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sábado, 3 de marzo de 2012

CRAPULA/ CAPITULO XIII / LA PUREZA DEL ODIO

Escribí a mis padres comunicando el acontecimiento. A los pocos días recibí la respuesta fue un telegrama muy entusiasta. "Te queremos" decía al final. Estar lejos de ellos mejoraba nuestra relación. También me felicitó Don Oscar. Su mujer, Marina, pese a su nítida vulgaridad, me propiciaba un raro cariño. Me confesó que rezó, con velita misionera incluida, para que todo me vaya bien. Le agradecí sinceramente. Sus ojos grandes de puta jubilada me miraron tiernamente, con vidriosa esperanza. Pero había, además, algo indescriptible e inquietante. Marina miraba todas las noches a los hombres. Los seducía para que pasen a sus cuartos. Les tocaba el pene. Seguramente les provocaba mostrando su trasero, no dudo que bellísimo. Eran sus mejores tiempos. - Vente a comer en la noche- Me invitó. Estaba decidida a ser buena conmigo. ¿Por qué? Yo llegué a entender a esos tíos. Puede que les diera pena. Ya en la mitad de la cena don Oscar hablo de la vida. - Fui un padre irresponsable. Y un día llegue a casa. Mi mujer y mis hijos se fueron a estados Unidos. Se supone que yo debía ir. Pero era un decir. ¿Qué iba a hacer allá? No necesitaba fregar platos. Los chicos crecieron, no podían volver por el tema de la visa. Sé que hoy ganan muy bien. Marina no habló de sus heridas. Cenamos pollo al horno con puré de papas y arvejas en salsa de tomate. Eran sorprendentes los modales refinados de don Oscar. Comía con mucha educación. Colocaba la servilleta en sus rodillas y era muy diestro con los cubiertos. Además sacó un vino bastante bueno, según me explicó. Mantenía el ritmo adecuado entre comer y conversar. Disfrutaba de su socialidad. Pese a la humildad del departamento uno se sentía en un ambiente limpio y hogareño. Don Oscar se limpió los labios con la servilleta que todo el tiempo mantuvo sobre sus las rodillas y miró el techo como buscando allí las palabras. - Aplástalos - A quienes- Pregunté - A todos. Marina lo miró reprobando sus expresiones y se levantó a lavar los platos. Llegó con el postre que era arroz con leche. Al terminar, Marina sacó de la cocina una bandeja y regó el patio con agua de ruda. Así nos acompañaría la suerte. Dos Oscar ya se bebió dos botellas de vino y habló. - Lima esta jodida. Supervivimos como las cucarachas. No tenemos nada. Ya nadie usa cuchillo ni tenedor. Te dan un codazo al andar y no puedes hacer nada. Pero eso no es nada. El otro día estaban felices los chicos en una kermesse en un club de Chosica. Jugaban futbol, comían picarones, cazaban mariposas. En eso una polvareda. Una camioneta irrumpe y bajan de ella seis tipos con metralletas. Van a la caja y toman todo lo recaudado por la venta del día. Estaban muy nerviosos y en eso ven oculta a una dama debajo de un escritorio. Uno de ellos al verla sabe Dios que creyeron y la mataron. Era la profesora de esos chicos. Diagnóstico. Una bala en la cabeza. Esa gente asesina no merece juicio, merece morir, algunas veces no es posible el perdón, yo apoyo la pena de muerte. - Oscar. Maldad hay en todos lados- comentó la negra que volvió a la mesa - ¿Y yo que culpa tengo de eso? O sea que hay en todos lados o no saben lo que hacen van a matarme? Derechos humanos. ¡Ja! A ver pregúntale a los hijos de Raquel. Era una madre de la joven. Asesinada por Sendero por que pasaba por el banco. Estalló el coche bomba y ya. Y para colmo, a mí que me niegan la visa para ir a Estados Unidos, me separan de mi familia y tanta mierda, En cambio, terrucos rejijunas pipistrélicos de mierda la puta que los parió si les dan visa para Suiza Bélgica y desde allá sacarnos la lengua como luchadores sociales. Suizos imbéciles. Ya verás cómo serían si les cae un atentado terrorista. - Oscar haz tomado mucho. - Que tomado mucho ni mierda. Igual los cabros. Piden igualdad, solidaridad, identidad y género y otras cojudeces que ni en estados Unidos existen. Allá la gente se hace la cojuda. Nadie los pasa. Y acá si son lo máximo. Te malogran a los chicos. Como no tienen burdel de cabros, imagínate. Se enamoran de un chiquillo. Los padres están trabajando. A la mierda. Los cagan. Beto. No confieses tu culpa jamás. Jamás. Si alguien intentara minimizarte, contagiarte