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lunes, 4 de julio de 2011

A LA INTEMPERIE

Los lunes son días para estar vencidos. Imposible una fórmula que nos propicie un buen lunes. Porque los lunes son resignación e indiferencia, rebeldía y materialización. Solo queda, entonces, someterse al callejón oscuro de la fatiga, flojera y al aburrimiento absoluto.
Pero lo peor de todo es que los lunes todos estamos a la intemperie, condición única para conseguir, estar desnudos pero firmes. Nada justifica detenerse. Nada imposibilita los torpes pasos de la naciente tortuga marina acosada por las sombras mortales de las aves a su cruda espera. Pero ellas, entre la espuma, la corriente, ciegas ante la inmensidad, solo saben ir adelante, ignotas de que solo algunas podrán llegar a eso que se llama vida.
Lunes. Cuando es sincero el silencio, sin pitos ni vivas, ni escenarios. Eres tú contra la vida o la vida contra ti.
Uno sale y que queda. La caspa, las ojeras, los derechos humanos. la calle es el triunfo pleno de uno, la calle es el lugar preferido para los asesinatos, la calle es donde levantas una puta o donde te haces el valiente. Es donde no puedes llorar, aunque lo anheles. la calle es de los hombres, y donde los maricas vestidos de mujeres aprenden lo que es ser hombre, aunque les metan tantas veces la pinga.
Lunes es el hogar que se cierra al cerrar el último la puerta. El aire empozado de la casa vacía determina la muerte de los artefactos, el agotamiento de los cepillos y la risa formal de los parquets en desuso.
Lunes diáfano. (Solo para limeños) Hoy llovió en Lima, pero el aire puro no purifica, sino propicia densas indecisiones, la música perdió el valor equivalente al run run de la refrigeradora.
Y lo peor: ante la imperturbable tranquilidad, el gato maullaba por salir.
Lunes de viandantes. San isidro. Ladeando, interponiendo, apurando. Autos, vendedores de sándwiches y de diarios. Unos luchando por la supervivencia, optimistas, claros. Otros cejijuntos y con calzoncillos impecables.
Pero todos ansían no la prosperidad, la grandeza, estar en la historia. Todos quieren que llegue la hora del refrigerio, o bien estar en la cocina, en el restaurante, en sitios protegidos. Por eso es que el Perú se va volviendo un país de cocineros. Qué ironías del destino.
Es el primer oasis de la semana. Los burócratas hacen descansar sus culos después de cuatro horas en la silla. Hasta hay pintores que pintaban con ragúes o aliños.
No hay forma de esquivar los lunes. En todo el mundo es lo mismo. Solo queda empezar de nuevo, trotar, correr, motorizar, volar, alunizar y pulverizarse en ese plasma que somos.
Lo que nadie sabe, no obstante, es que lunes es precisamente lunes por que a algún genio se le ocurrió ponerle a esta maldita fecha ese duro comenzar a sobrevivir, cuando los obstáculos nos llevan contranatura al filo de las definiciones, donde nos vemos obligados a reagrupar nuestras partículas en uno mismo, como si uno fuera solo eso. Una unidad. No, yo soy todo lo que veo, algo de Beatle, boxeador y truán. El que da una moneda y cobra dos. El que perdió la cabeza y la recuperó con creces. Soy el que escribe, el que habla.
Educado por esta moledora llamada Lima, no se por que el dolor no me duele. No se por que los de la ciuydad somos y seremos siempre los chicos malos, el forastero odiado en la ciudad extraña, el que dijo que eso no dijo. Imbéciles, como si algo de esto nos doliera.

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