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viernes, 11 de marzo de 2011

DIVIERTETE

Cuando uno decide no tener piedad es complicado. El elegido no la pasa tan bien y esto es producto de un raro don, o para ser más honesto, habilidad de tortura que permite inducir sin dejar huellas el autoflagelo de los elegidos. El alcande de este extraño movimiento del alma me permite paralizar y hasta orientar sus actos a mi antojo, utilizando como correa de transmisión el mismo odio que desde algún lado el elegido me profesa. Mientras me odie mantengo el vinculo secreto con dicho infeliz quien en su simplonería de escudero ignora todas estas oscuridades recogidas en años de lecturas y experiencias poco típicas. Es decir, aunque no me vea, casi a mi voluntad y sin nada que me acuse, puedo enfrentarlo a sus límites, a sus miedos y demonios. Ocasionar, pues, su desgracia.
Lo raro, ciertamente, es que esto se logra muchas veces no haciendo nada y la pregunta es cuando le sirves el plato frío. Tal vez cuando se hagan universales estas palabras.
Pero debo confesar que todo esto no me gusta, pues fuera de incrementar mi tensión psíquica, tener conciencia de esto pone a flote los aspectos menos agradables de mi y casi, casi, me veo tentado a creer que el perdón es bueno, cuando en realidad es la confirmación de que quien lo hace se vuelve el amo. Ese era el gran truco de Cristo.
Pero guerra es guerra, y en este campo, saber lo asustado que está el otro es vital. No me gusta saberlo, no debería de importarme, pero no deja de ser un panorama hermoso saber que esa humanidad que te detesta vive en sus fueros íntimos el cuchillo que significa tu existencia. Es pues, una contemplación que pocos pueden permitirse de una humanidad ajena.
Lo monstruoso del caso es que, una cosa es observar con fines científicos y teleológicos a un objeto, y otra ver a un sujeto como objeto por puro placer estético y de venganza.
Entonces, concluyo en que a veces puedo no ser muy agradable... si me obligan. Pero esto, más allá de su fisonomía de delito no cometido, tiene otro sustento, el no hacer nada sin piedad, dejarlo al enemigo en su enredo, lo cual me desata una risa solitaria, pues no deja de ser cómico ver al autor de tus desgracias verlo freirse a fuego lento y abandonado por todos.
Por supuesto que hay varios métodos de fritura del contrario: uno es la indiferencia. Otro... este. Tal vez cuando termine todo, se dará cuenta de que no debió cruzarse conmigo en el camino. Digo.

La vida es apasionante y uno suele ser ambicioso en emociones fuertes. En mi caso, como otros que han rodado por la pendiente de la creación, uno es un buscador de materias primas. A veces sin que lo sepan los amigos lo suelen ser. Pero una cosa es el oro, otra el manganeso, otra cosa el relave de poca ley como veo que es este anófeles suelto.
La historia comienza en Nexus, una tarde de mayo, cuando de aturdido que estaba con tantas visitas no me acordé que ese licántropo, Gropius, que apareció después de 25 años recuperaba un lugar en la escena de mi vida en un momento de quebranto, pues había perdido mis últimos dos millones de dólares, estaba vendiendo mis muebles antes que los embarguen, y por supuesto, para mi fue vergonzoso ver a tantos que llegaban a despulpar lo poco que había en mi patrimonio.
Gropius, a diferencia de otros, no venían a darme el apoyo moral que necesitaba, sino por el contrario, vino a estar a mi lado y comportarse como el amigo que perdí por circunstancias bipolares.
Tal vez no debió ir a mi encuentro pues ahora recuerdo que se trataba de alguien que necesitaba todas las tardes un jugo de manzana y una pastilla azulada para calmarlo.
No me percaté de que era el mismo mono ambicioso y frustrado de mirada verde pantano-pantano, cuyas facciones sacalaguásicas, de sambo zelandez, o fumónico chinchano, con problemas de pigmentación, era la misma medio-hombría-sin-posibilidades a quien no debí invitarle ni pan ni cigarros por que lo recordaría siempre.
Es posible que saber de mi quiebra le habría permitido confiar un poco más, homogenizar nuestras diferencias, y a lo mejor poder completar sus dudas acerca de algunos aspectos sombríos de mi vida como de qué manera pude tener becas por el mundo y amasar una fortuna con fortunas que tuve vendiendo a los suizos y alemanes bonos de la deuda externa de Nexus a intereses suculentos.
Recuerdo que el ya conocía algunas de mis inquietudes bursátiles y en una ocasión apostamos juntos y fueron cinco millones de dólares los que nos repartimos, confirmando mi genialidad para los negocios. Pero aquí surgió el abismo entre los dos. No se trataba de mi destreza para imaginar mercados, sino que para Gropius todo se debia a su capacidad de apuesta en base a mensajes cifrados que aparecían en las bolas de billar que se presentaban en nuestros juegos.
Y fue cuando empezaron los problemas. Yo no le había dicho que tomaba los mensajes cifrados, y que el color naranja era el fundamental. Irónicamente, el color naranja fue el distintivo de un gobierno que cambió la historia de Nexus, un país en bancarrota y acosado por frentes como terrorismo, narcotráfico, corrupción y envidia, principalmente.

