Vistas de página en total

miércoles, 8 de febrero de 2012

Spinetta ha muerto me dijo un fulano llamado Paco Incio

Y ocurre que nos ha dejado sangrando el mismo día cuando a seis columnas en Página 12 Cristina Kichner pidió “una oportunidad a la paz”. Y resulta también que sangramos, solidarios con sus inexplicables duraznos. Sí. El hizo sangrar a los duraznos y soñar para esquivar la realidad de una Lima que se podría. Spinetta ha muerto, me dijo un fulano llamado Paco Incio. Nunca sacó una sola producción peruana, ni sonó en las radios, así es este país, pero la primera vez que llegó a Lima a dar el concierto, había un lleno en el María Angola. Era abstracto desde luego. Como sus canciones. Ni facebook, ni internet. Nada. Tipo Jesucristo, se encargó el destino de aglut inarnos. Era un coro ese concierto. Yo me preguntaba si Spinetta lo esperaba. Tal vez no se preocupaba de esas cosas pues decía “a veces las cosas suelen solucionarse por el camino más absurdo”. Debió ser extraño que Spinetta llene un ambiente cuando nunca hubo un solo rebote suyo en los diarios peruanos, ni en las disqueras. Desde luego nunca fue a Sábado Gigante o a cualquier bodrio que degluten los peruanos los sábados de noche. De hecho solo había una forma de conseguir aquella música. Viajando al cosmos. Y el cosmos eran los agujeros cutres de Limamanta, reino de la música pirata. Lo tuve navegando en el gentío de Colmena, a la diestra de la Recoleta. Con los bolsillos semi vacíos, y la mirada encendida solté dos millones de intis por un casete. Era el Pescado rabioso en funda de fotocopia. Pensaba en Leandra a quien cantaba con mi guitarra. La primera vez que escuché al flaco Spinetta, Lima sonaba a Beirut, a guerra, a no hay ninguna posibilidad. Todo era un poema. Y a ritmo de grupo electrógeno sonaba en casa de los Del Valle. Lo escuchábamos en los parques, que entonces eran parques, donde aún existía cierto descuido y encanto. La mayoría los tomaba como clubes u oficinas para ahumarse un rato. Algunos se tornaban perfectos para llevarlas con maculosas intenciones. Era Free Town. Esos parques eran el área triunfal de los que no encontrábamos en la guerra y la insania el porvenir. No. No existía el porvenir. Spinetta le puso cierto valor al aquí y ahora. Entiendo, pues, que lo que él hacía era romperlo todo con amor. “Oh mi amor yo te choco débilmente”. Murió cuando amenaza nuevamente la guerra de las Malvinas. Cuando recuerdo los momentos donde estuvo arrullándonos sus “Barcos de papel sin alta mar”. Lo escuché cuando mi pequeño Sebastián le daba llantos a la Norma porque nació chiquitito y ni pensaba que un día iba a crecer. “Que nadie, nadie despierta al niño, déjelo que siga soñando, felicidad, destruyendo trapos de lustrar, alejándose de todo mal”. Cómo no recordar los colores cálidos, pastel, de esa cuna, el único rockero que también se acomodaba a esos cromatismos. Tenía algo de Rilke en sus canciones de los ángeles “Aunque mi ángel no tiene ya deber, por mi día más fuerte desplazado, baja a veces su rostro con nostalgia, como si no quisiera ya su cielo”. Imposible citar sus antónimos, porque sabía que no se podía tocar la verdad sino de contrabando. Y era humilde en saberlo. Y se fue como sus hojas, que son del viento, pero la luz que deja es como la luz del sol. Menos la luz del sol, ahora pienso que nunca pensó salirse con la suya. Hoy es calma, flaco, no me presiones tanto que ya casi me pongo a llorar. “Si no canto lo que siento, me voy a morir por dentro, he de gritarle a los vientos hasta reventar aunque sólo quede tiempo en mi lugar”.

1 comentario:

  1. No solo escribas en el facebook..se que lo haces en reflexiones de actualidad peruana ...haslo mas a menudo aqui en tu blog ,,,te aseguro que te leen...y cuando editas y piblicas....?...o lo hago yo por ti....escoje que se me acaba el time....ah amix no me olvide de tu encargo...voy a Lima este 17 hablamos en person

    ResponderEliminar