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miércoles, 9 de marzo de 2011

´RICOS Y FAMOSOS

Cristales espesos, canas, traje de marca, mirada de helado.
Manuel hace un tiempo fue parlamentario. Nunca lo entrevistaban. Era opaco, no hablaba cosas interesantes. Menos que un soldado. Su área triunfal eran pueblos perdidos donde ejercía su cacicazgo. Tenía el negocio de leche, otros vendían cerveza, administraban prostíbulos, o de ser médicos, contadores o maestros, probaban en política. En realidad sus pueblos votaban por ellos por aburrimiento.
Era evidente su mediocridad, tanto en el parlamento, como funcionario. Sin embargo, y de aquí mi asombro, no era tan estúpido: Se consiguió un periodista barato para ayudarlo a figurar. El periodista era delgado, cara de pájaro, sudoroso, poco impecable pero hiperactivo. Escribía diferentes notas que levantaban la imagen de su jefe, aunque con una pobreza lingüística provinciana.
No pudiendo asistir el ministro, este ordenó a Manuel que lo represente estaba en la conferencia de prensa. Manuel obedeciò, como siempre.
Llegué. Su periodista me abrazó como si me estimara realmente, y fue cuando me nació el inevitable impulso de escupirle de alguna forma a ambos.
En mi pregunta destaqué su inutilidad como miembro del directorio de una institución como la que dirigía incapaz de gastar el dinero que le asignaba el estado. De 150 millones solamente pudo gastar 8, y en sueldos.
Fue como decir en público a Mandingo que detrás de su envergadura no pasaba nada, desnudar al mono con traje costoso y corbatas de marca y obligarlo a saltar de sus zapatos en punta a la fría calzada para que nosotros lo observemos.
Intentó defenderse, pero en medio de su respuesta se dio cuenta de que no tenía respuesta. Estaba desnudo, y al responder cosas así, notaba que yo no le creía nada, que estaba con cara de serio, que lo que había hecho era solo escupirle por que yo debo ser un traumatizado o chantajista.
Luego terminó la conferencia. Todos nos reunimos un rato, comimos sanguchitos, bebimos unos juguitos, y como si nada le hubiera dicho, estaba sosteniendo su sonrisa y mirada resbalosa, como si esto se lo hubiesen enseñado en su partido político.

Había un segundo tipo en la conferencia, más astuto, por eso no estaba expuesto a la ptrensa. Se trataba del más grande exportador de café. Su padre estaba prófugo por aparentemente haber asesinado a un opositor en sus negocios. El sujeto estaba con un traje viejo y de invierno en verano, un corte de pelo barato. Lo raro es que estaba atr´pas de nosotros los periodistas.
Su mirada era humilde, pero no portaba humildad de la buena, era una humildad malosa, temerosa, calculadora, conocedora de alguna urgencia, de no mostrar algo mostrenco, a lo mejor los presumibles métodos con los que su familia se abrió paso.
Era un tipo de baja estatura, delgado, palidón, siempre lo vi cerca de los grandes dirigentes, en la cabeza de todos los gremios políticos y empresariales, sediento de influencias. Probablemente no se sentía muy cómodo con los perfumados del gremio empresarial, pues este comenzó en el campo. O posiblemente sí. Hace tiempo que sabe las ventajas del dinero.
Pero me pregunto cómo será este sujeto cuando no es tímido, cuando emana, cuando fluye, cuando tira a su mujer, amante o ramera, cuando toma una decisión para despedir a alguien o sacar algún obstáculo del camino, cuando se va a alguna trastienda a comunicarse en secreto con su padre prófugo para recibir instrucciones.
Le empecé a preguntar cosas, apenas empezaba, pero el, zorro, se escapó, pidió ayuda, llamó al pobre Manuel a quien le traslado todo mérito y protagonismo de lo bien que estaba el sector exportador.
¿Porque esta vocación de no ser protagonista? ¿Qué quería? ¿Simplemente estaba allí de paso? Pienso que no. Quería estar cerca a algo. No sé a qué.
Estaba solamente allí, observando, apuntando, como si fuese un periodista al revés, que mientras nosotros mirábamos hacia adelante, él lo hacía detrás de nosotros.
Te voy a dejar algunas pistas. No me engañas. No me importan tampoco. Solo sé que siempre tienes miedo, aunque no sé de qué exactamente, de no ser el primero, o de que chapen a tu padre y lo pierdas todo.
No te preocupes, no me temas, no temas que yo cometa una torpeza tampoco, solo te aconsejo algo, duerme tranquilo, muy tranquilo, que no pasará nada.

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