Vistas de página en total

miércoles, 29 de febrero de 2012

CRAPULA CAPITULO I : UNA CIUDAD SECA JUNTO AL OCEANO

Mi nombre es Alberto, (¿lo escucha bien?) pero me dicen Beto y puedo afirmar categóricamente que, dadas las circunstancias, todo lo que se de mi es que calzo 42.
Si aceptara entrar en una clasificación, y como están las cosas, podría decir que soy del tipo humano, contrainteligente y, definitivamente poco acostumbrado a que sus parientes mueran
asesinados (un hecho que no proporciona prestigio de ningún tipo). Moro en Lima. La ciudad yace sobre lo que fue un bonito valle. Es una ciudad que se comporta como tal. Algunos barrios elegantes se parecen a Miami Beach, mientras otros a cualquier villa miseria del Tercer Mundo. La gente está acostumbrada a estar acostumbrada. Exteriormente, Lima posee un aspecto incompleto, pero también otro completo. Es una ciudad que cree resolver sus problemas apostando. A veces se comporta como si fuera suicida. Otras veces es muy pagana, incluso cristiana.
Gualmente, como otras, Lima no carece de escondrijos, putas y drogas. Es una ciudad llena, local y proclive hacia lo irregular como a lo repetitivo. Sus diarios son los más malos del hemisferio sur.
En Lima la gente bebe las aguas provenientes de un río sucio y sin vida. No obstante, por un milagro de la tecnología son potabilizadas, aunque ya han dicho por allí que al microscopio muestra partículas de caca, hecho utilizado para un ataque político de algún periodista sin importancia que no sabe que, ante todo, el agua mata la sed.
Estoy viendo el océano Pacífico desde el Callao. Un fulano espera a alguien Por su aspecto, viene de los Barracones. Está nervioso. Hace algún tiempo, igual que él yo solía esperar en
sitios como ese a mis contactos. Nada grande. Ocho gramos de coca en el bolsillo. Pero eso no va más. Es un refrito. Pienso en Marina. Creo que me estima.

No hay comentarios:

Publicar un comentario