Si en esos años juveniles nunca tuve pena de él, pues lo consideraba un aventurero en esta oportunidad si. Aquella tarde en Free Town, le di la mano, y aunque me encuentre destruido y en la calle, me dio lástima ver a ese loco desarmado, que no se en que gastó tanto dinero, me dicen que nen apuestas, y que de pronto se quedaba sin su único apoyo y saco de boxear de su vida. Su pobre madre a quien culpaba de su nacimiento.
A estas alturas yo ya sabía ver este tipo de dramas pues no más era invitado a los clubes de banqueros y corredores de apuestas. Comía un menú en una esquina miserable de Lince y tomaba microbus con mi encejecido saco Ermenegildo Zegna.
Veo un tipo pidiéndole al otro una biocanada de su cigarrillo. !Que pobreza! pienso.
Al parecer yo olvidé que a este Gropius le invitaba cigarrillos etc. No pensaba que esto era mucho. Yo imaginaba que si él recordaba mi existencia era con agradecimiento y no por resentimiento. No debi ayudarle.
Más que por olvido de quien era, esta vez en que me encontraba en el abismo, lo admití momentáneamente. Yo tenía de él un recuerdo vago, imaginario, irreal. Nunca lo vi en el club Sosa o en el bar Nexus. El vivió en otro planeta. Nunca tuvo mi mujer arrogante que se pasa la voz con la otras viejas en la confitería, ni unperro con chompa de doscientos dólares.
Como verán mi mente anduvo muy ocupada en esos años. En cambio el pobre este, ya no hay duda que se la pasó pensando en mi, elucubrando su gran apuesta. Hay que tener cuidado de estas cosas. Algún día volverá a ser mi amigo, le dijo a una ramera que frecuentaba.
Bueno, el dia de la muerte de su madre ya eramos muevamente amigos. En retribución a su buena disposición que dio por reinaugurada nuestra amistad después de 20 años, acudí de poca gana a brindarle mi solidaridad por el deceso que padecía.
Erab las 3.00 PM. Nadie había a esa hora en el velatorio. Excepto una vieja amiga de su madre a quien osé preguntar por el tipo este que se mostraba tan corecto.
La dama me respondió con una rara advertencia, "prefiero reservarme mis comentarios de ese". Era una señora de tes blanca, alta, de buen verbo. Lo dijo sin dudas pese a estar a seis metros del féretro de su madre.
Que raro pensé, por que se referirá de esa forma de Gropius. Ahora lo entiendo claramente. Ella pensaba que este demente era culpable de muchos de sus malos días. Indudablemente.

Que pasó.