su enfermedad, su engaño, son falsos amigos. No muestres tus flancos débiles, jamás. Si estás feliz, no lo demuestres, si estás triste, muéstrate feliz. Si eres rico, finge ser pobre. Entra a triunfar pero que nadie se de cuenta sino te sacan de entrada. Aprende a educar la mirada, a imitar la estrategia de tu contrincante. Sorpresa dirás. No creas que esos terrucos valen más que conocer de cerca la muerte. Sendero y toda la guerra se acabará. Son filisteos, no edificaran nada, son un invento genético. No importa lo que pase allá en la sierra. No hay ni habrá jamás justicia. Hay que ser duro. Los mataremos a todos. - ¡Oscar! - Ya negra. ¡Fusiles y morteros no servirán de nada! Si roban madera del bosque, asaltaran a caminantes, si incendiaran un caserío, será inútil. Serán perseguidos. Si no habla el dirigente lo hará el hermano, la novia, se les ofrecerá dinero, lo que quieran, pero todo vale. Todo. Acá de lo que se trata es de salvar el Estado. Terminar como todos para seguir esta unión divina. Peruanos. Religión es religare. La verdadera violencia es lo que uno piensa creo que dijo Henmiway . - ¿Sabes quechua? - No. Entonces no sabes cuantas al día te maldice el tendero - ¿El cholo Sergio? - ¿No sabes? - El cholo Sergio odia a todo el mundo. Es veneno químicamente puro, un senderista de corazón. No lo dice pero lo es. ¿Y sabes por qué te digo esto? Porque vino de Ayacucho. Forrado de plata. Robó el patrimonio de una familia para la que trabajaba desde niño. Una madrugada Sendero tomó la estancia. Sergio, que estaba en la casa, fue tomado por los terroristas. ¿Dónde están? Le preguntaron. Allá está, ese es, respondió señalando al patrón. El patrón, sorprendido de la traición, miró a Sergio con pena, desconcierto, odio tal vez. Le crió como a un hijo, aunque en verdad no le iba a poner a la misma escuela que a sus hijos. Los senderistas se acercaron a Sergio y ordenaron "es tuyo". Sergio tomó el cuchillo. Se aproximó a su patrón. Le pateó los huevos y luego le cortó el cuello como a una gallina. La mujer se acercó y delante de su familia le arrancó los testículos. Sergio los cogió sonriente imitando el movimientos que hacía cada vez que hacía sonar las campanas para que los chicos vengan a almorzar. Los chicos lloraban. Los mataron. Luego los terrucos tomaron el pueblo y a voz viva dieron lecciones de marxismo. Todo era en quechua. Luego fueron a la casa del alcalde. Era de Patria Roja. Estaba organizando a las rondas campesinas. Pero cayó en manos de los terrucos. El pueblo fue ordenado en fila mientras observaba cómo era pateado. Entonces un senderista gritó ¿A este ladrón que es soplón le perdonamos la vida? Y Sergio gritó ¡que lo maten, que lo maten¨! Todo el pueblo dijo ¡que o maten! Tras la matanza hubo fiesta. Luego Sendero eligió a los más jóvenes, Sergio entre ellos. - Y así entro a Sendero. Fue tomado de prueba. Tres meses para empezar. Luego dijo que deseaba trabajar en Lima. Es decir, vigilar. Nos vigila a todos. Para eso puso su tienda, vende helados y detergentes, pero en verdad observa. Cumple un fin. Es un punto de enlace. Sé que allá llegan mensajes. He visto muchos tipos con ese brillito de odio en la mirada. Llegan, toman cerveza en su bodega. Yo voy a cagarlo. - Cállate Oscar- Dijo la negra. - No jodas negra. Toda la noche con la misma... - ¿Y cómos saves?- preguntó. - Una noche lo escuché de su propia boca- estaba borracho discutiendo con sus amigos. Cantaba Flor de Retama. Lloraba. Pólvora y dinamita era el coro. - Seguro estabas borracho-dijo Marina. - Oscar no seas cruel- Habla Marina. - Calla negra. ¿Haz visto cómo corta el pollo? Obsérvalo. - Tas borracho. - Malagradecida. Por que no eres senderista si eres esclava. Te recogí del piso cuando te sacaron del burdel. - Mejor me hubieses dejado. - Te volviste vieja, no servías. - Eso crees. Hay muchos que aún extrañan mis golo golo. Solo vine por que era tiempo de cambiar de vida. - Cambiar de vida Gisela, perdón Marina. Todos saben que fuiste puta. Hasta papa Trelles fue tu cliente. - ¡Calla maricón! ¡Trabaja! - Por eso la quiero a esta negra- me dijo Oscar. -Nos reímos. Nos reímos todos y continuamos la cena. A cada sorbo que bebía Marina miraba con desconfianza a Don Oscar.

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