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jueves, 1 de marzo de 2012

CRAPULA CAPITULO IX / CONFIANDO EN UNA RATA

Yo no quería irme de Lima. Me resistía. Mientras mis padres y mis hermanos se mudaron a Huancayo, una ciudad más barata y atrasada, yo alquilé un cuartito muy económico en Breña, donde empecé otra etapa más de mi existencia. Mi madre lloro mucho de mi decisión de quedarme y le dije que me quedaba porque deseaba estudiar. Tras el alejamiento de mis padres empecé a darme cuenta de algunos rasgos de la situación. Subí a un ómnibus y detrás de mí un ciego pedía dinero. Me estiró su mano cadavérica. Le di una moneda. Dos horas mas tarde lo volví a ver nuevamente. Fumaba un cigarrillo, ya no usaba su bastón y leía el periódico. Nos había tomado el pelo. Me gustó esa mentira, me daba libertad para no creer. Así me apodere de ella para mi regalado uso. Un día me di cuenta que estaba dedicándome al alcohol. Trabajaba eventualmente en diversos oficios. Cobraba y lo que ganaba lo bebía. Pero recordar a mi familia, especialmente tras cada juerga, era penoso. Extrañaba el olor del estofado y nuestra vida juntos. Recordar me controlaba de ir por más excesos.Trabajé haciendo encuestas. No era el trabajo más duro. Los había peores. Cocinero de chifa, albañil, lustrabotas.Pero mi vida en algo mejoró. ¿Pero me alcanzaría el tiempo? Con el poco dinero que obtenía haciendo dichas encuestas para una compañía de opinión me alcanzaba para administrar mi mundo. Pero esta mejora era ficticia. Yo era parte del drama social que veían los sociólogos. Un condenado a seguir siendo pobre.Cerraban las industrias, cada día había menos trabajo: El país se paralizaba. Pero era raro que pese a esto siempre veía gente divirtiéndose. La venta de cerveza era importante. Un día me di cuenta de que un poder oculto, que no era Dios, ayudaba a este pobre país atacado por el terrorismo, la corrupción, la falta de empleo y el hambre.- ¡Hey mendigo! - GritéAl voltear se encontró con mi mirada. Le sonreía sarcásticamente. Me tomé el pene con la mano, saqué mi lengua y mientras le hice un gesto obsceno le dije, toma, como si le fuese a dar una propina. Este me respondió.- Concha tu madre- .La gente es ilícita por naturaleza. Mirándolo a este, en su descuido entendí que nada me impedía ser como él. Dependía de cuanto me descuide en la vida. Y entonces me vino una rara ocurrencia. Postular a la universidad. Llevaba ya mucho tiempo solo y hasta ese entonces no me nació jamás ser vendedor ambulante. No me habían criado para eso. Pero siendo un miserable que otra osa me quedaba. ¿Por qué deseaba ingresar a la universidad? La verdad, para no morirme de hambre como muchos, para no vender cositas como los menesterosos ambulantes, para tener una exuberante mujer a mi lado. Pero todos mis intentos fueron grandes fracasos. Ocho veces postule a distintas universidades sin ningún resultado. Mi puntaje era tan bajo que no entendía cómo así pude ser tan inteligente para sobrevivir a más de la mitad de mis compañeros en la guerra contra los terroristas. Sobrevivir a esos ataques de Sendero Luminoso no era tan bonito. Recuerdo cuando me oriné de miedo en una quebrada de Lircay.Mi vecino Chambergo me escuchaba las historias. El era un tipo criollo, sabio en la vida, astuto, pero pobre. Seguro porque andaba mucho en esas peñas. Me dijo que había una universidad donde se podía ingresar pagando algo por lo bajo. ¿Cuanto costará? Me interesé. Caro, fue todo lo que me dijo.Un mes más tarde me llego una carta de mis padres. Me decían que habían ganado un buen dinero por la venta del auto. "Huancayo es chiquito y no lo necesitamos". Yo conteste diciendo que necesitaba algo de dinero para la universidad. Me llego el dinero. Tuve suerte. Era el destino. Convencido de mi ineptitud para estos ajetreos, decidí comprar una plaza universitaria. Necesitaba un atajo.Mi ingreso a