Lejos de molestarme, pues no me importan las fechorías de mis amigos, tomé por alto esta depreciación. El dólar estaba en picada.
Pensé en las instituciones, que tienen una amplia dimensión aburrida donde el buen comportamiento es obligado aunque los pensamientos son negros.
Al menos Gropius no fue hipócrita.
En mi mundo exterior de años atrás nunca hubo lugar para exentricidades. AHora todos mis días eran exéntricos con pasajes como este.
Pronto mis inquietudes literarias me alejaron del camino para ver otras cosas, nuevos fantasmas e ingresar al cosmos de Gropius era entrar a el planeta Ansioso.
En realidad no habían demasiadas personas en este mundo. Solo Gropius, un aspirante a fantasma que se atrevió a aprovechar mi paciencia y humanidad que tuve con el, para buscar un fin mundano: dinero.
No debió confundirme. Recuerod que me negué desde siempre a ser su segundo padre, pues el biológico lo botó por tener su misma enfermedad.
No siendo su padre, no me da remordimiento expulsar de mi entorno a esta cucaracha amariconada que se atrevió a insultarme sin motivo y a apostar mi alma, ganar 5 millones y después darme la plata y dejarme así en la calle.
Si los perros con rabia babean espuma por las calles, este gusano que lo debe estar haciendo por ahí, creo que debe ser enviado cuanto antes a un hospital a riesgo de que en libertad dañe, o coaxione a sus seres queridos.
El chantaje es común de estos mendigos mentales, se la pasan la vida culpando a sus madres de su desgraciada existencia, tu me trajiste al mundo buaaajjj. Pues de enfermos pasan a esto, a mendigos mentales. Pueden ser tolerado en ciertos ambientes creativos, ojo, siempre y cuando emanen genialidad. Y siempre y cuando uno sea expecialista en este tipo de personas para entenderlos. No siendo yo especialista en eso, nada me obliga a entenderlo. No sería antiético no hacerlo.
Pero, infelizmente, absurdidades como la que me ha venido llamando a intentar contaminar las cosas importantes a las que me dedico, al menos eso me parecen, solo merecen ser tomadas con la ética de los derechos humanos.
Ojala alguna ONG, grupo caritativo, o alguien similar a él se compadezca y lo recoja antes que lo dejen del todo los que ya deben encontrar piestas como liberarse. Conozco tantas muchachas tristes que encontraron la felicidad en un café, un desconocido irlandes, italiano, peruano de vacaciones por ahí. Oportunidades hay muchas.
Entonces, cuando sea una rebanada de jamón con DNI, alfombrando la calle Procuradores, yo no iré a llevarle un pan, antes le diré que se levante como hombre y pida disculpas, le diga a Nexus que me devuelva el alma, que esfuerce su lánguido cerebro para tomar con hombría la lucidez que cobardemente la esconde para no darse cuenta de que es un abusivo de mujeres y que con gusto le esoy dando una paliza de realidad, una patada en su cerebro que pronto , como el tsunami de japón, lo orrillará, sobrepasará y devastará.
He recuoperado la agresividad del banquero, especularé ahora contra el francio Suizo. Pienso que puedo ganar algunos millones más. No, venderé certificados de existencia a países en crisis existencial. !A Grecia! !A Perú!
Pero he perdido el alma... y debo recuperarlo.
No se insulta a nadie, pequeño chifón, menos a quien no quiere ser tu padre, puede que no tenga compasión, y la compasión es un recurso poco utilizado en literatura, y una cosa más, ya no me sirves como material literario, no sirves ni como modelo de cobarde... eres demasiado común como para sacar pecho de tu cobardía.

Tres meses más tarde.
Me han vendido mi alma a cambio de algo. Debo mentir toda la vida sobre lo que he visto en el camino. No, es lo que digo.
Entonces se acerca Dante y me dice, "Debes hacerlo pues esta comedia, en realidad, tiene muy poco de divina".

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