Vistas de página en total

viernes, 3 de febrero de 2012

COCINANDO A LOS COCINEROS

A la vez que salen las válidas críticas de Thays a la cocina peruana (uno de los pocos peruanos que leen) Vargas Llosa prepara como postre una demoledora critica a la cultura actual, haciendo budín con los superficiales cocineros que opinan de ciencia (transgenicos) defienden comida chatarra (Gaston no quiere impuestos). Vean cómo los demuele en su ultimo articulo reseñado en el diario ABC: "Como ejemplo de la entronización de lo superficial, el Nobel destaca la dictadura de la cocina y la moda. No en balde, los chef y los modistos han usurpado el espacio que antes ocupaban los científicos, los compositores y los filósofos". Mi amigo Manuel Cadenas, periodista y crítico de gastronomía, reaccionó a mis palabras. Felizmente se puede discrepar contigo, querido Pepe, porque eres uno de esos pocos espíritus verdaderamente libertarios desde hace siglos, porque -como dijiste alguna vez a uno de aquellos defensores de la cultura de la trompada: "Gentes co ...mo tú, mataron a John Lennon"- no eres de los que se suman al cargamontón no más porque sí. Al margen de sus calidades literarias que desconozco por no haberlo leído, me parece que el comentario de Iván es todo lo válido que se quiera porque es SU vivencia gastronómica. Si él, como MVLL, quieren limitarla al ejercicio de la nutrición -cosa que dudo de parte del Nobel-, estará bien. Sin embargo, dadas las circunstancias, ese prurito por la altisonancia en las tribunas globales no parecen del mejor gusto. Me recuerdan a César Hildebrandt diciendo que usaba el pisco para subir el octanaje de su gasolina. No creo que toque a la cocina el territorio de lo banal. Los banales o profundos somos los seres humanos, no nuestras ocupaciones. No es menos banal Marito por ser escritor. Conozco mucha cocina italiana y francesa que es tanto o más estruendosa que la peruana: al menos en nuestros tiempos eso dependía de nuestra madre o nuestra abuela. En mi caso particular, guardo los mejores recuerdos de la cocina de mi abuela, que jamás uso más que de tomates, ajos y cebollas para aderezar su extraordinaria sazón chiclayana, ferreñafana para mayores señas. Sí, hay cocineros que se suponen la cereza de la torta nada más porque los apuntan los reflectores, pero ese es otro tema. Thays, a mi parecer, ha realizado una generalización ombliguista, quizás podría entenderlo si almorzara un día en su casa. Un abrazo, estimadísimo.Ver más Hace 8 horas · Ya no me gustaMe gusta · 1.Eliminar comentario...Marcar como spamDenunciar como ofensivo... Mi amigo Ebert Solis Alagon no tradó en reaccionar. "Me parece que esta es la altura de una buena crema de chuño con trozos de carne de cordero...esa discusion no la habria aceptado mi abuela, o mi madre , experta en hacer un sopa de platanos verdes con presas de gallina de chacra...pero que bueno que la comida resulte indigesta para alguien que lee tanto y vive muy poco en su pais... ....................... Respondo. Tiendo, es verdad, a valorar a los que leen y escriben, sean buenos o malos lectores y escritores. No esperen justicia de mi parte. Podría decir que existe hasta un pacto secreto de simpatía hacia ellos. Y me parece bien, normal y hasta necesario el abandono en que se encuentran ya que están obligados a escucharse a si mismos, cosa que hoy casi no existe. En ese sentido, el Perú es una maravilla. No hay lectores en los micros, menos oidores de lecturas por TV. estamos muy cerca al concepto de soledad por anorexia cultural de la sociedad. No hay con quien hablar. Por eso mismo, si entre escritores y cocineros debiera elegir, siempre me quedaré al lado de los escritores. De tal manera que no puedo pasar por alto tan abierto desprecio desprecio de este Thays por cocineros con acento de Elliot Nesses, líderes de una comparsa de seguidores de dudoso alfabeto y bien desarrollado píloro. Una vez puse a prueba a un cocinero, fue en el Salón del Chocolate. Pregunté al tal Schiafino por qué elogiaba ese chocolate peruano que tenía en la mano, que por cierto era buenísimo para mi gusto. Se desconcertó. Y claro, el pobre no sabía mucho, y seguro tampoco con quién hablaba. Le pregunté qué cacao era el que tenía ese sabor