la universidad, allá en el año 1987 me costó un año de trabajo: mil trescientos dólares y media docena de cervezas en un barcito mal afamado del pasaje Peñaloza, tributario de Colmena, lleno de hoteluchos baratos a donde mi contacto Chambergo, me dijo vaya, pues me esperarían sus amigos, miembros de una extraña organización delictiva conformada por “estudiantes eternos” a la que le decían “La moña”. Todos ellos tenían llegada al poder, y como sus compañeros tenían todas las instituciones públicas, inclusive las universidades como si fueran su botín de guerra. Gastón Aquice Malpartida, alis “la rata” me esperaba. Mucho gusto. Dije bajo su mirada en punta. dejé que me analizara un rato . Se rió solo por un lado, escupió e hizo un chasquido.- Chasumadre, ¿Puedo sentarme?- Pidió.- Claro.- Al punto. El tío Chambergo ya me habló de tu caso. Se tiró el pelo lacio para atrás e interrumpió. ¿Una chela?- Claro- Accedí nuevamente. No me quedaba otra.Llamó al mozo por su nombre.- ¡Cotillo! Antes que llegue me confiesa.- No tengo mas que un ripio.- No te preocupes. Yo pago. –Ofrecí- Empezamos bien. Bueno, Arturo Chambergo, tu sabes, es compañero. Su papá fue mártir. Buen tipo pero ¿sigue chupando duro?- No lo sé, a veces- Dije - Ese conche su madre. El me habló de ti. ¿Esta templado dice?No sabía que tenía que ver eso con nuestra charla. Pero le dije que a veces lo veía con una negra. La Rata festejó golpeando el borde de la mesa como máquina de coser.- Ese pendejo- Intentó continuar pero numerosas veces se iba por las ramas.Ya iban cuatro cervezas y no decía nada que me interese.- Cómo es.- A si, disculpa. – Bebió lo que quedaba- Todo es posible con un poco de buena voluntad, tu sabes. Estaba a punto de pedirme el dinero. Le ayudé.- ¿Y cuánto cuesta la gracia?Escupió al costado de la mesa y de nuevo se alisó el pelo hacia atrás. Se notaba que para é era sumamente difícil dejarse de indirectas. Seguro deseaba que le invite antes dos cervezas más. Se las puse. Entonces se animó a hablar.- Para ti, solo porque eres brother, mil quinientos dólares. Yo no voy a ganar nada. Todo va para el centro federado. Un huachito vale, tú sabes. Cartulina, cinta para máquina, lapiceros faltan en la facultad. Nada va para mí. Ahora si tú quieres me bajas un sencillito o te comportas con unas chelas. Ya tu ve. Lo importante es evitar que se sigan infiltrando los tucos de San Marcos, quienes lejos de estudiar se disparan a la vida política y, en resumen, joden.- Pero mil quinientos es mucho. –Protesté.- Si pues, pero piensa en lo que vas a ganar cuando seas odontólogo ¿No? O si quieres postula a otra carrera y vas saltando hasta llegar a odontología.- No. Ya he perdido mucho tiempo.- A ver. ¿Por qué no postulas a sociología o historia? De paso que le quitamos un puesto a los rojos. La cosa es estar dentro. El huachito te costaría menos.- No. Puta madre, Mil quinientos es mucho. Nada menos?- No creo, aunque..- pensó- ¡Espera! Puede que yo convenza a Rodrigo y te baje algo. Mira yo voy a hacer algo. Que quede en mil doscientos, ni tu ni yo. La "La rata" mordía doscientos dólares. Esto lo supe después. ¿Qué podía hacer mas que aceptar?- ¿Mil doscientos?- Claro pues. No hables fuerte hay muchos tucos por aquí. Esos piojosos andan por todos lados- se refería a los terroristas de Sendero Luminoso.- Sé que sabes de quienes hablamos- La rata otra vez se jalo el pelo lacio con peinado enciclopedia nueva. En la cantina sonaba una vieja cumbia ensordecedora. "Se me perdió la cartera, ya no tengo más dinero". Hablábamos a gritos.La Rata, sin dejar de mirar el culo de una chica sentada en la otra mesa sostenía un cigarrillo entre sus delgados dedos. Lo paró sobre la mesa en sentido vertical y me dijo.-Buen humo.-Cómo que buen humo.