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martes, 5 de julio de 2011

Cielo azul estrellas de mango

Quiero ser un policía de tránsito, mover los brazos y permitir virar hacia arriba, volar o subir los edificios, superarlos y perderse entre las nubes. También pueden las ánimas atravesar las paredes y no hacer caso la luz verde, siempre que sean lo suficientemente invisibles para no confundir al contrario. Martes que venciste al lunes, esta vez me convenciste.
Los charcos de Lima me hacen tan propicia la palabra casa. Cosmopolita e inmensa, me entrampé en la Javier Prado antes de hora punta. Los árboles y los edificios, los kioscos y los diarios decantaban el tiempo fino y con rutina. Entiendo a la arena del reloj cayendo. Armonía. Sin apuro y con el mundo recién conquistado, era tarde lluviosa y metafísica.
Llamé a mi buena amiga. Esta vez no hablamos de política ni de su recién nacida hija. Cine francés, menú del día. !Katy!, me recordó hace unos días, era ese martes su aniversario de recién nacida. Una llamada fallida. Una segunda y tercera. Contesta mierda. Y que vas a hacer en tu día. Esa noche iba de gira. Una cena en la embajada egipcia. Una noche sin Nefertiti.
Caminé rumbo a casa soñando. Los parques que tenía a la vista eran mi sueño. Soñaba lo que veía. Pensé en las gotas colgando de las hojas, y lancé una de Pat Metheny. Me hablaban cosas que no me importaban, escribía. Un gato perdedor caminaba cobre el parquet.
Y la recordé, a la otra, cuando en esos años escapamos corriendo del chifa. Ella usaba su abrigo rojo. Le gustaba poner las manos en sus bolsillos. Yo le daba risa. El país a la deriva, una noche me dijo que no me quería. Ya lo sabía. Me enteré al esconderme bajo su cama. Sus primas llegaron de sorpresa y estaba follando con ella en su cuarto. Leí sus amorosas cartas a su amor. No era yo a quien se dirigía. Me rompió el corazón debajo de su cama, entre las medias sucias y las zapatillas. Leíamos a Shakespeare. Y escuchábamos every summer night. Y ahora recuerdo, era invierno. Como hoy, invierno fallido.
Me escribió la otra vez. Estaba en Paris. Tenía dos hijos. Si lo que tuvimos fue secreto, sé que me empezó a amar cuando la dejé ese día. Y nunca más volví la vista atrás. Dije never more, como Gaugin. Pero ella se fue a Paris. Y yo me quedé en Tahití. Y nos olvidamos. Hasta que reaparecimos en el face, y no sé qué más pasó. Oh si, que no tenía sueño. Le sugerí dormir oliendo a mangos. Creo que estaba un poco Gaugin ese día. Y me preguntó de los mangos. Y el azul de la noche se llenó nuevamente de mangos fosforecentes.
Las cosas discurren como el día. Las calles están cubiertas de vida. El loco se ha puesto traje y corbata. Le molesto diciendo. Que te crees , ministro de economía? Lejos, más bien en el este, un tipo se cambió de nombre. Es Alamo Day está su otro día. ¿Es que son ocho días por semana?
Llegará uno de estos días. Sé que nada está perdido sino todo ganado. Amar la vida no es un misterio. Es crear como un verano o un invierno.
Si los lunes pesaba el asfalto los martes mucho menos, es más, ese día se fundó la vida. I got a feeling.

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