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viernes, 25 de febrero de 2011

LA MUJER DE JORGE MITHOS

Es viernes y sus pasos recobran cierta elegancia. Se pone el reloj mirando de soslayo hacia la puerta semiabierta que encuadra a su mujer sentada al centro de la cama. ¿Te vas?, eschacha decirle. No le explica. Obviamente lo que en ese instante ocurre en sus pensamientos son de absoluta confianza de ella. El cuarto arroja cierto aire schwarkopf. Huele a plástico arrugado, reciente, a Saga fallabela.
Si, su cabeza está negra, pero entusiasta. Debe salir. Necesita desesperadamente aconsejar. No. Necesita estar dialéctico, políogamo, multigrado, disimular su sudor y nerviosismo, Mejor fingir el nerviosismo en el sauna.
Su mujer sabe que es viernes. Prefiere no saber quien es. Jorge Mithos o Hécate.
Puede ser que esté conversando con Atila, se habrá puesto su túnica bengalí en Efesios para ver a Pablo o tal vez necesita convencer a todo un pueblo de que es bendito. necesita fundar una religión. Una sexoreligión tal vez.
Poder.
Quizás esté intrigando en la trastienda o simplemente arrimándose a su secretaria en el piso 17 de Panamá Repiblick donde gerencia la unternhemen.
Es Jorge Mithos. 62 años, noventa kilos, cabellos y cejas negras, teñidas, sin verguenzas, muy oscuras. Tendrá la misma cara cuando muera.
Está en Turquìa esta vez con la toalla en la cintura. Conversa del futuro mostrando los testículos. Pasa la felina.
Vamos a la cámara seca, sugiero.
Adelante.
Sospecho que es invertido pero no se lo digo. Le gusta conversar en seco.
Noto que no suda. No resisto más, las gotas de sudor forman un charco en mis pies. Jorge Mithos no suda.
Exclama, no soportas demasiado en la cámara seca, me dice.
Y d epronto me da un sentimiento fáustico
Pienso en la mecánica del miedo, en la mecánica de los tranvías y barcos, todo tiene su lado oscuro y mecánico. La mecánica es fría y el amor, que es el amor, finalmente un asunto de presión y temperatura. Tal vez solo somos eso y nuestro amor es más grande que nosotros por que nuestra imaginación es divina.
Jorge Mithos habla con Apolo y Tirisíade. El sabe lo que ella siente.
Colchón le dice, "están dadas las condiciones para una segunda llegada de Jesucristo y será ac´pa en Perú".
Jorge Mithos bebe otro vaso. Cristo no está en mi lista de grandes, nos impidió ser.
Entonces le pido que me preste a su mujer. ha dicho que tiene unas piernas fabulosas.
Con todo gusto, dice, mostrando su consecuencia de pensar.
Jorge Mithos, experto en sistemas, conoce el sistema bancario. No podrìa decir que es un buen hombre, no lo creo, pero es el tipo de personas que prefieren ser necesarias.
El muchacho se acerca.
Es suyo un carro plomo pregunta a Jorge. No.
Nissan, insiste. No.
Una señora pregunta por usted. está en ese carro, dice que es su esposa.
Dile que no estoy. No, mejor dile que si estoy. Que espere si quiere.
Pasan dos horas. Sigue en lo suyo. Hablando.
Tal vez ese dìa sació su incontinencia verbal, Tal vez su mujer sabe que está buscando algun chiquillo olímpico o quizás tan solo espera con sus pantis negras y vestido gris, segura de que su esposo le llevará otra vierbes a otro chico olímpico, dotado y bien bañado.

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