divino, ¿Blanco?, ¿CCN51?, ¿chuncho? ¿O le parecía un blend con insinuaciones almendradas o frutadas? Al parecer no lo sabía. Opino que en este mundo de muchos malos periodistas que suelen pasan por encima de todos, no veo a tantos que amen de verdad al periodismo al punto de ser incorrectos. Y Resulta que a veces la verdad no es correcta. Pero estos constructores de consensos que deciden qué es bueno y malo, descalificando lo que no es descalificable y viceversa no leen pero sí comen. ¿Te acuerdas Manuel cuando reventamos a todo un gobierno cuando sacamos en portada ¿PAN CON CANCER? Nos tiramos a la industria del bromato de potasio en dos días. Fuimos incorrectos. Nos interesaba vender diarios con salud, y de paso disparar en los tobillos al gobierno. Entre las creaciones mostrencas y desproporcionadas de los constructores de consensos vemos que están los cocineros, hoy considerados intocables y políticamente correctos, pero defensores conscientes o inconscientes de un negocio obvia el aspecto de la salud. Casi a diario me encuentro con alguien asustado de sus triglicéridos o la diabetes. Yo no dudaría en poner en portada COCINA PERUANA MATA, porque vemos la diabetes, el colesterol etc. asociado a un modo de ser donde comer lo que sea es bueno. Pero más allá de eso, me asombra la multitud de militantes del insulto desproporcionado, quienes han aparecido contra Thays, a quien aprecio por sus programas que solo veíamos unos cuantos, ya que Joyce o Dickens (que se celebran los 200 años del nacimiento del gran puta), aparentemente no hacían maridaje con casi nada que les interese a los peruanos. Y es que es preocupante esta ausencia de maridaje, y que deba ir afuera –por tv- a enterarme de la impronta de la obra de Szyslo mediante una presentación sencilla, sentida, transversal de Oppenheimer. Me pregunto cuántos podrían hablar de sus silencios y misteriosos sincretismos abstractos que te muestran la desesperación ante la oscuridad de nuestras raíces peruanas sacudidas por la competitividad Nazca, la crueldad chanca, la sabiduría política inca y la logística feroz de los gerentes de obras del inca. Entonces me acordé de ese solitario escritor, Thays, que después de siete años de hablar de cultura, resulta que al tocar el álgido tema de la comida peruana, me encuentre con que Gastón Acurio ofendido por sus palabras, disimula no conocerlo, mostrando su epidermis acrítica, muelle y boyante, seguro de que todos le aplaudirán su “no lo conozco” antes de lanzar su apología del cebiche con caspa y la empanada a las cuales les ha puesto con mayúscula el sello mayor de la cultura. Se que Chocano ya lo habría matado y Vallejo nunca habría encebollado sus poemas con la mentalidad del cocinero adicto a la mediática. Consideren tales cosas, pues desbalancear la palabra cultura poniendo a su nivel las emociones digestivas y las sensaciones del gaznate, que son finalmente sensaciones como el sexo, que solamente a veces alcanza ser erotismo, pues me molesta. Por eso, Manuel, Ebert, que tienes un magnífico hijo cocinero, y tú Manuel que vas escribiendo de gastronomía con una limpieza excesiva, me alegro de poder vomitar un poco mi desprecio por los que desprecian incluso a los escritores buenos o malos, y me alegro de que Thays, haya utilizado finalmente el soponcio culinario, para penetrar, aunque sea por un ratito y de contrabando, nombre de tu banda, Manuel, al siempre popular tema de la cocina.Ahora me disculpan, que me voy a tirar un buen pedo… ¡!!que abrace!!!Hace 2 minutos · Me gustaYa no me gusta. José Calderón Tiendo, es verdad, a valorar a los que leen y escriben, sean buenos o malos lectores o escritores. No esperen justicia de mi parte. Podría decir que existe hasta un pacto secreto de simpatía hacia ellos. Y me parece bien, normal y hasta necesario el abandono en que se encuentran. En ese sentido, el Perú es una maravilla. No hay lectores en los micros, menos oidores de lecturas por TV. Pero si entre escritores y cocineros debiera elegir, siempre me quedaré al lado de los escritores. De tal manera que no puedo pasar por alto tan abierto desprecio desprecio de este Thays por cocineros con acento de Elliot Nesses, líderes de una comparsa de seguidores de dudoso alfabeto y bien desarrollado