeros de Lima. Y allí era un conde que movía con audacia su capa, dejando a las palomitas comer el maíz de sus manos. Y era entonces uno más. Naturalmente se reía de todo esto. Y esa era su alegría y desgracia, por que era un hombre que se rió de todo, inclusive de la diabetes y sobrepeso que le afectaban, y una tarde, riéndose de un dolor insignificante, a lo mejor pensó que podía vencer a la ley de la gravedad, y así de sencillo, el Caterpillar que desaduanaba perdió equilibrio y casi se fue encima suyo. Arropado en diciembre lujurioso, sin poder hacer compras a los niños, alejado de las erecciones y de todo placer, el gordo padeció una agonía de algunos meses. Nada hacía presagiar su muerte, excepto el desánimo que le ataba al pesimismo. Lo insoportable que se puso debió ser tremendo para un hombre activo y autónomo. No, no iba a durar mucho entre algodones. Su vida no se lo podía permitir. El, que solía alzar la voz donde esté, no se dejó vencer por esa resignación que empezó a tomar cuerpo en si, para seguir, pero seguir qué. ¿Una vida de paralítico gozando prematuramente los placeres en otro? No. Murió de un infarto. Fue instantáneo, como una pestañada. Al parecer ni hubo dolor, O tal vez un simple y veloz agujazo, con el cual se compadeció el destino de un hombre que nunca quiso ser vencido por nadie. Adiós gordo.

1 comentario:

  1. Hermano , el perder a un ser querido , ya sea familiar ...o en este caso un buen amigo al parecer el "gordo"como ustedes le llamaban...dicen que no hay gordito malo y coincidentemente has engordado , ASI QUE TE HACES algo bueno jajaj..."Ya me veo un cobarde llorando ante la proximidad de mi muerte, rogando a Dios y maldiciendo al destino ...son palabras textuales-----caramba amigo....que cerca de mi pensamiento estas sin querer ...yo he jugado siempre a morir al punto que forze la "muerte" de Juan y en ese trancfe a veces lo quiero "resucitar"..y pedirle a "su"familia que lo ayude que hoy dia domingo se siente mal...y quiere llevarse a alamoday.

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