-Eso quiere decir que haremos negocios. Es el mismo humo que ponen cuando se elige un nuevo papa. El humo es todo en la vida. -Te voy a ayudar- Dijo son seguridad. Pero ya estaba borracho. ¿Podía realmente confiar en él? Siguió bebiendo y se acercó a una de las rameras. Estas le conocían y le pellizcaron el pantalón. Volvió.- Acá hay hembras como mierda.-Realmente no estaban tan asquerosas y pregunté.-Por cuanto cachan.- Date un adelanto y la casa invita. Quería que le de dinero.- Pero ten cuidado- me advirtió- A algunas se les chorrea el helado y vienen con sorpresa- .Habían travestis.Cuando le di el dinero, un vacío me llenó el alma. Sentía que mi futuro estaba en manos de un joven semi ebrio que no solo bailaba con las rameras, sino que en un momento se fue de la mano con una, pero que tenía sorpresa. Me acerqué al dueño del bar y dije.-Cuídelo.El tipo se rió y me dijo.-Aquí todos son compañeros. Hasta las putas son compañeras. Ellas tienen posibilidad de trabajar en ministerios. Pero no quieren. No te preocupes. Son compañeritas. Abandoné la cantina y fui avanzando por ese sucio pasaje de casas antiguas, de balcones que un día fueron residencias de los limeños de clase alta, pero que hoy eran refugio de ladrones, putas y crápulas. Legué a Colmena y el bullicio era enorme. Ambiente sucio. Cascaras de plátanos en el piso, gente flaca, fea, torva y desnutrida, que sufre, sufre y lucha y lucha. En el camino vi a un tip que forcejeaba a su enamorada de un metro cuarenta. Ella no quería subir al hotel. Llegué a Colmena. Era de noche. Me introduje al torrente humano. Cuidado con los dedos de seda. Los ambulantes no dejaban de vender sus chucherías. Un ladrón corría entre los autos con el bolso de una mujer quien inútilmente pedía ayuda. La gente miraba el robo y yo también.Una pareja de inmigrantes de la sierra se casaba en la iglesia La Inmaculada. El novio, al costado de un vendedor de fotocopias de una edición reciente de las normas legales del Peruano, estaba nervioso, indeciso, como yendo al cadalso. Uno de los padres, achaparrado, emblemático, buscaba algo entre la multitud. Parecía ir a la entrega del Oscar. Lucía frac.A su costado, apoltronado en el piso, un loco daba una pitada de un pucho. El auto de los novios, un Volskwagen rojo con dos floripondios colgando respectivamente a los costados. Entre bocinazos daba su tercera vuelta a la manzana porque no encontraba sitio en la puerta de la iglesia. Los novios se casaron, salían, la gente miraba riendo. El Volskwagen aún no tenía sitio para estacionar no había cuando empezar el paseo nupcial. Un ambulante cargado de "rica naranja huando" en su tricicleta se había acomodado justamente delante de la iglesia. No quería moverse pese a los reclamos del taxista. La familia de los novios en las escaleras de la iglesia denotaba desconcierto. La gente gusaneaba por la vereda y el camarógrafo contratado, a puro equilibrio tomaba las imágenes. Yo me reía. Me imaginaba que dos años más tarde, cuando recuerden el día de la boda mirando su VHS, entre las imágenes movidas aparecerían el un loco drogadicto fumandose un pito de pasta justamente sentado en la cola blanca de la novia. Bullía Lima. Me acerqué. - ¡Emoliente! Grito un tipo. Yo de curioso me acerque a los novios. El suegro con frac estaba a mi lado. ¿No quiere un Montecristo mi lord? Le dije. Este sorprendido me miró. Yo me reí con sarcasmo. En su cara. "Estos", pensé y me fui.Con la mente y el alma en paz solo me quedaba regresar a mi humilde morada y esperar, si es que no me habían robado, el día del examen. Por cierto. ¡Cómo no iba a dudar de la Rata! Cómo confiar en un tipo así. Había pagado un soborno. No era nada institucional el caso. Mucho menos algo raro en esta ciudad. ¿Pero a quién reclamar si me timaba? Eso no importaba. Quería cambiar de vida. Cual sea el resultado… había que pagar el precio.

1 comentario:

  1. I have faced this condition too. Now, I have enough time to spend with my family.

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