píloro. Una vez puse a prueba a un cocinero, fue en el Salón del Chocolate. Pregunté al tal Schiafino por qué elogiaba ese chocolate peruano que tenía en la mano, que por cierto era buenísimo para mi gusto. Se desconcertó. Y claro, el pobre no sabía mucho, y seguro tampoco con quién hablaba. Le pregunté qué cacao era el que tenía ese sabor divino, ¿Blanco?, ¿CCN51?, ¿chuncho? ¿O le parecía un blend con insinuaciones almendradas o frutadas? Al parecer no lo sabía. Opino que en este mundo de muchos malos periodistas que suelen pasan por encima de todos, no veo a tantos que amen de verdad al periodismo al punto de ser incorrectos. Y Resulta que a veces la verdad no es correcta. Pero estos constructores de consensos que deciden qué es bueno y malo, descalificando lo que no es descalificable y viceversa no leen pero sí comen. ¿Te acuerdas Manuel cuando reventamos a todo un gobierno cuando sacamos en portada ¿PAN CON CANCER? Nos tiramos a la industria del bromato de potasio en dos días. Fuimos incorrectos. Nos interesaba vender diarios con salud, y de paso disparar en los tobillos al gobierno. Entre las creaciones mostrencas y desproporcionadas de los constructores de consensos vemos que están los cocineros, hoy considerados intocables y políticamente correctos, pero defensores conscientes o inconscientes de un negocio obvia el aspecto de la salud. Casi a diario me encuentro con alguien asustado de sus triglicéridos o la diabetes. Yo no dudaría en poner en portada COCINA PERUANA MATA, porque vemos la diabetes, el colesterol etc. asociado a un modo de ser donde comer lo que sea es bueno. Pero más allá de eso, me asombra la multitud de militantes del insulto desproporcionado, quienes han aparecido contra Thays, a quien aprecio por sus programas que solo veíamos unos cuantos, ya que Joyce o Dickens (que se celebran los 200 años del nacimiento del gran puta), aparentemente no hacían maridaje con casi nada que les interese a los peruanos. Y es que es preocupante esta ausencia de maridaje, y que deba ir afuera –por tv- a enterarme de la impronta de la obra de Szyslo mediante una presentación sencilla, sentida, transversal de Oppenheimer. Me pregunto cuántos podrían hablar de sus silencios y misteriosos sincretismos abstractos que te muestran la desesperación ante la oscuridad de nuestras raíces peruanas sacudidas por la competitividad Nazca, la crueldad chanca, la sabiduría política inca y la logística feroz de los gerentes de obras del inca. Entonces me acordé de ese solitario escritor, Thays, que después de siete años de hablar de cultura, resulta que al tocar el álgido tema de la comida peruana, me encuentre con que Gastón Acurio ofendido por sus palabras, disimula no conocerlo, mostrando su epidermis acrítica, muelle y boyante, seguro de que todos le aplaudirán su “no lo conozco” antes de lanzar su apología del cebiche con caspa y la empanada a las cuales les ha puesto con mayúscula el sello mayor de la cultura. Se que Chocano ya lo habría matado y Vallejo nunca habría encebollado sus poemas con la mentalidad del cocinero adicto a la mediática. Consideren tales cosas, pues desbalancear la palabra cultura poniendo a su nivel las emociones digestivas y las sensaciones del gaznate, que son finalmente sensaciones como el sexo, que solamente a veces alcanza ser erotismo, pues me molesta. Por eso, Manuel, Ebert, que tienes un magnífico hijo cocinero, y tú Manuel que vas escribiendo de gastronomía con una limpieza excesiva, me alegro de poder vomitar un poco mi desprecio por los que desprecian incluso a los escritores buenos o malos, y me alegro de que Thays, haya utilizado finalmente el soponcio culinario, para penetrar, aunque sea por un ratito y de contrabando, nombre de tu banda, Manuel, al siempre popular tema de la cocina.Ahora me disculpan, que me voy a tirar un buen pedo… ¡!!que abrace!!!Hace 2 minutos · Me gustaYa no me gusta. José Calderón Tiendo, es verdad, a valorar a los que leen y escriben, sean buenos o malos lectores y escritores. No esperen justicia de mi parte. Podría decir que existe hasta un pacto secreto de simpatía hacia ellos. Y me parece bien, normal y hasta necesario el abandono en que se encuentran. En ese sentido, el Perú es una maravilla. No hay lectores en