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jueves, 17 de febrero de 2011

JABALINO Y OLEDOR



Chopin, chaplin, al pincho. Un universo acabo de toparme en el cromosoma mismo.
Nubla la estancia estelar con medias verdades que quieren ser derechas.
Los conceptos se agrupan en sentidos tan válidos como lo que figuramos ver en el caleidoscopio. Lima es un caleidoscopio. El rey del XIII mira como atrapado en una pintura de Giorgo de Chirico. Es de cristal. Chopin abre la vieja caja de música de mis encierros iniciales.

Es un reencuentro con mi cuarto año de secundaria. El profesor de arte era muy intenso y flaquito. No se por que duró tan poco tiempo. Un día nos puso a escuchar música clásica y al fin conocí a Chopin. El disco lo tenía mi padre en uno de sus cajones y jamás lo puso a sonar en la radiola.
Había que hacer tarea en grupo. Recuerdo este comentario que formulé en un papel. "Parecía la musica ir al infinito". Mi comentario lo dejé en medio y me fui. Era auténtico, exéntrico, nunca formal, pues no iba a precisiones como fechas o número de compases.
No siendo suyo, los muchachos, a lo mejor en el fondo lo apreciaban y no se atrevían a sacar esa subjetividad de sus entrañas, o tal vez, no habían hecho nada por que se trataba de un asunto resbaloso y de arte, y lo presentaron como suyo. Ganaron por ser la mejor apreciación y nadie dijo que fue idea mia aquel comentario. Fue una magnífica lección.
El profesor que parecía que no daba una en el clavo, por el contratrio, sorprendió llevando un sábado a las olimpiadas wscolares a la que era su novia. Era una mujer alta, setentera, peliroja, embutida en unos jeans que redondeaban sus muslos con decidida intención de calentar a uno. Sus tetas eran ambiguamente cubioertas por una cafarena negra. Cais diría que tenía alma de peliroja.
El profesor, tranquilo, con las manos en los bolsillos, ajeno a lo que era su novia, miraba con goce ese espectáculo de chicos que nos disparábamos a la vida, como olímpicos griegos que ondean su vitalidad en el llano discóbolo, futbolero, jabalino.
Era una hermosa mujer. Era la novia de mi profesor. Como me hibiera gustado verla un poco más. No se, olerle su calzón.

Pero solo recuerdo de esos días a Chopin ... y a ella. Considero que esto es lo que unos llamrían... una mujer sin importancia.

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