Vistas de página en total

sábado, 30 de julio de 2011

Pisando tierra con las manos

La fealdad de apoderó completamente de mí. El puré estaba aguado, verde, pegajoso. El arroz sin sal. La noche fue un concierto de gatos excitados que me robaron por quinta vez el sueño. La comprensión entró en quiebra y una vez más luché contra el perno robado como si no quisiera aceptar que la tuerca nunca más engranará por que la vena ya fue borrada por la torpeza con la que a veces tomamos ciertas decisiones en la vida.
Mi pie está hinchado. Me lo doblé el otro día. Me masturbé para dormir y no pude conseguir el sueño. No me he lavado la cara y me huele el cuerpo a vencido. Bajo estas condiciones no hay otra alternativa que una. Escuchar Hung Up de Madonna.
Otra vez esta canción absurda que ha cobrado sin imaginarme vigencia absoluta en mi vida. Es que es tan dirty, como mi vida, cloacal en términos de amor y compañía, absurda por carecer de fronteras definidas, absurda por ser en otro idioma que el de mis malestares.
Sólo, que da la noche. Otra noche. Espero acoderar en un hotel, y volver a masturbarme, y beber otra copa o fumar alguna cosa que de risa.
O tal vez no haga nada de eso y solamente sacuda mi odio en el gimnasio,.
Necesito una radio y tomar las calles, experimentar una experiencia feliz, y no mirar las pequeñas cosas que me mortifican. Por eso te necesito Madonna, te necesito, te amo y contemplo desde la ventana del ordenador.
Sé que no me recibirías en este estado en tu casa, pero se me ocurre que debe haber algo común entre nosotros. Quizás necesites que yo imagine tus orgasmos. O nenecitas que nosotros seamos todos menos tú pero contigo y obviamente sin mí. Por que nos e donde me he ido y solo queda este fondo amarillento como pus que repta por mi condición en la medida que más conciencia tengo del instante desarmado que me bubonico.
Pero me atraviesa una vez más la sorpresa y el video clip de Jump asoma de la maravilla otra tordecura a la realidad que da el poderoso sueño en escena.
Unos hombres máquina engranan sus movimientos en el plexo sobre el cual Madonna, de negro, enclava su ser como una luz negra que asombra a sus reconvertidos súbditos. El engranaje de carne se repite en formas mil veces variadas e insospechadas y el populorum se olvidó de que tiene a su mujer al costado. Eres tan putana.
Y el hombre mono se apoya con un brazo en el piso, toca tierra con la mano, y sus pies sobre el tubo vertical. Un tubo de acero que destella todo menos el negro traje de mi diva.
Ahora que he escrito esto, no te das cuenta que estoy solo y vulnerable como un ciempiés a punto de ser tortilla, es decir, aplastad por mi zapato.

No hay comentarios:

Publicar un comentario