los micros, menos oidores de lecturas por TV. Pero si entre escritores y cocineros debiera elegir, siempre me quedaré al lado de los escritores. De tal manera que no puedo pasar por alto tan abierto desprecio desprecio a este Thays por parte de cocineros de hábitats sudorosos, líderes de una comparsa de seguidores de dudoso alfabeto y bien desarrollado píloro. Una vez puse a prueba a un cocinero, fue en el Salón del Chocolate. Pregunté al tal Schiafino por qué elogiaba ese chocolate peruano que tenía en la mano, que por cierto era buenísimo para mi gusto. Se desconcertó. Y claro, el pobre no sabía mucho, y seguro tampoco con quién hablaba. Le pregunté qué cacao era el que tenía ese sabor divino, ¿Blanco?, ¿CCN51?, ¿chuncho? ¿O le parecía un blend con insinuaciones almendradas o frutadas? Al parecer no lo sabía. Opino que en este mundo de muchos malos periodistas que suelen pasan por encima de todos, no veo a tantos que amen de verdad al periodismo al punto de ser incorrectos. Y Resulta que a veces la verdad no es correcta. Pero estos constructores de consensos que deciden qué es bueno y malo, descalificando lo que no es descalificable y viceversa no leen pero sí comen. ¿Te acuerdas Manuel cuando reventamos a todo un gobierno cuando sacamos en portada ¿PAN CON CANCER? Nos tiramos a la industria del bromato de potasio en dos días. Fuimos incorrectos. Nos interesaba vender diarios con salud, y de paso disparar en los tobillos al gobierno. Entre las creaciones mostrencas y desproporcionadas de los constructores de consensos vemos que están los cocineros, hoy considerados intocables y políticamente correctos, pero defensores conscientes o inconscientes de un negocio obvia el aspecto de la salud. Casi a diario me encuentro con alguien asustado de sus triglicéridos o la diabetes. Yo no dudaría en poner en portada COCINA PERUANA MATA, porque vemos la diabetes, el colesterol etc. asociado a un modo de ser donde comer lo que sea es bueno. Pero más allá de eso, me asombra la multitud de militantes del insulto desproporcionado, quienes han aparecido contra Thays, a quien aprecio por sus programas que solo veíamos unos cuantos, ya que Joyce o Dickens (que se celebran los 200 años del nacimiento del gran puta), aparentemente no hacían maridaje con casi nada que les interese a los peruanos. Y es que es preocupante esta ausencia de maridaje, y que deba ir afuera –por tv- a enterarme de la impronta de la obra de Szyslo mediante una presentación sencilla, sentida, transversal de Oppenheimer. Me pregunto cuántos podrían hablar de sus silencios y misteriosos sincretismos abstractos que te muestran la desesperación ante la oscuridad de nuestras raíces peruanas sacudidas por la competitividad Nazca, la crueldad chanca, la sabiduría política inca y la logística feroz de los gerentes de obras del inca. Entonces me acordé de ese solitario escritor, Thays, que después de siete años de hablar de cultura, resulta que al tocar el álgido tema de la comida peruana, me encuentre con que Gastón Acurio ofendido por sus palabras, disimula no conocerlo, mostrando su epidermis acrítica, muelle y boyante, seguro de que todos le aplaudirán su “no lo conozco” antes de lanzar su apología del cebiche con caspa y la empanada a las cuales les ha puesto con mayúscula el sello mayor de la cultura. Se que Chocano ya lo habría matado y Vallejo nunca habría encebollado sus poemas con la mentalidad del cocinero adicto a la mediática. Consideren tales cosas, pues desbalancear la palabra cultura poniendo a su nivel las emociones digestivas y las sensaciones del gaznate, que son finalmente sensaciones como el sexo, que solamente a veces alcanza ser erotismo, pues me molesta. Por eso, Manuel, Ebert, que tienes un magnífico hijo cocinero, y tú Manuel que vas escribiendo de gastronomía con una limpieza excesiva, me alegro de poder vomitar un poco mi desprecio por los que desprecian incluso a los escritores buenos o malos, y me alegro de que Thays, haya utilizado finalmente el soponcio culinario, para penetrar, aunque sea por un ratito y de contrabando, nombre de tu banda, Manuel, al siempre popular tema de la cocina.Ahora me disculpan, que me voy a tirar un buen pedo… ¡!!que abrace!!!

No hay comentarios:

Publicar un comentario